Es inútil convencer a la
mente de que se imagina todo dolor que experimenta, siempre buscará
la manera de encontrar un motivo externo, algo o alguien a lo que
culpar, dando vueltas en un círculo vicioso en el que jamás trata
de comprenderse a sí misma y liberarse de la carga de sentirse
dependiente de lo que hay fuera de ella. Lo cierto es que la mente
parece ir casi siempre en contra de lo que es el Alma. El alma
explora los mundos y se enamora de todo cuanto halla en ellos,
mientras la mente despotrica acerca de todo aquello que no se ajusta
a su ínfima interpretación de lo que está observando y conociendo.
Tal vez por esa razón el
amor es tan difícil de entender, tan complicado, y tan absurdo para
los parámetros mentales en los que nos empeñamos que se ajuste.
Cuando amas de veras a
alguien, fuera del paradigma que impone el criterio mental, todo se
vuelve caótico para la personalidad mental, y mágico para la
existencia en sí misma. Si digo mágico es porque conlleva una serie
de experiencias sincrónicas que te impulsan y te acercan a una
realidad diferente, más acorde con lo que somos en otros niveles de
consciencia más elevados, y eso, para una mente ignorante de dicha
realidad, entra en el mundo de lo desconocido, y por tanto, de la
magia o la fantasía.
Ahí, en ese punto en el
que la vida se muestra al desnudo y poco a poco vas sintiendo que
nada es como parecía que era, es cuando te encuentras con la
contradicción.
Al principio crees que
tienes que escoger entre alma o mente, pero después comienzas a ver
que el alma está en ti, en todo lo que eres, incluyendo tu ego, tu
mente, tu personalidad, y que por esa razón, sólo tienes que
dejarte inundar por ti mismo, por tu verdad, por tu amor, porque el
amor en realidad eres tú, estás creado desde el amor.
Tu cuerpo físico es un
vehículo para experimentar en una forma de vida humana, tu cuerpo
mental es una herramienta para captar lo externo, tu cuerpo emocional
te lleva a un mundo interno donde puedes explorarte como ser humano,
conocerte, amarte, y asimismo, ver a los demás desde ti, como si
fueran otros, mas siendo tú en la experiencia del otro.
Eso es sentir el amor,
verte en el otro, en otra forma de pensar, en otra personalidad, en
otro cuerpo físico, y si consigues reconocerte en la mirada del otro
y enamorarte, estás amando desde el alma y además también desde la
mente.
Creo que podría definir
lo que yo considero el personaje, o la personalidad, como aquello
creado en nuestra mente para relacionarnos con lo externo. Ahí
también se halla el ego, y además, dicho personaje está controlado
por un sistema de creencias y algunos programas que hay en el
inconsciente. Sin embargo, yo no pienso que el personaje o el ego
deban morir para experimentar desde el Alma, sino que siento que éste se va
identificando cada vez más con el Alma, dejando de estar dominado
por los programas y los patrones, siendo más auténtico. El Alma
acaba usando el personaje para ser, pero más liberada, más ella, a
través de una personalidad sutilizada y entregada al Ser divino.
Dicen que algunos de
nosotros, como personajes, somos hiperempáticos y sentimos el mundo
de una forma profunda, empatizando con todo. Eso, en muchas
ocasiones, nos lleva a sentir tan intensamente las emociones, los
pensamientos, la vida en sí misma, que nos desbordamos de amor,
aunque también podemos desbordarnos de miedo, de dolor, de angustia
y de desolación.
Somos extremadamente
sensibles y muchas veces no somos comprendidos por el resto. Nos
preguntamos quiénes somos, por qué estamos aquí, y exploramos
nuestro mundo interior para hallar las respuestas, aunque también
nos escondemos en él y nos apartamos del exterior para protegernos
de posibles críticas y juicios de otros personajes aún sometidos al
viejo paradigma del inconsciente, y no saben reconocerse, ni amarse a
sí mismos, y por tanto, son icapaces de hacerlo con los demás.
Los hiperempáticos son
así por elección de su Alma, y eso les permite en su mayoría
despertar del sueño de este mundo ilusorio.
Durante mucho tiempo,
como personaje, desprecié mi forma de sentir el mundo, porque me
asustaba ser lastimada, pero un día toqué fondo y me vi, pude
sentirme, y fue un reencuentro con algo que no alcanzo a describir.
Decidí ser quien era en lo más puro, expandirme, amar, en lugar de
comprimirme, ocultarme y negarme.
Entonces todo tomó una
dimensión muy distinta, todo en mí como personalidad y todo a mi
alrededor, se empezó a transformar.
Entendí que el amor del
alma es un amor en el que se incluye todo, nada se excluye, y si
excluímos es que aún no estamos vibrando en ese amor real y
consciente que proviene del alma, del espíritu, y que vive a través
de nosotros.
Y ahí, dentro de mí,
fluía una energía muy dulce a la que identifiqué como una parte de
mí que no sólo existía ahí. Siempre había sabido de su
existencia, pero no la había localizado en mi interior, sino fuera
de mí, en alguna parte, y la buscaba incesantemente, anhelante.
En mi camino para tratar
de entender de una forma racional esa sensación, pude conocer a
otras personas que también compartían esa misma sensación que yo
vivía en mí, y me compartieron sus experiencias.
Encontrar a alguien cuya
personalidad está aún en la búsqueda y la comprensión de la vida
que es, alguien que todavía no puede verte como parte de sí mismo,
es lo más habitual, pero a menudo ocurre que te reconoces en esa
persona, en su alma, y la amas irremediablemente, porque es imposible
no hacerlo. Entonces, el otro, temoroso, huye de ti, o te rechaza, o
tal vez elige y ama a otra persona ,o se compromete con otros
aspectos de sí mismo que tiene que reconocer dentro de él, siendo
incapaz de responder al deseo de la personalidad de hacer físico el
amor que lleva dentro.
Entonces llega la
contradicción de la mente y el alma. La primera te lleva a sufrir,
siente dolor porque no soporta el rechazo, que por otro lado es
falso, es sólo la interpretación personal y subjetiva de un suceso.
El Alma entiende que el amor siempre está, pero que cada uno elige
con quién manifestarlo cuando se trata de la relación de pareja o
de amistad. Así, nos cruzamos con personas que realmente nos
despiertan el amor que somos, que estaba adormecido, de una forma tan
abrupta que la mente se pierde, el personaje siente dolor, y la
incomprensión y la rabia se abren camino.
Eso es una crisis del
personaje, una crisis que permite que nos demos cuenta de que amar es
sólo amar, no es poseer al otro, y después de un proceso más o
menos largo, acabas por darte cuenta de que lo amas todo.
Pero ese tipo de amor,
ese que es real y eterno, se queda instalado en el personaje, en la
mente, sin poder expulsarlo, y esa persona queda en ti, latiendo en
tu alma para siempre, pese a que no parece que puedas manifestárselo
jamás, a no ser que el otro pueda reconocerse también en ti. Y es
que, te habías topado con la energía que sentías en ti depositada
en otra forma de vida, así que no es que se instale en ti, sino que
ya lo estaba antes de saber que esa persona era la portadora de tu
misma energía de Ser.
Me pregunto si en este
mundo humano tan superficial, donde todo es sueño y casi todos
duermen bajo los efectos del paradigma mental, y la manipulación, se
podría expresar tal amor, con la inconmensurabilidad que ello
supondría. ¿Podrían nuestros cuerpos físicos albergar tal
cantidad de amor? ¿Podrían nuestras personalidades entregarse hasta
el punto de la disolución de ellas mismas para ser tan solo amor?
Algunos llaman a este
amor “Llama gemela”, yo también lo hice durante mucho tiempo,
pero cuanto más me reconozco, más siento mi ignorancia, más me
despojo de los conceptos que trato de transmitir, puesto que, por
mucho que quiero que describan y definan lo que vivo en mi interior,
quedan sumamente alejados de lo que siento y de lo que soy.
Amar desde el Alma no es
sentir pasión o deseo, ni es enamorarte de un cuerpo físico, ni
siquiera de una personalidad, ni ver el alma del otro, sino que es
amar sin saber por qué amas, es amar sin buscar coincidencias, es
amar aunque la manera de vivir de esa persona sea incompatible con la
tuya, es amarla sin importarte su aspecto, reconociéndola en
cualquier mirada en la que se refugiara, es amarla aunque detestes su
personalidad, es amar incluso sabiendo que esa persona, ese ser
humano, está muy lejos de verte, muy lejos de hallarse en tu mirada,
muy lejos de amarte de forma consciente, es reconocerte en ella
completamente, contemplarle y verte de una forma tan sumamente
intensa que te asusta, te enloquece, te transporta, te conecta con tu
esencia divina, es caerte en su interior y darte cuenta de que estás
ahí dentro desde siempre.
Sin embargo, a pesar de
que haya muchos casos en los que parece imposible experimentar ese
amor en la Tierra, a veces el universo juega a nuestro favor y nos
obsequia con un encuentro inesperado, algo que nos eleva hacia lo más
alto, después de haberlo dejado todo atrás, de habernos enfrentado
a los fantasmas que nuestra mente inconsciente nos presenta, después
de haber superado la confusión.
Mi Alma me muestra cada
día su grandeza, la de todas las almas, y en ella hay una palabra
muy bella que siempre resuena en mi interior: Confianza.
Confianza en la vida,
puesto que la vida eres tú, y nadie mejor que tu Alma, tu Esencia
divina, sabe lo que es mejor para ti.
Arael Elama.