ALMA:
Sentada
en un pedazo de cielo, pienso y recuerdo mi vida como humana, en lo
difícil que fue aquel espacio ínfimo de tiempo en el que viví en
el planeta Tierra junto a otras almas encarnadas.
No
se me olvida cómo te buscaba, cómo te sentía en mi corazón, así
como si dentro de mí hubiera algún tipo de dispositivo que te
localizara, y de hecho, lo había, te percibía, te podía ver,
porque no estábamos separados realmente ¿recuerdas?
Tú
andabas tan perdido buscando y yo tan desesperada esperándote, era
todo tan complicado, y a la vez hubiera sido tan sencillo si los
velos del olvido no hubieran impedido nuestro reencuentro, nuestro
reconocimiento mutuo.
Pero
aquellos seres humanos no éramos nosotros, no, sólo eran una
porción de lo que somos en verdad, una nimia fracción de lo que
ciertamente somos los dos.
Aún
siento el eco de mis lamentos al hallarte, al mirarte de lejos y
sentir la indiferencia causada por tu amnesia de quién eras, más
allá de lo que quisiste ser como persona, como hombre humano.
Y
en la confusión, ambos nos dimos la vuelta, por miedo, por dolor,
por desasosiego...
Aunque
los finales allí abajo a veces son imprevisibles, y lo que ocurrió
finalmente fueron un sinfín de resultados a la vez, un abanico de
posibilidades que se transformaron en una hermosa fusión que no sé
si se dio o no, porque depende de si lo observo desde aquí arriba, o
lo recuerdo con la percepción de quien era en aquel pequeño
receptáculo de mujer humana.
Ahora,
este ser que soy, esta mente desencarnada, te contempla enamorada, y
rememora las sensaciones vividas y experimentadas, para asumirlas,
procesarlas y valorarlas....
Ahora,
este ser que soy, abrazada entera a tu ser, entregada, sin ausencia,
sin dolor, sin la presencia humana, puedo discernir mis confusiones,
mis temores, mis anhelos, mi desconsuelo por la mentira que
representa la matrix donde nos movíamos ajenos a lo que éramos,
ajenos a la proximidad que nos separaba, ajenos a lo que nos unía,
creyendo estar tan lejos el uno del otro, incluso cuando ya estábamos
tan sumamente cercanos...
Pero
las mentes humanas no comprenden, se aturden y enredan en sus
laberintos, y se pierden en el sufrimiento. Si hubiéramos conocido
la manera de tocarnos el alma desde el alma, hubiéramos comprendido
que no era necesario pensar tanto, sino sentirlo, pero ese olvido que
nos ciega puede ser el responsable de que sólo logremos ver lo que
se ve a través del velo tupido que nos cubre el corazón, el alma,
los sentidos más profundos de nuestra esencia más pura, y la
desazón por lo vivido como ser humano de alma sensible y hermosa,
puede llevarnos a vivir en la apariencia de lo que no deseamos ser,
pero en ello nos convertimos.
HUMANA:
“El
tiempo pasa, se mueve ante mis ojos mientras yo intento atraparlo
para que no se me escape la oportunidad de ver tu mirada clavada en
la mía, como siempre he esperado, como siempre he deseado.
El
tiempo pasa y sé que cada día estás más lejos, más cerca, más
confuso en mi mente que se mantiene entre las dudas.
Y
observando los coches pasar ante mí mientras aguardo a que el
semáforo me de permiso para cruzar la calle, parece que de pronto
todo se quede en el aire colgado, como mi vida, que parece estar en
pausa mientras todo ocurre a mi alrededor rápidamente.
Bajo
mi mirada y una lágrima se me desmaya al recordar que este regalo de
la vida tiene fecha de caducidad y que cuanto más te espero, más
tiempo transcurre, cuanto más te busco, menos tiempo me queda para
hallarte.
En
ocasiones desearía poder cerrar los ojos y al abrirlos ser capaz de
ver dentro de cada ser humano, para lograr reconocerte, para poderte
sentir con tanta claridad en una sola mirada que no hubiera lugar a
dudas de que eres tú quien está ahí, frente a mí...
Sin
embargo, en lugar de eso, debo darte la oportunidad de desnudarte de
lo que no eres para poderte ver en tu esencia completa, y así, no
sentir ni miedo, ni dudas, saber que no me equivoco, que estás
despierto, con tu mirada reconociéndo la mía.
Por
ahora, alma mía, sólo puedo respetar tu camino y continuar el
mío... Hasta que algún día, en algún lugar, en algún tiempo, nos
volvamos a encontrar fuera de estos cuerpos, para dejar de
escondernos tras los egos, tras las apariencias y los misterios, tras
los juegos absurdos del reconocimiento...”
Arael
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