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Los relatos del blog están divididos en varios títulos genéricos que son "Reflexiones", donde hallaréis escritos espirituales y reflexivos, "Una mirada al Alma" donde podréis leer historias muy profundas de crecimiento personal, del alma, "El Romántico Obsoleto", que cuenta con relatos de humor, irónicos, historias de la vida cotidiana del ser humano, "Diálogos", que son como la palabra dice, conversaciones que suelen ser muy profundas y espirituales, y por último he publicado tres capítulos de una de las novelas en las que estoy trabajando "Alma Cristalina". Disfrutad con todos ellos y compartidlos si os animáis a hacerlo para ayudarme a difundirlos.

Gracias por leerme, bendiciones a todos.

sábado, 30 de enero de 2016

UNA MIRADA AL ALMA - SOLTANDO EL APEGO


Tanto dolor no podía ser real, sentir esa pena tan inmensa en su alma, era un sufrimiento que no parecía de este mundo.
No era la primera vez que había experimentado una ruptura y sin embargo, en esta ocasión en su corazón sentía que algo se rompía y que nunca volvería a ser como antes.

Recordaba la primera vez que vio a aquel hombre que la sorprendió mientras se dirigía a su trabajo. No le atraía nada, no le gustaba nada, pero le pareció muy divertida su manera de intentar seducirla. Ella estaba enamorada de su pareja y estaba totalmente segura de que acabaría casándose con él algún día, sin embargo, aquel hombre, había llamado su atención y no sabía por qué.

Se olvidó de aquel encuentro y continuó con su vida, aunque de vez en cuando se acordaba de sus palabras, de su sonrisa, de su ímpetu.

Pero el destino quiso que volvieran a encontrarse, y esta vez no pudo negarle un café en aquel bar donde solía ir a desayunar en su tiempo libre.
No era el prototipo de hombre que a ella le atraía, ni por su aspecto físico, no porque no fuera atractivo, sino porque era lo opuesto en sus gustos como mujer, ni en lo que él representaba como hombre. Sus mundos eran muy distintos, él se movía entre personas que ella jamás hubiera conocido y ella vivía una vida tranquila fuera del ámbito que él hubiera alcanzado nunca.

Durante aquel breve momento el tiempo se detuvo y todo lo que compartieron fue como si toda una vida completa pasara durante aquellos minutos. Las sensaciones de bienestar que ella sentía eran intensas, fuera de lo normal, era como estar en casa, como ser ella misma sin miedo, sin prejuicios, sin limitaciones.

Y al mirarle a los ojos comprendió que no podía ver a un hombre frente a ella, que estaba sintiendo algo más que eso, que no importaban ni su cuerpo, ni su profesión, ni lo que hubiera aprendido él en esta vida, ni siquiera sus experiencias vividas, porque ella no estaba observando eso, ella estaba viendo quien era él en realidad, su verdadera esencia a través de sus ojos.

Jamás había sentido algo así, era como estar frente a un universo que se abría ante ella y le mostraba la más anhelada felicidad, su verdadero hogar, todo dentro de aquel hombre que la miraba con la clara pretensión de seducirla.

Ella sabía que la amplia experiencia de él en el arte de la conquista podía significar caer desenfrenadamente en una endulzada trampa que después podía convertirse en un desengaño amargo, pero aquellos ojos no hablaban de nada de eso, transmitían amor, un amor que iba más allá de todo, y él quedaba totalmente desnudo, vulnerable, indefenso ante lo que ella estaba contemplando. Sus palabras revelaban estrategia, seguridad, deseo, atracción física, simpatía, pero sus ojos desprendían belleza, dulzura, evidenciando quién era en realidad aquella persona, más allá de su cautivadora presencia y de todo aquello que desplegaba con su afable elocuencia para fascinarla y enamorarla.
Y esos ojos de alma profunda inundaron todo su ser, sintiendo que el amor no era lo que ella creía, no era lo que le habían enseñado, no era nada comparado con lo que estaba viendo dentro de él y dentro de ella misma.

No tuvo lugar en aquel momento la idea de que estaba comprometida, ni el amor que sentía hacia su pareja, todo quedaba anulado ante él, ante su mirada, ante lo que ella estaba experimentando en todo su cuerpo.

A pesar de todo aquello y después de aquel encuentro, nunca creyó que volvería a verle.

Pero el universo parecía insistir en que ambos etuvieran juntos y las casualidades la volvieron a llevar cerca de él, hasta hacerla caer en sus brazos.

Y ahora, tras su decisión de marcharse a Irlanda, su dolor punzante le recordaba su meditada conclusión ante la actitud de él, después de plantearse si él había deseado realmente estar con ella alguna vez, sintiendo con avidez una gran desolación al pensar que tal vez no la amaba, que la había utilizado, que sólo era otra mujer más con la que había estado divirtiéndose.

Lo había intentado todo, le había explicado cuánto lo amaba, le había manifestado y demostrado su fortaleza y su coraje, su gran capacidad de lucha, su deseo incensante de permanecer junto a él sin importarle ningún tipo de problema que pudiera presentárseles, porque sólo era necesario el amor para desear estar juntos, pero él se mostraba distante, esquivo, y no le ofrecía una clara explicación sobre por qué se alejaba de ella, por qué estaba permitiendo que ella se marchara, por qué no había reaccionado y había ido a pedirle que no se fuera, que la amaba y que estaba dispuesto a todo por su amor.

Aquellas noches de pasión, aquellos encuentros furtivos, aquellas palabras que parecían nacidas en un paraíso creado sólo para ellos, aquellas caricias que enloquecían su alma, su piel, su sed delirante por sentirle y abrazarle, aquellas entregas en las que sentía que atravesaba lo físico y lograba hacer el amor con todo su ser, unida a él más allá de sus cuerpos entrelazados y alcanzando su universo completo, envueltos en algo que no comprendía, algo que parecia extraído de la misma divinidad sagrada, algo que la arrastraba a desear una fusión completa con él y no separarse jamás, aquellas miradas en las que el tiempo se desvanecía y sólo quedaban ellos dos, sin complejos, sin reservas, sin que nada de sus vidas importara, todo aquello había sido sólo una vaga y estúpida interpretación fantasiosa de su mente, y no lo que su corazón le transmitía, no aquel amor que era más grande que ella misma, no aquella luz que ella veía cuando le miraba, no aquellos besos que él le regalaba desde lo más profundo de su océano y que en un sólo segundo le contaban todo lo que él era sin temor, permitiendo que ella entrara en sus secretos, en su mundo oculto, en todo lo que él era en sí mismo.

¿Tan equivocada había estado? En realidad su alma le decía que él sí la amaba, pero debía dejarlo ir, debía dejarle libre, por amor, porque le amaba tanto como para comprender que si él necesitaba estar solo y vivir otras experiencias ella sólo podría desear que fuera feliz y continuar con su vida en Irlanda.

La renuncia era la muestra de amor más grande que estaba manifestándole, aunque, tristemente, estaba convencida de que él ni siquiera se habría dado cuenta de ello, de que no había sabido verla de verdad, de que nunca se dio cuenta de lo que tenía delante, de que no supo reconocer a su alma gemela.

Tal vez en esta vida no podría estar junto a él, pero había aprendido a amar incondicionalmente, había aprendido lo que era el verdadero amor, el verdadero placer de amar con los cuerpos y con las almas, y ese regalo divino por el que estaba agradecida no lo olvidaría jamás.

Y es que comprender que su alma gemela no estaba preparada para afrontar un amor tan inmenso, un amor que no sabía gestionar desde su mente racional por su intensidad, fue un largo proceso de aceptación que la llevó a decidir continuar con su vida, intentando rehacerla sola, con la enorme gratitud en su corazón por haber podido conocerle y haberle sentido tan íntimamente, aunque fuera sólo por un corto período de tiempo.

Jamás le olvidaría, eso lo sabía, pero se llevaría su recuerdo como algo imoborrable e iniciaría un nuevo ciclo de vida deseando no dejar de creer nunca en lo que su corazón le decía, que él era el único y gran amor de su vida, su alma gemela, y que nada de lo vivido había sido una imaginación, aunque nunca más pudiera volver a sentirle.

Tal vez el ser humano no estuviera hecho para vivir un amor tan grande y prefiriese la rutina, la comodidad, lo sencillo.

¿Y qué hay de sencillo en tener una relación en la que siempre estás discutiendo? ¿Cómo puede el amor verdadero manifestarse en una relación de idas y venidas donde todo se resuelve en la cama? ¿Cómo podemos preferir el sufrimiento o la comodidad de una relación tormentosa y pasional o de una relación muerta, antes de la profundidad de un deseo que nace del corazón y no de la energía sexual, o la calma y la felicidad interior que se siente ante tu verdadera alma gemela?

Ella no tenía respuestas, no tras conocer el amor, lo que realmente es el amor, porque ahora sabía que ya nada sería como antes, ya no habría ningún hombre en su vida que la hiciera sentir dependiente, o inferior, ningún hombre con el que todo fuera muy bien en la intimidad pero muy mal en otros aspectos de la relación, ningún hombre que la halagara pero que no la respetara, ya no sería más una mendiga de amor, pidiendo ser amada a su pareja, porque el amor se siente venir del otro, se siente fluir entre ambos, sin mediar palabra y se manifiesta por sí solo como una luz que atraviesa todos los obstáculos.



Ahora sabía también que el amor no es atravesar barreras para lograr estar al lado del ser amado, sino que es permitir que emerja, que sea, que se entregue y entregarte a él sin medida, sin miedo, porque las únicas barreras que existen ante el verdadero amor son las que nosotros mismos nos imponemos.

Ella ya había aprendido que a veces los espejismos que se nos presentan en el camino como si fueran de veras ese amor anhelado, no son más que situaciones para aprender y crecer, pero también sabía de su capacidad de amar, porque había quedado al descubierto al conocer a su alma gemela, y que podía llegar a amar sinceramente, sin limitaciones, sin condiciones, a otras personas, aunque no fuera lo mismo que sentir la conexión con lo más sagrado de su alma.

En Irlanda todo iría bien, conocería a otra persona, se enamoraría, y volvería a experimentar el amor humano, lejos del amor de su ser hacia su complemento divino, pero desde otra sabiduría, desde la consciencia.

Amar es algo que hace el alma, enamorarse es lo que hace la mente, pero ser consciente del punto de partida de su amor la ayudaría a experimentarse a sí misma en cada relación desde otra perspectiva más auténtica.

Su verdad era esa, su alma gemela había rechazado la conexión, la oportunidad de una unión más allá de lo mental, más allá de lo carnal, y tendría que vivir con ello, asimilarlo y proseguir su camino, y, tal vez, tras unos años, si la providencia lo quisiera, o su ser así lo hubiera pactado, volverlo a reencontrar en otras circunstancias más favorables para reiniciar su relación, pues su amor estaría allí, entre ellos, como un lazo inquebrantable, para siempre...

Si dios quiere...”

El avión estaba a punto de despegar y ella seguía escribiendo en su mente todo lo que le hubiera gustado decirle.

Te amo, pero te comprendo, te amo pero dejo que te alejes de mí, porque te siento y sé lo que estás viviendo, porque estoy en ti y noto tu dolor, tu confusión y tus tormentos, y hoy, hoy me marcho, porque sé que no hay nada que hacer, no si no aceptas lo que sientes por mí, no si no te sabes escuchar, no si tu alma habla y tu mente la manda callar. Te amo pero no es suficiente si tú no adquieres el compromiso necesario contigo mismo, si no te permites amar de verdad, si no te separas de tus ideales, de tus pensamientos, de tus miedos ocultos que no sabes admitirte. Te amo pero no te necesito, por eso suelto, me desengancho de esta ansiedad que no me permite respirar cuando me doy cuenta de que te he encontrado y no has podido soportarlo, te has distraído de lo que significa nuestro amor, y te has encerrado en tu mente, aprisionando a tu corazón. Te amo pero debo cuidar de mí misma y por eso me voy. Te amo pero todo lo que te he dicho en esta carta es justamente lo que también debo aprender yo misma. Si tú no estás preparado para amarme libremente, tal vez sea porque yo tampoco lo estoy, tal vez este amor nos queda grande todavía y nos ha tocado continuar creciendo...”

Arael Elämä Araham.

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