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Los relatos del blog están divididos en varios títulos genéricos que son "Reflexiones", donde hallaréis escritos espirituales y reflexivos, "Una mirada al Alma" donde podréis leer historias muy profundas de crecimiento personal, del alma, "El Romántico Obsoleto", que cuenta con relatos de humor, irónicos, historias de la vida cotidiana del ser humano, "Diálogos", que son como la palabra dice, conversaciones que suelen ser muy profundas y espirituales, y por último he publicado tres capítulos de una de las novelas en las que estoy trabajando "Alma Cristalina". Disfrutad con todos ellos y compartidlos si os animáis a hacerlo para ayudarme a difundirlos.

Gracias por leerme, bendiciones a todos.

jueves, 12 de mayo de 2016

ALMA CRISTALINA - CAPÍTULO 1 - EL COMPOSITOR Y SU PROMETIDA


Ella, frágil, de aspecto descuidado, de alma intensa, de aroma fresco a jazmines y rosas, de mejillas sonrojadas por su tímida empatía con la vida, permanecía allí, inmóvil, observando a aquel hombre torpe, caballeroso y conquistador, elegante, aunque sencillo, de cabello lacio y negro, de ojos azules, profundos, que se rodeaba de mujeres atractivas embelesadas por su sonrisa, por su talante, por su aire de seductor.
Ella, es decir, Marcela, no lograba apartar su mirada de él, tal vez porque ninguna mujer era inmune a sus encantos. Pero ella sabía que había algo más que la atraía hacia él, pues conocía los misterios que hay en las almas de otros, y desde su perspectiva, desde su extraña habilidad que la acompañaba desde siempre, se adivinaban los ocultos misterios entre los destellos de aquellos ojos que cautivaban a todas aquellas damas acicaladas, vestidas de forma ostentosa para la ocasión.
Un compositor como él no podía ser descortés ante todo un tumulto que esperaba su autógrafo, o alguna dedicatoria especial, además de ser halagado y venerado, ante la vigilante y recelosa mirada de su prometida, la ilustre señorita Vanessa Montalbán, hija del gran empresario Mario Montalbán, un hombre recio y severo, que la había educado entre caprichos y lujos, lejos de su amor de padre, convirtiéndola así en una mujer posesiva y dependiente, carente de compasión, egoísta, quien apenas soportaba  a las ansiosas mujeres que asistían a aquellos eventos en los que su pareja se convertía en el hombre más deseado y codiciado por las demás féminas, que para ella eran sólo la competencia, una abrumadora nube de posibles sospechosas que la llevaban a obsesionarse con la idea de que su prometido le fuera infiel.
Aquella mujer, que en realidad era un alma indefensa, propensa a la neurosis, necesitada de cariño, inspiraba en Marcela cierta compasión, tal vez porque también podía leer en sus ojos la desesperación y el miedo de perder lo más valioso para ella, su gran amor.
El nuevo disco de Jan Sinclair, era una obra de arte. Su música era capaz de acariciar lo más profundo de una persona. Tiempo atrás, cuando todavía nadie le conocía, solía componer de noche, tras su jornada laboral, dispuesto a llegar a ser conocido, para así cumplir su gran sueño.
Las estrellas le inspiraban, sus historias de amor, sus ideales, y su imaginación era el punto clave para darle vida a lo que su alma era capaz de cantar en formas claras y hermosas, melodías creadas con una mezcla de amor, tristeza, profundidad y agonía.
Marcela amaba su música, y desde aquel día en que le vio, supo que también le amaba a él, porque reconocía lo que su alma emanaba desde lo más profundo de su ser. Deseaba mirarle de cerca, contemplar su sonrisa, sus ojos, saludarle, escuchar su voz, a pesar de que no sabía cómo acercarse, cómo presentarse allí, cómo atravesar la gran barrera de mujeres que le rodeaba y cómo protegerse de la compañía guardiana de su pareja, pues todo aquello impedía que ella, una sencilla camarera contratada para aquel evento, lograra llegar hasta él.

- Anda, no te de vergüenza, llévale una copa de champany, salta toda esa cola de mujeres bañadas en perfume caro y con tres kilos de maquillaje y demuéstrale que tú vales más que ellas - le instó Patricia, su compañera, al pasar por allí.

- ¿Estás loca? - reclamó ella susurrando - tiene pareja, ¿no lo ves?

- No es su gran amor, estoy segura, - afirmó Patricia. - créeme tengo buen ojo para saber esas cosas.

- De todas maneras, se merece mi respeto, y además, yo no he venido aquí para ligar con él, sólo he venido a trabajar.

- Claro, por eso pediste venir a este evento a pesar de que no te tocaba trabajar este sábado - le dijo su amiga mientras se iba sonriendo de allí.

Marcela sólo deseaba conocerle, por su admiración hacia él, pero no imaginaba que sentiría aquella extraña sensación dentro de ella, aquel escalofrío que recorría su corazón con fuerza y que intentaba controlar sin apenas lograrlo...
La sala estaba llena de gente hablando, riendo, bebiendo y comiendo, pero había llegado la hora de escuchar la música de Jan.

Un grupo de músicos había estado preparando un par de piezas de su nuevo disco y tocarían en su honor en breve en la sala Atenea, justo en la zona oeste del hotel. Así que su jornada laboral estaba a punto de finalizar, pues en aquella sala no se servirían más canapés, ni más bebida, y era la fase final de aquel evento.
Se aproximó a un grupo de  distinguidas personas cuyas copas estaban vacías para ofrecerles más champany, mientras su mente no dejaba de intentar comprender lo que le estaba ocurriendo. Su corazón comenzó a acelerarse sin motivo, su frente sudaba, su pulso temblaba, y entonces una voz penetró en su alma, expandiéndose por todo su cuerpo, como si fuera la más bella música, como explotando en su corazón. Una voz que reconocía en su ser, que revoloteaba como miles de mariposas en su pecho: su voz.




- Disculpa, ¿puedo? -le dijo señalando una copa de su bandeja.

Sus ojos se quedaron clavados en los de Jan, llorosos, su corazón parecía haberse ensanchado, su respiración se había acelerado, y sus piernas flaquearon, cayendo repentinamente contra el suelo, ante la mirada atónita del compositor.

"Perfecto Marcela, ¿le tienes delante y te desmoronas? Eso es patético, ¡increíble!, ¡cómo puede haberte pasado esto!"

Sus pensamientos la acusaban de ser torpe y desafortunada, pero gracias a aquel incidente, pudo sentir el brazo fuerte de aquel hombre, ayudándola a levantarse, y ver su sonrisa tras comprobar que ella estaba bien.

-´¿Estás bien? -le preguntó.

- Sí, sí, lo siento tanto, perdón, gracias, creo que he liado una buena, en fin, ahora lo limpio todo, disculpe, no era mi intención....

- No te preocupes, creo que deberías descansar, no tienes buen aspecto.

- Gracias, así lo haré, ya casi es la hora de plegar.

- Bueno, espero que te sientas mejor. ¿Cómo te llamas?

- Marcela.

- Bien, Marcela, como veo que todas estas personas nos están mirando demasiado, ¿qué te parece si te acompaño a la terraza para que te dé el aire?

- Es que tengo que limpiar este desastre -dijo con voz temblorosa.

- Ya lo limpio yo, vete ahora mismo a la terraza -ordenó Patricia mientras se disponía a recoger los cristales.

- En ese caso, está bien.

"Por qué me meteré yo en estos líos, ¿ahora cómo voy  a controlar esto que siento?, se va a dar cuenta"

En la terraza la luna era una compañía extraordinaria, y el frescor de la brisa estival, acompañada del aroma marino.

- Por fin lejos de todo ese gentío, siempre he detestado este tipo evento, pero a mi novia le encanta todo esto..

- Vaya, pues, parecía que estabas disfrutando.

- Sólo estaba siendo amable, ya hace tiempo que me he acostumbrado a este mundo, no por Vanessa, sino por mi trabajo, he tenido que tratar mucho con este tipo de personas, gente que tiene mucho dinero y que disfruta gastando y realizando cenas y eventos como el de hoy.

- Pero ser famoso te supondrá eso ¿no te gusta?

- No exactamente. ¿Sabes? Yo lo que quiero es vivir de lo que yo amo, de mi pasión, pero no me gusta la fama, tampoco me importa demasiado el dinero, sólo quiero hacer lo que me gusta, y poderme permitir viajar, conocer mundo, trabajar en cualquier lugar, componer mi música mientras contemplo el mar en una isla paradisíaca, o mientras observo el cielo estrellado desde la cumbre de una montaña, no necesito mucho más que papel y boli, y la inspiración de mi corazón. Aunque mi teclado también forma parte de mí, y es cierto que me lo llevo allá donde voy, pero eso no es problema.

- Veo que lo tienes muy claro, pero, disculpa si me meto donde no me llaman, creo que a tu novia no le gusta mucho esa idea.

- No te disculpes, veo que te has dado cuenta de que Vanessa es una mujer de carácter fuerte, eso fue lo que más me atrajo de ella, es decidida y lucha por lo que quiere con uñas y dientes, pero tienes razón, ella quiere un hogar, hijos, y un estatus social que a mí no me dice nada.

- Pero seguro que podrás adaptarte.

- Eso es algo que aún estoy planteándome, de momento estoy viviendo el presente, ella aporta a mi vida la aventura que deseo, la pasión, el amor, y su mundo es interesante, aún lo estoy descubriendo y no deja de fascinarme, sin embargo, todavía siento ese vacío, esa sensación de que falta algo dentro de mí, algo que no sé cómo definir.

- ¿Por qué me cuentas todo esto? Solo soy una desconocida.

- No lo sé, pero  supongo que me siento cómodo hablando contigo.

Una mujer delgada, hermosa, de cabello rubio y trenzado hacia un lado, vestida de forma llamativa y elegante, se acercó justo en ese momento, con un aire de enojo disimulado.

- Ah, estabas aquí, amor mío.Ven, va a comenzar el mini concierto.

- Sí, preciosa, ya voy. Bueno, Marcela, ha sido un placer conocerte, espero que estés mejor. Hasta pronto.

- Sí, hasta pronto.

Y así , se desvaneció aquel hombre, extrañamente conocido, del que, en un segundo, se había re-enamorado su alma y había re-conocido su Ser.

E. Vera Vitae (Arael Elämä Araham)
El Romántico Obsoleto - 
Capítulos de la novela "Alma Cristalina"
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