Una noche más con ese sueño repetitivo. Calles que reconozco, una casa donde sé que vivo con alguien, y esa música sonando en un tocadiscos nuevo, recién comprado.
La decoración de mi casa es preciosa, me siento tan cómoda viviendo allí. Sé que estoy feliz, todo es maravilloso. Me asomo a una ventana, la segunda planta de la casa queda bastante alta. Veo al final de la calle, el mar, a lo lejos, pero sé que puedo ir andando. El sonido de las campanas de la iglesia me hace sentir una extraña sensación de bienestar, tan familiar.
La música se me ha quedado grabada en la mente, no puedo parar de escucharla en mí, seguramente era mi preferida, sí, me encantaba.
Me he despertado pensando que no comprendo qué es lo que estoy experimentando, sin embargo, ya algunas personas a las que les he contado mis sueños, me han comentado que parecen recuerdos.
Tal vez no sean míos, tal vez son de algún ancestro. ¿Y si se trata de otra vida que ya viví?
¿Y si lo que ocurre es que estoy viviendo dos vidas a la vez?
Eso significaría que una de las vidas la estoy experimentando en otra época. Sí, totalmente, porque mi ropa, mi casa, la decoración, todo, parecía sacado de una película de los años sesenta, o setenta. No sé calcular muy bien el momento temporal exacto, pero sé que estaba muy feliz, mucho.
Es precioso pensar que puedo estar en dos vidas. Durante la noche me siento en Francia, en un pequeño pueblo de la costa, viviendo con mi marido, recién casada, joven y hermosa. En la casa hay personal de servicio, una señora que limpia y otra que cocina. Vivo en el centro del pueblo. La casa está adosada a otras casas de la calle, tiene tres plantas. No es que seamos ricos, pero mi marido pertenece a una familia adinerada y él tiene un buen empleo. Sin embargo, yo me aburro siendo sólo su esposa, parezco un adorno, así que bailo en la sala de la segunda planta de la casa. Soy bailarina y disfruto con la música. Quería ser famosa, triunfar bailando, pero me tenía que casar. Lo cierto es que me casé enamorada, y tuve suerte, porque varias de mis amigas sólo se casaron por conveniencia y es que sus padres las obligaron, claro que ellas no se resistieron, porque lo asumieron con normalidad. No sé cómo a estas alturas todavía pasan esas cosas, supongo que nos pasa sobre todo a las mujeres que nacemos en familias bien posicionadas. Parece que quieren continuar con la saga familiar sin perder su posición social, y para asegurarse de que sus hijas no rompan con la tradición, conciertan matrimonios casi desde la infancia.
En mi caso fue algo curioso, Alain y yo nos conocimos de niños. Nuestros padres querían concertar un matrimonio, pero nosotros nos enamoramos y estuvimos totalmente de acuerdo, fue una suerte.
Pero me siento tan sola todo el día metida en esta casa, que suelo irme a la playa a pasear, a pesar de que eso no está muy bien visto. Soy un alma libre, pese a que no sé muy bien cómo liberarme de tanta norma social.
De día soy Meritxell, una mujer de más de cincuenta años, que sueña cosas raras, que vive sola y que desearía poder quedarse en esa otra vida por más tiempo.
Dicen que si mueres en una vida, puedes saltar a otra y continuar viviendo en ella, pues tu consciencia se reunifica con la que continua encarnada.
Tal vez, cuando desencarne, pueda ser de noche y de día, la bailarina romántica que pasea por la orilla de la playa y que escucha y canta sin parar "La plus belle pour aller danser"...
Arael -Aroma de Cristal
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