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Los relatos del blog están divididos en varios títulos genéricos que son "Reflexiones", donde hallaréis escritos espirituales y reflexivos, "Una mirada al Alma" donde podréis leer historias muy profundas de crecimiento personal, del alma, "El Romántico Obsoleto", que cuenta con relatos de humor, irónicos, historias de la vida cotidiana del ser humano, "Diálogos", que son como la palabra dice, conversaciones que suelen ser muy profundas y espirituales, y por último he publicado tres capítulos de una de las novelas en las que estoy trabajando "Alma Cristalina". Disfrutad con todos ellos y compartidlos si os animáis a hacerlo para ayudarme a difundirlos.

Gracias por leerme, bendiciones a todos.

martes, 25 de agosto de 2015

OBSERVANDO LA NECESIDAD DE TENER PAREJA

OBSERVANDO LA NECESIDAD DE TENER PAREJA

(Una Reflexión personal)


Es cierto que en la vida experimentamos un sinfín de situaciones, algunas complicadas, otras hermosas, otras muy dolorosas. Cuando me paro a observar todo lo que ocurre a nuestro alrededor y cómo nos afecta a nivel emocional y mental, necesito tomar distancia de lo que estoy observando y hacerlo desde una posición estratégica. Ahí es donde entra en juego mi Ser, esa parte de mí que siempre está en calma y que es capaz de ayudarme a tener una visión muy diferente de todo lo que acontece.

No hace mucho vi una conferencia donde una persona preguntaba al ponente por qué sentía tanta necesidad de tener una pareja, sabiendo que él debía sentirse completo consigo mismo.

Eso me hizo pensar, reflexionar. Es cierto que todos estamos buscando de alguna manera un compañero o compañera, y que la mayoría acaba emparejándose con alguien que no es la persona más “ideal”, su “alma gemela” o su compañero más “adecuado”, por llamarlo de alguna manera.

Antes de focalizarme directamente hacia esa pregunta, primero observé que el ser humano tiende a “desear” siempre lo que está externo a él, buscando la manera de llenar un vacío interno, para sentirse completo.

Eso nos desenfoca del presente que vivimos y de nuestra presencia.

Cualquier hecho que nos preocupa es algo que está basado en una mentira, en un invento del ego, de nuestro cuerpo mental. Todo aquello que aún no ha sucedido y que nos está estresando por estar adelantándonos a lo que sucederá, no es más que una elucubración de algo que está aún gestándose y que podría terminar siendo muy distinto de lo que nos estamos vaticinando.
Y lo curioso es que sufrimos antes de que ocurra ese hecho que nos imaginamos, y luego, evidentemente, sucede, atraído por la fuerza con la cual lo hemos estado pensando, y lo sufrimos cuando llega, y después de que llegue, lo miramos en el pasado y seguimos padeciendo cuando ya ha quedado en el ayer.
Eso quiere decir que sufrimos enfoncándonos en el futuro y en el pasado, en lugar de vivir nuestro presente.

Pondré un ejemplo y ahora lo basaré en las relaciones de pareja. Un hombre amó a una mujer hace años, fue su gran amor, pero la historia se terminó, y él la amó durante mucho tiempo. En su presente, sólo piensa que nunca encontrará un amor como aquel, porque fue el mejor que tuvo, y sufre creyendo tal cosa. Ese dolor le lleva a añorar encontrar otro amor como aquel y entonces comienza a buscarlo, desde la necesidad de hallar a alguien parecido, o a alguien que le haga sentir algo similar, o tal vez alguien que le ayude a olvidar. Siente que se le escapa el tiempo, y no encuentra a la persona adecuada. El anhelo es muy fuerte, pero tampoco quiere dejarse llevar por una necesidad, entiende que la soledad a veces es necesaria, sin embargo, hay un deseo muy poderoso que le empuja a seguir buscando. No disfruta de su presente por el dolor del pasado y el deseo de mitigarlo en el futuro. El tiempo se acaba. Por fin encuentra a alguien, otra persona que también busca, como él, intentando olvidar un amor o tal vez deseando que la amen como necesita. Así que se unen desde la necesidad común que tienen de amar y ser amados, de hallar su gran amor. Ambos son muy diferentes, o pueden ser muy similares, eso no es importante, lo que les une y les mueve el miedo de no hallar algo mejor, o el temor de perder lo que tienen y que nunca más encuentren lo que realmente buscan.

Estas dos personas están atrapadas en una trampa mental, muy común en los seres humanos, tan común que es lo que nos ocurre a la mayoría. Cuando pasa el tiempo, el vacío vuelve a resugir, y de nuevo se les escapa de las manos ese amor que buscaban, era sólo una ilusión, un espejismo basado en el miedo, no en el amor.

Esto nos ocurre porque no nos hemos encontrado a nosotros mismos, porque no vivimos el presente, porque nos giramos al pasado, o nos enfocamos hacia el futuro. Es bueno recordar lo que hemos experimentado, porque de ello nos hemos nutrido, hemos crecido, hemos aprendido, pero si nos estancamos en aquello que nos hace daño, no avanzamos nada, y es positivo marcarse objetivos futuros, pero sin olvidar que el futuro lo creas desde tu presente, desde el ahora.

Esa historia que antes he explicado podría haber sido de otra manera. Un hombre amó en el pasado, aprendió lo que es el amor, y a través de esa relación pudo conocerse más a sí mismo. Vio qué miedos hay en él todavía, qué dudas hay respecto al amor, respecto a las relaciones. Aprendió también de su propio aspecto femenino, de su propia sensibilidad, de su pasión, de su sexualidad, del respeto al otro, de la aceptación, de la libertad en una relación, de la posesión, de su inseguridad y la de su pareja, de los celos, de la inmadurez emocional, y pudo ver su propio reflejo en la pareja que tuvo, hasta el punto de observar su propia necesidad de ser amado y de amar, y descubrir que esa relación era necesaria para su propio autoconocimiento, pero que aún no estaba listo para una relación consciente, basada en el amor, no en la necesidad de sentir amor.

Cuando la relación acabó no sintió el deseo de hallar a otra persona que sustituyera a la anterior, le dolió la separación, pero la entendió, era lo que tenía que ocurrir porque ninguno de los dos estaba preparado para que fuera de otra manera. No hay culpables, ni cobardes, sólo inconsciencia, sólo aprendizajes. Somos como niños que juegan a ser adultos, experimentan en la amistad y en el romance, en las jerarquías del mundo laboral, en la sociedad en sí misma.

Ahora que está solo, disfruta de esa soledad, busca dentro de sí mismo a su “alma gemela”, a su Ser, encuentra lo que anhela en su interior, reconoce su parte femenina en sí mismo, se reconoce a sí mismo, se siente completo, no hay ya más necesidad de buscar ahí afuera, se siente pleno y preparado para compartir el amor que hay dentro de él y que le nutre. Se siente sabio, fuerte, sereno, seguro de sí mismo.

Entonces, sin esperarlo, aparece una mujer, que también se halló a sí misma, se conocen, se descubren con paciencia, con amor, sin que las mentes se interpongan, sin prejuicios, sin arquetipos que se interpongan, se ven realmente como son, y se aceptan, se aman, y comienzan a compartir un camino, como compañeros, amantes, amigos, en una relación consciente...

Así debería ser para todos, porque sólo así realmente, la experiencia se convierte en algo divino, en algo que nos eleva, que nos empuja a ser lo mejor de nosotros mismos, en la compañía de alguien que no se olvida de sí mismo, que no exige al otro algo que no puede ser, y que avanza de la mano de su pareja. Ninguno sobresale por encima del otro, son compañeros, no se completan el uno al otro, porque cada uno es un ser completo, pero sí que son el uno para el otro un complemento maravilloso.

En definitiva, debemos aprender a amarnos y relacionarnos con nosotros mismos antes de ser capaces de amar a otra persona en pareja sin que esa relación sea tan sólo una estación más en nuestro viaje en esta vida.
Un compañero o compañera del “alma”, es aquel o aquella que viaja en el mismo tren que nosotros, a nuestro lado, durante todo el trayecto, pero a veces no somos capaces de verlo y reconocerlo hasta que no somos conscientes de nosotros mismos. Tanto esa “alma gemela” como nosotros, vamos experimentando a través de nuestras vivencias, relaciones, ect. En un proceso madurativo, transformador y consciente, que no todo el mundo es capaz de alcanzar, sin embargo, es extrictamente necesario ser conscientes para reconocernos y reconocer a los demás. Mientras tanto, todas las relaciones nos sirven para crecer, para aprender, para experimentar qué es el amor y qué no lo es, quiénes somos, qué somos y qué no somos, pues son un espejo para mirarnos y descubrirnos, son capítulos de nuestra historia, mientras que el “alma gemela”, ese compañero o compañera cuyo amor es consciente e incondicional, está con nosotros durante toda nuestra historia, como un lector invisible que nos va leyendo mientras vamos escribiendo las palabras de nuestra novela personal. Un amor pasajero que te acompaña para crecer, es un episodio de tu libro, pero tu amor verdadero está presente en todo lo que tú eres, escribe contigo tu historia, está en tu tinta, en tu alma, porque siempre está dentro de ti, y cada letra eres tú y es ella.

Tu alma gemela eres tú...y cuando hallas a una persona que al mirarla ves en sus ojos a tu propia alma, ya la has encontrado.

Esa sería mi respuesta a esa pregunta realizada por aquel hombre, no dejes que el invento de tu mente te ciegue y te llene de desesperanza, de necesidad y de dependencia, sé consciente de lo que buscas y anhelas, y cuando seas inmune a lo que tu mente elucubra y crea, lejos de lo que tu Ser es, todo se transformará a tu alrededor. La necesidad se acabará y comenzará la libertad.

Arael Elämä.


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