La
fuerza de mi corazón es interminable...
Es
verdaderamente magestuoso lo que se siente cuando el miedo desaparece
de nuestra mente y da paso a la verdad que vibra con nosotros.
El
camino se vuelve nítido, claro, y la decisión se convierte en algo
firme y sagaz. Ya nada me sujeta, nada me ata a la vacilación, todo
se ha transformado ante mí, sin dudas, sin recelos, puedo caminar
descalza sin temor a sentir dolor, ya no hay sufrimiento, hay
lucidez.
Siento
cómo mis pies se elevan sobre el agua, puedo dar mis pasos
rozándola, sobre la humedad fría de su superficie inestable yo me
siento segura, ya no caeré más en su profundidad.
Ahora
sólo debo ordenar mis pensamientos, vaciar aquello que no me sirve,
la depuración ha terminado, pero ahora debo deshacerme de lo que se
ha destruído para dar paso a lo nuevo que ha de venir.
Mi
mundo se va transformando a cada momento, nada es estático en mí,
soy un ser que no es ahora lo que era hace un minuto, y sin embargo,
mi esencia siempre es la misma. Me siento como si fuera el sol en mi
naturaleza, un sol cuyos planetas giran a su alrededor en constante
movimiento, planetas que representan los detalles que me hacen tener
una personalidad, un crecimiento, un aprendizaje variable, son las
particularidades de todo lo que soy.
Sin
ello sólo sería la luz que todos somos, pero estar en este cuerpo
físico me ofrece la posibilidad de experimentar en la materia lo que
soy en lo etéreo.
Dentro
de mí no hay silencio, hay música en armonía con mi frecuencia del
ser, una melodía que suena y se desprende hacia todo lo que me
rodea, mostrando mi naturaleza única y a la vez cambiante.
Y
eso es porque una canción no es todo el tiempo la misma nota, eso
sería muy lineal, yo no soy así.
Mi
corazón explota ante la maravilla que me envuelve, sólo escuchando
lo que me hace vibrar puedo ser un big bang de emociones, de versos,
de luz...
Sin
las cadenas que mi mente había creado para retenerme, sin la jaula
invisible que me tenía atrapada, ahora sólo quedo yo, ante el
mundo, ante ti, ante el todo.
Y
los planetas siguen girando a mi alrededor, los observo, pero ya no
me afectan sus órbitas, no me desestabilizan, no me inmovilizan,
sólo los admiro mientras continuo flotando indeleble en este espacio
creado por mi alma.
Soy
un ser extraño, posiblemente mi mundo es demasiado enorme para que
algunos se atrevan a mirar dentro, pero eso ya no me importa, mi
universo es el que me rige, no el de los demás, no la mentira de la
sociedad, no el espejismo en el que me muevo y me deslizo para
sobrevivir en la materia, todo está claro ante mí... soy mi propia
diosa.
Algunos
pueden tacharme de prepotente, pero no es prepotencia, es certeza en
mi alma de lo que soy y de lo que no soy, no es falsa seguridad en mí
misma, pues a veces puedo ser muy insegura y otras puedo ser tan
coherente con lo que deseo y con mis actos que no vacilo ante nada,
hoy soy fuerte y decidida, mañana puedo necesitar un abrazo para
llorar mis desilusiones...
Pero
vivo el momento, el ahora, el presente, y en este instante soy la
diosa que dirige mi vida, la diosa que ama libremente, en la
distancia, o en la cercanía... la diosa que espera que aparezca un
universo como el mío para crear en un estallido energético que cree
un nuevo universo sublime basado en los dos soles que somos, dos
galaxias que conformen un cosmos de amor y sabiduría, de luz y
oscuridad, de estrellas y lunas, de planetas que se desplanzan a
nuestro alrededor en armonía y sencillez...
Mi
cuerpo no es impedimento para ser espíritu, mi espíritu no es
impedimento para ser humana...
Soy
lo que soy, aquí y ahora, y en cada instante puedo ser más intensa
o más volátil... soy alma y cuerpo...
La
fuerza interna de mi Ser es interminable...
Por
más que haya muerto en mí mil veces, he renacido otras mil, y cada
vez que eso ha ocurrido he regresado más fuerte, más sabia, más
diosa...
Arael
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