SECCIONES - TÍTULOS

Los relatos del blog están divididos en varios títulos genéricos que son "Reflexiones", donde hallaréis escritos espirituales y reflexivos, "Una mirada al Alma" donde podréis leer historias muy profundas de crecimiento personal, del alma, "El Romántico Obsoleto", que cuenta con relatos de humor, irónicos, historias de la vida cotidiana del ser humano, "Diálogos", que son como la palabra dice, conversaciones que suelen ser muy profundas y espirituales, y por último he publicado tres capítulos de una de las novelas en las que estoy trabajando "Alma Cristalina". Disfrutad con todos ellos y compartidlos si os animáis a hacerlo para ayudarme a difundirlos.

Gracias por leerme, bendiciones a todos.

domingo, 17 de diciembre de 2017

MAR INTERIOR

Con lo fácil que sería ser sólo agua, como el mar, fluyendo compactada molécula a molécula, como una sola esencia, a pesar de que en realidad el agua es un conjunto de gotas diminutas, de átomos unidos que se unifican y bailan al unísono.

Ella, el agua, no discute sobre sí misma, no necesita buscar el significado de su existencia, ni tampoco se pregunta quién es, porque ya lo sabe, y porque su único cometido es existir en la forma en la que es.



A veces quisiera ser como el mar, que se agita con el viento, que se mueve al compás de la vida, que alberga otras existencias en su cuerpo inmenso, que las nutre, las acompaña en su proceso existencial.

No, el agua no tiene miedo, pero yo sí que lo tengo.

Puede que alguna vez yo fuera parte de ese mar, que ahora observo, y me dibujara en él como una simple partícula diminuta, invisible al ojo humano, pero fusionada al resto en cuanto a la experimentación como forma de vida.

Hoy no soy el mar, pero llevo en mí, en este cuerpo físico, gran parte de agua, que se continua comportando igual, fluyendo, y siendo ahora modificada en su composición por mis estados de ánimo, oscilantes como olas que van del miedo al amor, del amor al miedo, en un juego de opuestos que divide mi consciencia en dos.

Y es que el amor es la naturaleza de todo, no el amor de las películas o el que inventó el ser humano, sino la energía creadora de todo lo que existe y es. El miedo es la experiencia que nos conduce hacia la sumisión, es una energía que sólo experimentamos cuando encarnamos a modo de emociones que nos separan de nuestra verdad. Sin embargo no fue creado para que otros lo usaran en su afán de dominio, sino para protegernos de los peligros que, a nivel biológico, podíamos enfrentar, para sobrevivir.

El Ego, el personaje, es como el capitán de un barco que cree que el mar es de su propiedad, y trata de controlarlo desde su soberbia, sin embargo, poco sabe este capitán y cuando se da cuenta de que no puede controlar al mar, ni al viento, que sólo puede fluir con ellos, es cuando se fusiona con su verdad. Él es el mar.

Sí, de algún modo sigo siendo el mar...pero no soy capitán de nada, no hasta que comprenda que sólo puedo dejarme guiar por mi esencia real, pues es ella quien realmente lleva su propia brújula, sólo ella sabe cuál es el camino cuando estamos en alta mar, yo debo sólo escuchar las señales y seguirlas, moviendo el timón siempre desde lo que mi ser me indique desde su sabiduría.

Mi ser...algo más inmenso que el mar, pero él me sirve de ejemplo para comprenderme, para descubrir que la vida es como un gran océano que podemos vivir en su superficie o en su profundidad, y que nosotros somos ella misma en la medida en que nuestra consciencia pueda abarcar su verdadera realidad.

Arael Elama


viernes, 24 de noviembre de 2017

DIARIO DE UN ALMA EXTRANJERA - DESPERTARES SINGULARES

DIARIO DE UN ALMA EXTRANJERA

CAPÍTULO 1

DESPERTARES SINGULARES


Abro los ojos...

Tengo frío, la mañana parece gélida allá afuera. Un día más, vestida de mí, con el atuendo de este frágil cuerpo, me dispongo a vivir.

El aroma de café recién hecho invade mi cocina y mi salón. No tengo hambre, pero sí que sigo teniendo sueño, necesito despejarme.

Veo desde mi terraza cómo el sol también está despertándose y una vez más me regala un amanecer impresionante.

Está todo silencioso, no escucho a nadie.

En momentos como éste puedo notar cómo mi alma se manifiesta y me enciende el corazón, en la quietud de la madrugada callada.

Puedo sentirme perteneciente a todo, llena de cada color que se dibuja en el horizonte.

¿Cómo es posible que esta exquisita belleza logre atraparme con su sencillez?

Siento una calma extraña...

No sé si el tiempo pasa, sólo sé que ahora, justo en este presente, estoy siendo única y a la vez omnisciente, soy parte de cada universo que existe.

Estoy despierta, observando fuera de mí algo que llevo dentro, y de pronto nada es importante más allá de este sentir interno, en este segundo inquieto.

Cierro los ojos...

Tengo prisa, la jornada se avecina intrépida allá afuera. Un día más, vestida de algo que no conozco, con los harapos de alguien que que no soy yo ciertamente, me dispongo a salir a la selva de piedra.

No, no quiero caer en ese personaje que sufre, pero cada mañana despierto y luego vuelvo a dormirme.

Me pregunto cómo serán los demás despertares...


Arael Elama.


jueves, 26 de octubre de 2017

FUSIÓN

En aquella madrugada fría la oscuridad de la noche se perdía tras la aventura de sentir la calidez de su amor, suave, pero apasionado, dulce, intenso, protector. Su calor la envolvía mientras tras los cristales de la ventana la lluvia dibujaba caprichosa surcos que se confundían con los destellos de las tenues luces de las farolas de la calle.
Sus besos eran regalos para sus labios, para su piel, su cuerpo había sido un anhelo tan inmenso durante tantos años, que aún parecía estar soñando.
Y una canción que sonaba en aquella vieja radio, los acompañaba en su reencuentro, en un momento esperado y deseado tan profundamente que entre caricia y caricia, sentían que morían, que morían y renacían, para volverse a mirar a los ojos y repetirse sin cansarse que se amaban, que sus almas habían estado siempre unidas y que por fin sus cuerpos podían manifestar ese amor en aquella entrega única y perfecta.
 
 
No sería la última vez que se amarían, mas parecía que iban a perderse en el placer de su pasión hasta desaparecer de este mundo, pues así lo sentían cuando se adentraban más y más en el amor.
Y es que en realidad ese gran amor les poseía cada vez más, era él quien les guiaba, él quien les desnudaba despiadado de su insulsa desnudez, él quien dejaba al descubierto a sus almas indefensas, vulnerables y las vestía de un éxtasis sublime, casi insoportable. Y así sin más, de pronto, un estallido de energía que se desprendía de sus corazones encendidos, comenzó dispararse emergiendo desde ambos, convirtiéndoles en pura luz, unidos en una esfera luminosa donde realmente se habían desvanecido.
Jamás antes habían experimentado de esa forma el amor, se habían estado buscando, anhelando, tratando en cada relación de tocar el alma del otro, intentando hacer el amor con los cuerpos y los seres entrelazados, yendo más allá de lo físico, más allá de lo humano. De alguna forma presentían que eran algo más, y que no estaban solos, que había un Otro que les estaba esperando.
En aquella noche de tormenta sus corazones vibraron al unísono en el baile de las almas, y nunca más dejaron de ser uno.
 
Arael Elama

viernes, 29 de septiembre de 2017

LA LOCURA DE SER CONSCIENTE Y ESPIRITUAL

A veces me invade la nostalgia, una nostalgia hueca, sin sabor, sin aroma, sin procedencia. Es posible que esa sensación resurja una y otra vez al desconectarme de algunas ideas obsoletas, y se siente como un soplo de añoranza que se mezcla con la brisa de la desilusión.

Justo en ese momento en que me siento llena de esa límpida e implacable melancolía insulsa, me despierto a la locura, a la impávida verdad que se despliega ante mi ignorante mirada.

Y ahí comienza la aventura de pensar sin saber qué se piensa, de divagar y recorrer rincones oscuros de mi mente, de mi condición humana.

No soy la perfección, pero tampoco soy imperfecta, así que simplemente me dejo fluir en el flujo del río de mis sensaciones foráneas, que me alcanzan como si aterrizaran en mi alma derivadas de un mundo distinto, contrario, lejano, y al mismo tiempo vivo e impetuoso y eterno siempre dentro de mí.

Entonces surgen preguntas, respuestas, conversaciones, e incluso llega la comprensión impoluta de la realidad que contemplo casi siempre con mi pequeña mirada.

Ayer, sin más, ocurrió de nuevo, atravesé los esperpentos de mi intranquilidad y me sumergí en la apertura de mi supuesto desquicio, ése que nadie entendería, ése que algunos diagnosticarían como delirios, ése que es el milagro de mi existencia, ése que me conduce a desabrocharme de los nudos del inconsciente, y de la colectividad limitada que sufre la vida.

Tal vez los pensamientos ni siquiera sean nuestros, sino que van navegando en el campo cuántico de un planeta vivo, cuya consciencia nos sostiene, nos abraza. Nuestras mentes emanan ondas de pensamiento, de emociones, que viajan en un mar cuántico, energético, invisible, y que los humanos más sensitivos pueden captar y recibir como mensajes, sin saber que esos pensamientos provienen de otras mentes, que no son suyos.
Tal vez además existan pensamientos que no son pensamientos, sino que son información cuántica, como paquetes colmados de ideas, listas para ser leídas, recibidas, descodificadas, por aquellos que pueden conectar con su locura, o con su yo cuántico.

Tal vez exista una demencia que no es más que una comunión entre el yo limitado y el yo cuántico ilimitado que existe en otras dimensiones y otros planos, más allá de nuestra comprensión mental humana.

De ahí que a veces lo que pensamos no nos parezca propio de nosotros mismos, de ahí a que nos sintamos tristes sin saber por qué, de ahí que de pronto estemos reproduciendo actos que ya protagonizaron nuestros ancestros...

En ese campo cuántico donde se mueven los pensamientos y emociones que emanamos, podemos captar también las voces de otras consciencias que se comunican con nosotros, a través de dicho campo. Esas consciencias pueden ser muy diversas, y algunas pueden no ser exactamente consciencias, sino algo llamado “egregor”, que viene a ser algo así como una energía creada a través de la mente, con la fuerza de una gran creencia colectiva, es decir, creada por muchos pensamientos de muchas personas que creen y crean aquello en lo que piensan, y que le han otorgado una cierta “pseudoconsciencia” sin darse cuenta.

Así que hay un océano etéreo habitado por pensamientos, “egregores”, mensajes de seres que nos ayudan o guían, voces de almas perdidas, ecos de otros tiempos, en fin, una “jaula de grillos” con la que podemos conectar y de la que podemos recibir diferentes mensajes, o pensamientos, de forma consciente o inconsciente.

Pero nuestros pensamientos son nuestros, los generamos nosotros y los expulsamos al campo, los intercambiamos, sin darnos cuenta, algunos los rechazamos otros los hacemos nuestros, en un juego de telepatías encubiertas por nuestra ignorancia de lo que es estar en unión con otras mentes.



Después de pensar en todo esto, o de darme cuenta de ello, me pregunto qué es el Ser en realidad y cómo se puede mover la conexión en ese campo cuántico de la Tierra, y entonces recibo la respuesta.

Existe otro campo que va más allá del que genera el planeta, y es el que genera el todo, la fuente de donde procede todo. Ese campo también está en conexión con nosotros, como si fuera un cordón umbilical energético, muy poderoso, a través del cual nos llega información que no tiene mucho que ver con lo humano, sino con el origen de lo que somos más allá de la experiencia en este laboratorio.

Y cuando escucho esa información es cuando siento que estoy en unión con mi Ser.

Pero allí, en ese punto de origen, están todas las consciencias, antes de que se repartieran fractalizadas en incontables lugares y experiencias.

Entonces el tiempo pierde el sentido que siempre tuvo, el espacio tampoco existe como yo pensaba, y comprendo que todo está encajando de una forma mágica, pero que no podré transmitirlo y explicarlo, sólo sentirlo integrado en mí, como si sólo fuera un recuerdo que no tiene palabras, que sólo se puede sentir dentro de uno.

Estar aquí, allí, en todas partes, experimentarlo con tanta precisión, con tanta verdad, y ver que todo es tan sencillo en realidad, te hace descubrir que nada es como parecía, y que esto no es más que un sueño en el que he despertado para darme cuenta de que estoy soñando esta vida como humana, y que quien está soñando es un ser que apenas puedo recordar, pero que puedo sentir en mí y fuera de mí, expandido y contraído a la vez, como un universo completo que se experimenta a sí mismo en este cuerpo humano, en cada célula, en cada partícula, en la materia y en lo etéreo, en el pensamiento y en la emoción, en el Amor...

Y ahí, arranco a llorar, porque el amor me inunda por completo, porque todo lo que me hacía sufrir no es más que parte del sueño, y que me provoca dolor sólo justo cuando olvido que estoy soñando y me dejo envolver por la experiencia, atrapada en lo que me está mostrando, sin poder tomar perspectiva para reconocerme y sentirla como un descubrimiento más de lo que puedo ser como ser humano, y más allá de lo que ello significa.

Y es que a veces despertamos, y nos volvemos a dormir...

A menudo me despierto y creo estar ya totalmente consciente, y sin embargo, en ocasiones vuelvo a caer en la ignorancia, en el programa del sueño, como si conectara y desconectara de mí misma, de mi yo cuántico, de mi yo eterno y real.

Es el proceso, es así cómo sucede, hasta que un día ya no vuelves a dormirte, a caer en el juego del programa del ego, que te dice que ya estás despierto y que te convence de tantas cosas, todo por mantenerte en la experiencia desde la inconsciencia. No hay mejor trampa que la de pensar que estás despierto cuando en realidad sólo estás dormido, soñando que estás soñando y que ya te has despertado.

Y después de todo, nada es como pensamos, todo es interpretación, todo es un juego, y nada tiene la importancia que creemos, sólo la que necesitamos creer.
La realidad la vamos creando o fabricando, lo creado se construye desde la conexión con el amor de lo que somos, lo fabricado se edifica desde el programa del ego que llevamos implantado.
Todo se mueve, nada es estático, y en la lucha por la energía, en realidad todos nos estamos observando desde el origen, al tiempo que experimentamos en este laboratorio desde cada proceso consciencial único, respetado, todo lo que acontece.

Algo me dice que cada paso ya está dado, que todo ya está “planificado”, y que esto no es más que una película con un guión cerrado, pero con diálogos abiertos, personajes que pueden variar sus decisiones, pero que no pueden cambiar sus destinos, sólo sus pasos, y que nada es en realidad lo que creemos, o lo que parece.

Todo es cuestión de perspectiva, y sólo depende del punto de mira.

Después de divagar en cavilaciones quizás absurdas para algunos pensadores, después de rodear los límites de la cordura, perfilando nuevas fronteras, o más bien suprimiéndolas, recupero mi discreción formal, mi aparente personalidad, mi personaje, para utilizarlo en la experiencia del despertar real, como mi herramienta de trabajo en este lugar.

Cada uno puede tomar consciencia de sí mismo, reconocer su potencial, su verdad, y puede recordar quién es, qué vino a hacer, y enfrentarse a su propio esperpento, a su propia locura...

Sólo hay que mirar más allá, más y más allá, y cuestionándonos todo, para ver todas las capas de la realidad, para descubrir el núcleo, la base, la verdad interna, sólo hay que ir más lejos de lo que llega el personaje, la personalidad, o lo que otros piensan y defienden, hay que ir hacia uno mismo, pero con fuerza, con valentía, con amor, y dejar a un lado el pesar, el sufrimiento, lo superficial. Sólo hay que dejar de buscar aquello que llene nuestro vacío interior con el amor de otros, con la pareja, con el reconocimiento de los demás, para ir justo ahí, donde se halla nuestro amor hacia nosotros mismos, nuestra condición más pura, y darnos cuenta de que podemos jugar a este juego pero con consciencia de quiénes somos, llenos de nosotros mismos.

Arael Elama.



viernes, 25 de agosto de 2017

EMOCIONES Y ESPIRITUALIDAD


Sí, empecé un camino hacia la comprensión de quién soy y a qué vine a este planeta, como muchos otros.
Hay mucha gente que está transitándolo, pero creo que en tendemos a confundir mucho las cosas, a interpretarlas y adornarlas según lo que necesitamos en cada momento.
En este proceso interior en el cual nos estamos reconociendo, me he dado cuenta de que muchas personas niegan sus emociones, huyen de la tristeza, de la rabia, del dolor, tratando de sentirse siempre con la vibración elevada, fuera del alcance de su cuerpo emocional, sin embargo yo descubrí en mí misma que hacer esto no era exactamente elevar la vibración, y puedo decir que lo hice gracias a esas personas, pues reflejándome en ellas veía discordancias y comencé a preguntarme por qué.

La teoría es que si estás en una emoción de rabia estás emanando negatividad y eso no es propio de un ser espiritual, así que inmediatamente vas a tratar de eliminar la sensación, ya sea meditando, pensando cosas positivas, etc.
No estoy diciendo que meditar no ayude, sino que todo depende de la intención que le pongamos a cada cosa que hacemos, no es lo mismo meditar para elevar nuestra consciencia y hallar respuestas, sentir la emoción y trascenderla desde el amor, que tratar de huir de ella a través de la meditación y una falsa sensación de haber dejado atrás dicha sensación, cuando en realidad sólo la hemos vuelto a mandar al inconsciente.
Si bien es cierto que puedes estar en un estado poco beneficioso para ti y para otros, pues a nivel energético estás desprendiendo lo que sientes y piensas, lo único que realmente puede ayudarte a elevar la vibración es el amor, el amor a tus emociones, la aceptación de la rabia, del dolor, de la tristeza, de aquello que sientas, sin ponerle juicio, pues si emerge en ti es para mostrarte algo, no para que lo trates de esconder de nuevo en tu inconsciente. Esa es la manera en la que puedes limpiar los pensamientos que te hacen despreciar las emociones a las que llamamos densas, que resulta que no lo son en realidad, sólo son emociones, sin más, pero nuestras ideas acerca de ellas las convierten en lo que creamos, puesto que es lo creemos.

Si hacemos esto lo único que conseguimos es poner en la sombra todo aquello que sentimos que no nos agrada, para que vuelva a salir al consciente con más fuerza en otro momento, frente a otra situación que lo hace detonar.

Sinceramente opino que avanzar hacia lo que somos no consiste en negar lo que somos, o lo que sentimos, eso es sólo disfrazarnos de espirituales con palabras bonitas, con proclamaciones falsas, con un autoengaño que acaba por mostrarnos la verdad tarde o temprano.



No tiene nada de malo, ni de bueno, estar en un ciclo en el cual no queremos sentir miedo, o ira, por ejemplo, pero la vida misma nos va poniendo frente aquello a lo que nos da miedo enfrentarnos y siempre es por un bien mayor.

Tenemos miedo de sentir algo que no sea bonito, miedo del miedo, miedo de no vibrar alto, miedo de no ser especiales, espirituales, maravillosos seres angelicales que sólo sienten amor y felicidad, pero es que ése no es el objetivo de este camino, es más, ni siquiera es un camino, es un reconocimiento de nuestro potencial, de nuestra verdad, y somos humanos evolucionando, humanos que están madurando espiritualmente, humanos que están comprendiendo y aceptando su cuerpo mental, emocional, físico etc., humanos que están aprendiendo a amarse incondicionalmente, amarse no sólo cuando están alegres, sino también cuando están llenos de ira, llenos de dolor, o de miedo.

No entiendo muy bien por qué tanta necesidad de estar en ese punto de exclusión de las emociones, ahora pareciera que es vergonzoso estar enfadados, o iracundos, pareciera que si no estamos todo el día en la vibración del amor estamos fracasando en nuestra espiritualidad, y sin embargo, lo que veo es que se ha creado una nueva faceta egoica que lo único que hace es rechazar de nuevo, rechazar y separar, en lugar de integrar.



Por mi parte reconozco que a veces siento rabia, o miedo, o tristeza, y que eso también forma parte de mi comprensión de quién soy como ser humano, y amándome, teniendo paciencia conmigo, entendiendo para qué me siento así, sigo creciendo espiritualmente, pero he visto que no sirve de mucho negarme a sentir lo que no me gusta, así que ya no me engañaré, pero sí me observaré, me permitiré expresar lo que siento, sea lo que sea, siempre que no dañe a nadie, ni siquiera a mí misma, pues es mejor que las emociones naden en mí hasta desaparecer por sí mismas, por amor hacia mí, por amor hacia mi niña interior, por amor hacia lo que soy, hacia lo que somos.

Hasta que no integremos todo eso no dejaremos la dualidad...

Estoy un poco cansada de ver cómo algunas personas se torturan por estar sufriendo, que ya es demasiado en sí mismo, sufrir por no querer sufrir, por no aceptar que en ese momento el dolor se ha convertido en sufrimiento. Si bien es cierto que el sufrimiento es una elección, no es una elección sencilla, es decir, hay personas que no quieren sufrir y te lo dicen conscientemente, pero no logran salir de un bucle de sufrimiento. Y es que recordemos que todos llevamos a cuestas algún que otro patrón, algún programa del inconsciente que nos controla, y no es fácil para todo el mundo elegir no sufrir sin aún están siendo llevados por dichos patrones.
De hecho, a veces nuestro ser ha elegido realizar nuestra transformación a través de una ardua limpieza de esos patrones y por supuesto no es nada fácil, pues toda transformación suele ser dolorosa.

Cada cual tiene su propio proceso consciencial, así que no podemos pedir que todos reaccionen igual ante el dolor, pues dependerá de su madurez interior.
Sólo desearía que los que sufren o están estancados en algún drama, alguna situación que les atasca, no se sientan poco espirituales, pues todos somos seres espirituales, creo que los procesos que experimentamos son tan complejos como nuestra mente, rebuscados en ocasiones, sí, pero cada uno vive lo que necesita vivir para ir dando pasos, y es totalmente respetable.

No es mejor aquel que dice estar muy elevado, o que se siente así, ni es peor aquel que siente miedo por alguna razón, todos somos lo mismo, y todos hemos venido con misiones individuales que juntas forman una misión colectiva como humanidad.

Algunas misiones son de un tipo y otras de otro, pero no son mejores unas que otras, y aquellos que se empeñan en negar su parte emocional mirando a otro lugar, mirando hacia las emociones que creen más dignas y espirituales, tarde o temprano se encontrarán con aquello que se están negando, pues todo forma parte de su proceso.

No hemos venido a dejar de sentir emociones, sino a aprender a integrarlas y a amarlas, hemos venido a aprender a ser otro tipo de humanos, comprensivos, amorosos, capaces de trascender sus emociones, no eliminarlas o negarlas. Negar lo que sentimos no nos hace mejores y retrasa nuestra evolución.

Esto es lo que he ido aprendiendo, así que si hoy me siento enfadada, me siento enfadada, y no pienso mentirme, estoy enfadada y observo el enfado, porque me está hablando, algo me muestra, y si no pongo el foco en lo que me está diciendo ese enfado no saldré nunca de esa emoción, sólo la encapsularé en un lugar recóndito de mi inconsciencia, para que vuela a surgir cuando menos me lo espere y con mucha más contundencia.

No se trata de re-accionar por esa emoción, sino de escucharla, sentirla, dejarla ser, la re-acción es parte del juego del ego y eso no nos interesa.
Podemos meditar para ver ese enfado, podemos respirar profundamente, para que no nos controle, podemos elevar la vibración para trascender la emoción, mirándola de frente, como si hablásemos con ella, podemos pedir ayuda a nuestro ser superior, recordemos que somos seres multidimensionales, podemos integrar lo que nos quiere mostrar la emoción, y luego podemos soltar.

No creo en los trabajos energéticos en los que no hacemos nada, es decir, sólo creo en aquello que nos va ayudando a crecer espiritualmente, y aquello que realiza esa función, nos enfrentará a lo que tenemos que limpiar, a lo que somos completamente, si no lo hace, si lo que hace es hacernos huir, tapar y esconder, no está ayudándonos a crecer, y nos estamos engañando, creyendo que estamos evolucionando, cuando en realidad sólo estamos jugando a ser espirituales. Nuestro ego sigue estando ahí, muchas veces sólo cambia de disfraz.

Tal vez por eso algunas amistades me hablan de personas que dicen ser muy espirituales, o que publican muchos escritos acerca de terapias, etc, pero luego muestran una cara muy egoísta y mezquina, en cuanto hallan la oportunidad.

Todavía muchos seres humanos sólo son unos niños jugando a ser adultos en lo que a la espiritualidad se refiere”

Observémonos...amémonos...integremos...

Arael Elama

domingo, 6 de agosto de 2017

LA EXPERIENCIA - REFLEXIÓN




La vida nos proporciona la experiencia y a través de ella vamos atravesándola, sintiéndola, saboreándola.
El alma se entrega a esa experiencia, mientras que la mente se rebela y juzga cada suceso que la vida nos presenta para que podamos atravesarlo, sentirlo, vivirlo.
Tal vez no estamos danzando con la vida, sino peleándonos con ella constantemente, rechazando cada momento presente, escapando hacia el pasado, o hacia el futuro, sufriendo por lo que no podemos tener, en lugar de disfrutar por lo que ya somos y lo que nos aporta el ahora.
Es difícil aceptar el dolor, nadie dice que tengamos que aceptarlo así sin más, pero tal vez podemos dejarlo ser, sentirlo como parte de lo que estamos experimentando, sin resistencias, sin querer escapar de él, permitiendo que sea y que nos muestre una faceta de lo que somos como seres humanos.
El ser humano siente emociones, y precisamente esa es la experiencia que hemos venido a vivir, la de las emociones, pues como seres etéreos tal vez esas emociones no existan así, no sean como son siendo humanos.
Puede no gustarnos sentir rabia, ira, envidia, tristeza, pero si huimos de ello y lo escondemos, si lo juzgamos y nos sentimos indignos o poco iluminados por estar sintiendo esto, estaremos negándonos una verdad y no seremos honestos con nosotros mismos.
Si sientes tristeza es porque en este momento es lo que tienes que sentir, si huyes de ella y la ocultas se convertirá en tu sombra, y crecerá hasta asaltarte en el momento en el que estés más vulnerable.
La experiencia de ser humanos no nos exime de las emociones, pero podemos decidir qué pensamos acerca de dichas emociones, cambiar la actitud ante ellas, los pensamientos acerca de ellas, tal vez nos dé la clave para dejar de fustigarnos por sentir.
No todas las emociones nos gustan, pero todas están ahí para que las sintamos, sin críticas, sin maltratarnos...
Amarnos a nosotros mismos incondicionalmente significa aceptarnos cuando estamos alegres y cuando estamos tristes, cuando estamos enfadados y cuando no, etc.

Cuando dejemos de ponerle etiquetas a todo, de quererlo controlar todo, de intentar ser más iluminados y más elevados, o dejemos de competir para sentirnos más aceptados y reconocidos, tal vez nos demos cuenta de que somos maravillosos como somos y que nuestros pensamientos acerca de lo que sentimos o acerca de cómo somos, definen nuestro amor hacia nosotros o nuestro desamor, nuestra aprobación o desaprobación, nuestro propio auto-reconocimiento o nuestro desconocimiento de nosotros mismos.
Creo que todos somos luz y siempre hemos estado iluminados, pero cuando podemos reconocer esa luz propia como un todo, no como una parte, es decir, cuando reconocemos nuestra luz con todo lo que uno es, no sólo con esa parte que nos parece bonita, es cuando podemos realmente brillar.


Para mí la consciencia es el reconocimiento de eso que somos, como una parte de un todo y como un todo, sin dualidad, pues esa dualidad es la creación de una mente que sólo puede ver la realidad desde una perspectiva limitada.
Arael Elama

domingo, 9 de julio de 2017

CONVERSACIONES SOBRE EL AMOR


Juntos, tomando un café, hablando de cosas profundas, a pesar de que no era el momento adecuado para dejarse llevar por el sentir de sus corazones, el amor brotaba mágicamente, pero ella conocía muy bien su presente y el que él estaba atravesando, y sus mundos aún no estaban preparados para amarse y unirse.

- ¿Y cómo ves tú el amor? - le preguntó él mientras trataba de adivinar su respuesta en su mirada.
- ¿El amor?, imagino que te refieres a la manifestación del amor en la pareja, ¿verdad?.
- Sí, claro, hablo de ese tipo de amor.
- Ese tipo de amor... El amor es amor, no creo que existan tipos diferentes, pero sí distintas formas de expresarlo. El amor de pareja puede ser un amor sagrado, pero sólo lo es si no se vuelve egoísta, si no se aparta del mundo para ser sólo amor entre los amantes, es amor real y verdadero si aquellos que lo sienten se abren para sentirlo sin temor, para recibirlo y para expandir su efecto luminoso hacia los demás. Ese amor debe ser recibido por completo y dado por completo también, sin reservas, ese amor no se basa en apariencias, ni en la pasión del cuerpo, aunque conlleve la pasión más pura de todas, no se basa en la pertenencia, sino en compartirse el uno al otro permitiendo que cada uno sea único, al mismo tiempo que ambos puedas unirse siendo un sólo ser. Ese amor no busca separación, sino unión, no busca huir del mundo, sino que el mundo se una a ellos en la misma vibración de amor, no busca poseer, sino impulsar, no busca atrapar, sino liberar...
Ese amor es liberación, y por lo tanto no genera dependencia, ni dolor, ni amargura. Si lo encuentras y sufres probablemente es que lo contaminaste con tu ego, por eso sólo aquellos puros de corazón, aquellos cuya mente se haya rendido a su alma, a su ser, podrán entregarse con todo lo que son a ese "tipo de amor". ¿A ese te referías?

El muchacho se quedó atónito, sin saber qué responder. Él siempre había creído en el amor de las películas, sensual, apasionado, intenso, pero ella hablaba de otra cosa, algo desconocido para él. Su alma anhelaba ese amor que ella había descrito, pero algo dentro de él le había llevado a la aventura, al placer, a la conquista de mujeres hermosas, tratando de encontrar así el verdadero amor, sin embargo, jamás había conseguido hallarlo. Tal vez ella tenía razón y tenía que empezar a cambiar su visión limitada del amor, tal vez tenía que comenzar a mirar con los ojos del alma, sin enamorarse de cuerpos, de sonrisas, de miradas sensuales, para enamorarse realmente de almas, sin importar su atuendo físico.

- Entonces ¿crees en el amor que describes? - Inquirió tras unos segundos en los que su mente divagó entre sus recuerdos amorosos.
- No, no creo en él, sé que existe.
- ¿Lo has experimentado?
- Lo llevo dentro...

Arael Elama


lunes, 26 de junio de 2017

MUJER HUMANA, ALMA ESTELAR

El espejo me devolvió una imagen de mí muy distinta aquella mañana de otoño. Por primera vez podía verme de verdad, más allá de los filtros de mi propia inconsciencia y mi propio desamor hacia mí. Ya no criticaba mi piel pálida, ni mi aspecto de mujer madura, ni mi flacidez, o mis canas, ya no juzgaba lo que el tiempo había hecho con mi figura femenina, ni me lamentaba de mis arrugas, o de las lágrimas que habían dejado huella en mi cuerpo, en mi rostro, en mi mirada. No me entristecía por ver que mi sonrisa no era perfecta, ni me reprochaba no ser suficientemente atractiva por esos kilos de más que desfiguraban mi silueta. Ya no me sometía a los crueles juicios acerca de mi manera de vestir, o mi falta de estilo, fuera del alcance de lo que a muchos hombres les hubiera hecho fijarse en mí.
Yo era yo, y no el esperpento de un dibujo mental en la cabeza de una sociedad enferma.
Permanecía allí, desnuda, contemplando mi belleza, ésa que nunca aprecié, ésa que otros no podrían valorar nunca; una belleza que no se reducía a la parte física, sino que iba más allá de lo que recibía en mi interpretación sobre lo que yo soy; una belleza que sólo se manifestaba ante los ojos del alma.

Recordé entonces nuestra conversación, todo lo que supe decirte por fin, todo lo que descargué desde mi interior, todo lo que merecías saber, lo que merecía expresar, mientras me escuchabas por primera vez sin interrumpirme.

No soy esto que estás viendo, soy mucho más, soy algo que tú no ves porque estás ciego de prejuicios, ciego de ideas preconcebidas que ni siquiera te planteas antes de permitir que emerjan en forma de palabras hirientes hacia mi persona. No soy tu interpretación de mí, no soy ese arquetipo mental que piensas y enjuicias, no soy tu títere, ni tampoco te pertenezco aunque me ames, o me odies, o simplemente desapruebes mi manera de vivir.
Así que no tienes derecho a obligarme a ser como crees que debería ser, ni tienes derecho a criticar mis actos cuando tú no conoces lo que me llevó a actuar de esa manera, ni tienes derecho a tratar de manipularme o controlarme sólo porque te sientes en una posición superior a la mía.
No eres superior a mí, ni eres mejor que yo, crees que tus actos definen quién es mejor y quién es peor, pero ¿quién decide el valor de los actos que efectuamos?
Desde tu perspectiva yo no estoy haciendo las cosas bien porque en tu escala de valores no entro dentro de lo que tú consideras aceptable, pero sólo es tu escala de valores, no la mía, y me da igual que la tuya sea la de la mayoría, pues eso sólo significa que hay un gran número de personas que cree en algo, no que ese algo sea correcto o cierto para todo el mundo. Sé perfectamente que si  mucha gente cree una mentira, ésta se convierte en su verdad y la razón que ellos darían para consolidarla sería precisamente que la mayoría lo cree así.
Crees ser una buena persona, sin embargo usas la violencia contra mí cuando tratas de convencerme de que mis decisiones no son adecuadas y así imponerme tu manera de ver la vida, o cuando me exiges cambiar mi forma de ser en base a que me estoy equivocando desde tu punto de vista, como si algo o alguien te hubiese otorgado a ti la sabiduría suprema y la perfección para tener el derecho de juzgarme y sentenciarme.
Cada vez que me dices que deje de hacer lo que hago, que haga lo que hace la mayoría porque esa es la forma adecuada, cada vez que me criticas a mis espaldas creyéndote poseedor de la única verdad, demuestras una arrogancia y una prepotencia que nacen de tu inconsciencia.
Si eres un verdadero sabio, si realmente sientes a tu alma guiando tu vida, deja de tratar de cambiarme, de cambiar a otros, y simplemente acéptame como soy, acepta el nivel de consciencia de cada uno, ama lo que ves sin tratar de que sea moldeado a tu conveniencia.
Sé que hay cosas que pueden afectarte, cosas que otros hacen, y que eso duele, molesta y escuece, pero en tu resistencia hacia lo que sucede a tu alrededor se encuentra tu sufrimiento, y ese sufrimiento causa ira y tu ira es proyectada hacia el mundo, creando más situaciones de rabia, dolor, desesperación.
Paradójicamente aprendí con mucho dolor que, si yo sufro, el mundo entero sufre, porque todos somos uno, no estamos desvinculados, y proyectamos nuestras emociones y pensamientos a la inconsciencia colectiva, sí, inconsciencia, porque no nos damos cuenta, porque la desdicha nace de nuestra propia inconsciencia individual, y sólo siendo conscientes de ello podemos dejar de proyectar aquello que nos hace daño, así que me dije a mí misma que sólo desde mi amor hacia mí podría realmente aprender o recordar cómo amar a los demás, y el amor no es reproche, por eso no es necesario pedir perdón, porque cuando se ama de verdad no hieres a nadie a propósito, y cuando lo haces, el otro lo comprende si de veras te ama, y ahí sobran las palabras, sobran los perdones, pues sólo habla el amor.

Pero también he sabido que no puedo exigir que lleguemos a un alto nivel de consciencia, ni a mí, ni a nadie, sino que debo dejar que todo fluya de forma natural en cada uno de nosotros, y gracias a eso nació un gran respeto hacia los procesos individuales de vida, hacia los diversos niveles conscienciales, amándolos sin intentar cambiarlos, pues sólo yo puedo ser responsable de mí misma, los demás tienen su propio camino y yo no tengo que hacerlo por ellos.

Entiendo que tú no sepas respetar mi proceso de vida, que no puedas comprender mis decisiones porque son muy distintas de las que tú tomarías, y que te afecte mi manera de ver la vida y te molesten mis acciones, pero no permitiré que tu violencia me atrape, me ciegue y me separe de mí misma.

No creas que te acuso, no, sólo trato de ofrecerte mi punto de vista, al igual que tú me ofreciste el tuyo y quisiste imponerlo por encima del mío, con la excusa de que yo estoy errada, o con el objetivo de hacerme sentir culpable y así poder justificarte.

Ya no, y lamento que te disguste lo que soy, cómo soy, y lo que hago, pero si pidiera disculpas por ser quien soy sería como pedir perdón por haber nacido, y eso es como negar la vida. Yo amo la vida, no la niego, amo y confío en la vida, y como tú formas parte de ella, espero y deseo que vivas la tuya sin que la mía te descentre de ella.

Gracias por escucharme.”

Aquellas palabras me devolvieron a mí, sustrajeron lo que yo no soy, me elevaron hacia mi consciencia verdadera, y me llevaron hasta aquel momento frente al espejo.



Y las lágrimas comenzaron a rodar por mi rostro, nublado de la tristeza por tanta autocrítica, por tantos pensamientos que usaba para fustigarme, por tanta violencia hacia mi persona, por mi falta de aceptación y de amor. ¿Cómo pretendía que se me respetara si yo misma no lo estaba haciendo?. Y me pedí perdón varias veces, queriendo compensar mi falta de reconocimiento, mi desconexión con mi esencia real, mi inconsciencia...

Llanto de arrepentimiento que después se transformó en la alegría de ver que por fin me estaba despertando al verdadero amor, fuera ya de tantas creencias acerca de él, fuera de tanta hipocresía espiritual, de tanto autoengaño, de tanta confusión respecto a lo que es Ser, respecto a lo que es Amar.

Por un segundo sentí en mi pecho la magnificencia del Amor incondicional, y se me expandió el alma hasta el infinito, comprendiendo en mi interior que estoy en todo, experimentándome en cada ser, en cada partícula, en cada vida...

Creí que había desencarnado, que mi cuerpo había quedado allí, inmóvil e inerte, mientras yo volaba libre, sintiéndome más viva que nunca.
No percibía el tiempo, podía notar cómo los acontecimientos de la Tierra sucedían todos a la vez y los observaba. Diversas líneas temporales como cuerdas de un violín pasaban ante mí, algunas se entrecruzaban y otras se distanciaban, como si estuvieran creando una melodía para cada ser, y las almas de todas las personas estaban comunicadas por un hilo energético que las unía, algunas por varios hilos, otras por cordones más gruesos, como si fueran cordones umbilicales de corazón a corazón. Desde las cabezas de algunos individuos una especie de tubo energético se alzaba y conectaba con otras partes de sí mismos que se hallaban en diversas dimensiones. La energía estaba en todas partes, horizontal y verticalmente se emanaban luces de colores variados, y en sus propios cuerpos físicos se desprendían luces de tonos muy dispares.
Eso era la vida y la consciencia, era un milagro.

  • ¿Dónde estoy? - me dije a mí misma.
  • En todas partes – me respondió aquella voz.
  • ¿Quién eres?
  • Ya sabes quién soy, has hablado muchas veces conmigo.
  • ¿Eres mi Ser?
  • No, tu ser eres tú, está en ti, no es algo exterior a ti misma.
  • ¿Y tú quién eres? Realmente no sé, no me imagino.
  • Soy parte de ti, por eso siempre te acompaño, estoy dentro y fuera de ti.
  • Ya sé quién eres. ¿Hemos desencarnado? ¿Estamos regresando a casa?
  • No. Esto sólo es una pequeña visita a la Realidad que hay detrás de los velos. Una ínfima parte de lo que irás descubriendo poco a poco.
  • Entiendo. Entonces sólo he salido de mi cuerpo, ¿no es así?
  • Así es.
  • ¿Y por qué ha ocurrido esto?
  • Porque estabas preparada para ello.
  • ¿Y qué pasa con mi cuerpo físico? ¿Está inconsciente?
  • No, mírate, puedes observarte, estás allí y aquí al mismo tiempo, pero tu consciencia está ahora mismo depositada en esta experiencia.
  • ¿Quieres decir que si quisiera desplazar mi consciencia podría hacerlo?
  • No exactamente. Estás en muchos lugares a la vez y la consciencia está fractalizada en cada lugar donde estás, así que de alguna forma puedes conectar contigo misma, con cada fractal de tu consciencia y sentirte allí, no es tan complicado.
  • ¿Y es posible que conecte con la consciencia de otras personas?
  • Por supuesto, en realidad, en una dimensión muy elevada, la dimensión del Uno, todos estamos diluidos, interconectados perfectamente, así que se puede afirmar que todos somos ese Uno experimentándose a sí mismo en diferentes dimensiones, en diferentes formas energéticas, y por lo tanto, todas las consciencias son la misma viviendo la experiencia ilusoria de la separación.
  • Sí, lo entiendo, lo entiendo todo, es maravilloso, aquí todo es tan claro.
  • Es normal, tu consciencia está conectada con todo.
  • ¿Y qué hago para regresar a mi cuerpo?
  • Sólo toma consciencia de él y abre los ojos.

Y allí estaba, frente al espejo, viéndome completa por primera vez, mujer humana, alma estelar, mente consciente, corazón en amor incondicional.

Arael Elama.

sábado, 3 de junio de 2017

ME ENCANTÓ CONOCERTE

Me encantó conocerte, gracias por todo”. Esas fueron mis últimas palabras escritas en el whatssap de aquel hombre que tanto me había enseñado sin darse cuenta. Al principio no sabía si enviar la frase, no podía decidirme a despedirme para siempre de aquella experiencia, pues había sido tan impactante y hermosa, y al mismo tiempo tan dolorosa, que una parte de mí continuaba apegada y deseosa de que hubiera sido de otra manera.

Sin embargo, lo que había sucedido era lo mejor que podía suceder. 
 
No le conocía en realidad, quiero decir que no habíamos compartido nada, tan sólo un café con hielo en una tarde de verano mientras hablábamos de cosas profundas que pocas veces se pueden contar.

Su mundo y el mío, lejos de ser similares, eran totalmente opuestos, aunque en su interior y en el mío circulaban las mismas inquietudes, los mismos sueños, la misma pasión, el mismo deseo de hallar algo indescriptible y eterno en un mundo donde casi nadie se fija en lo que somos, sino más bien en lo que aparentamos ser. Sin embargo, toda esa profundidad todavía pertenecía al ámbito de la personalidad, de los anhelos cobijados en la superficie de lo que llamamos alma, como olas que ocultan la verdad más secreta, la más sagrada, ignorada y olvidada de cada ser humano. 
 
Aquella sensibilidad punzante que luchaba por aflorar era ese punto misterioso en común que me atraía de aquella persona tan contradictoria, de aquel individuo que podía mostrar por un momento una gran riqueza de corazón y en otro una despiadada injusticia expulsada desde sus pensamientos egoístas, desde su lenguaje hiriente, destinados a aquellas situaciones, o personas a las que él no lograba comprender.

A veces me preguntaba quién era él verdaderamente, cuánta interpretación mental había en lo que percibía y cuánta realidad estaba adivinando tras su máscara de hombre seductor y conquistador implacable.

Y sin embargo, no podía ser capaz de sentir desprecio, o indiferencia hacia él, sino un amor sin nombre, una especie de comprensión de lo que era, como si poseyera el don de atravesar su coraza con mi alma, como si ésta me permitiera saber o leer su profunda verdad a través de su superflua mentira. 
Quizás por eso no pude resistirme a entrar sin miedo en su universo, en esa parte que él se atrevía a desvelar, poniéndola al descubierto totalmente.

Para mí era maravilloso descubrir a personas como él, no era la única, ni era la primera que me encandilaba, que me hacía llorar con su historia, y hacerlo me llenaba de un regocijo tan sobrecogedor que realmente me conectaba con cada una de esas almas bellas que me iba encontrando en mi viaje por la vida.
Pese a que intentaba no caer en los juegos absurdos de las emociones, las estrellas de su universo consiguieron desorientarme y caí en la confusión, en el dolor, en el sufrimiento. Fue una torpeza por mi parte no comprobar fehacientemente la identidad, la fragancia, de aquella luz que él desprendía cuando se expresaba, pero la necesidad de respuestas me llevaron a tergiversar los hechos y a dar por sentado que nuestras semejanzas eran más poderosas que nuestras diferencias.

Miré el whatssap para comprobar si había leído mi mensaje, pero no lo había hecho todavía. Sentía urgencia por despedirme de él, ya había comprendido todo, los espejismos suelen tener un aspecto atractivo y cautivador, y la verdad es que me había sentido como una estúpida al caer en un juego tan insensato, un juego de mi mente, de mi personaje mendigante y temeroso.
Me traté con dureza, con suma severidad, para finalmente acabar desnudándome de mis incoherencias y entregarme a mi alma por completo.

Ya no más maltrato hacia ti misma, Bea”

La experiencia con él me condujo primero a una gran desilusión, evidentemente cuando descubres que todo lo que creías no es lo que creías, tu estructura de pensamientos, de ideas, de creencias, se desmorona ante tus ojos, despojándote de toda fe y de toda esperanza. No obstante, aquello fue lo mejor que me podría haber ocurrido, pues dio paso a la persona que soy ahora. Sí, persona, no quisiera referirme más a hombres y mujeres, a amantes y a amores verdaderos, ni a almas gemelas desde ese prisma romántico basado en las canciones italianas o en las películas de Hollywood, sino que preferiría hablar más de seres completos, que se aman incondicionalmente desde su alma, que pueden dar tanto amor porque les sobra, porque son fuentes inagotables de amor real, que iluminan todo y a todos, allá por donde van, de una forma inigualable sólo por ser lo que son sin rechazarlo, sin tratar de hacer algo que les haga destacar en busca de reconocimiento, que dan todo lo que son porque también se saben dar a sí mismos por entero, que no distinguen preferencias entre flacos o gordos, negros, blancos, amarillos, o cualquier color de piel, que no se fijan en edades, en géneros, en orientaciones sexuales, que no ven ya más las diferencias y no buscan amar sólo cuerpos bellos con la excusa de encontrar dentro de ellos la misma belleza que hallan en lo externo...
Quisiera hablar de coherencia y de verdad, pero no de la verdad que se inventó nuestro personaje, sino de la verdad del ser que llevamos dentro, la verdad con mayúsculas.

Pero lo cierto es que esto no lo entendía entonces, no había logrado escuchar mi voz y me había distraído oyendo lo que quería oír.



Volví a tratar de cerciorarme de que mi mensaje había llegado. Esta vez así era, aunque no creía que fuera a responderme.

Es lógico que no responda, Bea, ya te has despedido, no insistas más y vete”

Cerré los ojos, respiré profundamente y apagué el móvil. La tarjeta sim estaba en la parte izquierda. Me dispuse a extraerla cuidadosamente. Ya no quería estar atada a nada de mi anterior etapa y tenía que deshacerme de un terminal que ya no funcionaba bien, así que la tarjeta con mi número viejo la daría de baja y el móvil acabaría siendo sólo un objeto de recuerdo, olvidado en un cajón, o bien lo llevaría a un punto verde para ser reciclado.
Por un momento me había planteado qué haría si me respondía, pero desestimé esa opción, yo sólo era un pequeño punto en un libro, o una coma, para aquella persona, yo era totalmente insignificante.

Inmersa en mis pensamientos, que traicionaban vilmente a mi paz interior, un sonido musical interrumpió mi diálogo interior.

Suena mi móvil nuevo”

Era un mensaje de voz de mi amiga Mónica. Me dispuse a escucharlo.
  • Hola Bea, como te dije, Pedro y yo llegaremos a Barcelona mañana a las seis de la tarde, ¿podrás venir a recogernos al aeropuerto, finalmente?

Estaba feliz de que mi amiga argentina viniese a verme, pues íbamos a conocernos por fin en persona, además de presentarme a su pareja.

Al día siguiente me preparé para ir a recogerles, estaba emocionada y nerviosa, pero feliz de sentirme por fin en paz.
Me había despedido de una parte de mi vida que había sido muy dolorosa y el último acto había sido decir adiós a una quimera. Ya desde hacía unos meses todo estaba transformándose a pasos agigantados y me fascinaba la manera en la que la vida me estaba regalando amor.

Llegué al aeropuerto de Barcelona.

Y allí estaban, a unos metros de mí, agarrados de la mano con sus maletas a un lado, sonrientes. Salí hacia ellos apresurada, feliz, deseosa de abrazarles con todo mi cariño, pero en mi intento de alcanzarles de pronto sentí que caía al suelo bruscamente junto con otra persona. Nos habíamos tropezado el uno con el otro.
Mientras me levantaba, noté en mi brazo cómo se posaba una mano con amabilidad y suavidad. Mis piernas temblaban y todo me daba vueltas, pero aquel hombre con el que había chocado repentinamente, me sujetaba con firmeza.

  • Disculpa, perdona, ¿estás bien? No te había visto – me dijo.
  • No, no, perdona tú, no me he dado cuenta, estaba distraída.

Levanté la mirada y ahí estaban esos ojos azules, observándome fijamente, ese rostro que había visto tantas veces, esa energía que emanaba tan sumamente familiar.

  • No te preocupes, yo también andaba despistado, no conozco mucho este aeropuerto y no sé ni por dónde ir a buscar el tren.
  • ¿No eres de aquí? - le pregunté tratando de darle conversación y retenerlo un poco más.
  • !Hola Bea! -interrumpió Mónica con un abrazo cómplice, mientras Pedro se presentaba al desconocido.
  • Hola Mónica, hola Pedro, !bienvenidos!

Miré a aquel hombre y le pregunté su nombre, seguidamente le presenté a mis amigos.

  • ¿Cómo decías que te llamabas? - le pregunté.
  • Ralph.
  • Encantada de conocerte.

Y así fue cómo el destino abrió un nuevo mundo, un nuevo camino, justo cuando por fin había cerrado totalmente el anterior.

Arael Elama...

domingo, 30 de abril de 2017

YO QUE TE AMO SÓLO A TI

Ahí, junto a la chimenea, el calor del fuego nos envolvía y me mirabas con esos ojos que hablan de tu océano interior, de tu amor, de lo que somos el uno para el otro. No osábamos romper el silencio, tan sólo nos dejábamos llevar por la música.
Y una canción nos emborrachaba, sí, de esa pasión extraña que nace desde lo más profundo de nuestro ser, ¿recuerdas?, nos invadía con tanta fuerza en aquel momento que podíamos sentir la energía de nuestros cuerpos, acariciándonos antes de pensar en cualquier intento de hacerlo físicamente.
Era lenta, suave, con ese ritmo de brasil tan sensual y tan intenso, tanto como lo era tu mirada, que me elevaba hasta mundos que quisiera poder traer a este lugar donde nacimos.
Y llevábamos dentro las almas de dos seres de otras realidades, donde nos habíamos amado libremente, entrelazándonos como ráfagas de viento que se encuentran y juguetean, se hacen uno, se dispersan, se entretienen tejiendo sonidos vestidos de grandes tornados, huracanes y, en ocasiones, pequeñas brisas.
Yo que te amo sólo a ti”, eso decía la canción, mientras mi corazón latía como si fuera el final de los tiempos, como si nuestro contacto pudiera transportarnos a nuestro lugar secreto, nuestra burbuja de amor, tal vez bajo el mar, cerca de alguna ciudad de cristal, dentro de otra dimensión, un sitio al que otros podrían llamar fantasía.





Y es que nuestro amor era y es así, sobrenatural.
Nada de lo que otros cuentan se parece a lo que vivimos, nada de esos amores apasionados se acerca a lo que nosotros sentimos, nada de lo que otros nos explican se asemeja a lo que nosotros experimentamos, nada de lo que leemos en las novelas románticas puede describir lo que nos ha sucedido.
A menudo trato de comprender lo que somos, lo que nos ocurre, lo que nos une, pero a estas alturas ya no quiero más preguntas, ni más dudas, ni más miedos, ahora sólo quiero dejar que siga este camino que hemos emprendido juntos, sin prejuicios, permitiendo que el amor sea el que nos conduzca, el que nos guíe, el que nos siga enamorando.
Y la canción que nos embriagaba nos desnudó por completo, nos vistió de besos, de abrazos, de piel y de alma.
Tu aroma era mío, el mío dibujaba tu cuerpo, nuestro deseo era entregarnos al otro, dejar de ser dos para convertirnos en uno, derramarnos por completo en la presencia del otro, el ser amado que ya habita en uno mismo y que vemos al contemplarnos.
Y es que al mirarte mi alma hacía el amor con la tuya, sin palabras, sin pensamientos, sin nada más que amor.
Una rosa azul se me durmió en el pecho, azul como tus ojos, azul como nuestros sueños, como las olas del mar donde nos prometimos reencontrarnos.
Aquel día no fue un espejismo, fue nuestro ayer, nuestro presente y nuestro futuro, un momento eterno, infinito, que vive en los dos, que se manifiesta en cada vida que tenemos, allá donde nazcamos, allá donde existamos, que se convierte en el símbolo de nuestra naturaleza verdadera, la de dos amantes que ya se amaban cuando eran planetas, galaxias y universos y que cuando se reconocen se necesitan unificar, darse e inevitablemente siempre acaban por ser uno, porque siempre lo han sido, porque siempre lo serán, porque se buscan para experimentar la entrega total en un millón de formas de vida.
Ahí, junto a la chimenea, el fuego se había consumido, y tú me acariciabas el cabello, con la ternura de un ángel enamorado, apasionado con la misma intensidad de su amor, rozando tus labios con los míos, bebiendo mi vida entera en cada beso, en cada caricia, mientras yo trataba de contener la explosión de mil estrellas dentro de mí, estrellas y galaxias, universos y realidades, todo mi mundo rendido en tus pupilas, donde navegaba y me perdía una vez más.
Y otra canción nos acompañaba, para danzarla con el silencio y la luz de nuestros corazones.
Jamás hubiera imaginado que podríamos realmente manifestar tan inmenso amor a través de estos simples cuerpos humanos sin que se consumieran en las enormes llamas que lo caracterizan.
Un gran amor de niveles cósmicos, que entraña mil realidades, mil dimensiones, mil historias de mil experiencias de otros lugares lejanos, amor celestial llevado a la dimensión humana.
Por eso ya no creo en nosotros, sino que tengo la certeza de que somos el amor del universo, de dios, personificado en dos almas, en dos personas, el verdadero amor que no muere en la distancia, ni en la inconsciencia, el verdadero amor que despierta siempre y que siempre nos encuentra.

Arael Elama