SECCIONES - TÍTULOS

Los relatos del blog están divididos en varios títulos genéricos que son "Reflexiones", donde hallaréis escritos espirituales y reflexivos, "Una mirada al Alma" donde podréis leer historias muy profundas de crecimiento personal, del alma, "El Romántico Obsoleto", que cuenta con relatos de humor, irónicos, historias de la vida cotidiana del ser humano, "Diálogos", que son como la palabra dice, conversaciones que suelen ser muy profundas y espirituales, y por último he publicado tres capítulos de una de las novelas en las que estoy trabajando "Alma Cristalina". Disfrutad con todos ellos y compartidlos si os animáis a hacerlo para ayudarme a difundirlos.

Gracias por leerme, bendiciones a todos.

viernes, 19 de octubre de 2018

SÓLO SOY




Me buscas en incontables recuerdos que se disipan en tu memoria, cuentos que nunca fueron, o que se olvidaron en otras existencias ya vividas...
Intentas darme un nombre, un personaje, una imagen de mujer que sea como siempre imaginaste que sería, algo así como tu alma gemela, tu estrella, mas no te das cuenta de que eso me hace demasiado pequeña.
¿Quieres saber quién soy? Te lo explicaré para que al contemplarte a ti mismo, desde dentro de tu más interna esencia, la más oculta y la que menos encuentras, me comprendas y me sientas, porque vivo en ti, y hasta que no lo asimiles y lo integres, hasta que no lo entiendas, no sabrás quién eres, ni qué es aquello que te rodea...
No soy lo que dibujas superficialmente, no soy lo que te inventas, no coincido con ninguna de tus absurdas ideas, soy más que eso, pero menos de lo que tú esperas desde tu limitada conciencia, atrapada en una percepción ínfima y escueta...



Sólo soy, lo demás Es y se manifiesta porque ya Es, en mí, en ti, en todo...
Desanudando el laberinto de mi mente, me hallo sublime, perenne, no necesito nada, pero disfruto de la abundancia que desde dentro de mí se manifiesta como magia...
Si te observo, puedo verte a través de tu mirada, escucharte atravesando tus palabras, amarte desnudándote de tu falsedad y abrazando a tu alma...
Pero no me pidas que crea tus historias, sólo creo en la existencia que reina en mi mundo de los sueños, y que crea, crea y se regodea entre las maravillas que se erigen para regalarme una realidad hermosa, bella, ajustada a lo que mi corazón desvela...
No creeré en tus historias, pero sí en ti, para crearte, para que existas en mi mundo, en mi esfera...
Soy lo que soy, un todo que abarca la nada, un camino sin principio, una huella eterna y efímera, un beso que besa a la vida, una fuente inagotable de energía que Es, que brota incesante, que fluye colmada de amor , puesto que es amor lo que palpita y pulsa en cada gota que la habita...
Sólo Soy en un ahora que durará un siempre que nunca tuvo un pasado, ni un futuro, ni un presente...
Soy tu latido que, como música, dentro y fuera de ti resuena...

Arael Elama

miércoles, 3 de octubre de 2018

ESPEJISMO DE AMOR




Era él, estaba segura, tanto tiempo buscando, tantas vidas arrasadas por el dolor de la pérdida, por la desesperación de un amor que nunca lograba materializarse.
Sí, tenía que ser él, por su pelo, por sus ojos, por su sonrisa, por su forma de expresarse, por su manera de mirar, tenía que ser él y por fin le había encontrado.
Apenas le conocía y sin embargo había decidido que ese hombre extraño era su gran amor, aquel que recordaba de una vida anterior, aquel que sentía en su corazón, en cada latido.
No es muy común que una persona te diga que recuerda sus vidas pasadas, es algo bastante peculiar, sobre todo si no crees en la reencarnación, sin embargo, Elisa no dudaba en explicarlo, como su fuera algo de lo más normal.
Aquel hombre que había marcado su anterior experiencia, había sido muy importante para ella, por esa razón se había prometido volver a verle, continuar su historia de amor, o como mínimo, darle a él la oportunidad de reconocerla, de decidir si quería estar con ella o no.
Así que comenzó a escribirle poemas anónimos, cartas que él recibía una vez por semana firmadas con el nombre de “Rosa Azul”.

Puede la llama de tus pupilas encender la opacidad de mi alma, cautiva por los miedos del pasado. Puede tu sonrisa devolverme la vida, esclava de mi recuerdo intacto, de mi promesa de hallarte y despertarnos juntos en este momento incierto, extraño, desierto ahora de nuestro amor inmenso.
Puede tu beso arrancarte el olvido, mas comprendo que ya no somos los que fuimos cuando me amaste, cuando tu alma se entregó a la mía y supimos que nada ya sería más importante que reencontrarte, reencontrarme, aunque eso ocurriera con diferentes cuerpos. Puede tal vez tu consciencia, si escapas del grito sonámbulo que te impulsa a vivir desde tu egocentrismo, acercarte a mi mundo, al preámbulo de mis versos más ocultos, más intensos, más vaporosos, más etéricos y más eternos.
Puede quizás que algún día, leas en mis poemas, en mis palabras, esas que te parecen escritas por una simple admiradora secreta, una más, otra mujer que te ostenta, la verdad de tu alma manifiesta, el amor que buscabas dibujado en cada letra, la energía de tu amada que en cada mirada te inventas.
No soy una más, tú me llamaste, pediste que el viento acercara el perfume del ser que amas en lo más profundo de tu fortaleza, mas la apariencia de lo mundano te atrapa y no eres capaz de ver a través de la carne, el alma de a quien amaste y con quien en tus sueños siempre regresas.

Recuérdame

Rosa Azul”

Esas cartas resonaban en su corazón, las sentía, pero ella tenía razón, él sólo veía en ellas a una mujer enamorada, tratando de conquistarle de una manera muy original. No podía ver lo que había detrás de todo aquello.



Pasaron varios años y él no conocía todavía la identidad de su amante desconocida, su admiradora Azul.
Ella, sin embargo, había visto cómo él salía con mujeres hermosas, increíbles, algunas modelos, otras cantantes, otras mujeres exitosas y muy atractivas con las que ella sentía que no podía competir.
Su amado era un hombre público, conocido, y vivía de cara a las apariencias, envuelto siempre en lujos, rodeado de mujeres que le deseaban, y que para él eran una tentación constante.
Pero ahora era diferente, él se había enamorado.
Su novia era impresionante, fantástica, bella, exitosa, dulce, maravillosa, es decir, perfecta, una mujer que no se podía comparar con ella, una simple escritora en el paro que fantaseaba con un cantante inalcanzable.
¿Por qué tenía que ser así? ¿por qué había tenido que reconocerle como su alma gemela si él nunca la reconocería a ella?
¿Por qué él se había hecho famoso alejándose completamente de la posibilidad de que pudieran reencontrarse algún día?
No sólo era inalcanzable para ella, sino que además ahora ya no había nada que hacer, él ya no la buscaría más, se había enamorado.
No podía culparle, ella era estupenda, piel morena, pelo largo y brillante, siempre bien peinada y bien vestida, siempre radiante con ese cuerpo lleno de curvas y esas largas piernas que la hacían exuberante, y además quince años más joven que ella.
Ya le había perdido para siempre...
Así que decidió apartarse de él, dejarle de escribir, enamorarse de otro, olvidar su vida pasada con él, soltar, permitirse ser feliz, y no forzar algo que en esta vida no sucedería jamás.

  • ¿Será que me equivoqué? - Se preguntaba. - Sí, él no puede ser mi llama gemela, no puede ser que no me reconozca, no puede ser que seamos tan diferentes, que él esté sumido en un mundo tan superficial y sea tan ególatra. No puede ser que él no sea capaz de ver mi alma, que sólo pueda enamorarse de mujeres bellas, y fijarse sólo en lo exterior. En sus canciones habla de la conexión de almas, habla de nosotros, de su búsqueda, de que me amaba en la otra vida, pero no ha sido capaz de buscarme de verdad, porque me imaginaba siempre como una chica guapa, exitosa, y me infravaloró, no se dio cuenta de que lo importante no es el aspecto físico, ni el estilo de vida, ni la atracción sexual, sino lo que hay dentro. Pero él no sabe ver las almas, aunque crea que sí, sólo ve lo que quiere ver. ¿Será que me equivoqué? Seguramente sí.

Y dejó las cartas en el olvido, para no quedarse esperando toda la vida a que él se diera cuenta de que el alma no siempre se viste de belleza y apariencia perfecta.
Cabe decir que Elisa era una mujer de poca estatura, algo pasada de kilos, que había pasado los cuarenta y que no se consideraba una mujer bella, aunque algunos sí la veían hermosa. Sin embargo, compararse con aquellas mujeres tan bellas y estilosas, la llevó a deshacerse de sus complejos y valorarse tal y como era, además de darse cuenta de que no siempre la conexión del alma se manifiesta como una relación de pareja, y que algunas personas no saben distinguir el amor del espejismo de amor, y ella había caído justamente en ello.
Se había deslumbrado y después se había desilusionado, pues aquel hombre no tenía los mismos valores que ella, no era capaz de ver su belleza interior, y sólo era capaz de enamorarse de lo externo, de lo efímero.
Ahora sabía que no la habría reconocido nunca desde esa perspectiva, porque ni siquiera se había reconocido a sí mismo todavía.
Tal vez sí era su llama gemela, pero ella aprendió que el amor debe ser puro, no contaminado con la creencia de cómo debe ser, ajustándolo así al cuerpo y a la personalidad más convenientes. El amor verdadero no debía estar intoxicado con la perversión de los pensamientos egoístas, pensamientos disfrazados de una falsa moral, de una falsa espiritualidad, de una forma de vida en la que la imposición de lo que uno piensa es lícita, mientras que el respeto a lo que otros creen y piensan se considera mediocre.
Aprendió que cada alma escoge un camino propio, individual, y que ella debía respetarlo, aunque se tratara de su compañero más amado.

Se transformó, y se prometió esta vez otras cosas: ser la mejor versión de sí misma, amar de una forma límpida y extraordinaria, y permitirse ser amada por alguien de la misma forma, con amor real, con consciencia y con el respeto muto de cada proceso consciencial individual.

Y así descubrió que todo lo que ella había pensado acerca de aquel hombre, no era más que una interpretación desde su realidad personal, y que no conocía cómo sentía él, ni quién era él, así que por fin pudo soltar el juicio, y entregarse del todo a la verdad que todos llevamos dentro.
Cada persona escoge en qué creer, en qué soñar, y nadie tiene derecho a juzgar eso, pese a que sea contrario a lo que uno está creando.
La libertad del alma debería consistir en eso, en la pura experiencia en la materia, sin interferencias, ni manipulaciones.
Tal vez él estuviera influenciado por las tendencias de la manipulación y el control que sufre esta sociedad, pero sólo a su alma le correspondería salir de ello.

El amor es algo que llevamos dentro, nadie te lo viene a traer, y si comprendes eso, te das cuenta de que tu llama gemela está dentro de ti y sólo cuando lo sientes así, el universo te la muestra frente a ti. Su aspecto no te importará en absoluto cuando la encuentres, su energía te cautivará, te elevará y te mostrará lo increíble que es amar desde un lugar más elevado, lejos de los convencionalismos establecidos por nuestras mentes pequeñas e inconscientes.




Arael Elama...



sábado, 28 de julio de 2018

MUNDO LABERÍNTICO


Es extrañamente habitual, en cierto modo, que me sorprenda a mí misma atrapada en una espiral casi laberíntica y claustrofóbica de pensamientos que, a menudo, no sirven para casi nada.
Hace relativamente poco me preguntaba, por ejemplo, qué pensamientos son realmente míos, es decir, cuáles han nacido de mi propia creación tras una larga o breve, según se mire, introspección que suele conducirme a conclusiones acerca de diversos temas o hechos.
La verdad es que podría asegurar que la mayoría de esos pensamientos y deducciones son el resultado de la combinación de multitud de creencias que he ido guardando en mi inconsciente sin ni siquiera tener conocimiento de ello, lo cual es bastante frustrante, e incluso aterrador si tenemos en cuenta que eso significaría que realmente nada de lo que pienso es genuino, más bien es como una especie de implante que determina no sólo mi forma de pensar, sino mi forma de actuar y como consecuencia, mi forma de vivir.
¿Realmente lo que pensamos es producto de lo que somos? O preguntado de otra forma ¿lo que somos es lo que pensamos?.
No creo mucho en el uso de la palabra “normal”, más que nada porque me pregunto qué definimos por “normal”, seguramente aquello que en nuestro inconsciente se aferra a lo que llamaría “el programa base”, así que no voy a decir si nuestros pensamientos son normales o no lo son, más bien voy a dirigirme a éstos como ínfimas formas de vida que, si bien parecen bastante inofensivas, existen en nuestra mente y forman parte de una inmensa herramienta creadora, teniendo una gran capacidad de guiarnos peligrosamente, tal vez, hacia actitudes que determinan drásticamente la forma en la que experimentamos la vida, la manera en que creamos nuestro mundo personal y a su vez colectivo.
Entonces, todo aquello que yo pueda opinar acerca de cualquier cosa, incluso acerca del otro, puede ser una mentira, algo ilusorio, basado en cómo yo percibo e interpreto lo que veo.
Pero, ¿lo que percibo es producto de mis pensamientos, o lo que pienso es producto de lo que interpreto al observar el mundo?
En ese laberíntico camino de mi mente, me doy cuenta de que hay algo más allá de mis pensamientos, hay una sabiduría cuya procedencia pareciera provenir de algo “superior” a mí misma, o tal vez simplemente es lo que yo soy en realidad lo que se manifiesta cuando me cuestiono todos esos pensamientos absurdos que viajan en mi mente.
Y esa sabiduría me advierte de que no me deje llevar por las apariencias, y sobre todo, de que no me crea nada de lo que pienso.
Lo que existe en mi inconsciente es algo así como un conjunto de filtros de colores diversos que se posicionan y alternan según el momento, el tema, y la resolución final que mi programa base tiene predeterminada para mí.
Así pues, nada de lo que observo es nítido y puro, siempre lo traduzco a través de dichos filtros. Si algo es de color amarillo y mi programa pone un rojo para verlo, todo para mí tendrá un significado naranja.
A su vez, lo que yo contemplo, de color naranja según el ejemplo, lo recibo e interpreto de nuevo desde la idea de que es de ese color, y no de otro, y puedo criticarlo, juzgarlo, amarlo, odiarlo, en fin, vivirlo desde mi propio prisma.
Es evidente que, además de tener un sistema laberíntico de pensamientos entrelazados entre sí como ramas que parten del tronco de un súper sistema de creencias, tan enorme y variado como un bosque de árboles de diversas especies y diferentes tamaños, también existen las raíces de estas creencias, intecomunicadas entres sí y que me llevan al mundo emocional.
Cada grupo de creencias tiene sus propias reacciones emocionales asignadas.
Realmente, cuando me imagino cómo funcionaría un robot humanoide inteligente, no dejo de asombrarme al pensar que parecemos justamente eso, robots inteligentes que funcionan con programas y sistemas de subprogramas que determinan nuestra personalidad y nuestra funcionalidad.
¿Pero quíén soy entonces? ¿Un programa que sugiere que sea de una forma o de otra mi carácter?
Si no soy eso, ¿quién soy?
Entonces vuelvo a recordar esa parte que me hace estar por encima de mis pensamientos y darme cuenta de que no soy eso, esa parte de mí que me lleva a preguntarme quién soy.
La consciencia de existir es el primer paso, después llegan otros estadios en los cuáles vas reconociéndote, poco a poco, a través de diferentes fases, procesos, ciclos.
Lo cierto es que la Verdad no es lo que mi mente me dicta, y por tanto no puedo y no quiero vivir según sus obsoletos parámetros, sino según mi realidad interior, mi auténtico ser.
Y entonces llegan otras preguntas ¿quién está escribiendo esto?, ¿es mi personaje, o es mi ser auténtico usando la herramienta de mi mente como transmisora de mensajes, a través de la palabra escrita?
Lo cierto es que sólo puedo decir que por lo menos me siento en un peldaño o varios más arriba de lo que en el ayer estaba, y que sé que todavía puedo caer en la trampa del ego, en el laberinto mental que todo lo transforma a su antojo para hacernos creer que hemos trascendido y atravesado sus muros.
Escapar de ese laberinto es haber emergido de un paradigma antiguo y haber renacido en otro nuevo, más libre, más genuino, más afín a la esencia del ser que somos.
Y no es lo mismo pensar y crear desde ese paradigma nuevo, fuera de las barreras del enredo que nos limita, porque en el siguiente nivel todo es más real.
Si dejamos de creernos todo lo que nos fue impuesto, aunque de forma inconsciente, y comenzamos a crear


nuestro mundo desde la autenticidad de lo que somos, sin buscar comparaciones, sin competir con nadie, simplemente siendo fieles a nuestra verdad más pura, seremos capaces de manifestar todo aquello que esté en resonancia con nosotros a través del instrumento mental, un mecanismo que nos permite materializar todo aquello que nos imaginemos, siempre y cuando, el sistema de creencias que tenemos implantado se derrumbe por completo, o se transforme.
Nuestro gran potencial es muy desconocido para nosotros. Vivimos creyéndonos limitados en muchos aspectos donde realmente somos capaces de crear maravillas, sin embargo, no sólo se trata de crear, sino de hacerlo desde la consciencia del ser, que conlleva la inteligencia del amor incondicional, la sabiduría que nos aporta la diversidad y la interconexión, la unicidad de todas las individualidades, el respeto hacia el otro y hacia uno mismo y la comprensión de que lo que afecta a un sólo ser, afecta a todos, lo que afecta a un sólo planeta, afecta a todo un sistema solar, etc.
Hemos vivido desde la más absoluta ignorancia, creyéndonos el ombligo del mundo, ya toca madurar y generar una realidad más consciente y amorosa, saliendo por fin del laberinto tramposo que nos ha estado dominando durante tanto tiempo.

Arael Elama.


domingo, 15 de abril de 2018

EL AMOR DEL ALMA


Es inútil convencer a la mente de que se imagina todo dolor que experimenta, siempre buscará la manera de encontrar un motivo externo, algo o alguien a lo que culpar, dando vueltas en un círculo vicioso en el que jamás trata de comprenderse a sí misma y liberarse de la carga de sentirse dependiente de lo que hay fuera de ella. Lo cierto es que la mente parece ir casi siempre en contra de lo que es el Alma. El alma explora los mundos y se enamora de todo cuanto halla en ellos, mientras la mente despotrica acerca de todo aquello que no se ajusta a su ínfima interpretación de lo que está observando y conociendo.
Tal vez por esa razón el amor es tan difícil de entender, tan complicado, y tan absurdo para los parámetros mentales en los que nos empeñamos que se ajuste.
Cuando amas de veras a alguien, fuera del paradigma que impone el criterio mental, todo se vuelve caótico para la personalidad mental, y mágico para la existencia en sí misma. Si digo mágico es porque conlleva una serie de experiencias sincrónicas que te impulsan y te acercan a una realidad diferente, más acorde con lo que somos en otros niveles de consciencia más elevados, y eso, para una mente ignorante de dicha realidad, entra en el mundo de lo desconocido, y por tanto, de la magia o la fantasía.
Ahí, en ese punto en el que la vida se muestra al desnudo y poco a poco vas sintiendo que nada es como parecía que era, es cuando te encuentras con la contradicción.
Al principio crees que tienes que escoger entre alma o mente, pero después comienzas a ver que el alma está en ti, en todo lo que eres, incluyendo tu ego, tu mente, tu personalidad, y que por esa razón, sólo tienes que dejarte inundar por ti mismo, por tu verdad, por tu amor, porque el amor en realidad eres tú, estás creado desde el amor.
Tu cuerpo físico es un vehículo para experimentar en una forma de vida humana, tu cuerpo mental es una herramienta para captar lo externo, tu cuerpo emocional te lleva a un mundo interno donde puedes explorarte como ser humano, conocerte, amarte, y asimismo, ver a los demás desde ti, como si fueran otros, mas siendo tú en la experiencia del otro.
Eso es sentir el amor, verte en el otro, en otra forma de pensar, en otra personalidad, en otro cuerpo físico, y si consigues reconocerte en la mirada del otro y enamorarte, estás amando desde el alma y además también desde la mente.
Creo que podría definir lo que yo considero el personaje, o la personalidad, como aquello creado en nuestra mente para relacionarnos con lo externo. Ahí también se halla el ego, y además, dicho personaje está controlado por un sistema de creencias y algunos programas que hay en el inconsciente. Sin embargo, yo no pienso que el personaje o el ego deban morir para experimentar desde el Alma,  sino que siento que éste se va identificando cada vez más con el Alma, dejando de estar dominado por los programas y los patrones, siendo más auténtico. El Alma acaba usando el personaje para ser, pero más liberada, más ella, a través de una personalidad sutilizada y entregada al Ser divino.
Dicen que algunos de nosotros, como personajes, somos hiperempáticos y sentimos el mundo de una forma profunda, empatizando con todo. Eso, en muchas ocasiones, nos lleva a sentir tan intensamente las emociones, los pensamientos, la vida en sí misma, que nos desbordamos de amor, aunque también podemos desbordarnos de miedo, de dolor, de angustia y de desolación.
Somos extremadamente sensibles y muchas veces no somos comprendidos por el resto. Nos preguntamos quiénes somos, por qué estamos aquí, y exploramos nuestro mundo interior para hallar las respuestas, aunque también nos escondemos en él y nos apartamos del exterior para protegernos de posibles críticas y juicios de otros personajes aún sometidos al viejo paradigma del inconsciente, y no saben reconocerse, ni amarse a sí mismos, y por tanto, son icapaces de hacerlo con los demás.
Los hiperempáticos son así por elección de su Alma, y eso les permite en su mayoría despertar del sueño de este mundo ilusorio.
Durante mucho tiempo, como personaje, desprecié mi forma de sentir el mundo, porque me asustaba ser lastimada, pero un día toqué fondo y me vi, pude sentirme, y fue un reencuentro con algo que no alcanzo a describir. Decidí ser quien era en lo más puro, expandirme, amar, en lugar de comprimirme, ocultarme y negarme.
Entonces todo tomó una dimensión muy distinta, todo en mí como personalidad y todo a mi alrededor, se empezó a transformar.

Entendí que el amor del alma es un amor en el que se incluye todo, nada se excluye, y si excluímos es que aún no estamos vibrando en ese amor real y consciente que proviene del alma, del espíritu, y que vive a través de nosotros.
Y ahí, dentro de mí, fluía una energía muy dulce a la que identifiqué como una parte de mí que no sólo existía ahí. Siempre había sabido de su existencia, pero no la había localizado en mi interior, sino fuera de mí, en alguna parte, y la buscaba incesantemente, anhelante.
En mi camino para tratar de entender de una forma racional esa sensación, pude conocer a otras personas que también compartían esa misma sensación que yo vivía en mí, y me compartieron sus experiencias.
Encontrar a alguien cuya personalidad está aún en la búsqueda y la comprensión de la vida que es, alguien que todavía no puede verte como parte de sí mismo, es lo más habitual, pero a menudo ocurre que te reconoces en esa persona, en su alma, y la amas irremediablemente, porque es imposible no hacerlo. Entonces, el otro, temoroso, huye de ti, o te rechaza, o tal vez elige y ama a otra persona ,o se compromete con otros aspectos de sí mismo que tiene que reconocer dentro de él, siendo incapaz de responder al deseo de la personalidad de hacer físico el amor que lleva dentro.
Entonces llega la contradicción de la mente y el alma. La primera te lleva a sufrir, siente dolor porque no soporta el rechazo, que por otro lado es falso, es sólo la interpretación personal y subjetiva de un suceso. El Alma entiende que el amor siempre está, pero que cada uno elige con quién manifestarlo cuando se trata de la relación de pareja o de amistad. Así, nos cruzamos con personas que realmente nos despiertan el amor que somos, que estaba adormecido, de una forma tan abrupta que la mente se pierde, el personaje siente dolor, y la incomprensión y la rabia se abren camino.
Eso es una crisis del personaje, una crisis que permite que nos demos cuenta de que amar es sólo amar, no es poseer al otro, y después de un proceso más o menos largo, acabas por darte cuenta de que lo amas todo.



Pero ese tipo de amor, ese que es real y eterno, se queda instalado en el personaje, en la mente, sin poder expulsarlo, y esa persona queda en ti, latiendo en tu alma para siempre, pese a que no parece que puedas manifestárselo jamás, a no ser que el otro pueda reconocerse también en ti. Y es que, te habías topado con la energía que sentías en ti depositada en otra forma de vida, así que no es que se instale en ti, sino que ya lo estaba antes de saber que esa persona era la portadora de tu misma energía de Ser.
Me pregunto si en este mundo humano tan superficial, donde todo es sueño y casi todos duermen bajo los efectos del paradigma mental, y la manipulación, se podría expresar tal amor, con la inconmensurabilidad que ello supondría. ¿Podrían nuestros cuerpos físicos albergar tal cantidad de amor? ¿Podrían nuestras personalidades entregarse hasta el punto de la disolución de ellas mismas para ser tan solo amor?
Algunos llaman a este amor “Llama gemela”, yo también lo hice durante mucho tiempo, pero cuanto más me reconozco, más siento mi ignorancia, más me despojo de los conceptos que trato de transmitir, puesto que, por mucho que quiero que describan y definan lo que vivo en mi interior, quedan sumamente alejados de lo que siento y de lo que soy.
Amar desde el Alma no es sentir pasión o deseo, ni es enamorarte de un cuerpo físico, ni siquiera de una personalidad, ni ver el alma del otro, sino que es amar sin saber por qué amas, es amar sin buscar coincidencias, es amar aunque la manera de vivir de esa persona sea incompatible con la tuya, es amarla sin importarte su aspecto, reconociéndola en cualquier mirada en la que se refugiara, es amarla aunque detestes su personalidad, es amar incluso sabiendo que esa persona, ese ser humano, está muy lejos de verte, muy lejos de hallarse en tu mirada, muy lejos de amarte de forma consciente, es reconocerte en ella completamente, contemplarle y verte de una forma tan sumamente intensa que te asusta, te enloquece, te transporta, te conecta con tu esencia divina, es caerte en su interior y darte cuenta de que estás ahí dentro desde siempre.
Sin embargo, a pesar de que haya muchos casos en los que parece imposible experimentar ese amor en la Tierra, a veces el universo juega a nuestro favor y nos obsequia con un encuentro inesperado, algo que nos eleva hacia lo más alto, después de haberlo dejado todo atrás, de habernos enfrentado a los fantasmas que nuestra mente inconsciente nos presenta, después de haber superado la confusión.

Mi Alma me muestra cada día su grandeza, la de todas las almas, y en ella hay una palabra muy bella que siempre resuena en mi interior: Confianza.

Confianza en la vida, puesto que la vida eres tú, y nadie mejor que tu Alma, tu Esencia divina, sabe lo que es mejor para ti.

Arael Elama.

lunes, 15 de enero de 2018

EL SER EN EL CUERPO

Ven mi querido ser,
ven que te arrullo,
ven que te acojo,
ven que te siento latir
y te reconozco...

Abre tus alas en mí,
brilla intenso en mi corazón,
ayúdame a renacer aquí
con tu esencia de puro amor,
eleva mi cuerpo hacia tu luz,
vibra en cada uno de mis pensamientos,
para que consiga ver,
la verdad que hay en todo
lo que existe en cada momento.





Haz que mi nombre se desvista
de las capas de falsedad
para que así pueda ascender
hasta tu más divina verdad,
purifica mis llagas del pasado,
hazme presente en la palabra amar,
resucita mi vida en tus brazos
para liberarme de lo que no es real.

Ven mi querido ser,
ven que te arrullo,
ven que te acojo,
ven que te siento latir
y te reconozco...

Crea conmigo la vida
que juntos hemos logrado
habla en mis ojos, en mis manos,
en la obra de mis letras
de mis creencias y de mis actos,
seamos uno en la Tierra,
trae en mí tu cielo, haz el milagro...

Ven mi querido ser,
ven que te arrullo,
ven que te acojo,
ven que te siento latir
y te reconozco...



Arael Elama