Era
él, estaba segura, tanto tiempo buscando, tantas vidas arrasadas por
el dolor de la pérdida, por la desesperación de un amor que nunca
lograba materializarse.
Sí,
tenía que ser él, por su pelo, por sus ojos, por su sonrisa, por su
forma de expresarse, por su manera de mirar, tenía que ser él y por
fin le había encontrado.
Apenas
le conocía y sin embargo había decidido que ese hombre extraño era
su gran amor, aquel que recordaba de una vida anterior, aquel que
sentía en su corazón, en cada latido.
No
es muy común que una persona te diga que recuerda sus vidas pasadas,
es algo bastante peculiar, sobre todo si no crees en la
reencarnación, sin embargo, Elisa no dudaba en explicarlo, como su
fuera algo de lo más normal.
Aquel
hombre que había marcado su anterior experiencia, había sido muy
importante para ella, por esa razón se había prometido volver a
verle, continuar su historia de amor, o como mínimo, darle a él la
oportunidad de reconocerla, de decidir si quería estar con ella o
no.
Así
que comenzó a escribirle poemas anónimos, cartas que él recibía
una vez por semana firmadas con el nombre de “Rosa Azul”.
“Puede
la llama de tus pupilas encender la opacidad de mi alma, cautiva por
los miedos del pasado. Puede tu sonrisa devolverme la vida, esclava
de mi recuerdo intacto, de mi promesa de hallarte y despertarnos
juntos en este momento incierto, extraño, desierto ahora de nuestro
amor inmenso.
Puede
tu beso arrancarte el olvido, mas comprendo que ya no somos los que
fuimos cuando me amaste, cuando tu alma se entregó a la mía y
supimos que nada ya sería más importante que reencontrarte,
reencontrarme, aunque eso ocurriera con diferentes cuerpos. Puede tal
vez tu consciencia, si escapas del grito sonámbulo que te impulsa a
vivir desde tu egocentrismo, acercarte a mi mundo, al preámbulo de
mis versos más ocultos, más intensos, más vaporosos, más etéricos
y más eternos.
Puede
quizás que algún día, leas en mis poemas, en mis palabras, esas
que te parecen escritas por una simple admiradora secreta, una más,
otra mujer que te ostenta, la verdad de tu alma manifiesta, el amor
que buscabas dibujado en cada letra, la energía de tu amada que en
cada mirada te inventas.
No
soy una más, tú me llamaste, pediste que el viento acercara el
perfume del ser que amas en lo más profundo de tu fortaleza, mas la
apariencia de lo mundano te atrapa y no eres capaz de ver a través
de la carne, el alma de a quien amaste y con quien en tus sueños
siempre regresas.
Recuérdame
Rosa
Azul”
Esas
cartas resonaban en su corazón, las sentía, pero ella tenía razón,
él sólo veía en ellas a una mujer enamorada, tratando de
conquistarle de una manera muy original. No podía ver lo que había
detrás de todo aquello.
Pasaron
varios años y él no conocía todavía la identidad de su amante
desconocida, su admiradora Azul.
Ella,
sin embargo, había visto cómo él salía con mujeres hermosas,
increíbles, algunas modelos, otras cantantes, otras mujeres exitosas
y muy atractivas con las que ella sentía que no podía competir.
Su
amado era un hombre público, conocido, y vivía de cara a las
apariencias, envuelto siempre en lujos, rodeado de mujeres que le
deseaban, y que para él eran una tentación constante.
Pero
ahora era diferente, él se había enamorado.
Su
novia era impresionante, fantástica, bella, exitosa, dulce,
maravillosa, es decir, perfecta, una mujer que no se podía comparar
con ella, una simple escritora en el paro que fantaseaba con un
cantante inalcanzable.
¿Por
qué tenía que ser así? ¿por qué había tenido que reconocerle
como su alma gemela si él nunca la reconocería a ella?
¿Por
qué él se había hecho famoso alejándose completamente de la
posibilidad de que pudieran reencontrarse algún día?
No
sólo era inalcanzable para ella, sino que además ahora ya no había
nada que hacer, él ya no la buscaría más, se había enamorado.
No
podía culparle, ella era estupenda, piel morena, pelo largo y
brillante, siempre bien peinada y bien vestida, siempre radiante con
ese cuerpo lleno de curvas y esas largas piernas que la hacían
exuberante, y además quince años más joven que ella.
Ya
le había perdido para siempre...
Así
que decidió apartarse de él, dejarle de escribir, enamorarse de
otro, olvidar su vida pasada con él, soltar, permitirse ser feliz, y
no forzar algo que en esta vida no sucedería jamás.
- ¿Será que me equivoqué? - Se preguntaba. - Sí, él no puede ser mi llama gemela, no puede ser que no me reconozca, no puede ser que seamos tan diferentes, que él esté sumido en un mundo tan superficial y sea tan ególatra. No puede ser que él no sea capaz de ver mi alma, que sólo pueda enamorarse de mujeres bellas, y fijarse sólo en lo exterior. En sus canciones habla de la conexión de almas, habla de nosotros, de su búsqueda, de que me amaba en la otra vida, pero no ha sido capaz de buscarme de verdad, porque me imaginaba siempre como una chica guapa, exitosa, y me infravaloró, no se dio cuenta de que lo importante no es el aspecto físico, ni el estilo de vida, ni la atracción sexual, sino lo que hay dentro. Pero él no sabe ver las almas, aunque crea que sí, sólo ve lo que quiere ver. ¿Será que me equivoqué? Seguramente sí.
Y
dejó las cartas en el olvido, para no quedarse esperando toda la
vida a que él se diera cuenta de que el alma no siempre se viste de
belleza y apariencia perfecta.
Cabe
decir que Elisa era una mujer de poca estatura, algo pasada de kilos,
que había pasado los cuarenta y que no se consideraba una mujer
bella, aunque algunos sí la veían hermosa. Sin embargo, compararse
con aquellas mujeres tan bellas y estilosas, la llevó a deshacerse
de sus complejos y valorarse tal y como era, además de darse cuenta
de que no siempre la conexión del alma se manifiesta como una
relación de pareja, y que algunas personas no saben distinguir el
amor del espejismo de amor, y ella había caído justamente en ello.
Se
había deslumbrado y después se había desilusionado, pues aquel
hombre no tenía los mismos valores que ella, no era capaz de ver su
belleza interior, y sólo era capaz de enamorarse de lo externo, de
lo efímero.
Ahora
sabía que no la habría reconocido nunca desde esa perspectiva,
porque ni siquiera se había reconocido a sí mismo todavía.
Tal
vez sí era su llama gemela, pero ella aprendió que el amor debe ser
puro, no contaminado con la creencia de cómo debe ser, ajustándolo
así al cuerpo y a la personalidad más convenientes. El amor
verdadero no debía estar intoxicado con la perversión de los
pensamientos egoístas, pensamientos disfrazados de una falsa moral,
de una falsa espiritualidad, de una forma de vida en la que la
imposición de lo que uno piensa es lícita, mientras que el respeto
a lo que otros creen y piensan se considera mediocre.
Aprendió
que cada alma escoge un camino propio, individual, y que ella debía
respetarlo, aunque se tratara de su compañero más amado.
Se
transformó, y se prometió esta vez otras cosas: ser la mejor
versión de sí misma, amar de una forma límpida y extraordinaria, y
permitirse ser amada por alguien de la misma forma, con amor real,
con consciencia y con el respeto muto de cada proceso consciencial
individual.
Y
así descubrió que todo lo que ella había pensado acerca de aquel
hombre, no era más que una interpretación desde su realidad
personal, y que no conocía cómo sentía él, ni quién era él, así
que por fin pudo soltar el juicio, y entregarse del todo a la verdad
que todos llevamos dentro.
Cada
persona escoge en qué creer, en qué soñar, y nadie tiene derecho a
juzgar eso, pese a que sea contrario a lo que uno está creando.
La
libertad del alma debería consistir en eso, en la pura experiencia
en la materia, sin interferencias, ni manipulaciones.
Tal
vez él estuviera influenciado por las tendencias de la manipulación
y el control que sufre esta sociedad, pero sólo a su alma le
correspondería salir de ello.
El
amor es algo que llevamos dentro, nadie te lo viene a traer, y si
comprendes eso, te das cuenta de que tu llama gemela está dentro de
ti y sólo cuando lo sientes así, el universo te la muestra frente a
ti. Su aspecto no te importará en absoluto cuando la encuentres, su
energía te cautivará, te elevará y te mostrará lo increíble que
es amar desde un lugar más elevado, lejos de los convencionalismos
establecidos por nuestras mentes pequeñas e inconscientes.
Arael
Elama...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario...