No
sabemos lo que el otro ha sufrido, o lo que siente en su presente, no
sabemos si es feliz, o si el dolor rige en su vida, no sabemos si sus
miedos se apoderan de su caminar solitario, o si por el contrario,
sus pasos están guiados por su alma sabia, conocedora de los grandes
misterios que encierra el ser humano...
Ayer
era frágil, triste, y esquiva de mi propia naturaleza, era una
persona dormida en el temor de ser ella misma, era sumisa a lo que la
sociedad imprimía en mí para poder ser una más, otra aceptada por
cumplir con lo que la mayoría cumple, bajo las normas establecidas
que nos manipulan a todos bajo la esclavitud invisible que hemos
creado por separarnos de lo que somos en realidad dentro de
nosotros...
No
era tan distinta de lo que eran los demás, aunque yo me sentía una
persona inadaptada por cómo me sentía dentro de mí, por mi
profundo mundo interior, que trataba de ocultar tras varios intentos
de compartirlo y ser excluída, maltratada, repudiada por mentes que
no comprendían lo que expresaba...tal vez reflejando mi propia
incomprensión hacia lo que me rodeaba...
Con
el tiempo la vida lo pone todo en su sitio, tras varias experiencias,
cada cual las que necesita para despertar de su letargo, de pronto
abres los ojos y te das cuenta de cuántas veces has tropezado,
muchas con la misma piedra, mismo patrón de comportamiento, mismo
resultado, o parecido.
Pero
te das cuenta de que ese no es el camino, de que algo falla en tu
forma de proceder en la vida, y comienzas a cambiar algo en ti, o tal
vez, sencillamente, un mecanismo de transformación interior se pone
en marcha.
¿Qué
persigo en la vida? Casi siempre mi respuesta era “Amor”... pero
no amor romántico, sino amor, respirar amor, ser amor... Sin embargo
me sentía ridícula, ingenua, absurda, ante un mundo lleno de fieras
salvajes, inocente e ilusa soñadora en peligro ante lobos y leones,
y me refugiaba en mi cueva, solitaria, envuelta en mi nostalgia,
escribiendo en decenas de cuadernos cómo me sentía, cómo mi vida
era un sin sentido total...
Las
personas me parecían muros inquebrantables y su superficialidad me
dolía, pues yo buscaba profundidad.
Me
rendí y me conformé, me intenté adaptar y casi, casi lo logré,
pero algo dentro de mí creció con fuerza para eclosionar, para
explotar, para desvocarse, para demostrarme que lo que había en mí
no podía ocultarse, que debía dejar de sentir miedo a ser lo que
soy... tal vez siguiera siendo ilusa ante los ojos de otros, pero no
podía serlo ante mis propios ojos, debía amarme, amarme de verdad y
para eso debía descubrir lo que es en realidad el amor...
Aprendí
que si miraba en mi interior, si me observaba con atención, podía
ubicarme en mi presencia, sentir la vida latiendo, fuertemente, amar
desinteresadamente, perder el miedo, aprender de mis reacciones, de
mis temores, de mis dudas, de mis anhelos...
Y
descubrí así, que no soy tan diferente de los otros...
Tal
vez la diferencia resida en el permitir SER uno desde dentro de uno,
o no permitirlo, tal vez lo que me hace distinta de otros es que he
hallado mi alma en mí y me he enamorado de ella eternamente...
Cuando
absorta en mí misma me sorprendo de mis complejos, una luz especial
emerge y se posa en mi corazón, me habla con sensaciones, con
silencios que expresan lo que no pueden transmitir las palabras, me
envuelve dulce en su cálida transparencia enamorada, sí, enamorada
de mi esencia real, enamorada de lo que soy en mí misma, sin
porqués, sin explicaciones...
Y
ese amor, que es esa maravillosa luz etérea, me enseña cada día,
en cada momento, en cada lágrima derramada, en cada temor vivido, en
cada desengaño, en cada enfrentamiento con esa parte difícil de la
vida, que la verdad, la única verdad, es que existo, que soy, que
siento, y que lo que pienso es sólo una ilusión, imaginación
subjetiva, espejismo, mentira, conceptos que moldea la mente para
aprender de lo que nos muestra la vida, sin embargo, el corazón, la
esencia divina que somos, esa chispa de luz, esa estrella que habita
en nosotros dentro de este receptáculo humano, es puro y
magnificente amor, amor que si mirásemos con atención borraría
todo el dolor que hemos sufrido, para que sólo fuéramos capaces de
contemplar con ternura lo aprendido...
Y
si nos damos la vuelta y miramos hacia atrás podemos entonces darnos
cuenta de que no hemos amado de verdad, sino que hemos mendigado amor
por necesidad, por no saber hallarnos a nosotros mismos ahí, en ese
punto increíble, ese amor que somos nosotros mismos, eterno,
imposible de entender, pues el amor no se comprende, se siente, se
ES...
Como
la mayoría, quise que me demostraran que me amaban, quise que me
amaran como yo deseaba, quise que me necesitaran, quise que el
romanticismo me colmara de magia, de besos, de miradas, de abrazos
fieles y entregas ilimitadas... Quise que me dieran lo mismo que yo
daba...
Y
hoy, que me miro en el espejo de mi alma, sé que eso no es amar, no
es amar el esperar ser amada, sino el amar sin esperar absolutamente
nada...
El
pasado es un gran maestro, el futuro es algo que estamos
construyendo, el presente, el presente es el momento justo para
darnos cuenta de que estamos existiendo, que somos seres perfectos,
que somos el hoy del mañana y del pretérito...y que tenemos la
oportunidad de sabernos ser, de amarnos, de ser ese amor que
deseábamos que nos dieran otros, pues eso que sentimos cuando nos
enamoramos es sólo nuestro, parte de nosotros mismos, no lo provoca
el otro, lo provoca nuestra esencia, lo que somos, lo que seguiremos
siendo...
Y
al ver que ese amor nace de lo más profundo de mí, de mi alma, y
que embriaga a todo mi cuerpo, he entendido que si yo amo es porque
yo puedo, y no he de esperar que otro me devuelva lo que siento, no
es necesario que me demuestre su amor, porque sé que todos lo
tenemos dentro...
La
verdad es tan insólita que nadie podría creerlo, el ser humano es
amor, amor en su ser verdadero, pero decide si quiere o no quiere
saberlo, experimentarlo, expresarlo, o decide si prefiere refugiarse
en lo contrario...
Los
opuestos, la dualidad, forman parte de los seres humanos, y dentro de
ellos, unos deciden ser amor y otros miedo, unos dulzura, otros
agresión, unos sabiduría, otros olvido y temor, unos aprendizaje y
consciencia, otros desolación... Podemos vivir hacia afuera, siendo
sólo la superficie, o hacia adentro para darnos desde lo que somos
hacia los demás, sin miedo, para amar de verdad, sin temor...
El
regalo más grande que me he hecho ha sido encontrarme a mí misma,
hallarme, saberme, explorarme, aceptarme, respetarme, y fluir desde
mi alma sin miedo a ser como soy..
Cometo
errores, errores que en realidad son maneras de aprenderme, de
investigarme, de darme cuenta de lo que aún debo integrar en mí, y
sé que debo agradecer a otros por ayudarme a comprenderme a través
de lo que me han aportado.
El
regalo más impresionante que he recibido, ha sido el que me han
otorgado los demás, a través de las experiencias compartidas, me
parecieran buenas o malas, pues en realidad sólo mi yo conceptual y
mental necesita etiquetarlas como tales, mi alma sólo sabe que lo
vivido fue preciso vivirlo para descubrirme y hallarme.
El
regalo más sagrado que yo estoy aprendiendo a dar a otros y a mí
misma, es amar desde lo más intenso de mi interior, sin
expectativas, sin pedir nada a cambio, sin miedo a sufrir, sin
condiciones que imponga la mente, en definitiva, amar desde el amor.
Sólo
sé que no voy a exigirme, ni a reclamarle nada a nadie, aún sigo en
esta vida aprendiendo a saberme y conocerme, y en ocasiones aún me
hallo en esas reacciones tan humanas y perfectas para seguir
aprendiendo de mí, de lo que soy, de lo que doy, de lo que aún
espero...
Paradójicamente,
aprender a ser yo me ayuda a comprender a otros...
Algún
día, cuando me alcance, podré alcanzar también a la otra parte de
mi energía, de mi esencia, en otro ser humano anclada, y sé, que
sabré amar de una forma clara, no contaminada, para empezar de cero
una vida real, vivida desde la verdadera esencia de las almas, almas
que experimentan el amor y las emociones, las ideas, los conceptos,
el pensamiento, desde lo que significa ser un ser humano, un ser
humano que debe reubicarse en la naturaleza para recordar cómo ser
consciencia equilibrada en este mundo, en simbiosis con el todo, en
unión, en la inteligencia real del amor que mueve los hilos como si
de casualidades se tratara...
Nada
es casual, no existe eso, el azar no es más que el resultado de esa
inteligencia elevada llamada Amor, que une o desune, que ata o
desata, según lo que precisa cada uno de nosotros para
reencontrarse, para despertarse, para llegar hacia ese lugar que
desconoce: su propio ser, su sabiduría y su alma...
El
camino que recorremos en la vida lo solemos hacer distraídos, sin
mirar el paisaje, con la prisa de las obligaciones que nos imponemos,
tales como trabajar para pagar las facturas, para comprar más cosas,
para conseguir el coche de tus sueños, comodidades, para tener
prestigio o fama, para ser reconocidos por los demás, para encontrar
el amor, la pareja perfecta, un hombre atractivo, guapo, una mujer
escultural, preciosa... pero no nos detenemos ni un segundo a
escuchar esa voz que hay ahí dentro, ni miramos lo que nos rodea
para saborear el momento, ni observamos qué pasa dentro de
nosotros...
Y
cuando conseguimos la casa, el trabajo perfecto, el coche, el
arquetipo de pareja que está de acuerdo a lo que consideramos bello
y adecuado, el estatus social, el prestigio... de repente un día
paramos y un gran vacío se apodera de nosotros... y si no somos
capaces de darnos cuenta al detenernos, la vida se encarga de
arrebatarte todo lo conseguido para que te des cuenta de que habías
depositado todo tu ser en lo externo, y al desaparecer ante tus ojos,
nada tiene sentido, porque eres tú mismo el que se ha perdido...
Me
encontré...y ahora sé que sin mí, sin mí sí que nada tendría
sentido...
Ese
es el regalo, tú mismo eres tu mayor regalo, ámate, siéntete,
exprésate hacia el exterior como una rosa que florece, ama desde ti
mismo, con todo tu ser, permite que esa inteligencia superior te guíe
hacia tu felicidad interior, igual que la abeja sabe dónde está la
flor, estando en conexión con su esencia, con el plan divino
establecido por encima de todo, puedes compartirte, regalar tu amor
con un sólo gesto, una mirada o una sonrisa, y permítete saber en
qué forma deseas expresar el amor que hay en ti...
Mi
regalo para ti es amarte incondicionalmente...a través de esta
reflexión...
Enamórate de ti mismo, de ti misma...de tu alma...Sé amor...y serás tu mejor regalo...
Enamórate de ti mismo, de ti misma...de tu alma...Sé amor...y serás tu mejor regalo...
Arael
Líntley
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario...