SECCIONES - TÍTULOS

Los relatos del blog están divididos en varios títulos genéricos que son "Reflexiones", donde hallaréis escritos espirituales y reflexivos, "Una mirada al Alma" donde podréis leer historias muy profundas de crecimiento personal, del alma, "El Romántico Obsoleto", que cuenta con relatos de humor, irónicos, historias de la vida cotidiana del ser humano, "Diálogos", que son como la palabra dice, conversaciones que suelen ser muy profundas y espirituales, y por último he publicado tres capítulos de una de las novelas en las que estoy trabajando "Alma Cristalina". Disfrutad con todos ellos y compartidlos si os animáis a hacerlo para ayudarme a difundirlos.

Gracias por leerme, bendiciones a todos.

lunes, 26 de junio de 2017

MUJER HUMANA, ALMA ESTELAR

El espejo me devolvió una imagen de mí muy distinta aquella mañana de otoño. Por primera vez podía verme de verdad, más allá de los filtros de mi propia inconsciencia y mi propio desamor hacia mí. Ya no criticaba mi piel pálida, ni mi aspecto de mujer madura, ni mi flacidez, o mis canas, ya no juzgaba lo que el tiempo había hecho con mi figura femenina, ni me lamentaba de mis arrugas, o de las lágrimas que habían dejado huella en mi cuerpo, en mi rostro, en mi mirada. No me entristecía por ver que mi sonrisa no era perfecta, ni me reprochaba no ser suficientemente atractiva por esos kilos de más que desfiguraban mi silueta. Ya no me sometía a los crueles juicios acerca de mi manera de vestir, o mi falta de estilo, fuera del alcance de lo que a muchos hombres les hubiera hecho fijarse en mí.
Yo era yo, y no el esperpento de un dibujo mental en la cabeza de una sociedad enferma.
Permanecía allí, desnuda, contemplando mi belleza, ésa que nunca aprecié, ésa que otros no podrían valorar nunca; una belleza que no se reducía a la parte física, sino que iba más allá de lo que recibía en mi interpretación sobre lo que yo soy; una belleza que sólo se manifestaba ante los ojos del alma.

Recordé entonces nuestra conversación, todo lo que supe decirte por fin, todo lo que descargué desde mi interior, todo lo que merecías saber, lo que merecía expresar, mientras me escuchabas por primera vez sin interrumpirme.

No soy esto que estás viendo, soy mucho más, soy algo que tú no ves porque estás ciego de prejuicios, ciego de ideas preconcebidas que ni siquiera te planteas antes de permitir que emerjan en forma de palabras hirientes hacia mi persona. No soy tu interpretación de mí, no soy ese arquetipo mental que piensas y enjuicias, no soy tu títere, ni tampoco te pertenezco aunque me ames, o me odies, o simplemente desapruebes mi manera de vivir.
Así que no tienes derecho a obligarme a ser como crees que debería ser, ni tienes derecho a criticar mis actos cuando tú no conoces lo que me llevó a actuar de esa manera, ni tienes derecho a tratar de manipularme o controlarme sólo porque te sientes en una posición superior a la mía.
No eres superior a mí, ni eres mejor que yo, crees que tus actos definen quién es mejor y quién es peor, pero ¿quién decide el valor de los actos que efectuamos?
Desde tu perspectiva yo no estoy haciendo las cosas bien porque en tu escala de valores no entro dentro de lo que tú consideras aceptable, pero sólo es tu escala de valores, no la mía, y me da igual que la tuya sea la de la mayoría, pues eso sólo significa que hay un gran número de personas que cree en algo, no que ese algo sea correcto o cierto para todo el mundo. Sé perfectamente que si  mucha gente cree una mentira, ésta se convierte en su verdad y la razón que ellos darían para consolidarla sería precisamente que la mayoría lo cree así.
Crees ser una buena persona, sin embargo usas la violencia contra mí cuando tratas de convencerme de que mis decisiones no son adecuadas y así imponerme tu manera de ver la vida, o cuando me exiges cambiar mi forma de ser en base a que me estoy equivocando desde tu punto de vista, como si algo o alguien te hubiese otorgado a ti la sabiduría suprema y la perfección para tener el derecho de juzgarme y sentenciarme.
Cada vez que me dices que deje de hacer lo que hago, que haga lo que hace la mayoría porque esa es la forma adecuada, cada vez que me criticas a mis espaldas creyéndote poseedor de la única verdad, demuestras una arrogancia y una prepotencia que nacen de tu inconsciencia.
Si eres un verdadero sabio, si realmente sientes a tu alma guiando tu vida, deja de tratar de cambiarme, de cambiar a otros, y simplemente acéptame como soy, acepta el nivel de consciencia de cada uno, ama lo que ves sin tratar de que sea moldeado a tu conveniencia.
Sé que hay cosas que pueden afectarte, cosas que otros hacen, y que eso duele, molesta y escuece, pero en tu resistencia hacia lo que sucede a tu alrededor se encuentra tu sufrimiento, y ese sufrimiento causa ira y tu ira es proyectada hacia el mundo, creando más situaciones de rabia, dolor, desesperación.
Paradójicamente aprendí con mucho dolor que, si yo sufro, el mundo entero sufre, porque todos somos uno, no estamos desvinculados, y proyectamos nuestras emociones y pensamientos a la inconsciencia colectiva, sí, inconsciencia, porque no nos damos cuenta, porque la desdicha nace de nuestra propia inconsciencia individual, y sólo siendo conscientes de ello podemos dejar de proyectar aquello que nos hace daño, así que me dije a mí misma que sólo desde mi amor hacia mí podría realmente aprender o recordar cómo amar a los demás, y el amor no es reproche, por eso no es necesario pedir perdón, porque cuando se ama de verdad no hieres a nadie a propósito, y cuando lo haces, el otro lo comprende si de veras te ama, y ahí sobran las palabras, sobran los perdones, pues sólo habla el amor.

Pero también he sabido que no puedo exigir que lleguemos a un alto nivel de consciencia, ni a mí, ni a nadie, sino que debo dejar que todo fluya de forma natural en cada uno de nosotros, y gracias a eso nació un gran respeto hacia los procesos individuales de vida, hacia los diversos niveles conscienciales, amándolos sin intentar cambiarlos, pues sólo yo puedo ser responsable de mí misma, los demás tienen su propio camino y yo no tengo que hacerlo por ellos.

Entiendo que tú no sepas respetar mi proceso de vida, que no puedas comprender mis decisiones porque son muy distintas de las que tú tomarías, y que te afecte mi manera de ver la vida y te molesten mis acciones, pero no permitiré que tu violencia me atrape, me ciegue y me separe de mí misma.

No creas que te acuso, no, sólo trato de ofrecerte mi punto de vista, al igual que tú me ofreciste el tuyo y quisiste imponerlo por encima del mío, con la excusa de que yo estoy errada, o con el objetivo de hacerme sentir culpable y así poder justificarte.

Ya no, y lamento que te disguste lo que soy, cómo soy, y lo que hago, pero si pidiera disculpas por ser quien soy sería como pedir perdón por haber nacido, y eso es como negar la vida. Yo amo la vida, no la niego, amo y confío en la vida, y como tú formas parte de ella, espero y deseo que vivas la tuya sin que la mía te descentre de ella.

Gracias por escucharme.”

Aquellas palabras me devolvieron a mí, sustrajeron lo que yo no soy, me elevaron hacia mi consciencia verdadera, y me llevaron hasta aquel momento frente al espejo.



Y las lágrimas comenzaron a rodar por mi rostro, nublado de la tristeza por tanta autocrítica, por tantos pensamientos que usaba para fustigarme, por tanta violencia hacia mi persona, por mi falta de aceptación y de amor. ¿Cómo pretendía que se me respetara si yo misma no lo estaba haciendo?. Y me pedí perdón varias veces, queriendo compensar mi falta de reconocimiento, mi desconexión con mi esencia real, mi inconsciencia...

Llanto de arrepentimiento que después se transformó en la alegría de ver que por fin me estaba despertando al verdadero amor, fuera ya de tantas creencias acerca de él, fuera de tanta hipocresía espiritual, de tanto autoengaño, de tanta confusión respecto a lo que es Ser, respecto a lo que es Amar.

Por un segundo sentí en mi pecho la magnificencia del Amor incondicional, y se me expandió el alma hasta el infinito, comprendiendo en mi interior que estoy en todo, experimentándome en cada ser, en cada partícula, en cada vida...

Creí que había desencarnado, que mi cuerpo había quedado allí, inmóvil e inerte, mientras yo volaba libre, sintiéndome más viva que nunca.
No percibía el tiempo, podía notar cómo los acontecimientos de la Tierra sucedían todos a la vez y los observaba. Diversas líneas temporales como cuerdas de un violín pasaban ante mí, algunas se entrecruzaban y otras se distanciaban, como si estuvieran creando una melodía para cada ser, y las almas de todas las personas estaban comunicadas por un hilo energético que las unía, algunas por varios hilos, otras por cordones más gruesos, como si fueran cordones umbilicales de corazón a corazón. Desde las cabezas de algunos individuos una especie de tubo energético se alzaba y conectaba con otras partes de sí mismos que se hallaban en diversas dimensiones. La energía estaba en todas partes, horizontal y verticalmente se emanaban luces de colores variados, y en sus propios cuerpos físicos se desprendían luces de tonos muy dispares.
Eso era la vida y la consciencia, era un milagro.

  • ¿Dónde estoy? - me dije a mí misma.
  • En todas partes – me respondió aquella voz.
  • ¿Quién eres?
  • Ya sabes quién soy, has hablado muchas veces conmigo.
  • ¿Eres mi Ser?
  • No, tu ser eres tú, está en ti, no es algo exterior a ti misma.
  • ¿Y tú quién eres? Realmente no sé, no me imagino.
  • Soy parte de ti, por eso siempre te acompaño, estoy dentro y fuera de ti.
  • Ya sé quién eres. ¿Hemos desencarnado? ¿Estamos regresando a casa?
  • No. Esto sólo es una pequeña visita a la Realidad que hay detrás de los velos. Una ínfima parte de lo que irás descubriendo poco a poco.
  • Entiendo. Entonces sólo he salido de mi cuerpo, ¿no es así?
  • Así es.
  • ¿Y por qué ha ocurrido esto?
  • Porque estabas preparada para ello.
  • ¿Y qué pasa con mi cuerpo físico? ¿Está inconsciente?
  • No, mírate, puedes observarte, estás allí y aquí al mismo tiempo, pero tu consciencia está ahora mismo depositada en esta experiencia.
  • ¿Quieres decir que si quisiera desplazar mi consciencia podría hacerlo?
  • No exactamente. Estás en muchos lugares a la vez y la consciencia está fractalizada en cada lugar donde estás, así que de alguna forma puedes conectar contigo misma, con cada fractal de tu consciencia y sentirte allí, no es tan complicado.
  • ¿Y es posible que conecte con la consciencia de otras personas?
  • Por supuesto, en realidad, en una dimensión muy elevada, la dimensión del Uno, todos estamos diluidos, interconectados perfectamente, así que se puede afirmar que todos somos ese Uno experimentándose a sí mismo en diferentes dimensiones, en diferentes formas energéticas, y por lo tanto, todas las consciencias son la misma viviendo la experiencia ilusoria de la separación.
  • Sí, lo entiendo, lo entiendo todo, es maravilloso, aquí todo es tan claro.
  • Es normal, tu consciencia está conectada con todo.
  • ¿Y qué hago para regresar a mi cuerpo?
  • Sólo toma consciencia de él y abre los ojos.

Y allí estaba, frente al espejo, viéndome completa por primera vez, mujer humana, alma estelar, mente consciente, corazón en amor incondicional.

Arael Elama.

sábado, 3 de junio de 2017

ME ENCANTÓ CONOCERTE

Me encantó conocerte, gracias por todo”. Esas fueron mis últimas palabras escritas en el whatssap de aquel hombre que tanto me había enseñado sin darse cuenta. Al principio no sabía si enviar la frase, no podía decidirme a despedirme para siempre de aquella experiencia, pues había sido tan impactante y hermosa, y al mismo tiempo tan dolorosa, que una parte de mí continuaba apegada y deseosa de que hubiera sido de otra manera.

Sin embargo, lo que había sucedido era lo mejor que podía suceder. 
 
No le conocía en realidad, quiero decir que no habíamos compartido nada, tan sólo un café con hielo en una tarde de verano mientras hablábamos de cosas profundas que pocas veces se pueden contar.

Su mundo y el mío, lejos de ser similares, eran totalmente opuestos, aunque en su interior y en el mío circulaban las mismas inquietudes, los mismos sueños, la misma pasión, el mismo deseo de hallar algo indescriptible y eterno en un mundo donde casi nadie se fija en lo que somos, sino más bien en lo que aparentamos ser. Sin embargo, toda esa profundidad todavía pertenecía al ámbito de la personalidad, de los anhelos cobijados en la superficie de lo que llamamos alma, como olas que ocultan la verdad más secreta, la más sagrada, ignorada y olvidada de cada ser humano. 
 
Aquella sensibilidad punzante que luchaba por aflorar era ese punto misterioso en común que me atraía de aquella persona tan contradictoria, de aquel individuo que podía mostrar por un momento una gran riqueza de corazón y en otro una despiadada injusticia expulsada desde sus pensamientos egoístas, desde su lenguaje hiriente, destinados a aquellas situaciones, o personas a las que él no lograba comprender.

A veces me preguntaba quién era él verdaderamente, cuánta interpretación mental había en lo que percibía y cuánta realidad estaba adivinando tras su máscara de hombre seductor y conquistador implacable.

Y sin embargo, no podía ser capaz de sentir desprecio, o indiferencia hacia él, sino un amor sin nombre, una especie de comprensión de lo que era, como si poseyera el don de atravesar su coraza con mi alma, como si ésta me permitiera saber o leer su profunda verdad a través de su superflua mentira. 
Quizás por eso no pude resistirme a entrar sin miedo en su universo, en esa parte que él se atrevía a desvelar, poniéndola al descubierto totalmente.

Para mí era maravilloso descubrir a personas como él, no era la única, ni era la primera que me encandilaba, que me hacía llorar con su historia, y hacerlo me llenaba de un regocijo tan sobrecogedor que realmente me conectaba con cada una de esas almas bellas que me iba encontrando en mi viaje por la vida.
Pese a que intentaba no caer en los juegos absurdos de las emociones, las estrellas de su universo consiguieron desorientarme y caí en la confusión, en el dolor, en el sufrimiento. Fue una torpeza por mi parte no comprobar fehacientemente la identidad, la fragancia, de aquella luz que él desprendía cuando se expresaba, pero la necesidad de respuestas me llevaron a tergiversar los hechos y a dar por sentado que nuestras semejanzas eran más poderosas que nuestras diferencias.

Miré el whatssap para comprobar si había leído mi mensaje, pero no lo había hecho todavía. Sentía urgencia por despedirme de él, ya había comprendido todo, los espejismos suelen tener un aspecto atractivo y cautivador, y la verdad es que me había sentido como una estúpida al caer en un juego tan insensato, un juego de mi mente, de mi personaje mendigante y temeroso.
Me traté con dureza, con suma severidad, para finalmente acabar desnudándome de mis incoherencias y entregarme a mi alma por completo.

Ya no más maltrato hacia ti misma, Bea”

La experiencia con él me condujo primero a una gran desilusión, evidentemente cuando descubres que todo lo que creías no es lo que creías, tu estructura de pensamientos, de ideas, de creencias, se desmorona ante tus ojos, despojándote de toda fe y de toda esperanza. No obstante, aquello fue lo mejor que me podría haber ocurrido, pues dio paso a la persona que soy ahora. Sí, persona, no quisiera referirme más a hombres y mujeres, a amantes y a amores verdaderos, ni a almas gemelas desde ese prisma romántico basado en las canciones italianas o en las películas de Hollywood, sino que preferiría hablar más de seres completos, que se aman incondicionalmente desde su alma, que pueden dar tanto amor porque les sobra, porque son fuentes inagotables de amor real, que iluminan todo y a todos, allá por donde van, de una forma inigualable sólo por ser lo que son sin rechazarlo, sin tratar de hacer algo que les haga destacar en busca de reconocimiento, que dan todo lo que son porque también se saben dar a sí mismos por entero, que no distinguen preferencias entre flacos o gordos, negros, blancos, amarillos, o cualquier color de piel, que no se fijan en edades, en géneros, en orientaciones sexuales, que no ven ya más las diferencias y no buscan amar sólo cuerpos bellos con la excusa de encontrar dentro de ellos la misma belleza que hallan en lo externo...
Quisiera hablar de coherencia y de verdad, pero no de la verdad que se inventó nuestro personaje, sino de la verdad del ser que llevamos dentro, la verdad con mayúsculas.

Pero lo cierto es que esto no lo entendía entonces, no había logrado escuchar mi voz y me había distraído oyendo lo que quería oír.



Volví a tratar de cerciorarme de que mi mensaje había llegado. Esta vez así era, aunque no creía que fuera a responderme.

Es lógico que no responda, Bea, ya te has despedido, no insistas más y vete”

Cerré los ojos, respiré profundamente y apagué el móvil. La tarjeta sim estaba en la parte izquierda. Me dispuse a extraerla cuidadosamente. Ya no quería estar atada a nada de mi anterior etapa y tenía que deshacerme de un terminal que ya no funcionaba bien, así que la tarjeta con mi número viejo la daría de baja y el móvil acabaría siendo sólo un objeto de recuerdo, olvidado en un cajón, o bien lo llevaría a un punto verde para ser reciclado.
Por un momento me había planteado qué haría si me respondía, pero desestimé esa opción, yo sólo era un pequeño punto en un libro, o una coma, para aquella persona, yo era totalmente insignificante.

Inmersa en mis pensamientos, que traicionaban vilmente a mi paz interior, un sonido musical interrumpió mi diálogo interior.

Suena mi móvil nuevo”

Era un mensaje de voz de mi amiga Mónica. Me dispuse a escucharlo.
  • Hola Bea, como te dije, Pedro y yo llegaremos a Barcelona mañana a las seis de la tarde, ¿podrás venir a recogernos al aeropuerto, finalmente?

Estaba feliz de que mi amiga argentina viniese a verme, pues íbamos a conocernos por fin en persona, además de presentarme a su pareja.

Al día siguiente me preparé para ir a recogerles, estaba emocionada y nerviosa, pero feliz de sentirme por fin en paz.
Me había despedido de una parte de mi vida que había sido muy dolorosa y el último acto había sido decir adiós a una quimera. Ya desde hacía unos meses todo estaba transformándose a pasos agigantados y me fascinaba la manera en la que la vida me estaba regalando amor.

Llegué al aeropuerto de Barcelona.

Y allí estaban, a unos metros de mí, agarrados de la mano con sus maletas a un lado, sonrientes. Salí hacia ellos apresurada, feliz, deseosa de abrazarles con todo mi cariño, pero en mi intento de alcanzarles de pronto sentí que caía al suelo bruscamente junto con otra persona. Nos habíamos tropezado el uno con el otro.
Mientras me levantaba, noté en mi brazo cómo se posaba una mano con amabilidad y suavidad. Mis piernas temblaban y todo me daba vueltas, pero aquel hombre con el que había chocado repentinamente, me sujetaba con firmeza.

  • Disculpa, perdona, ¿estás bien? No te había visto – me dijo.
  • No, no, perdona tú, no me he dado cuenta, estaba distraída.

Levanté la mirada y ahí estaban esos ojos azules, observándome fijamente, ese rostro que había visto tantas veces, esa energía que emanaba tan sumamente familiar.

  • No te preocupes, yo también andaba despistado, no conozco mucho este aeropuerto y no sé ni por dónde ir a buscar el tren.
  • ¿No eres de aquí? - le pregunté tratando de darle conversación y retenerlo un poco más.
  • !Hola Bea! -interrumpió Mónica con un abrazo cómplice, mientras Pedro se presentaba al desconocido.
  • Hola Mónica, hola Pedro, !bienvenidos!

Miré a aquel hombre y le pregunté su nombre, seguidamente le presenté a mis amigos.

  • ¿Cómo decías que te llamabas? - le pregunté.
  • Ralph.
  • Encantada de conocerte.

Y así fue cómo el destino abrió un nuevo mundo, un nuevo camino, justo cuando por fin había cerrado totalmente el anterior.

Arael Elama...