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Los relatos del blog están divididos en varios títulos genéricos que son "Reflexiones", donde hallaréis escritos espirituales y reflexivos, "Una mirada al Alma" donde podréis leer historias muy profundas de crecimiento personal, del alma, "El Romántico Obsoleto", que cuenta con relatos de humor, irónicos, historias de la vida cotidiana del ser humano, "Diálogos", que son como la palabra dice, conversaciones que suelen ser muy profundas y espirituales, y por último he publicado tres capítulos de una de las novelas en las que estoy trabajando "Alma Cristalina". Disfrutad con todos ellos y compartidlos si os animáis a hacerlo para ayudarme a difundirlos.

Gracias por leerme, bendiciones a todos.

jueves, 25 de febrero de 2016

UNA MIRADA AL ALMA - PERTENECER



Y allí, tumbada en el suelo, con los ojos cerrados, sentí una gratificante sensación de pertenencia a algo inmenso, algo que me impactaba en el pecho, algo que me sobrecogía y al mismo tiempo me hacía sentir una impensable felicidad interior que crecía y crecía, envolviéndome por completo.

Al abrir los ojos, vi las estrellas que brillaban ante mí, lejanas, mágicas, misteriosas, mostrándome algo tan sencillo que mi mente torpe no conseguía comprender, y en cambio, mi corazón conocía a la perfección y se alegraba de un reconocimiento instantáneo que se estaba apoderando de mí.

Cada luz que brillaba en la oscuridad del cielo, parecía estar contándome una historia diferente, y a la vez similar, perteneciente a un mismo libro, como si cada parte de ese universo fuera un capítulo de una misma vida, un mismo ser, una misma existencia.

En ese momento lo entendí, yo formaba parte de esa existencia, de ese libro de la vida, de la consciencia, y nunca había estado apartada de ello, por muy sola que pudiera sentirme, jamás lo había estado en realidad.

La ceguera del ego me había bloqueado, no era capaz de ver la verdad, no necesitaba pertenecer a nada, ya pertenecía a todo.
Y si era así, no había carencia de nada, todo era amor y todo estaba amándose entre sí, pues era el amor lo que mantenía en unión todo lo que era, todo lo que es.

Por muy lejanas que me parecieran las estrellas, las sentía, mi corazón latía a su ritmo, era como si ellas me escucharan, como si yo las escuchara, como si un lenguaje sin palabras se hubiera establecido entre nosotras.
Entonces me puse a llorar de felicidad, sonriendo ante aquella belleza tan espectacular y agradecida de ser parte de ella.

No había nada que pudiera sentir diferente o mejor, sólo era la misma existencia en diferentes formas, y todas ellas me parecían hermosas.
Comencé a sentir el mar, aunque no estaba cerca, las montañas, la tierra, los ríos, los bosques, los animales, las plantas, las personas, y todo era lo mismo, nada era distinto, incluso la suave brisa que acariciaba mi cuerpo estirado en el frío suelo de mi terraza parecía estarme susurrando lo mismo, "yo soy tú"...

Y me alegré de poderlo experimentar, recordé que siempre había estado centrada en lo que no tenía, en lo que me faltaba, siempre buscando algo más para ser feliz, cuando en realidad lo tenía todo, absolutamente todo, ahí, dentro de mí, y por fin lo estaba viendo fuera, porque no había obstáculos, no había nada que me lo impidiera.

Cerré los ojos y observé mi universo, mis propias estrellas, mi propio mundo, hermoso, con su cielo oscuro que me permitía disfrutar de la luz fulgurante de los luceros que relucían palpitando suavemente, como si fueran notas de una gran melodía que se desplazaba dentro de mí.

Y ahí fue cuando percibí la música de la existencia, cada nota, cada parte de ella sonaba diferente, formando una melodía magestuosa.

¿Cómo podía ser eso?

El tintineo de las estrellas del cielo externo se estaba entrelazando con mi propia melodía, formando una danza increíble de notas, de sonidos preciosos que me invadían.
Así descubrí que cada alma de cada ser vivo, de cada consciencia de este planeta, o de otros, tiene su propia música, una que la hace única, única dentro del gran todo de la existencia, que es como una gran composición musical llena de sonidos diferentes y armoniosos, creados con amor y para el amor.

Sentirse parte de ello fue lo más bello que había experimentado, no necesitaba nada, estaba completa, feliz, extasiada, enamorada.

Olvidé por un instante la complejidad de mi mente, las ideas y pensamientos que solían bombardearme y destruirme, las emociones que me confundían y arrastraban hacia un abismo de sufrimiento y descontento, de falta de amor y comprensión.

Y me detuve en una música, una muy especial para mí como persona humana, pues la verdad es que, sin perder la percepción de que yo soy un alma encarnada en una mujer, había conectado con la gran existencia, con el todo, con su melodía sagrada, y podía sentirme humana y Ser a la vez, esencia y diosa, persona y espíritu, mujer y niña, era algo sublime.

Y esa música especial era la de alguien o algo que se entrelazaba con mi energía, como si su sonido y el mío fueran siempre al unísono, una nota doble, un hilo energético que estaba trenzado al mío, un corazón que latía al mismo ritmo que el mío, un gota de luz que bailaba con mi propia luz interna.

Reconocí que eso para mí era pura magia, y que si me dejaba llevar, podía experimentar algo que no lograría describir nunca. Así fue, pronuncié su música mientras pronuncaba la mía, y alcancé la supremacía del amor en una fusión que sólo podría comparar con la unión con la fuente, con el origen del todo.



Después de aquello, regresar a la vida mundana se me hizo complicado, hasta que al cerrar los ojos un día, me di cuenta de que nada había cambiado, todo era tal y como lo había experimentado, y que para continuar sintiéndolo, sólo tenía que permanecer en mi presencia, en mi presente, y no dejar a mi ego desplazarse de mí misma, yéndose hacia los pensamientos y alejándome de mi verdadera esencia, tan sólo tenía que ser, nada más, y observar al ego como un objeto creado que estaba ahí, un cúmulo de recuerdos, de ideas abstractas, de creencias inexactas, que nada tenían que ver con lo que yo era en realidad.

Las personas que me rodeaban se movían, como lo había estado haciendo yo antes, bajo los hilos de ese objeto que ellos mismos habían permitido que se creara, aceptando las normas, las creencias, las ideas, los pensamientos, las emociones ligadas a ellos, mientras yo observaba su sueño, y me daba cuenta de que también yo estaba en ese sueño, pero por fin siendo consciente de ello.

¿Cómo podría vivir ahora en un mundo donde no encontraba a nadie con quien compartir algo así? Creerían que había perdido la razón, y sería cierto, pues la razón no tiene nada que hacer ante la existencia, ante el Ser, la razón no es más que el convencimiento del ego de que sólo su realidad es verdadera y que cualquier intento de salir de la malla colectiva que llaman “verdad”, sería como un atentado a esa realidad ficticia y por tanto, un asalto a la razón del ego colectivo, una locura.

Así que regresé a ese mundo irreal, tratando de no llamar demasiado la atención, y reconociendo a aquellos que ya habían  despertando de su letargo, para así poderme relacionar de corazón a corazón, sin que interfiriera la mentira de los pensamientos antiguos, y permitiendo que el amor estuviera por encima de todo.

Llegué a sentir que Ser es sólo eso, ser, y ser no es pretender, es ver lo que te rodea como parte de una gran consciencia, y darte cuenta de que lo que es de una forma debe ser amado en la forma en la que es, por esa razón, las relaciones cambian cuando te entregas a la verdad de tu ser, porque te entregas a tu divinidad, a la divinidad de todo, y amas en la desnudez de tus creencias, sin expectativas, sin dolor, sin luchar, sólo siendo, sólo amando, sólo dejando que el amor fluya sin impedimentos.

Somos estrellas en un gran universo, somos notas de la partitura de la existencia, somos gotas de luz de un océano incandescente de amor...

Arael Elämä Araham....

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