SECCIONES - TÍTULOS

Los relatos del blog están divididos en varios títulos genéricos que son "Reflexiones", donde hallaréis escritos espirituales y reflexivos, "Una mirada al Alma" donde podréis leer historias muy profundas de crecimiento personal, del alma, "El Romántico Obsoleto", que cuenta con relatos de humor, irónicos, historias de la vida cotidiana del ser humano, "Diálogos", que son como la palabra dice, conversaciones que suelen ser muy profundas y espirituales, y por último he publicado tres capítulos de una de las novelas en las que estoy trabajando "Alma Cristalina". Disfrutad con todos ellos y compartidlos si os animáis a hacerlo para ayudarme a difundirlos.

Gracias por leerme, bendiciones a todos.

viernes, 28 de noviembre de 2014

EXPANSIÓN DEL SER

Viajo lejos de las costumbres, de los deseos, de las colinas del anochecer de mi alma, de los cimientos de la incertidumbre, de la superficie de las emociones materializadas...
Surco el cielo con las alas abiertas, visitando al viento, amando el azul que me invade, bañándome de nubes que me abrazan...

Soy como una melodía sutil que se pierde entre las moléculas del aire, que se manifiesta etérea y eterna, que no se reprime de ser lo que es, que no se encierra, inalterable, que se ilumina para lloverse y ser gota de luz absorvida por corazones, por almas, dibujándose entre misterios, entre palabras, entre suspiros de silencio...

Me desapego de lo que en realidad no necesitaba, lo anhelaba en la confusión de lo que mi ser me reclamaba, que era una única maravilla, unirme a él...
Y nacida en mi espíritu, soy la calidez y el amor que se abren camino bajo las estrellas y entre lágrimas de felicidad que se derraman para contagiar a la lluvia...



En mi mente la confusión se ha desvanecido, como arena entre mis dedos, como el tiempo ilusorio que parece transcurrir aunque no exista...
Me desenredo, me libero, me consagro a mi ser, me elevo, me completo con lo que siempre fui, me entrego a la sabiduría de mi verdadero yo.

Y vuelo en la calma de mi sosiego, abriendo mi pecho para expandir la luz que de mi alma se me escapa como estrella fulgurante que desea sólo brillar y brillar, pues en mi cuerpo me quema, me quema porque quiere explotar...

Así que estallo, estallo para no dejar de soñar, para ser el sueño en sí mismo, para experimentarme en el vuelo increíble que representa no tener miedo, y soltar, soltar, soltar todo aquello que sé que no se puede controlar...me dejo llevar...

Y ahora soy mar, soy río, soy ave, soy el cielo, soy cumbre, nieve, agua, tierra y fuego, volcán, soy hada, soy ninfa, soy diosa, soy la vida, la vida, la vida entera, soy la vida y la divinidad...

Descubriendo lo que llevamos dentro, lo que cada uno puede hallar, ya no podemos depender de nada más, sólo podemos SER, y ser SER es AMAR...

Y si te amo, te amaré de verdad, y si te miro, te miraré de verdad, y si sonrío, sonreiré de verdad, pues ya no hay nada que oculte mi realidad tras caer el velo de la mendacidad...

Arael Líntley

martes, 25 de noviembre de 2014

DANZÁNDOTE

Serpenteante como ondas de fulgor azul marino, que se deslizan entrelazadas con el viento, con la brisa blanca de la mañana, amanecida entre la niebla dorada de la luz que te acompaña, te danzas, para elevar hasta el cielo en cada gesto sutil que se te escapa, natural, bello, todo aquello que derramas con tus manos, entre tus dedos, gotas de esencia, lanzadas desde el amor que reluce en el centro de tu pecho...

Diosa de odas, de palabras sentidas y no expresadas, de oscilantes movimientos que se desnudan entre la bruma, tras el espejismo de un mundo desconcertante, palpitante y sugestivo balanceo, lloras tu voz para bailarla, meces tu pena y la conviertes en contento, en el influjo más puro y sereno de tu destino incierto...

Enredada en infortunios, te derrites ante la muerte de los complejos, para alzarte y erigirte de nuevo, para otorgarte el deleite de la valentía, de la fuerza y de un triunfo oportuno. Besas tu alma cuando la herida quema, amas tu gracia cuando el equívoco te frena, pules tus miedos pues bajo éstos se oculta el diamante que anhelas...

Vestigio de poemas, de loas, del verbo impoluto de tu corazón embebido en un camino de recelos, lánguido pesar que se apodera de tu cuerpo, mas en la danza se pierde el fantasma del esperpento, mal consejero que atesora tan sólo momentos austeros, de los que te deshaces para ascender y volar libre sobre ti misma, sobre tus peores desvelos...



Dánzate, niña de cabello negro, sincera y cauta, flameante y completa, viajante de tiempos, guerrera dulce de lálpiceros inquietos, cuadernos de mil versos compuestos, alma de paso firme e imperfecto, de sombras de luz, de ojos que observan al mundo para darse por entero...

Dánzate así, como tú sientes que debes hacerlo, fluctuante, sonrisa que se dibuja en las marcas de tu piel cuando comprendes que todo está en su esplendor, que todo es perfecto...

Orilla de los desalientos, brilla para guiar la ofuscación de quien no ve cuando se regala al dudoso sendero, vereda de piedras y enredos, oscuros parajes que, siendo falacia, parecen acierto...

Sinuosa llama que enciendes tu danza mientras nadie te mira, sonríe cierta, ama en la libertad de quien por amar se contenta, sé la realidad que en tu interior se manifiesta...

Arael Líntley

sábado, 22 de noviembre de 2014

REGRESAR A MÍ

REGRESAR A MÍ

Ávida de sentir la plenitud de la esencia que recorre mi cuerpo, salí de él para buscar lo que creía que podía completar mi camino.
He surcado mares, he saltado abismos, he volado libre con mis alas desplegadas, cautelosa para que el viento no se percatara de mi invasión en la miríada de su reino, donde bellas sílfides guiaban mi grato ascenso en aquella travesía afortunada.

He soñado sublime alcanzando la cima de mis anhelos, rozando la alegría del momento embriagador que supuso desnudarme de lo que inventé para jugar en el campo de los espejos.
He sido universo, despojada de la mentira, de la alucinación producida por el encantamiento de las verdades ilusorias, desprendiéndome del dolor, de la cúspide de mis lamentos, para ser una nueva versión humana de lo que había estado siendo, para ser más alma y menos pensamiento, para ser más amor y menos sufrimiento, desterrando el miedo.

Volé y volé, soñé y soñé, busqué y busqué, y sin saberlo, en un instante equivocado, me alejé de todo lo que estaba persiguiendo.

Y es que en el paso de mis ensueños, en el cruce de los mundos de la materia y de lo etérico, se me extravió la esperanza en un desencuentro. La confianza se derramó entre mis dedos como agua volátil, como verso sin principio, como hoja oscilante entre ráfagas de huidizas brisas que me apartan de lo que mi corazón escribe en un papel de dulces canciones, que fueron dictadas por el amor que me tiñe de poemas, me cubre de flores y me pinta la voz con el tono del edén que vive en mí porque en él mil veces he renacido.

Sin la fe que se ungía en mi pecho, sanando cada rasguño que al caer en mi corazón se hundía en lo más profundo de mi amor impoluto, la triste afección de mi alma se hacía presente sin que me diera cuenta, lenta, indeleble, dispuesta a destruirme.

Y como ángel caído sobre el mar del desconsuelo, del esperpento, del desasosiego, compungido y pereciendo, levanté la mirada y me observé ajena a mí centro, en la extraña lejanía de lo que había estado siguiendo.


Regresé, volví a mi propio universo, para lograr que el amor fuera mi brújula de nuevo, para que en mis lágrimas ya no hubiera más el desencanto. Ante mi infección por la mezquindad de lo austero, del equívoco por el desierto voraz que imaginé para atravesarlo luchando por amar en un lugar insincero, me erigí de nuevo, para no ser dañada más tiempo por la cruel y extrema condición de la desértica bruma de mis pensamientos, dunas y sol, frío en la noche en la que se regocijaba mi ego.




Regreso a mi templo...para ser la diosa que fui, creada por amor hacia mi presencia en alguno de mis cuentos...

Y es que me perdí buscándome en un paraíso yermo, en la aventura de hallar de nuevo al dios divino que quebró mi desolado llanto, fúlgido inventor de mis estimados versos, que amanece en mis besos y caricias silenciosas que se me escapan en el tiempo, enclave eterno de mi esencia completa, corazón unido a mis latidos que lo atesoran y lo cuidan, deidad que duerme en la mendacidad de un mundo abrupto, escarpado, inaccesible para un ángel destronado y olvidado.

Hoy, tras hundir mis ojos en la falacia de las realidades que ante mí se imponen sin reservas, veo mi derrota, me rindo, entrego mi miedo a los avatares que me acompañan, reniego de ser sometida a los designios de mi ego, me elevo, me enfrento al fuego, al hielo, al trueno, soy más fuerte porque ahora, con mis alas mojadas, también vuelo.

Y en el olvido seré recordada, y en la muerte, seré renacida, y en mi pérdida, seré recuperada, y en mi partida, seré la diosa que por fin regresa a salvarse de su propia guerra, urdida para aprender a ser una mujer liberada, un alma libre que vive como una humana, poder de la feminidad de la fuerza energética que en mi corazón se despierta para alcanzar la nueva humanidad creada.

Arael Líntley

DESENCANTO



Corroídos por las lágrimas de la esperanza herida, sus ojos se cerraban ante el presagio de la inminente noche que la acechaba. Como pétalos humedecidos, se desmayaban sigilosos los párpados cansados sobre sus pupilas vencidas.
Y las imágenes de sueños e ilusiones se iban formando entre sus pensamientos conscientes, que se alejaban de su mente para dar paso al ensueño, ese espacio del no tiempo que se elevaba ante ella cuando su cuerpo se entregaba a los etéricos mundos de morfeo.

Sucumbiendo al efecto de la fantasía perenne de sus anhelos, se adentró en el paraíso descalza, sin las vestiduras de su ego, de sus experiencias vividas, sola, con su alma desnuda, dispuesta a sentir, aunque evadida y oculta de la realidad que otros habían inventado para que muchos la creyeran verdaderamente real.



Allí, entre las flores, sentada bajo la luz de las estrellas que relucían en un cielo púrpura y dorado, se convirtió en semilla.

Y germinó en los campos del amor, para ser por fin una galaxia sembrada en un jardín de estrellas florales, planetas de perlas esculpidas y orquídeas.
Dispuesta a crecer y a confiar, y arraigada a su nueva condición de experiencia de vida, se olvidó de la esperanza que sintió en su corazón un día, en otro lugar ya relegado a un pretérito que no le pertenecía.

Insignificante mentira la que se reconocía cuando sus pétalos se abrían enamorados de la vida, esquiva verdad que se dormía en sus raíces en la tierra sumergidas.

Y al conocerse y saberse, siendo consciente de su existencia, giró en espiral hasta desapegarse de sus miedos, para huirse, para regresarse a sí misma de nuevo, para no reflejarse más en los resquicios de la manifestación terráquea de sus versos.

Poemas subyacentes en cada canción del alma de su esencia de flor de primavera, aquella de antaño ya olvidada que nació sonriente, mas apesadumbrada por la carga del dolor pasado.

Boicoteando sus principios de amarse para siempre, se rindió ante su propia desidia y disparó la bala del desencanto para morir sobre sí misma en un sueño siempre deseado.

No despertará la princesa con un beso apasionado, nadie ungirá su pena con el bálsamo de una nueva promesa, el eterno sosiego de lo intangible se mecerá en su alma para recordar junto a ella que el amor puede existir entre dos mundos opuestos que vibran al unísono.

Arael Líntley

martes, 18 de noviembre de 2014

AMOR


Muchas veces me he preguntado qué es exactamente ese sentimiento que nos embriaga, que nos impulsa, que nos puede incluso llevar a sacrificarnos por la persona amada.
Ya sean los amigos, los hijos, los padres, la pareja..., el amor es lo que mueve verdaderamente al ser humano, pues tras cualquier emoción que experimentemos, sólo si rascamos un poco, lograremos hallar ese gran tesoro que hay dentro de nosotros, el amor.
Amor para sentirnos vivos, amor para sentirnos felices, amor para que nuestra alma vibre y todo tenga un sentido, amor para que cualquier desastre parezca sólo una pequeña piedra que podemos esquivar o saltar, porque cuando el amor ejerce su papel de conductor de nuestra vida, nada puede enturbiar nuestra perspectiva.
Cuando hablo de amor, en realidad no me estoy refiriendo a un sentimiento, sino a algo mucho más grande, algo increíble, una energía que es capaz de moverlo todo.

El Amor...

Esa energía que se instaló en el ser humano como parte de su esencia primordial, unida a la esencia de la mente, de las emociones. Cada ser humano contiene en sí mismo una porción de alma, la cual lleva consigo la capacidad de amar como algo inherente en ella misma, sin embargo, el bagaje de cada alma o incluso su procedencia, pueden determinar cómo vibra ese amor dentro de ella y cómo su parte más humana puede encajar dicho amor.
Como alma, puedo sentir esa fuerza descomunal que es el amor como energía que vibra en una frecuencia ya muy alta, tanto que no logro comprenderla desde mi mente. Por eso, he tenido que permitir que mis pensamientos se rompieran en mil pedazos, que las estructuras mentales que me movían por este mundo, se hicieran añicos, que lo que yo consideraba que era de una manera, se transformara de una forma dolorosa, pero contundente.

El amor ha brotado entonces con fuerza, como una bomba que explota desde lo más profundo de mí, como una flor que florece por fin y esparce tanto su fragancia que yo misma me convierto en esa misma fragancia, dejando de ser lo que antes era. ¿Pero qué soy, o quién soy?

De pronto me encuentro en una encrucijada: “atravieso la membrana que me separa de mi antigua percepción del mundo para comenzar a verlo de otra manera que aún desconozco, o me quedo donde estoy por miedo a lo desconocido”

He permitido que parte de mí experimente lo que es estar en ese otro lado y de pronto todas mis ideas sobre las personas, los sentimientos, el amor humano, todo se ha ido desmoronando, cayendo como fichas de dominó, una tras otra, mientras mi mente se aferra a lo que antes era y se resiste al cambio interno que se está produciendo.

Una parte de mí se ha desvanecido dando paso a lo que yo soy en realidad, cada vez con más fuerza, con más ímpetu. He estado caminando y atravesando fases en el camino, fases en las que me he sentido como que iba transformándome poco a poco, pero ahora todo eso se acabó, he llegado a un final.
Un final que es un principio más, otra etapa que me muestra una nueva yo, una nueva persona cuyo espíritu se ha ido manifestando con más fuerza en cada fase nueva que comenzaba.
Y esta etapa es diferente, es como graduarse de un curso cuyos niveles has ido superando y comenzar un nuevo curso, un paso más en el camino que para mí significa un gran salto.

No dejo de reconocer que sigo impulsada por el amor y que éste cada vez ocupa más espacio en mí, un espacio que mis emociones van cediendo, un espacio que mi mente se resiste a aceptar, poniendo trabas, miedos colmados de preguntas, pero lo que ella no sabe es que la fuerza y el poder de mi corazón son mucho más categóricos y más coherentes con lo que yo soy y que no existe manipulación alguna, interna o externa, que logre separarme de mí misma, de lo que verdaderamente soy y seré.



El amor es la capacidad de Ser sin arrepentirse de lo que somos, pero además, el amor, cuando es verdadero,cuando es incondicional, cuando es esa energía tan vigorosa que se esculpe en nuestra alma porque ella misma es ese amor, cuando no lo inventa nuestra mente para saciar el impulso de sentirnos especiales, amados, completos, nos otorga el regalo más grande, ese que siempre hemos estado buscando, la maravillosa capacidad de verlo y percibirlo todo bajo ese prisma de la belleza real de las cosas, de las vivencias, de las personas.

Y cuando ya puedes sentirlo profundamente, en cada poro de tu piel, cuando parece que te diluyes en tu propia esencia sintiendo tanto amor que te derrites entre los brazos de la magnificencia de tu propia existencia como amor que eres, cuando te experimentas a ti mismo siendo amor, entonces, ya lo comprendes todo, el velo cae, amas sin remedio, amas incluso tu propia tristeza humana, la entiendes, comprendes tus procesos, tus miedos, lo que tú llamabas errores se convierten en algo que agradeces, el dolor desaparece y sólo quedas tú ante tus emociones y tus pensamientos, decidiendo si quieres atravesar la malla que hay frente a ti.

Sí, quiero...

No más luchas absurdas, ahora el paso es firme, aunque no sepa qué es lo que va a ocurrir, aunque sí lo sepa, aunque lo que más deseo no esté ahora junto a mí, aunque el mundo no comparta lo que soy, aunque algunos puedan verme como alguien extraño o inaccesible, aunque me juzguen, aunque me aparten, eso en realidad sólo es el reflejo de la vivencia de cada uno, no la mía.

Amor...

Me sumerjo en el amor para limpiar los residuos de lo que la vida me ha mostrado, para curar las magulladuras de mis decepeciones antiguas, para crecer con la luz del inmenso sol que se esconde dentro de mí, para brillar y alumbrar mi camino, comprendiendo que lo que ocurra es parte de lo que tengo que vivir...

Y el miedo cobra un sentido diferente, ya no puede dominar mis decisiones, mis pasos, mi destino...

Me abro a SER... porque soy amor...

Arael Líntley


domingo, 9 de noviembre de 2014

DESPERTANDO

Despertando al amor...

Así la música de mi ser se despliega entre notas de pétalos, melodías de perlas, mar de la lluvia de alegría que se me entremezcla, caricias de universos que se abren paso entre mis manos...

Y desde mi pecho se disparan los rayos de la luz durmiente que ahora despierta y se eleva hacia los horizontes más lejanos.
Resplandor de abrazos, de sueños, de versos, de estrellas que brillan en mis ojos para alcanzar el cielo, más allá de lo que se ve como ese azul hermoso que nos observa, más allá de lo que somos en este lugar tan escaso de ternuras, de la dulzura que ahora siento en mi alma...

Despertando al amor...

Más despierta todavía, más asombrada por la naturaleza de esta experiencia, más serena, más tranquila, más desprendida de aquel peso que arrastraba, más sonrisa, menos gota de lágrima vencida, derrotada, más valiente y menos herida...

Y desde mi boca se elevan las palabras pronunciadas como esencias de flor que se me escapan, que desean viajar por el tiempo, por el viento, por el espacio para ser escuchadas, comprendidas, amadas, para que otros las sientan en su despertar y sepan que en el silencio se halla el amor que tanto reclaman, que en su renacimiento se eleva la marca de sus pasos más perfectos, los que anidan en su ser, en su alma completa, colmada de la sabiduría de toda su trayectoria humana...

Despertando al amor...





Floreciendo como rosas, tulipanes, margaritas, emanando la fragancia del jazmín para besar los corazones que se están desperezando, y así regalarles la sonrisa de un mañana mejor...
Y desde mi voz, canto el himno del amor que siento, para quien desee escucharlo, para que todos canten conmigo, para que por fin estalle en mil partículas de luz y me esparza para amarlo todo...

No sé cuánto de mí hay en mí, ni sé lo que hay de ti en ti, pero lo que hay es sólo una porción tan ínfima, pequeña y sublime, mas sólo somos eso, una pequeña gran mota de una tenue y fuerte luz que sabe iluminarnos justamente ahí, en el corazón, nuestro despertador, nuestro reloj, nuestra coherencia,nuestra honestidad con nosotros mismos, nuestra realidad más eterna, nuestro único paraíso...

Despertando al amor...
Abro los ojos y veo, por fin, veo...

Arael Líntley