Si la fruta no está madura, no hay que arrancarla del
árbol, todo tiene su proceso en este mundo, todo llega a un estado de
maduración óptimo para una siguiente fase. Recuerdo una frase que me
decían a menudo mis guías, "Nosotros no vemos el tiempo como vosotros
cuando os observamos, lo que vemos son procesos, que se dividen en fases
y que éstas a su vez se dividen en pasos". Esa era una manera de
hacerme entender que no podía exigir o pedir aquello que no estuviera
"maduro", listo para la fase en la que yo me encontraba, y que yo podía
no estar preparada para hacer algo que sentía que tenía que hacer de
forma inmediata, y es que, en muchas ocasiones, en tu corazón sabes que
hay algo pendiente, algo que tienes que hacer, un paso más que debes
dar, pero esa inmediatez no se puede aplicar en tu proceso, porque aún
no ha llegado el momento físico de realizarlo. Eso a veces desespera,
porque sientes que llega un cambio, y que es inminente, pero sabes que
aún no se ha dado el pistoletazo de salida, sabes que antes tienes que
acabar algunos detalles.
Así que me quedó muy claro que todo
tiene su momento adecuado y que si nos precipitamos y tomamos del árbol
aquello que no está maduro, nos encontraremos con muchos problemas
añadidos, aunque es cierto que normalmente no se nos permite tomar algo
antes de su tiempo de madurez, en lo que se refiere a nuestro trabajo
interior.
Por otro lado, también he aprendido que no podemos
pedirle peras al olmo, como afirma el dicho, así que, no hay que esperar
de aquellos que no están maduros que respondan como si lo estuvieran.
En el caso de los procesos de desarrollo personal y espiritual, existen
varios estadios para llegar a la madurez total, pero hay también fases
en las que estamos preparados para determinados acontecimientos, para
iniciar cambios en nuestra vida, nuevos ciclos, como si tuviéramos
diferentes tipos de maduración. Por ejemplo, alcanzas la madurez
necesaria para comenzar un ciclo de transformación de tu entorno, vendes
tu casa y te vas a otro lugar a vivir, y esto es el resultado de un
proceso previo interior que, una vez ha madurado, te lleva a su
manifestación exterior. Y así nos vamos reencontrando poco a poco con
lo que somos realmente, a la vez que estamos desechando lo que no somos,
los conceptos bajo los cuales nos estábamos rigiendo y controlaban
nuestras decisiones, limitándonos a través de los miedos y las creencias
basadas en los mismos.
Cada uno tiene su propio tiempo de
maduración interior... y eso merece un gran respeto, todo es vida, todo
es amor bajo las máscaras del ego, no hay que pretender que los velos
caigan más rápido de lo que corresponde, ni para uno mismo, ni para los
demás, los ritmos deben ser como son, cuando queremos correr es cuando
de pronto descubrimos que nos estábamos engañando y que había mucho más
de lo que creíamos aún pendiente, y ahí es cuando "suspendemos" el
examen, y nos damos cuenta de que nuestro ego ha vuelto a hacernos caer
en la trampa de la prepotencia...
Madurar interiormente es un
milagro que debemos permitir que suceda... Florezcamos con la ternura
que se le da a un bebé, sin pretender que éste crezca rápidamente, y
cuidando cada etapa con todo el amor del mundo, hacia nosotros y hacia
los demás...
Arael Elämä Araham...
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