-¿Estás
llorando?
-Sí
-¿Por
qué?
-
Porque me has acariciado...
- ¿Y
eso te hace llorar?
- Sí
- ¿Por
qué?
- Te
diré por qué, amado mío...
Porque
tu dulce caricia ha traspasado mi piel, ahondando en lo más profundo
de mi alma, tocando mi esencia con tu dulzura, besando mi cuerpo
entero, recorriéndome por completo, sin dejar absolutamente nada sin
cubrir con esa caricia... Porque tu contacto me ha devuelto la vida,
me ha rescatado del miedo, de la ausencia, del abandono, de la
soledad que cargaba a mis espaldas cuando te vi marchar hace tanto
tiempo... Porque tus dedos han dibujado en mi ser tu esencia divina,
marcándome para siempre con tu amor, con tu ternura, con tu deseo...
Y
ahora, mi dulce amor, ya nada podrá hacerme daño, porque ahora sé
que me amas...
- ¿Y
si esto sólo es un sueño?
-
Entonces soñaré siempre con este momento, amor mío, soñaré para
vivirte, para sentirte, para volver a sentir que me tocas, que me
acaricias, para volver a mirar tus ojos y ver en ellos ese eterno
amor que se oculta en tu alma, para dejar de extrañarte, para creer
que algún día, cuando el cielo se abra para cubrirnos con su don,
con su luz, ambos nos uniremos por fin, tras esta larga espera, esta
larga separación ilusoria, pues nuestros seres, vida mía, nunca se
separaron realmente, sólo decidieron experimentarse a través de
estos cuerpos para aprender a amar desde el olvido de quienes somos.
- ¿Y
por qué querría yo olvidarme de ti?
- Mi
amor, yo nunca quise hacerlo, igual que tú, pero ser humanos implica
no recordar quiénes somos y de dónde venimos. Pero yo siempre te
llevé en mi corazón, en mi alma, por eso siempre te recordé,
incluso en los momentos en los que parecía que podía perder la
cabeza por un amor imposible.
- ¿Y
qué ocurrirá si despertamos de este sueño?
- Que
volveré a extrañarte, porque mi condición de mujer me hace
desearte y buscarte, necesitar tu cercanía, y sin embargo, sabré
por la sabiduría de mi alma, que deberé seguir mi vida hacia
delante, experimentar otros amores, olvidar que una vez me
acariciaste, tal vez en un sueño, tal vez en un encuentro en algún
lugar cercano al cielo...
- Te
prometí que nos encontraríamos, ¿no me crees?
- Sí,
amor mío, te creo, pero eso no significa nada, es sólo como hallar
a una estrella fugaz que pasa frente a nosotros, la miramos, nos
enamoramos de ella un segundo, y luego la olvidamos y continuamos con
nuestras obligaciones mundanas, porque no somos capaces de entender
algo tan sublime. Nuestro amor no es un amor mundano, es un amor
divino, tal vez algún día estemos preparados para entenderlo y para
amarnos desde nuestro Ser, siendo hombre y mujer, pero para llegar a eso, debemos liberarnos de nuestras ataduras, dejar de ser personajes que se adaptan a las circunstancias de la vida social, para alcanzar nuestro verdadero ser, la esencia que encarnó en estos vehículos que nos proporcionan la vida terrenal, física, material.
- Pero sabes que yo te amo, siempre te amé, y que no existe separación, créeme, hemos venido para amarnos, no para olvidarnos, hemos venido para recordarnos y para unirnos, hemos venido a llevar a cabo nuestra misión, amar y expandir el amor desde nuestra unión.
- Sí, es cierto, mi amor, pero a veces el libre albedrío, ese que está en la personalidad, en el actor que se identifica con el personaje y que olvida quién es realmente, puede interferir en la misión. No voy a negarte que es doloroso para mi parte más humana aceptar esa posibilidad, no voy a mentirte, pero sí te diré que soy mucho más que esa emoción, que no me rendiré, y que si tengo que llevar a cabo lo que vinimos a hacer juntos yo sola, lo haré, aunque sea volar con una sola ala, porque entiendo que no es fácil enfrentarse a este mundo laberíntico y recordar a qué vinimos.
- ¿Crees que no recordaré? ¿Y si eres tú quien no recuerda?
- No lo sé, no sé que hay en tu mente, sólo sé qué hay en tu alma. Respecto a mí, tal vez aún no lo recuerde todo, pero cuento con ayuda, ¿por qué crees que puedo hablar contigo en este lugar sagrado?
- Yo también cuento con ayuda, lo sabes, esta misión es de ambos y ambos tenemos ciertas habilidades, yo también puedo ver más allá, igual que tú.
- Lo sé, es lógico, somos lo mismo, la misma chispa divina.
- Tengo que irme. ¿Estás llorando todavía?
- Sí.
- ¿Por qué?
- Porque me has besado.
- ¿Y eso te hace daño?
- No, pero me duele que hayas dejado de hacerlo, me duele la despedida, y también siento tanta felicidad que me duele el alma.
- Pues quédate con mi beso porque es para siempre, porque te pertenece, porque el beso de mi Ser al tuyo es un beso que sella un amor que va más allá de estas palabras. Cueste lo que cueste, tú volarás con dos alas.
Eva Bailón B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario...