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Los relatos del blog están divididos en varios títulos genéricos que son "Reflexiones", donde hallaréis escritos espirituales y reflexivos, "Una mirada al Alma" donde podréis leer historias muy profundas de crecimiento personal, del alma, "El Romántico Obsoleto", que cuenta con relatos de humor, irónicos, historias de la vida cotidiana del ser humano, "Diálogos", que son como la palabra dice, conversaciones que suelen ser muy profundas y espirituales, y por último he publicado tres capítulos de una de las novelas en las que estoy trabajando "Alma Cristalina". Disfrutad con todos ellos y compartidlos si os animáis a hacerlo para ayudarme a difundirlos.

Gracias por leerme, bendiciones a todos.

viernes, 9 de septiembre de 2016

EN EL PLANETA TIERRA



Cuando decidí nacer en este planeta me hicieron firmar un contrato en el que se me aseguraba que tendría a mi disposición algo a lo que llamaban “libre albedrío”. La verdad es que no sabía muy bien a qué se referían con eso y como no me fiaba mucho, antes de dar el sí, quería asegurarme de que eso no iba a ser contraproducente para mí. Todos sabemos que en la Tierra los seres humanos experimentan un sinfín de circunstancias para las cuáles no estamos del todo preparados y que es muy difícil la vida en un cuerpo denso y sujeto a un complejo sistema de creencias y unas emociones que son como una montaña rusa de esas en las que a veces te arrepientes de haber subido.

No es que yo no fuera inteligente o no tuviera capacidad para entender qué es la libertad, es sólo que la había experimentado en un concepto mucho más amplio de lo que intuía que iba a ser en lo venidero, estando ya inmersa en la existencia humana.

  • ¿Qué implica tener libre albedrío como ser humano? - le pregunté al guardián de la barba blanca.
  • Vaya, todo el mundo me pregunta lo mismo.- Me dijo con la mirada puesta en el documento que aún no había firmado.
  • Ya, ya, pero ¿me vas a responder?
  • No, da igual la respuesta, no importa.
  • ¿Cómo que no? - le pregunté sorprendida. - Yo quiero saber cuáles serán mis libertades.
  • Pues de eso se trata, de que lo averigües por ti misma, así que firma ya, que hay una larga cola de compañeros tuyos esperando y ya no nos queda tiempo.

¿Tiempo? En fin, en aquel lugar perdido entre nubes yo no había escuchado nunca a nadie hablar del tiempo, de hecho, no existe, no hay nada a lo que aferrarse, ni hay pasado, ni futuro, sólo se vive el presente, pero claro, allí abajo sí que se tiene en cuenta eso del tiempo, tanto que incluso llevan un aparato al que llaman reloj, y lo llevan puesto en su muñeca, y los hay de todo tipo, y los tienen por todas partes.
Firmé conformándome con lo que había y cerré los ojos para aceptar con paz interior mi próximo destino, no sabía bien cómo iría, porque era la primera vez que viajaba hasta ese lugar, pero me habían hablado mucho sobre él, y es que la Tierra tiene mucha fama por estos lugares, por eso sabía lo de los relojes y algunas otras cosillas, y realmente me parecía absurdo, muy absurdo.

Acababa de firmar el dichoso papelito cuando de repente sentí que algo estiraba de mí con muchísima fuerza, como si algo me empujara desde el otro lado, desde... ¿la Tierra?.
Y en lo que en este planeta serían dos segundos de pronto sentí un frío terrible y muchas ganas de llorar.



Ya había nacido.

Ahora que he terminado mi experiencia de vida como mujer y que estoy entre hermanos, os puedo explicar en qué consiste el libre albedrío, al menos cómo lo viví yo.
La verdad es que cuando naces ya lo haces con ciertos límites establecidos, eliges la familia, claro, yo lo firmé antes de nacer y pude observar durante un tiempo a mis procreadores en estado etérico, pero cuando ya estás allí, como humano, las restricciones comienzan por dicha elección previa, la cual te sostiene y te mantiene en un estatus del cual es muy difícil salir. Mi cuerpo físico, al que a partir de ahora llamaré “plantilla humana”,contenía una determinada genética que me predisponía a tener el pelo oscuro, los ojos verdes y la piel clara, además de algunos factores de la pesonalidad y de la salud que también estaban grabados en dichos genes, y que me llevarían después a reaccionar, actuar y decidir en función de lo acordado como plantilla humana y en función del entorno en el cual estaba desarrollándome como persona. La verdad es que el peso del linaje ancestral también tenía mucha importancia, más de la que me hubiera imaginado, pues en el cuerpo mental había residuos de sus experiencias a nivel emocional que incidían en mis decisiones y en mis comportamientos, hasta el punto de influenciarme a la hora de escoger pareja.

Por aquí ya empecé a ver que el libre albedrío en realidad era una elección tras otra en base a ciertos parámetros, es decir, sólo podía escoger dentro del círculo al que se me permitía acceder. Pondré un ejemplo. Uno de mis novios había nacido en una familia bien posicionada, lo cual le había proporcionado una cierta comodidad, con la facilidad moverse en lugares a los que yo sólo había logrado llegar a través de mi imaginación. Solía ir a navegar en el yate de su padre y por supuesto viajaba cada año a un lugar diferente en las vacaciones. Estaba estudiando derecho en una de las mejores universidades y en su tiempo libre escribía novelas de suspense. Recuerdo que yo tenía serias dificultades para conseguir apoyo de mi familia en cuanto a mi elección para estudiar enfermería, me apasionaba ayudar a los demás y mi vocación era ir en misión de ayuda a algún país donde se necesitaran enfermeros y médicos. Nos conocimos en un evento espiritual, uno de esos en los que una persona habla sobre la importancia de conocerse a uno mismo y amarse, sobre la verdad interior y sobre nuestra capacidad de ver con los ojos del corazón. Él había asistido porque tenía ciertas inquietudes, su alma era profunda, así como la mía, y aquel lugar fue el punto de encuentro pactado en nuestros contratos álmicos.

Hablando de contratos de alma, pues sí, muchos encuentros, muchas personas que hallé en esa vida como mujer, estaban ya preestablecidos y firmados, así que, como humana, poco había elegido.
Hacer uso del libre albedrío era poco más que escoger entre cuatro opciones, porque la totalidad de ellas no estaban a disposición de nadie desde el punto de vista humano.
Así que empecé a indagar más allá. Yo no sabía quién era, no recordaba de dónde procedía como Ser, así que no tenía ni la más remota idea de qué estaba haciendo allí, y al intentar indagar sobre el libre albedrío y su verdadera naturaleza, comencé a preguntarme quién era yo.

No fue fácil, ahí fue cuando me di cuenta de que no tenía libertad total, pues estaba sujeta a las opiniones de la familia, a la economía, a la sociedad, a las reglas y la política de los gobiernos...
Mi sensación de ser diferente había nacido debido a que la misma sociedad, a la cual yo pertenecía, apartaba y catalogaba de “problemáticos” a aquellos que se atrevían a dar un paso fuera de las normas que todos seguían como borregos amaestrados. Sí, sí, amastraestrados, porque iban todos al mismo ritmo, haciendo lo mismo, como hipnotizados, y ante eso, a mí me quedaban sólo dos opciones, pensar que tenía un problema, o pensar que yo era diferente porque pensaba diferente.
En ciertos momentos realmente me planteaba si la gente razonaba libremente o si sus pensamientos eran la creación colectiva de algo que los movía a todos más o menos hacia los mismos lugares. Era como vivir en un lugar donde la gente se reunía por grupos, los médicos, los abogados, los religiosos (aquí con sus subgrupos), los maestros, los políticos, los artistas (los infravalorados)... y en cada grupo había ciertos comportamientos, en fin, no quiero dar más detalles de esto, pues es que el entramado mental complejo y absurdo de los seres humanos se hacía palpable en su comportamiento social y claro, los ricos tenían ciertas tendencias, los pobres otras, los de clase media otras, y las profesiones también definían los comportamientos, todo un mundo de diferencias que se empeñaban en marcar con fuerza para poder competir más y mejor entre ellos.

Y yo, ¡pobre de mí!, yo que provenía de un mundo angelical, donde sólo respiraba y me alimentaba de amor, como mujer humana sólo sentía añoranza y dolor.
Quería amor, sólo eso, amor, derramarlo para otros y recibirlo de igual forma, pero sólo sentía sufrimiento en los demás, incoherencia, tristeza, y eso era lo que yo misma emanaba sin darme cuenta.
No comprendía qué libre albedrío tenía un niño africano que no tenía nada para comer mientras otros se bañaban en opulencia y se preocupaban porque no sabían qué coche se iban a comprar para su colección, no aceptaba que unos sufrieran tanta carencia cuando en el mundo había tanta abundancia, no me resignaba a ver tanta hipocresía, y me rebelaba contra todo y contra todos.

Ay, sí, fue muy duro, mis queridos hermanos, ver tanta inmundicia, tanto dolor, tanta avaricia, tanto desamor, pero la realidad es que no estaba viendo mi propia incongruencia conmigo misma.

¿Aprender? Sí, aprendí que ser humano no es fácil si permitimos que la mente nos doblegue, aprendí que lo que el hombre llama corazón no es más que la extensión de la mente en su faceta emocional y que por tanto se rige por las pautas mentales y no por la esencia interior, aprendí que el amor no es apegarse a alguien y quererlo poseer, aprendí que no tengo más libertad que la que mi actitud me permita adquirir, aprendí que no se trata de buscar afuera lo que necesito, sino de no necesitar nada y de hallar todo lo que tengo y lo que soy dentro de mí, aprendí que somos divinidad pura y que nos perdemos en la experiencia humana hasta el punto de olvidar que el verdadero amor es la incondicionalidad, la supremacía de lo más elevado y que eso lo llevamos en nosotros seamos o no seamos hombres y mujeres.
Aprendí que si realmente supiéramos quiénes somos, no permitiríamos tanto dolor.

¿Y sabéis una cosa? El hombre que me asesinó finalmente, sí, la muerte fue algo trágica, pero ahora que recuerdo que así lo pacté no me importa tanto, ese hombre era uno de vosotros, alguien que también firmó experimentar en el planeta Tierra, un hombre que aquí era todo amor, y que allí acabó desquiciado, y es que cuando escogemos nuestro papel en ese mundo tan loco, lo hacemos en función de lo que ya existe, de lo que el ser humano ha creado. Su teatro, su mundo holográfico, es sólo una proyección de lo que sus mentes llevan a cuestas, y hasta que no cambien y comiencen a actuar desde el amor que son, el amor que somos, el panorama no se transformará.

Algunos creían que yo era una demente, otros que era infantil e inmadura, sí, lo creían realmente, sólo porque tenía fe en que algún día nos amaríamos todos y nos respetaríamos. Los seres humanos han perdido la fe en sí mismos, pero yo no la perdí en ningún momento, por eso me encerraron. Allí, entre esas frías paredes, hallé mi muerte, a manos de otro perturbado, alguien que creía que yo era un demonio, un ser malvado. Ahora me río, todo sucedió porque le dije que le amaba y le pareció tan sumamente extraño que... bueno, ya sabéis el final.

Y aquí estoy, me han propuesto volver a la Tierra, y no sé, tal vez regrese, por amor, por amor a todos los que están perdidos, confundidos, y por él, por ese pobre desquiciado que me quitó la vida, sí, porque él tendrá que regresar, y al fin y al cabo, era mi esposo aquí, en este paraíso de amor, en este plano etérico y divino, y allí se olvidó completamente de quién era él y de quién era yo, se trastornó y se convirtió en mi asesino.

Hasta ese punto llegamos a olvidar quiénes somos, ya va siendo hora de recordarlo...

  • ¿Vas a firmar ya?
  • Sí, sí, pero primero una pregunta.
  • Muy bien, pero rápido, todos estos hermanos también tienen que firmar y con tu historia me va a costar convencerles.
  • Bien, no se preocupe, seguro que firmarán, pero ¿qué significa esta frase?
  • Significa que vas a nacer en plena transformación de la humanidad.
  • ¿Eso quiere decir que podré experimentarlo?
  • Eso quiere decir que te espera una gran aventura de amor, un viaje hacia una vida que no te volverá a llevar a plantearte si merece la pena ser humano.
  • Entonces ¿la merecerá?
  • Pues de eso se trata, de que lo averigües por ti misma, así que firma ya, que hay una larga cola de compañeros tuyos esperando y ya no nos queda tiempo.


Tiempo...

Arael Elämä

jueves, 8 de septiembre de 2016

LA NATURALEZA DE MI ESENCIA

Siempre voy a decir lo que siento, tal vez muy mal traducido por mi mente, porque lo que siento en mi alma no es muy bien comprendido por mi mente, pero no voy a decir otra cosa que sea contraria a lo que siento, a lo que soy, a mi verdad interior...

Los filtros de la mente, más o menos gruesos, pueden distorsionar lo que quisiera transmitir, o pueden distorsionar lo que recibo de otros con una interpretación muy alejada de la realidad de éste, pero ya sabemos que esto funciona así, nadie ve la realidad del prójimo, sólo vemos lo que queremos ver y solemos engañarnos tanto...
Trataré de ser lo más clara posible y de recibir sin juicios y con las mínimas interferencias aquello que otros me digan, trataré de ver a los demás como son en verdad y no como me los imagino, trataré de ver sus almas, aunque sus egos sean recios y contundentes, esquivos, necios o tan sumamente espesos que no alcance a percibir su verdadera esencia brillando con su luz y atravesando su pecho como suelo observar.

¿Y quién soy yo? ¿Qué no soy?

No soy perfecta, puedo reaccionar, puedo tener miedo, puedo desconfiar, puedo apartarme de quiénes me hagan sentir ese ruido al que llamo "chirrido" que me hace saber que ya no hay nada más que pueda aportar yo a esa persona y que dicha persona tampoco puede aportarme más a mí, ese ruido que me hace saber que llegó el momento del adiós, aunque las almas sigan conectadas, ese desagradable sonido que me indica que no debo prolongar más mi paso por ese camino.

No soy un ejemplo a seguir, ni tampoco sigo a nadie, voy siempre por libre, y quiero continuar haciéndolo, vivo en función a lo que siento, aunque haya almas preciosas brillando mucho, no me deslumbro y me desvio de mi camino, pero sí las admiro, las amo, las contemplo como si fueran la preciosa gracia de un amanecer de verano, pero continuo fluyendo desde mí misma, enamorada del fulgor de los que resplandecen como soles emanados desde sus corazones inocentes, pero siendo yo, esta ingenua persona que a veces ama tanto que se olvida de que los egos a menudo traicionan y hieren cuando el amor se me derrama, sin darme cuenta de que no todo el mundo sabe amar de verdad todavía.

No soy pureza, tengo mis momentos tóxicos, emociones que emergen y me envuelven en una energía que me convierte en algo que no soy, pero lo acepto, no es una lucha lo que quiero dentro de mí, así que sólo escucho lo que esas emociones me quieren decir y las dejo partir.

Aunque a veces me cueste soltar y mi personaje victimista se asome para buscar protagonismo, lo abrazo y le pido que deje de sufrir, porque se está perdiendo la vida, se está destruyendo y me está arrastrando a mí que sólo quiero sentirme viva.

Hay personas que también emanan a veces su toxicidad hacia mí, pero las entiendo, en ellas puedo ver parte de lo que hay en mi mente, no son tan diferentes de mí, no lo son, y si su contaminación es demasiado fuerte o reincidente, trato de ver si reacciona mi propia toxicidad, sobretodo la que suelo emanar hacia mí misma; y si me repudian las dejo partir porque sé que ya no me necesitan más, pues ellas mismas acaban despreciándome por defraudar sus expectativas, y porque ya no nos necesitamos como espejos para seguir creciendo...

No necesito ser líder de nadie, ni de nada, ni que la gente crea que soy muy sabia, mi sabiduría está dentro de mí, como si se tratara de una gran biblioteca de la cual hago uso cuando así lo preciso, pero no siempre encuentro a la primera las respuestas que mi mente o la de otros tanto ansían encontrar...

Sólo soy una hoja más del gran árbol que me sustenta, consciente de mi existencia, agradecida por todas mis experiencias, entregada a la vida y fluyendo al compás de la danza del viento que me balancea.

¿Y quién soy yo? ¿Qué soy?

Soy la libertad de un vuelo que se descubre en cada verso, en cada gesto, en cada elección, en cada amor, en cada amigo, en cada acción, en cada camino...



Me desnudo de mis miedos cada vez que los miro para trascenderlos, y mis máscaras se agrietan cada día más, para dar lugar a mi rostro, el que siempre fue lo que yo soy, el que no es nada, pero lo es todo, ése cuya fragancia tiene un dulce tono de amor, un fuego ardiente en su núcleo, agua de mares remotos brotando, tierra en los pies para poder surcar el cielo partiendo desde un lugar a donde poder regresar después, viento en mi boca para poder susurrar este amor que yo soy como una brisa suave, o como un huracán que arrase aquello que no me permita ser quien soy, o quiera invadirme, y si me lo permites, sí tú, tú que me lees, también podría derruir aquello que no te permita ser quien eres.

No me gustan los prejuicios, aunque eso sea ya un prejuicio, soy contradictoria en mi personalidad, a veces quiero ser el sol, otras la luna, a veces quiero quietud y otras deseo danzar alrededor del fuego para que mi propia llama interior sienta que su fuerza la acompaña. No soy una bruja, pero me hubieran quemado por serlo si hubiera nacido en otra época, soy natural, extraña, a veces huidiza y huraña, como una gata que se esconde de las multitudes y de algunas personas que no le entusiasman.

Si amo a alguien, lo hago para siempre, sea de la manera que sea, ocurra lo que ocurra, aunque en realidad sé que mi alma ama sin discriminación alguna, sea o no consciente de ello.

Pero ante todo soy lo que deseo ser, porque lo que deseo ser es justamente lo que soy... y eso no tiene ninguna definición, soy todo, soy nada, soy una divinidad experimentando a través de un cuerpo humano, vivo esta experiencia sagrada...

Ahora dime, ¿Quién eres tú?

Arael Elämä.