PASAJE A OTRA REALIDAD....
Pasear
por la playa, de noche, a la luz de la luna, bajo un cielo
estrellado... Es algo sencillo pero es tan especial y tan hermoso que
sólo recordar los momentos vividos cubierta de la magia del lugar y
del instante, me ayuda a evocar las sensaciones que viví y que aún
conservo en mí.
Fue
en aquella playa de Alicante donde descubrimos ese lugar que parecía
tener el poder de transportarnos a otras dimensiones más elevadas.
Tan cargado de magia que lo bautizamos como el portal del amor. Allí,
cada noche, tras la cena y un buen paseo descalzos por la arena de la
playa, nos acercábamos hasta la presencia de lo que era una puerta
hacia otras realidades.
La
última noche ya sentía la nostalgia de la despedida y la tristeza
comenzaba a empañar el momento que vivíamos con tanto amor.
Aquellos días habían sido para mí una gran desconexión de las
rutinas que la sociedad me imponía, y no deseaba regresar todavía.
- No quiero estar aquí, en este mundo, detesto lo que se respira, el egoísmo, la violencia, la ignorancia estúpida de lo que realmente somos y deberíamos ser, no puedo más, deseo volver a casa – te dije sin saber exactamente cómo expresar mis sensaciones y lo que era en realidad mi verdadero hogar.
- No te preocupes, amor mío -me contestaste tan tierno como siempre- voy a llevarte a un lugar donde te sentirás feliz, donde podrás respirar el amor que se emana desde el alma de cualquier ser vivo que lo habite. Allí experimentarás algo tan hermoso que cuando regresemos a nuestra vida cotidiana te lo llevarás contigo y cada vez que te sientas como ahora, podrás evocar este momento tan especial y revivirlo.
Tomaste
mi mano suavemente. Al sentir tu tacto cálido y sutil mi emoción se
disparó desde mi pecho hasta mi garganta y un suspiro espontáneo
acompañó a una mirada de esas que siempre te dedico, de esas en las
que mi devoción hacia ti se vuelve tan tangible como lo puede ser el
abrazo que deseaba darte en aquel momento.
Me
devolviste la mirada, y tus ojos azules, claros como gotas de mar
regalándome su pureza, cambiantes como los cielos que en ocasiones
se nublan y en otras se tornan intensos y penetrantes, se clavaron
en los míos paralizando el tiempo eternamente, por un sólo segundo
en el que nuestras almas se amaron delicadamente.
Anhelaba
abrazarte, beberte, acariciar tu rostro con dulzura, besando cada
centímetro de tu piel para llenarte de todo el amor que destilaba
hacia ti, pero no podía.
Bajé
la mirada entristecida por no lograr superar los obstáculos que me
impedían hacer algo tan sencillo y normal como tocar tu pelo, ese
flequillo largo que caía por tu frente, y retirarlo para mimarte, o
hablarte al oído para expresarte con susurros todo lo que sentía en
mi alma, o tirarme encima de ti para hacerte caer en la arena y jugar
como niños, reírnos, divertirnos...
En
cuanto me leíste te sentí envolverme con tu energía, esa que
siempre me tranquiliza y me relaja, esa que me devuelve la sonrisa
cuando me ocurre lo que me estaba sucediendo.
- No te pongas triste, mi vida, entiendo lo que sientes, pero todo eso cambiará, no te preocupes, ahora céntrate en vivir esta experiencia, será muy especial, créeme.
- Está bien, lo haré -te dije intentando disimular mis ganas de llorar- tranquilo, ya me siento mejor.
El
hecho de vivir en mundos separados y distintos no había logrado
destruir la unión que había entre nosotros, y nunca fue un
inconveniente amarnos a pesar de las dificultades que nos habíamos
encontrado en este mundo incoherente, donde las personas viven
perdidas buscándose a sí mismas y tratando de encontrarle sentido a
sus vidas, refugiándose a menudo en relaciones de pareja
infructuosas, por miedo a la soledad, a no sentir amor en sus almas,
a no ser capaces de envejecer con alguien a su lado para estar
seguros de que siempre tendrían compañía. Aquellas personas para
nosotros eran buscadoras del amor verdadero, pero se embarcaban en
relaciones basadas en la atracción física, o sexual, o en la
necesidad de ser amados, de amar, perdiéndose en el intento de estar
con quien verdaderamente debían y deseaban estar. Eso sí, claro
está, el primer paso nunca lo daban, ese primer paso en el que uno
se descubre a sí mismo y conecta con su corazón, con su alma, pues
sólo así es capaz de conseguir la honestidad consigo mismo, sólo
así deja uno de engañarse.
- En este lugar, mi bella, están esas almas que se aman con la mayor pureza que hayas podido experimentar.- Me dijiste señalando hacia el portal del almor.
- Vamos ya, estoy deseando verles y sentirles.
Fuimos
caminando hacia aquellas rocas donde las olas rompían y se
convertían en espuma reluciente, reflejando la luz de la luna llena,
plateada y preciosa como nunca antes la había podido admirar.
Un
escalofrío recorrió mi cuerpo, algo parecido a una pequeña
sacudida eléctrica, y en un segundo aquel paraíso se abrió ante mí
dejándome extasiada, sin aliento, era un sitio maravilloso.
El
mar brillaba en tonos turquesa, la arena de la playa era blanca y
resplandecía como en destellos luminosos que me cegaban. Estaba
amaneciendo, el sol, de tonalidad anaranjada, cubría las turquesas
olas del mar y la arena, y su color teñía el cielo con tonalidades
rosadas y violetas que me fascinaron desde el primer momento.
Varias
personas paseaban como lo hacíamos nosotros dos.
A
lo lejos, una pareja permanecía sentada, observando el amanecer,
abrazados como si eso fuera lo más importante que podían hacer en
aquel momento, como si eso fuera lo único real en sus vidas.
- Vamos, Ara, te llevaré con ellos para que los conozcas. -Me dijiste con una sonrisa de esas que me cortan la respiración.
Como
si fuéramos aves, comenzamos a desplazarnos flotando por encima de
la arena, lo cual fue una sorpresa para mí, pues el tacto de mis
pies descalzos sobre aquel lugar era algo tan placentero que casi me
sentía ofendida por no poder pisarlo.
Tus
ojos brillaban por la felicidad del momento, y tu expresión era tan
dulce que no podía mirar otra cosa que no fueras tú, y eso fue lo
que me ayudó a darme cuenta de que estabas comunicándote con
aquellas personas sin hablar verbalmente.
Ellos
me miraron y sonrieron. La mujer, de aspecto muy humano, salvo por su
cabello dorado y brillante que más que cabello parecían hilos
finísimos de luz que procedían de su cabeza, y salvo por sus
grandes ojos color granate, se acercó a mí y, con un gesto grácil
se presentó.
- Hola Araelm, bienvenida a nuestro hogar, tu hogar. Soy Arcanam, bueno, es lo más parecido en traducción en el idioma que conoces a lo que es en realidad mi nombre. Él es mi compañero, Artcanmam. Ambos estamos felices de compartir este momento contigo y con Araham.
- Gracias, es un placer para mí y para mi pareja estar aquí, de veras.
Nos
sentamos junto a aquellos seres y comenzamos a charlar sobre sus
costumbres, su sociedad, o algo parecido, y otras cosas que yo
comparaba con nuestra manera de vivir en nuestro planeta, realmente
eran muy distintos a nosotros y hubiera deseado no regresar nunca más
a mi realidad, pero aquello sólo era un regalo que duraría un breve
momento.
- Aquí el amor es algo que se respira en todas partes, la arena desprende amor, el mar también, los árboles, las montañas, cualquier lugar de este planeta es amor en estado puro, así que la energía que estás sintiendo vibrando en ti es de lo más hermoso que hayas podido sentir jamás.
- Es como estar siempre enamorada -le dije Arcanam riéndome mientras sentía las cosquillas de esa energía en mi plexo solar.
- Sí, y por eso, cada uno de nosotros vibramos así, en amor, pues es nuestra naturaleza.
Tenía
curiosidad por saber cómo se relacionaban entre ellos, si había
familias, si tenían hijos, si exitía el sexo, si se enamoraban...
- Y ¿cómo os emparejáis aquí? ¿Tenéis llama gemela o alma gemela? -Pregunté sin poder contenerme.
- No exactamente, nosotros llamamos llama gemela a nuestro ser, a lo que somos nosotros mismos dentro de nosotros mismos, a nuestro yo superior, y nuestra alma gemela, como tú dices, es aquel compañero que, por resonancia y frecuencia vibratoria, se adapta a nuestro campo magnético a la perfección. Vosotros llamáis a esto llama gemela, nosotros lo llamamos compañero o compañera energética. La energía que compartimos es idéntica, sería como encontrar en tu planeta a una persona con tus mismas huellas dactilares, idénticas. El sello energético de mi compañero y el mío son exactamente iguales.
- Pero eso es algo así como tu hermano gemelo, ¿no? -pregunté intrigada.
- Sí, es algo así, pero no nacemos como vosotros, no encarnamos, existimos de forma semietérea, semicorpórea, no morimos tampoco, sólo evolucionamos a través de nuestras experiencias y nos vamos trasladando a planos más elevados. Así que no nos emparejamos con nuestro compañero sino que existimos con él desde el principio.
- Y..¿cuál fue el principio?
- Al igual que vosotros no podéis recordar vuestra vidas pasadas o vuestros orígenes cuando encarnáis, nosotros no recordamos el principio con total claridad, sólo sabemos que descendimos de la fuente a otra realidad y que nos adaptamos a ella. Con el tiempo fuimos ascendiendo a otras dimensiones, con el objetivo de regresar de nuevo al UNO, pero no nos preocupa no recordar todo el proceso, no es de ninguna utilidad, sólo existimos, vivimos, gozamos de nuestra libertad, del amor y aprendemos de lo que experimentamos desde el amor.
- ¿Y sois de sexos diferentes como en mi planeta? -pregunté mientras tú me lanzaste aquella miraba con picardía.
- Sí, las energías en esta realidad están teñidas de cierta carga positiva o negativa, pero no tan opuesta y marcada como en vuestro planeta. Experimentamos la sexualidad con la entrega total de nuestros cuerpos, fundiéndolos en una sola energía y creando un vórtice luminoso al que llamamos óvalo. El óvalo está formado por nuestras luces incandescentes y dentro de él ambos perdemos la identidad, creando un fractal del UNO, de su esencia, y sintiendo el éxtasis de la unión total de nuestros seres.
- ¡Madre mía! -exclamé con sorpresa -Eso debe de ser increíble.
- Es hermoso y muy placentero -añadió Artcanmam con una sonrisa traviesa.
De
pronto se hizo el silencio, tú hablabas de nuevo con ellos
mentalmente y yo, ajena a vuestra conversación, me llenaba de todo
aquello que estaba experimentando, pues presentía que se acercaba la
hora de irnos.
- No me quiero ir -te dije.
- Tenemos que regresar, amor mío, considera esto como un gran regalo que nos han permitido descubrir para nutrirnos y alimentarnos de las fuerzas necesarias para continuar nuestro camino allí.
- No, aquí puedo tocarte, aquí puedo sentirte de igual a igual, sé que este es nuestro hogar, quiero quedarme.
- Sabes que aún no podemos hacer eso. Si te quedas aquí conmigo no culminarás lo que pactamos.
- Pero estoy cansada de estar lejos de ti.
- No estás lejos de mí, yo siempre estoy contigo, lo sabes, aunque mi presencia sea etérica.
- ¿Realmente eres mi llama gemela, Araham?
- En la Tierra sí, aquí soy tu compañero, así como Arcanam y Artcanmam, y ambos decidimos ir en misión para ayudar a la humanidad en su proceso de transformación.
- Pero allí abajo no te encuentro, no sé dónde está ese hombre en el que te encarnaste.
- No tienes que buscarme, ya lo sabes, sólo tienes que vivir, tienes que ser. Ara, debemos seguir adelante, si decides quedarte aquí me abandonarás, me dejarás solo allí, en la Tierra, y yo solo no podré llevar a cabo el plan divino que ambos sellamos con nuestro amor.
- Está bien, prométeme algo y volveré.
- De acuerdo, si puedo hacerlo, lo haré.
- Prométeme que te encontraré.
- No. Te prometo que yo te encontraré, te buscaré por donde sea, dejaré que mi alma me guíe, permitiré que mi corazón me hable, que él me oriente para hallarte, como siempre he hecho, y cuando lo haga, te prometo que te reconoceré, porque sentiré cómo mi alma te aclama, cómo desea salir de mí para unirse a la tuya. Te prometo que recordaré cuánto te amo y que nuestro amor en unión será una herramienta voraz, capaz de sanar a todo aquel que se halle cerca de nosotros... Te prometo que lo que es arriba es abajo y que tal y como somos uno en esta realidad a la cual pertenecemos, allí, en Gaia, seremos uno aunque nuestros cuerpos humanos, nuestros egos, tengan que depurarse hasta transformarnos en amor puro, amor para darnos, para dar a otros, para emanarlo por nuestros poros, por nuestros ojos, por nuestras voces al comunicar, o por tus escritos, aquellos que estén destinados a guiar, orientar o sanar a otros que estén en el camino del despertar... TE LO PROMETO.
- Araham -te susurré- no me abandones nunca, eres la luz que ilumina mi camino.
- Araelm, yo voy tejiendo los puentes por los que tú transitas, voy cubriendo tu camino de flores para que puedas sentir la alegría de la vida, voy construyendo la senda que luego tú pisas mientras aprendes, creces y desempeñas tu misión. He venido aquí para abrir tus caminos, para guiarte, para acompañarte en esta misión, pues mi función es apoyarte, darte mi mano y hacerte caminar por los trayectos que yo, previamente, he preparado para ti. Vine antes que tú para que cuando tú llegaras mi amor fuera como un libro que yo escribiría para ti, antes de que despertaras, y que irías leyendo para que te orientara y te diera la fuerza necesaria para alcanzar nuestros objetivos comunes... Tú y yo somos uno y nunca dejaremos de serlo, aunque la distancia física parezca que nos separe. Fluye con la vida y ella misma nos reunirá en lo físico cuando sea el momento adecuado.
Salimos
de aquel paraíso tras un largo abrazo y un apasionado beso, que yo
sentí físico en mis deseosos labios, labios que te anhelaban como
el sediento en el desierto anhela el agua en su boca.
De
nuevo en la playa de Alicante, de noche, bajo la luna llena, volví a
mirarte. Allí estabas, etéreo, pero siendo tú...
- Vámonos al apartamento, nos están esperando.- Me dijiste.
- Sí, mañana tenemos que madrugar para tomar un tren.
Pasear
por la playa, de noche, a la luz de la luna, bajo un cielo
estrellado... Es algo sencillo pero es tan especial y tan hermoso que
sólo recordar los momentos vividos cubierta de la magia del lugar y
del instante, me ayuda a evocar las sensaciones que viví y que aún
conservo en mí.
Hoy
aún me pregunto qué fue lo que vi, qué fue lo que me mostraste,
incluso aún mi ego me hace dudar de si estaré loca, si mis
pensamientos me llevan al filo de la locura, si ser soñadora me ha
convertido en alguien lejana a la cordura considerada normal en esta
sociedad.
Sin
embargo, reniego de ser una persona cuerda, prefiero vivir mi locura
a ser como la mayoría de los cuerdos de este mundo, con mi locura
soy feliz, y ella me ha otorgado el poder de ser yo, el poder de
enfrentarme a mis miedos. No puedo decir que no tenga miedo a nada,
al contrario, tengo miedo a muchas cosas, pero sí puedo decir que a
todas ellas me enfrento y salgo más o menos airosa de las pruebas
que la vida se empeña en presentarme. Yo las saludo -muy buenas
querida circunstancia adversa- y luego la escalo, traspaso o derribo,
para aprender y continuar mi camino.
¿Fantasía?
¿Realidad?...
Araham
me diría...
“Cierra
los ojos y siente, porque todo aquello que sientes es totalmente
real, así pues, será mejor que sientas emociones y sensaciones
bellas, para que éstas se puedan manifestar en el mundo terrenal,
para poderte crear un mundo tuyo, a tu disposición. El Universo te
escucha y te regala lo que le pides, así que, pídele amor, que tus
sueños se cumplan, besos, dulzura, luz, felicidad, entrega, fantasía
hecha realidad, y él te otorgará lo que más deseas. Deséate tener
a ti misma, deséate a ti plena y completa, deséate a ti amándote y
el universo te regalará, no sólo tu amor propio, sino un amor de
otro que te ame por lo que eres, y se ame por lo que es...”
Arael
Líntley
Que hermosa tu historia!
ResponderEliminarGracias!
EliminarResume perfectamente toda la información que hay sobre Llamas.
ResponderEliminarAsí sin líos...
Gracias por compartirlo
Gracias a ti, preciosa....
EliminarArael...