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Los relatos del blog están divididos en varios títulos genéricos que son "Reflexiones", donde hallaréis escritos espirituales y reflexivos, "Una mirada al Alma" donde podréis leer historias muy profundas de crecimiento personal, del alma, "El Romántico Obsoleto", que cuenta con relatos de humor, irónicos, historias de la vida cotidiana del ser humano, "Diálogos", que son como la palabra dice, conversaciones que suelen ser muy profundas y espirituales, y por último he publicado tres capítulos de una de las novelas en las que estoy trabajando "Alma Cristalina". Disfrutad con todos ellos y compartidlos si os animáis a hacerlo para ayudarme a difundirlos.

Gracias por leerme, bendiciones a todos.

sábado, 28 de diciembre de 2013

UN ENCUENTRO PECULIAR

Cada vez que tengo ocasión voy de visita a mi ciudad natal para saciar la añoranza que siento de pasear por sus calles, ver el mar, sentir esa especial energía que contiene en sí misma, y sentir la mágica y extraña cercanía de la presencia humana de mi llama gemela, como si al ir allí la sintiera más, con más fuerza. Siempre creí que estaba en algún lugar de mi ciudad, o que venía de visita con frecuencia, por eso le busqué durante un tiempo hace ya muchos años, basándome en su aspecto físico, ya que en sueños lo había podido ver con bastante claridad, pero nunca tuve éxito, y con apenas veinte años ya había sufrido demasiado su ausencia. Tomé la decisión de olvidar mis anhelos, de desconectar de mi esperanza de hallarle, y me convencí de que era todo una fantasía, abandonando mi conexión onírica y etérica con él, para poder experimentar el amor en el plano físico, con una persona que pudiera hacerme sentir la maravillosa sensación de estar enamorada de alguien “real”.
 
Lo cierto es que Barcelona es un lugar que contiene en sí mismo algo que no se puede explicar, es una personalidad propia que me encandila y me maravilla, aunque no es la unica ciudad que lo hace, sin embargo es la que me vio nacer y eso la hace ya más especial.

Ayer estuve de nuevo allí con dos buenas amigas con las que me reuno en un punto intermedio entre donde yo vivo y donde ellas viven, y así nos ahorramos tener que viajar más de tres horas para vernos.
Aun así, para vernos, las tres tenemos que ir en tren hasta el centro de Barcelona.
A veces, en estos viajes, pueden ocurrirnos hechos insólitos, tal vez muy simples para algunas personas, pero para mí son significativos, quizás porque soy "complicada", como algunos dicen, y pienso o analizo demasiado las cosas, o porque mi alma las ve de una manera diferente.
UN ENCUENTRO PECULIAR


Salgo de casa y tomo un autobús para llegar a la estación del pueblo donde vivo ahora.
El viaje en tren es para mí muy placentero, me siento libre, es la sensacion real que comporta el dejarse llevar, mientras observas el precioso paisaje que envuelve la mágica montaña de Montserrat. Por la ventana me quedo embelesada mirando el cielo, cubierto de nubes que parecen haber sido pintadas en una magestuosa obra de arte, y contemplando los árboles, que contienen en sí mismos la esencia de la vida perfecta, su conexión con el cielo y la tierra los hace increíbles, están dotados de la fuerza de la naturaleza y de la capacidad de darnos la vida que ellos mismos desprenden al estar en simbiosis con las energías de la madre Tierra y del Universo.

El sol me deslumbra y me llena de vida y de entusiasmo, cierro los ojos y me transporto, es como si me uniera con todo lo que veo y con todo lo que me fascina, y me entregara a su belleza en un intento de experimentar lo que es estar ahí fuera, siendo árbol, siendo bosque, siendo montaña, siendo cielo, siendo luz...
Nadie me está observando, estoy sola en esa parte del vagón del tren. Al abrir mis ojos, de pronto los árboles se manifiestan ante mí como si de alguna manera todo su color tomara vida, y me asombro al ver la luz que desprenden, una luz que antes no había sido capaz de captar.

Prosigo mi viaje, escuchando a mis músicos preferidos, piano, violín, y alguna melodía cantada por algunos cantantes italianos que me conquistan con su profundidad y su romanticismo.
Ya casi llegando a mi estación, un hombre de apenas treinta años, se acerca a los viajeros depositando a su lado un paquete de pañuelos de papel con una nota donde explica que está al cuidado de sus hijos y se gana la vida así.
No soy una persona con capacidad económica suficiente como para donar el poco dinero que llevo, al contrario, podría ser yo misma quien se viera obligada a hacer algo semejante, sin embargo, no puedo permanecer inamovible ante la necesidad de otros, por poco que pueda, algo tengo que dejarle y al fin y al cabo, los pañuelos son útiles siempre.
Así que abro mi bolso negro con dibujos dorados, busco mi pequeño monedero, y encuentro unas monedas en él, quisiera darle algo más, deseo poder dar más, pero no puedo, así que sencillamente le deseo lo mejor, como si en esa pequeña moneda pudiera dejar impregnada una bendición para que las cosas en su vida tomen otro rumbo.
Ni siquiera me planteo ya si miente o no miente, si nos engaña a todos con su aparente tristeza, no me importa, al fin y al cabo, para mi alma es un acto despreocupado, el dinero no es lo primordial, aunque en este mundo lo hayamos creado como algo necesario para subsistir.
Al cabo de unos minutos, el chico se acerca y yo le doy las monedas, recoge algo más de otras personas y, para mi sorpresa, se sienta frente a mí mirándome de una manera intensa.



Me fijo en sus ojos penetrantes y claros, aunque de un color que no sé definir, diría que son verde ocre, mirada limpia, si bien refleja la sutileza de una astucia aprendida a través de la miseria de una vida difícil, su rostro es bello, muy bello, de piel morena, pelo negro, labios gruesos y bien definidos, aspecto agradable.

  • ¿Cómo te llamas? -me pregunta con cierto acento extrangero que no acabo de indentificar debido al ruido del tren.
Mi mente empieza a cavilar intentando defenderse de lo que no comprende. No sé si darle mi verdadero nombre o inventarme uno, al fin y al cabo es un desconocido que se ha sentado delante de mí sin venir a cuento, sin embargo al final se lo digo con total tranquilidad, aún sorprendida por la situación creada.

  • Yo me llamo Marius, - me dice tomando mi mano derecha y besándola- tengo dos hijos, mi mujer murió hace dos años en un accidente de coche y me he visto obligado a trabajar haciendo esto. ¿A qué te dedicas tú?
  • Pues no tengo un trabajo muy convencional, a parte de escribir, suelo ayudar a otros a ayudarse y a encontrarse consigo mismos, saber quiénes son y guiarles en su reencuentro con su alma y consiguiente reconocimiento.

  • Es interesante- me dice con un gesto de incomprensión en su hermoso rostro. ¿Y tu marido trabaja?.

Comprendo entonces la naturaleza de la verdadera intención de su pregunta, aunque no deseo juzgarle, así que no me importa, le contesto con la verdad.
No oculto lo que soy y cómo soy, aunque ante un extraño se me hace raro estar hablando abiertamente sobre mi vida personal y también escuchar la suya. Sé que quiere continuar la conversación más allá de ese encuentro en el tren, lo siento en él, puedo leerlo en su mirada.
  • Así que estás sola y tienes dificultades como yo. 

  • Es lo que tengo que experimentar, lo acepto, pero sé que yo soy la única que tiene el poder de cambiarlo, todos podemos cambiar nuestro futuro, sólo hay que dejar el miedo a un lado.
  • Y ¿cómo se hace eso? 
  • Alguien me dijo una vez que el miedo es la respuesta de nuestro ego ante las situaciones que no podemos controlar.
  • ¿Y cómo controlarlas? Creo que para dejar de tener miedo tenemos que poderlas controlar, ¿no?

  • Ese alguien, me dijo que no se trata de buscar la manera de controlarlas, sino de soltarlas, de dejarte llevar y aceptar que no es posible hacerlo, convencer al ego de que no es su responsabilidad hacerlo.
  • ¿Y eso cómo se hace?
  • Fluyendo con la vida, como el río fluye por su cauce.
  • No entiendo muy bien eso.
  • De ti depende actuar o no, esconderte o enfrentarte, aprender o estancarte, crear un futuro diferente o quedarte en el pasado, hablarte con la verdad o mentirte, avanzar o retroceder, quedarte inmóvil o moverte... Cuando te dejas llevar por lo que tu espíritu le dicta a tu alma y te dejas llevar por ella, estás fluyendo con la vida, y cuando fluyes, todo es posible, y de pronto actúas cuando debes actuar, te enfrentas a lo que te debas enfrentar, aprendes de tu pasado y creces, creas un nuevo futuro diferente del que creías que tendrías, te mueves avanzando hacia tu vida, hacia tu elevación personal y espiritual.
  • Vale, creo que quieres decir que para que mi situación cambie tengo que cambiar yo, ¿no es así?
  • Sí, aunque así lo has simplificado mucho, pero es un comienzo.
  • Comprendo, me has hecho pensar en algo que nunca había pensado, aunque no veo el modo en que pueda cambiar como tú dices.
  • Me alegro mucho, me gusta haberte hecho pensar.
  • Perdóname – me ruega uniendo sus manos en ademán de pedir disculpas- perdóname por hacerte esta pregunta, ¿quieres tener una relación de amistad conmigo? ¿Me das tu número?
Entiendo la motivación de su pregunta, y entiendo que no hay mala intención en ella, pero no sé qué puedo ofrecerle, no sé cómo puedo ser su amiga, no sé cómo puedo unir mi mundo al suyo, en realidad, este encuentro ha sido algo así como el tropiezo fortuito de dos seres que viven en dos realidades muy diferentes, pero mi alma sabe perfectamente que las casualidades no existen, que nadie aparece en tu vida sin motivo alguno, que este cruce de miradas y palabras ha sido importante de alguna manera en nuestros caminos. Sin embargo, estoy descolocada, no sé qué decirle, por un momento dudo si darle mi número o no dárselo, pero me siento incómoda, mi alma me dice que no es necesario, que lo que teníamos que comunicarnos ya lo hemos hecho, así que, sencillamente se lo manifiesto así.
  • No es necesario, pero te agradezco tu interés.

En ese momento ya llegamos a la estación donde tengo que bajar del tren, él baja conmigo.

  • Encantado de conocerte -me dice con sinceridad.
  • Encantada también -le digo después de que me dé los típicos dos besos en las mejillas- espero que todo te vaya bien en la vida, Marius.
  • Gracias, de verdad, gracias por estar conmigo hablando.
  • De nada, ha sido un placer, gracias a ti.

Continuo mi camino hacia el exterior del túnel, todavía sorprendida por lo que me ha ocurrido con ese hombre, a veces estos sucesos me asaltan cuando menos lo espero, no es esta la primera vez que me ocurre algo así, de hecho, ya me ha pasado antes, y aun así no dejo de desconcertarme. Pero no ando buscando el amor, ni tampoco busco amigos, porque pienso que tanto una cosa como la otra llegan de manera espontánea, y reconozco muy fácilmente cuándo mi alma siente amor y amistad, cuándo hay algo más que una conexión temporal entre dos personas que se han cruzado en la senda que transitan. Hay hombres y mujeres que llegan a nuestros mundos para quedarse, otros sólo lo hacen durante un tiempo medio, y otros están sólo unos minutos o segundos ante ti, pero el alma es sabia y siempre te da las respuestas que necesitas. Ella, mi alma siente el amor fraternal con suma facilidad, pero el amor romántico o el de amistad es otra cosa, no lo siento por cualquiera, no conecto con cualquiera.
Por eso siempre escucho a mi alma, incluso en ese tren y en esa extraña situación.

Salgo ya al exterior, ya me he puesto mi gorro turquesa de lana, mi abrigo negro, y puedo contemplar ante mí la magnífica imagen de mi ciudad. Un tumulto de gente cruza la calle y se dirige hacia mí, yo camino ensimismada, engalanada con la esencia que respiro y que proviene del alma de Barcelona. Camino feliz, conectada con mi ser, asombrada por todo lo que veo, la fuente, los adornos, la grandiosidad de lo que me rodea. La gente se mueve con rapidez y yo me siento como si fuera un personaje que ha llegado a una película a la que no pertenece, como si me hubiera colado en ella para observarlo todo, cada detalle, cada partícula de lo que está ahí, a mi alrededor. Mis pasos son lentos, seguros, firmes, estoy contenta, feliz...me siento plena, pero esta vez me cuesta notar la energía de mi llama gemela, tal vez por la multitud de gente, me entristece un poco, a pesar del tiempo transcurrido aún debo descubrir cómo hacer para no sufrir su ausencia física, para acostumbrarme a ella, pero desde que resurgió en mí la esperanza de hallarle volvió con fuerza el anhelo, así que, me esfuerzo por ser fuerte y seguir adelante sin él, con el impetuoso clamor de mi alma por avanzar y elevarme más y más. Aprenderé a vivir como un ángel con una sola ala, y volaré de todas formas...

Allí las veo, son mis amigas, están esperándome, me acerco a ellas, las abrazo con todo el amor que mi alma desprende en ese momento, ya estamos juntas, ¡que empiece el espectáculo!...

Continuará...

Arael..

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