Siempre
voy a decir lo que siento, tal vez muy mal traducido por mi mente,
porque lo que siento en mi alma no es muy bien comprendido por mi
mente, pero no voy a decir otra cosa que sea contraria a lo que
siento, a lo que soy, a mi verdad interior...
Los
filtros de la mente, más o menos gruesos, pueden distorsionar lo que
quisiera transmitir, o pueden distorsionar lo que recibo de otros con
una interpretación muy alejada de la realidad de éste, pero ya
sabemos que esto funciona así, nadie ve la realidad del prójimo,
sólo vemos lo que queremos ver y solemos engañarnos tanto...
Trataré
de ser lo más clara posible y de recibir sin juicios y con las
mínimas interferencias aquello que otros me digan, trataré de ver a
los demás como son en verdad y no como me los imagino, trataré de
ver sus almas, aunque sus egos sean recios y contundentes, esquivos,
necios o tan sumamente espesos que no alcance a percibir su verdadera
esencia brillando con su luz y atravesando su pecho como suelo
observar.
¿Y
quién soy yo? ¿Qué no soy?
No
soy perfecta, puedo reaccionar, puedo tener miedo, puedo desconfiar,
puedo apartarme de quiénes me hagan sentir ese ruido al que llamo
"chirrido" que me hace saber que ya no hay nada más que
pueda aportar yo a esa persona y que dicha persona tampoco puede
aportarme más a mí, ese ruido que me hace saber que llegó el
momento del adiós, aunque las almas sigan conectadas, ese
desagradable sonido que me indica que no debo prolongar más mi paso
por ese camino.
No
soy un ejemplo a seguir, ni tampoco sigo a nadie, voy siempre por
libre, y quiero continuar haciéndolo, vivo en función a lo que
siento, aunque haya almas preciosas brillando mucho, no me deslumbro
y me desvio de mi camino, pero sí las admiro, las amo, las contemplo
como si fueran la preciosa gracia de un amanecer de verano, pero
continuo fluyendo desde mí misma, enamorada del fulgor de los que
resplandecen como soles emanados desde sus corazones inocentes, pero
siendo yo, esta ingenua persona que a veces ama tanto que se olvida
de que los egos a menudo traicionan y hieren cuando el amor se me
derrama, sin darme cuenta de que no todo el mundo sabe amar de verdad
todavía.
No
soy pureza, tengo mis momentos tóxicos, emociones que emergen y me
envuelven en una energía que me convierte en algo que no soy, pero
lo acepto, no es una lucha lo que quiero dentro de mí, así que sólo
escucho lo que esas emociones me quieren decir y las dejo partir.
Aunque
a veces me cueste soltar y mi personaje victimista se asome para
buscar protagonismo, lo abrazo y le pido que deje de sufrir, porque
se está perdiendo la vida, se está destruyendo y me está
arrastrando a mí que sólo quiero sentirme viva.
Hay
personas que también emanan a veces su toxicidad hacia mí, pero las
entiendo, en ellas puedo ver parte de lo que hay en mi mente, no son
tan diferentes de mí, no lo son, y si su contaminación es demasiado
fuerte o reincidente, trato de ver si reacciona mi propia toxicidad,
sobretodo la que suelo emanar hacia mí misma; y si me repudian las
dejo partir porque sé que ya no me necesitan más, pues ellas mismas
acaban despreciándome por defraudar sus expectativas, y porque ya no
nos necesitamos como espejos para seguir creciendo...
No
necesito ser líder de nadie, ni de nada, ni que la gente crea que
soy muy sabia, mi sabiduría está dentro de mí, como si se tratara
de una gran biblioteca de la cual hago uso cuando así lo preciso,
pero no siempre encuentro a la primera las respuestas que mi mente o
la de otros tanto ansían encontrar...
Sólo
soy una hoja más del gran árbol que me sustenta, consciente de mi
existencia, agradecida por todas mis experiencias, entregada a la
vida y fluyendo al compás de la danza del viento que me balancea.
¿Y
quién soy yo? ¿Qué soy?
Soy
la libertad de un vuelo que se descubre en cada verso, en cada gesto,
en cada elección, en cada amor, en cada amigo, en cada acción, en
cada camino...
Me
desnudo de mis miedos cada vez que los miro para trascenderlos, y mis
máscaras se agrietan cada día más, para dar lugar a mi rostro, el
que siempre fue lo que yo soy, el que no es nada, pero lo es todo,
ése cuya fragancia tiene un dulce tono de amor, un fuego ardiente en
su núcleo, agua de mares remotos brotando, tierra en los pies para
poder surcar el cielo partiendo desde un lugar a donde poder regresar
después, viento en mi boca para poder susurrar este amor que yo soy
como una brisa suave, o como un huracán que arrase aquello que no me
permita ser quien soy, o quiera invadirme, y si me lo permites, sí
tú, tú que me lees, también podría derruir aquello que no te
permita ser quien eres.
No
me gustan los prejuicios, aunque eso sea ya un prejuicio, soy
contradictoria en mi personalidad, a veces quiero ser el sol, otras
la luna, a veces quiero quietud y otras deseo danzar alrededor del
fuego para que mi propia llama interior sienta que su fuerza la
acompaña. No soy una bruja, pero me hubieran quemado por serlo si
hubiera nacido en otra época, soy natural, extraña, a veces huidiza
y huraña, como una gata que se esconde de las multitudes y de
algunas personas que no le entusiasman.
Si
amo a alguien, lo hago para siempre, sea de la manera que sea, ocurra lo que ocurra, aunque en realidad sé que mi alma ama sin discriminación alguna, sea o no consciente de ello.
Pero
ante todo soy lo que deseo ser, porque lo que deseo ser es justamente
lo que soy... y eso no tiene ninguna definición, soy todo, soy nada,
soy una divinidad experimentando a través de un cuerpo humano, vivo esta experiencia sagrada...
Ahora
dime, ¿Quién eres tú?
Arael
Elämä.
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