OBSERVANDO LA NECESIDAD DE TENER PAREJA
(Una Reflexión personal)
Es
cierto que en la vida experimentamos un sinfín de situaciones,
algunas complicadas, otras hermosas, otras muy dolorosas. Cuando me
paro a observar todo lo que ocurre a nuestro alrededor y cómo nos
afecta a nivel emocional y mental, necesito tomar distancia de lo que
estoy observando y hacerlo desde una posición estratégica. Ahí es
donde entra en juego mi Ser, esa parte de mí que siempre está en
calma y que es capaz de ayudarme a tener una visión muy diferente de
todo lo que acontece.
No
hace mucho vi una conferencia donde una persona preguntaba al ponente
por qué sentía tanta necesidad de tener una pareja, sabiendo que él
debía sentirse completo consigo mismo.
Eso
me hizo pensar, reflexionar. Es cierto que todos estamos buscando de
alguna manera un compañero o compañera, y que la mayoría acaba
emparejándose con alguien que no es la persona más “ideal”, su
“alma gemela” o su compañero más “adecuado”, por llamarlo
de alguna manera.
Antes
de focalizarme directamente hacia esa pregunta, primero observé que
el ser humano tiende a “desear” siempre lo que está externo a
él, buscando la manera de llenar un vacío interno, para sentirse
completo.
Eso
nos desenfoca del presente que vivimos y de nuestra presencia.
Cualquier
hecho que nos preocupa es algo que está basado en una mentira, en un
invento del ego, de nuestro cuerpo mental. Todo aquello que aún no
ha sucedido y que nos está estresando por estar adelantándonos a lo
que sucederá, no es más que una elucubración de algo que está aún
gestándose y que podría terminar siendo muy distinto de lo que nos
estamos vaticinando.
Y
lo curioso es que sufrimos antes de que ocurra ese hecho que nos
imaginamos, y luego, evidentemente, sucede, atraído por la fuerza
con la cual lo hemos estado pensando, y lo sufrimos cuando llega, y
después de que llegue, lo miramos en el pasado y seguimos padeciendo
cuando ya ha quedado en el ayer.
Eso
quiere decir que sufrimos enfoncándonos en el futuro y en el pasado,
en lugar de vivir nuestro presente.
Pondré
un ejemplo y ahora lo basaré en las relaciones de pareja. Un hombre
amó a una mujer hace años, fue su gran amor, pero la historia se
terminó, y él la amó durante mucho tiempo. En su presente, sólo
piensa que nunca encontrará un amor como aquel, porque fue el mejor
que tuvo, y sufre creyendo tal cosa. Ese dolor le lleva a añorar
encontrar otro amor como aquel y entonces comienza a buscarlo, desde
la necesidad de hallar a alguien parecido, o a alguien que le haga
sentir algo similar, o tal vez alguien que le ayude a olvidar. Siente
que se le escapa el tiempo, y no encuentra a la persona adecuada. El
anhelo es muy fuerte, pero tampoco quiere dejarse llevar por una
necesidad, entiende que la soledad a veces es necesaria, sin embargo,
hay un deseo muy poderoso que le empuja a seguir buscando. No
disfruta de su presente por el dolor del pasado y el deseo de
mitigarlo en el futuro. El tiempo se acaba. Por fin encuentra a
alguien, otra persona que también busca, como él, intentando
olvidar un amor o tal vez deseando que la amen como necesita. Así
que se unen desde la necesidad común que tienen de amar y ser
amados, de hallar su gran amor. Ambos son muy diferentes, o pueden
ser muy similares, eso no es importante, lo que les une y les mueve
el miedo de no hallar algo mejor, o el temor de perder lo que tienen
y que nunca más encuentren lo que realmente buscan.
Estas
dos personas están atrapadas en una trampa mental, muy común en los
seres humanos, tan común que es lo que nos ocurre a la mayoría.
Cuando pasa el tiempo, el vacío vuelve a resugir, y de nuevo se les
escapa de las manos ese amor que buscaban, era sólo una ilusión, un
espejismo basado en el miedo, no en el amor.
Esto
nos ocurre porque no nos hemos encontrado a nosotros mismos, porque
no vivimos el presente, porque nos giramos al pasado, o nos enfocamos
hacia el futuro. Es bueno recordar lo que hemos experimentado, porque
de ello nos hemos nutrido, hemos crecido, hemos aprendido, pero si
nos estancamos en aquello que nos hace daño, no avanzamos nada, y es
positivo marcarse objetivos futuros, pero sin olvidar que el futuro
lo creas desde tu presente, desde el ahora.
Esa
historia que antes he explicado podría haber sido de otra manera. Un
hombre amó en el pasado, aprendió lo que es el amor, y a través de
esa relación pudo conocerse más a sí mismo. Vio qué miedos hay en
él todavía, qué dudas hay respecto al amor, respecto a las
relaciones. Aprendió también de su propio aspecto femenino, de su
propia sensibilidad, de su pasión, de su sexualidad, del respeto al
otro, de la aceptación, de la libertad en una relación, de la
posesión, de su inseguridad y la de su pareja, de los celos, de la
inmadurez emocional, y pudo ver su propio reflejo en la pareja que
tuvo, hasta el punto de observar su propia necesidad de ser amado y
de amar, y descubrir que esa relación era necesaria para su propio
autoconocimiento, pero que aún no estaba listo para una relación
consciente, basada en el amor, no en la necesidad de sentir amor.
Cuando
la relación acabó no sintió el deseo de hallar a otra persona que
sustituyera a la anterior, le dolió la separación, pero la
entendió, era lo que tenía que ocurrir porque ninguno de los dos
estaba preparado para que fuera de otra manera. No hay culpables, ni
cobardes, sólo inconsciencia, sólo aprendizajes. Somos como niños
que juegan a ser adultos, experimentan en la amistad y en el romance,
en las jerarquías del mundo laboral, en la sociedad en sí misma.
Ahora
que está solo, disfruta de esa soledad, busca dentro de sí mismo a
su “alma gemela”, a su Ser, encuentra lo que anhela en su
interior, reconoce su parte femenina en sí mismo, se reconoce a sí
mismo, se siente completo, no hay ya más necesidad de buscar ahí
afuera, se siente pleno y preparado para compartir el amor que hay
dentro de él y que le nutre. Se siente sabio, fuerte, sereno, seguro
de sí mismo.
Entonces,
sin esperarlo, aparece una mujer, que también se halló a sí misma,
se conocen, se descubren con paciencia, con amor, sin que las mentes
se interpongan, sin prejuicios, sin arquetipos que se interpongan, se
ven realmente como son, y se aceptan, se aman, y comienzan a
compartir un camino, como compañeros, amantes, amigos, en una
relación consciente...
Así
debería ser para todos, porque sólo así realmente, la experiencia
se convierte en algo divino, en algo que nos eleva, que nos empuja a
ser lo mejor de nosotros mismos, en la compañía de alguien que no
se olvida de sí mismo, que no exige al otro algo que no puede ser, y
que avanza de la mano de su pareja. Ninguno sobresale por encima del
otro, son compañeros, no se completan el uno al otro, porque cada
uno es un ser completo, pero sí que son el uno para el otro un
complemento maravilloso.
En
definitiva, debemos aprender a amarnos y relacionarnos con nosotros
mismos antes de ser capaces de amar a otra persona en pareja sin que
esa relación sea tan sólo una estación más en nuestro viaje en
esta vida.
Un
compañero o compañera del “alma”, es aquel o aquella que viaja
en el mismo tren que nosotros, a nuestro lado, durante todo el
trayecto, pero a veces no somos capaces de verlo y reconocerlo hasta
que no somos conscientes de nosotros mismos. Tanto esa “alma
gemela” como nosotros, vamos experimentando a través de nuestras
vivencias, relaciones, ect. En un proceso madurativo, transformador y
consciente, que no todo el mundo es capaz de alcanzar, sin embargo,
es extrictamente necesario ser conscientes para reconocernos y
reconocer a los demás. Mientras tanto, todas las relaciones nos
sirven para crecer, para aprender, para experimentar qué es el amor
y qué no lo es, quiénes somos, qué somos y qué no somos, pues son
un espejo para mirarnos y descubrirnos, son capítulos de nuestra
historia, mientras que el “alma gemela”, ese compañero o
compañera cuyo amor es consciente e incondicional, está con
nosotros durante toda nuestra historia, como un lector invisible que
nos va leyendo mientras vamos escribiendo las palabras de nuestra
novela personal. Un amor pasajero que te acompaña para crecer, es un
episodio de tu libro, pero tu amor verdadero está presente en todo
lo que tú eres, escribe contigo tu historia, está en tu tinta, en
tu alma, porque siempre está dentro de ti, y cada letra eres tú y
es ella.
Tu
alma gemela eres tú...y cuando hallas a una persona que al mirarla
ves en sus ojos a tu propia alma, ya la has encontrado.
Esa
sería mi respuesta a esa pregunta realizada por aquel hombre, no
dejes que el invento de tu mente te ciegue y te llene de
desesperanza, de necesidad y de dependencia, sé consciente de lo que
buscas y anhelas, y cuando seas inmune a lo que tu mente elucubra y
crea, lejos de lo que tu Ser es, todo se transformará a tu
alrededor. La necesidad se acabará y comenzará la libertad.
Arael
Elämä.
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