SECCIONES - TÍTULOS

Los relatos del blog están divididos en varios títulos genéricos que son "Reflexiones", donde hallaréis escritos espirituales y reflexivos, "Una mirada al Alma" donde podréis leer historias muy profundas de crecimiento personal, del alma, "El Romántico Obsoleto", que cuenta con relatos de humor, irónicos, historias de la vida cotidiana del ser humano, "Diálogos", que son como la palabra dice, conversaciones que suelen ser muy profundas y espirituales, y por último he publicado tres capítulos de una de las novelas en las que estoy trabajando "Alma Cristalina". Disfrutad con todos ellos y compartidlos si os animáis a hacerlo para ayudarme a difundirlos.

Gracias por leerme, bendiciones a todos.

lunes, 19 de diciembre de 2016

PÁJAROS EN LA CABEZA



Este mensaje va dirigido a todos aquellos que alguna vez le han dicho a alguien esa típica frase de «Tienes pájaros en la cabeza», a ellos, que tan cariñosamente han deseado cambiar a los que les rodeaban, moldearlos a su semejanza, para que tuvieran vidas estandarizadas, creyendo fehacientemente que esas vidas eran mejores que las de los poseídos por esas famosas aves en sus mentes, convencidos de estar en lo cierto, de tener la razón y de tener el derecho y la obligación de salvar a los pobres enloquecidos por sus ideas disparatadas y contrarias a lo lógico y lo racional.

A ellos y con todo mi amor, les voy a explicar lo que es tener pájaros en la cabeza. Lo primero que quiero hacer es expresar la maravilla que se siente cuando las alas de las gaviotas comienzan a desplegarse dentro de mí, sí, en mi cabecita alocada, porque sí, yo tengo la libertad en mi mente, tengo la fortuna de ser uno de esos individuos raros que piensan diferente, que son criticados y que suelen ser sometidos a intentos continuos de manipulación emocional, para que ponga los pies en el suelo y deje de soñar.

Soñar, sí, eso es lo que hacemos los que en nuestra vida tiene cabida el vuelo de nuestros pajaritos, esos que cantan nuestra melodía continuamente, mostrándonos que el camino de la mayoría no tiene por qué ser el correcto, que no porque todos hagan lo mismo significa que sea lo mejor, o lo más adecuado, que la vida, mi vida, tu vida, no le pertenece a nadie más que a uno mismo y que nadie tiene que decirte cómo debes vivirla.

La experiencia de esta existencia es única, vivir el presente es el regalo más grande que podemos hacernos, sin embargo, muchos viven haciendo planes continuamente, buscando sin cesar la felicidad en lo material, en las metas u objetivos que se marcan para salir adelante, para sentir ilusión por la vida, tratando de controlarlo todo, de tenerlo todo estructurado, organizado, llegando incluso a olvidarse de experimentar la vida en sí misma, porque no la sienten, y el tiempo pasa para ellos sin ver realmente lo que es verdaderamente importante.

Perder de vista quién eres, qué es lo que te conecta con tu felicidad interior, con ese amor que eres, es como vivir dormido, y así vive la mayoría, totalmente lícito, claro está, pero a mí me despertaron los pájaros.

Los que tienen pájaros en la cabeza, sueñan y tratan de manifestar esos sueños en el plano físico, buscan la verdad en su interior, algunos con más habilidad y rapidez que otros, pero todos poseen almas inquietas, mentes sensibles, corazones llenos de pasión y de deseo de alcanzarse a sí mismos, y cuando se dan cuenta de que ya se tenían, que su esencia estaba ahí, saltan a su éxito personal, sea éste el que sea, siempre en coherencia consigo mismos, sin convencionalismos, sin intereses ocultos, sin tratar de agradar a otros, sino siendo ellos mismos, sin miedo a la opinión o la valoración de los demás.

Y es que cuando te dejas llevar por tu canción interior y vuelas con esas gaviotas que te guían hacia tu libertad, la sensación es tan increíble, tan hermosa, que la vida te parece algo muy distinto de lo que creías antes de lanzarte a decir «no» a los que trataban de convencerte de que tu sueño era una tontería.

Sí, se puede ser libre, pero sólo si escuchas tu voz, la voz de tu ser, se puede ser feliz, si te aventuras a conocerte, puedes vivir el presente en cada momento, sin metas a largo plazo, sin búsquedas, disfrutando de aquello que te nutre, haciendo lo que más te llena y ganándote la vida con ello, ¿cómo? Entregándote al amor y dejando a un lado el miedo, o lo que es lo mismo, aceptando cada experiencia como una oportunidad de crecimiento, como una manera de ir trascendiendo tus miedos, como una forma de reencontrarte contigo mismo a través de la comprensión del espejo que nos muestra la vida misma, y amando lo que tú eres, descubriendo para qué has venido a este mundo y qué capacidades especiales tienes para entregar a través de ellas tu amor, tu alegría a la vida misma y a todo lo que ella es y comporta, y abrazando todos esos miedos para elevarte por encima de ellos y dejar que tus gaviotas vuelen contigo dentro de tu universo interior, ése que vale mucho más que cualquier vida estancada en las conveniencias, en las apariencias, vidas que, desde mi punto de vista, se viven a medio gas, porque yo ya no puedo vivir así, para mí es encerrarme en una cárcel, aunque para esas personas sea su felicidad, para mí es una mentira autoimpuesta para no sufrir y conformarse en la tranquilidad de la zona de confort, con lo implantado por el sistema.


Por otro lado, y en segundo lugar, quisiera decir que respeto profundamente las decisiones de otras personas que han querido tener una carrera de cierto prestigio, un trabajo estable, con un buen sueldo, vida acomodada, una pareja, hijos, un piso bonito o una casa con piscina y con jardín, un amante, un coche, una vida social perfecta, un reconocimiento por parte de otros que yo veo totalmente artificial..., todo eso está bien, para algunos, pero no para todos, otros quieren algo más, necesitan expresarse como lo haría el viento, con libertad, escribir, danzar, cantar, en definitiva, crear, crear un mundo mejor desde su mejor versión, haciendo lo que su ser interno les pide, sin permitirse esclavizar por un sistema podrido que nos lleva a morir en vida.



No es que no esté bien tener esas ambiciones, sino que no es a través de lo que el ego nos impulsa a hacer como encontraremos la felicidad y el verdadero amor, sí, ése que a muchos les parece cursi y que asocian sólo con lo romántico, no hablo de medias naranjas, ni de amor perfecto, hablo del amor real, el que no nace del miedo a estar solo, del miedo a no poder tener una familia, del miedo a no ser amado o no poder amar, hablo del amor propio también, del amor incondicional, y del amor que desde ese punto puedes ofrecer a los demás. Cuando lo hallas en ti, te das cuenta de que la felicidad no estaba en todo aquello que habías luchado tanto por conseguir, sino que era bastante más sencillo, no tenías ni que esforzarte para saber y sentir que en ti había algo que te hacía único y que podía servirte para expresarte desde tu alma en tu profesión, y desde ahí, formarte con la técnica o con alguna metodología que te facilitara desarrollar tu habilidad innata.


Tenemos pájaros en la cabeza y nos sentimos orgullosos de ello, porque eso es lo que nos hace libres, eso es lo que nos ha llevado hacia otro camino diferente, eso es lo que nos ha conducido a vernos a nosotros mismos, a decidir por nosotros mismos y no por la imposición social.

Así que lo mejor será que, si alguna vez te han dicho que tienes pájaros en la regalado tan maravillosa frase, te alegres un poquito, porque eso quiere decir que te das cuenta de que esta sociedad está enferma y que tu mente no encaja con ella, desea transformarse, crear algo nuevo, más elevado y más acorde con tu verdadera esencia.

Concluyo recordando algo primordial y muy filosófico, y es que mi opinión sobre las vidas de esas personas que se muestran en posesión de la verdad cuando dicen que tenemos pájaros en la cabeza y que permanecen en la zona de confort, está sujeta a mi percepción de la realidad, así como tu opinión, o su opinión sobre mi persona o mi forma de vivir, también está sujeta a su percepción de la realidad, así que, nada de lo que otros digan sobre los demás debería influirnos, pues en realidad hablamos de nosotros mismos cuando criticamos a otros o los juzgamos.

Vivamos, simplemente vivamos, desde nuestra felicidad interior, con el amor y el respeto hacia el otro que nosotros debemos haber recordado sentir hacia nosotros mismos primero, y bebiendo del presente, que es, en definitiva, lo único que existe ahora mismo.

Cuando nos sepamos ver a nosotros mismos sin velos, podremos ver al otro tal y como es verdaderamente, así que cualquier opinión o juicio que tengamos siempre estará sujeta a nuestra visión de la vida, nuestra percepción de la misma y nuestra capacidad de amar y respetar lo que nos rodea, así como a nosotros mismos.

Aprendamos a amar de verdad y respetemos cada proceso consciencial.

Arael Elama.


viernes, 16 de diciembre de 2016

TE AMO POR LO QUE ERES


Hoy he venido a decirte lo que no entendía tiempo atrás, lo que aprendí a fuerza de tanto llorar, a fuerza de tanto caerme y tenerme que levantar.
No es fácil expresar todo lo que hay dentro de mí, no lo es, pero tú lo sabes, eres capaz de comprender mis palabras porque la energía de lo que siento se queda impresa en cada letra y se transmite como una fuerza poderosa que atraviesa la pantalla y alcanza  tu corazón, pues es él quien entiende el mensaje real de este lenguaje vago e insulso que usamos para comunicarnos.

La conexión entre nosotros  sobrepasa  nuestro conocimiento de esta realidad, por esa razón lo que te escribo no será necesario traducirlo, ni darle un significado, sino que sólo está expuesto aquí para que puedas sentirlo.
Te amo, sí, te amo, pero no de ese modo débil y apagado en que amamos los humanos desde lo cotidiano, no de esa manera especial que nos engancha a la persona que amamos, no de esa forma en la que tú tratas de agarrarme y tenerme contigo para siempre, sino desde otra perspectiva, otra que comprenderás enseguida.

¿Que por qué te amo?  Pues no hay ninguna razón, simplemente te amo, porque mi alma así lo manifiesta, porque soy libre y amo sin ataduras, sin miedo, sin celos, sólo porque sí, porque tú lo mereces y yo lo merezco.

El tiempo de soledad me enseñó que mis inseguridades me hacían daño, que mi creencia de no ser capaz de desarrollar en este plano mis sueños me bloqueaba los caminos, que mi anhelo de hallarte me cerraba las puertas y no me permitía verte, ni siquiera cuando podía estar teniéndote ante mí, pues me cegaban mis dudas, mis temores, mis espejismos, y mis propias estrategias para saber reconocerte, me alejaban de mí misma, y dejaba de reconocerme, de amarme, de comprenderme, buscando la forma  de ser reconocida y valorada.

Fueron años muy duros, años en los que en alguna ocasión deseé desaparecer de este mundo, años en los que fui descubriendo, con mucho dolor, que yo misma saboteaba mi felicidad despreciándome y reclamando tu ayuda, como si fueras un caballero errante que desde mis sueños pudieras venir a mi mundo para rescatarme.

Y sin embargo, entre todos mis ataques de pánico, a causa de mi desconfianza hacia la vida, y aunque no me salvaras de mí misma, ahí estabas tú, como una estrella fugaz, distante, pero presente, pulcro y enamorado de la vida, mostrándome cuánto desamor había en mí, cuánto miedo, tantísimo miedo a vivir, mientras tú eras pura vida, puro riesgo, porque sabías que en realidad no perderías nada, pues todo está en ti, todo está en nosotros. Me enseñaste mucho, muchísimo, tanto que ahora puedo empezar a decirte llena de felicidad todo lo que me digo a mí misma, va por ti y va por mí, porque te amo, porque me amo...

Te amo por lo que eres, no por lo que haces, te amo por lo que eres, no por lo que tienes, te amo por lo que eres, no por lo que has conseguido.
Para mí no eres un triunfador, ni un fracasado, sólo eres un ser digno de ser amado.

No necesito que seas fuerte, ni tampoco débil, pero me encanta que no te avergüences de ser quien eres, pues la verdadera fortaleza reside en que no te importe sentir tu vulnerabilidad y abrazarla, como el que abraza a un niño inocente, y ser sensible no significa ser débil, en absoluto, sino se consciente de que eres capaz de sentir y dejar que tus emociones circulen por tu cuerpo para luego salir volando libres, mostrándote así lo que significa ser un ser humano.

Nunca es necesario que te sientas culpable, sino que sepas que a veces las cosas no salen como esperábamos y que eso nos ocurre a todos, el sentimiento de culpabilidad nos consume, eso me lo enseñaste tú, y sé que eres pura confianza en ti mismo, y en el potencial de los demás, y que la responsabilidad de ser lo que somos, fieles a nosotros mismos, coherentes, es exclusivamente nuestra, no hay que ceder ese poder interior a nada, ni a nadie, mi poder es el amor, igual que el tuyo, el de todos, aunque sólo si nos hacemos conscientes de ello.

Te amo por lo que eres, no necesito que tengas títulos académicos que demuestren cuánto sabes, porque en tu alma se halla toda la sabiduría del universo, los diplomas no te hacen ser lo que eres, y aquellos que te valoren por su obtención creen todavía que el amor se basa en la apariencia y han decidido encajar en esta sociedad enferma.

Te amo por lo que eres, no necesito que seas ordenado, disciplinado, o elocuente, ni que demuestres que eres espiritual, ni que sepas estar a la altura de lo que este mundo nos exige para ser normales, sólo te pido que seas tú, tú, tu mejor versión de ti mismo, lo mejor de ti expresado de la manera en la que seas totalmente leal a ti mismo, la forma en la que te sientas más conectado a tu propia esencia.

Te amo, simplemente, te amo así, cuando sonríes y cuando lloras, cuando te enojas y cuando te alegras, cuando duermes, cuando despiertas, cuando te acercas y cuando te alejas, cuando eres un ser divino y cuando eres mundano.
Te amo por lo que eres, nada más.


Te amo por lo que eres nada más...

No te rindas a lo que no eres para tratar de complacerme, no es necesario, sólo serías un invento de lo que no eres, y yo te amo por lo que eres, pues para mí no eres mejor si me intentas agradar, porque ya me gustas, me encantas así, desnudo, sin disfraces. 

Te amo por lo que eres, sin reglas, ni condiciones, sin complementos añadidos, sin intentar moldearte para que te parezcas a mi ideal de amor romántico, te amo porque eres tú, y si te ocultas con máscaras no podré verte, ni reconocerte. 

No necesito que me demuestres nada, ni que me halagues, ni que me seduzcas, porque tu energía ya me sedujo hace tanto tiempo que nada hará que deje de amarte, así que no caigas en manipulaciones tratando de conquistarme con armas persuasivas, yo no soy una conquista, soy alguien que te ama sin barreras, sin adaptaciones a tu película inconsciente, o al teatro en el que algunos creen que transita la vida, yo no soy un personaje, soy real, palpable, pero cuando quieras seducirme permite que me entregue a tu mirada y que despliegue la mágica belleza que se dispara desde mi alma hacia la tuya, para que ambas dancen y sonrían, disfrutando del amor a través de este juego humano de enamorarse. 

Te amo por lo que eres, y ése es mi regalo, porque es el amor más real que puedo darte, el que me estoy dando a mí desde que descubrí que lo que no soy no me aporta nada, no suma, sino que resta, desquicia, separa, te hace sufrir y te hunde, y vi que lo que no soy me estaba apartando del amor verdadero, que lo que no soy era sólo ficción, y que mi verdad es que soy amor sin condición, y por eso esta es mi forma de amarte, por lo que eres, por lo que soy...

Te amo y nada más...

Arael Elama.





jueves, 17 de noviembre de 2016

MORIR DUELE


He extraído de un cajón abandonado todos los recuerdos que tenía almacenados, como tratando de no perderlos, o de que no me hicieran más daño. Durante mucho tiempo he creído que lo que vivimos nos ayuda a crecer, a aprender, pero siempre olvido que las cicatrices siempre duelen, duelen porque no las dejamos de recordar, aunque no nos demos cuenta de ello.
La vida de una persona llena de incógnitas suele ser bastante incompatible con la normalidad que se anhela en esta sociedad, porque no se ajusta al conformismo que ello supone, así que la mente juega a desobedecerlo todo, y la rebeldía se manifiesta tarde o temprano, aunque intentes permanecer inmóvil ante lo que ves, o quieras seguir a la mayoría.

Nunca pensé que yo misma creara esa separación de la que me quejo siempre, pero era así, mis miedos, mis deseos, mis inquietudes, me hacían sentir diferente, y eso me distanciaba de los otros, provocando que un gran abismo me alejara incluso de personas a las que amaba.
Sin embargo, era necesario que me entregara a la provocadora tentación de reconocerme, de buscarme, de conseguir atravesar mis más profundos temores para así lograr desatarme de mis prejuicios, de mis absurdos pensamientos coartados y manipulados por todo el espectáculo de este mundo que apenas sentía y siento real, un mundo al que debía de amar y dejar de despreciar.

Y los recuerdos, una vez más, han abierto viejas heridas que yo misma me causé una y otra vez al no saber quién era e intentar parecerme a lo que se requería de mí.
Las apariencias son sólo eso, apariencias, y yo no puedo ser sólo eso. El aspecto físico es sólo la manifestación de una forma que hemos escogido para poder vivir esta experiencia humana, y no hay que descuidarla, claro está, sin embargo, tanto nuestra imagen como la realidad que observamos, es sólo la superficie de lo que somos, de lo que todo esto es, y si no sabemos quiénes somos en nuestro interior, experimentamos en lo que es sólo una especie de holograma, una proyección de lo que pensamos, de lo que nuestra mente cree que es real.
De pequeña me daba miedo la ciudad, aunque vivía en un pequeño barrio de Barcelona, donde no había tanto ruido, ni tanta gente, sin embargo, lo que me aterraba no era el tráfico, ni los edificios, ni la multitud, sino los pensamientos de los demás. Temía no ser agradable para ellos, temía ser rechazada, temía que pensaran que era diferente, temía que me criticaran, que me repudiaran, que me lastimaran con sus palabras, con sus actos.
Recuerdo que estuve muy triste durante un tiempo, y en esa época, una buena amiga me estuvo demostrando que tenía razón en asustarme por los pensamientos de los otros, puesto que ella misma se encargaba de recriminarme esa tristeza, condenándome con su poca comprensión, tal vez sólo no entendía a mi alma, no entendía lo que me ocurría porque tampoco era capaz de exteriorizar mis sentimientos con la agudeza necesaria.

En fin, es la historia de mi vida, la infelicidad provocada por la falta de empatía conmigo misma, la falta de amor y valoración de mis propios logros, otorgando más importancia a la valoración que las otras personas hicieran sobre mí y mis actos. Así que siempre estuve escuchando calificativos poco favorables hacia mí, recordándome lo desordenada que era, o la poca constancia que tenía en hacer aquello que no me apetecía hacer porque no me gustaba, o reprochándome no querer ceder a lo que iba totalmente en contra de lo que yo deseaba, o el simple hecho de querer permanecer en silencio, reservando mis pensamientos para mis pequeños cuadernos de escritura.
En realidad no eran más que aquellas sombras que yo no sabía ver, aquellas que yo misma me recriminaba, aquellos adjetivos dolientes que yo misma usaba como dagas para herirme, y que me enseñaron a querer superar mis límites, que por otra parte me había colocado yo misma. Absurdo comportamiento ése de ponerse barreras a uno mismo y juzgarse, sentenciarse y castigarse una y otra vez, para después enfadarse con los que nos agreden con las mismas artimañas.

Y ésa es la conducta del ego, una estrategia controladora, cargada de creencias no ciertas, subyugantes, que nos encierran en un círculo vicioso del cual nos es muy difícil escapar.

Pero el impulso del alma es fuerte, lo es para los que siempre quisieron ver más lejos de lo que podían ver, lo es para los que buscaron sin ceder a las presiones de las limitaciones colectivas, lo es para los que se preguntaron hasta hallar las respuestas que necesitaban, y que incluso continuaron cuestionándose aunque no llegaran esas respuestas, y ese impulso nos mueve con el ímpetu del viento, y nos conduce hacia lo que queremos, pero no a lo que el ego demanda, no lo que se ajusta a la estructura de su mundo entrelazado al de los hilos de las mentes que observan la realidad a través de los filtros del miedo y la obediencia, sino a lo que de verdad anhela el Alma, que va mucho más allá de lo que hubiéramos imaginado.

No existe nada mental que se ajuste a lo que somos como seres, pues nuestra existencia es infinita, y la de nuestro cuerpo, nuestra mente, es efímera.
Nuestro mundo interior, no el mundo que crean nuestros pensamientos, sino el que ya existía antes de nacer como hombre, o como mujer, está hecho de pura energía de amor incondicional, y es cuando entramos en ese mundo cuando podemos vernos, cuando dejamos de sufrir, cuando nos damos cuenta de que el dolor lo hemos creado nosotros mismos, tal vez porque lo hemos necesitado para comprender, para crecer, para aprender a mirarnos con los ojos del corazón.

Y entonces te das cuenta de que estamos todos buscando amor, porque hay una parte de nosotros que sabe perfectamente lo que somos y lo que no somos, lo que es el amor y lo que no lo es.

Algunos dicen que el ego tiene que morir para poder ser lo que somos, que la mente debe ponerse al servicio del Ser, esa parte divina que hay en nosotros vibrando alto, yo sólo sé que morir duele.

Morir duele, sí, duele cada pensamiento descifrado y desechado, transformado, siempre que haya sido un pensamiento importante, enlazado a una creencia firme que estuvo mucho tiempo con nosotros. Duele la metamorfosis, duele horrores, incluso parece que vayas a morir físicamente cuando el llanto se apodera de ti rasgando todo lo que debes soltar y a lo que te aferras por miedo a estar perdiendo la cabeza. Duele dejar ir lo que creías que era real y dejar llegar lo que en realidad sí lo es, no porque no te agrade lo nuevo, sino porque aprendiste a amar incluso aquello que te hacía daño, haciéndote dependiente de ello. Duele darse cuenta de que amabas a alguien que no te amaba, porque creías que era alguien que no era, así que duele también descubrir que te habías engañado y habías creído en algo que tu mente, en un intento más de controlarte, había inventado para complacerte, para mantenerte en un punto inamovible y no permitirte avanzar más, evitando así que más creencias se desvanecieran, desaparecieran, para dar paso a nuevas ideas creadoras, que no limitaran el avance hacia nuestra verdad interior.



Duele y nos aferramos con miedo, con desesperación, huyendo hasta de lo que sabemos, tratando de convencer al corazón de que esa es la verdad. Y es que la mente juega, juega a que es más sabia que el alma, incluso juega a que es la propia alma, fingiendo reconocimientos, habilidades, conexiones, crecimientos falsos que sólo son ridículos intentos de convencernos de que ya no necesitamos más transformación, ya estamos perfectos, no tenemos que trabajar más en nosotros, nuestros pensamientos son correctos, somos maestros...

Pero el alma sabe que no hay nada correcto o incorrecto, decidir eso sólo le corresponde al juicio mental que se esconde para que creamos que estamos hablando y actuando desde nuestra sabiduría del ser. El Ser nunca juzga, nunca etiqueta, nunca separa.

Así que morir así duele, desgarra, te destroza mientras sientes cómo afloran todos tus temores, todas esas mentiras que parecían verdades, toda la culpa que tanto pesaba, todo el rencor, toda la rabia por los supuestos errores cometidos, toda la sensación de abandono, de rechazo, de decepción, de soledad, esa soledad tan profunda y dolorosa que te induce a creer que en este mundo no merece la pena vivir sin amor...
¿Sin amor?, todos buscando amor, todos sintiéndolo en sus corazones, todos sedientos de un poco, mendigándolo, persiguiéndolo, añorándolo, ¿de veras no hay amor? Duele creer que no lo hay, duele tanto que si no tienes a la persona amada junto a ti pareciera que el mundo se ha terminado. 

No se termina el mundo, pero te sientes morir, aunque si te haces consciente de ti mismo y de la pericia de la mente, lo que muere es toda esa parte de ti que se está reestructurando, muere en el sentido amplio de la palabra, muere porque en realidad sólo se está transmutando, para que se ajuste a tu única y sagrada Verdad.

Es posible que muramos cada día un poco, pero también renacemos cada día, y es posible que nuestras resistencias a dejar ir lo que no nos pertenece, lo que no somos nosotros, lo que no se ajusta a nuestra verdad, nos lastime tanto que luchemos por no sentir ese dolor y por mantener algo que es insostenible, pero el alma es sabia y las lecciones que nos enseña no son en vano.

Nada es casual, y  nada es lo que parece...


La muerte no existe, no como cree el ego, o la mente, todo es energía infinita y no cesa nunca de moverse y transformarse, todo está en movimiento, dentro de la quietud y el sosiego de la perpetuidad.

Arael Elama


Arael Elama

viernes, 4 de noviembre de 2016

EL POTENCIAL DEL SER HUMANO

El ser humano ha estado aprendiendo a vivir en un tablero de juego al que se le ha llamado Tierra. En su afán por sobrevivir ha ido olvidando por completo, e incluso renegando de esa verdad, que su alma tiene un gran poder, un potencial hermoso que tiene la fuerza de todo un universo, una luz fulgurante que es capaz de crear maravillas, una estrella inmensa que emana amor por todas partes, pues es justamente ese amor, esa energía magnificente, su naturaleza, la energía de su existencia, el amor es ella misma.
Si olvidas quién eres y qué poder hay en ti, es fácil que otros aprovechen la ocasión para dominarte y controlarte, así pues, el ser humano quedó expuesto a ser manipulado, y totalmente olvidado de sí mismo y de su conexión con la Fuente universal y con su naturaleza como ser humano en el planeta, ubicado como una existencia más entre todas las que ya conviven en él.
Durante mucho tiempo esto ha sido así, sin embargo, siempre ha existido una búsqueda de la sabiduría, del conocimiento, de la autoindagación, para hallar la verdad.
Esa verdad está en el alma, en el interior de uno mismo y está intrínsecamente unida al amor.
Sin embargo, nuestra mente humana ha sido programada para ser manejable y, generación tras generación, hemos ido heredando ciertas creencias, pautas, patrones, que nos han mantenido alejados de esa verdad que sólo unos pocos conocen.

Tal vez exista desde hace milenios, alguna fuerza materializada en algunos seres humanos, o no, a la que no le interese en absoluto que nuestra humanidad base sus sociedades en el amor, no sólo hacia los demás, sino hacia mismos, pues esto implicaría la auto valoración y la de los demás, implicaría dejar de competir, respetar la vida y colaborar entre todos por mantener la armonía en un lugar donde cada uno fuera lo que es en realidad, con todo su potencial, sin que eso implicara que unos fueran mejores que otros, sin que eso creara envidias, pues el amor nos conduciría a la felicidad real, y no necesitaríamos ser como el otro es, sino ser tal como somos, y no habría necesidad tampoco de poseer nada, pues lo importante sería ser y no tener.

Esto sería aplicable a una energía sostenible, que cuidara de la vida y no la destruyera, y en otros ámbitos sería exactamente igual. El motor Amor sería la clave, la respuesta a todo, pero eso no es lo que conviene a esa fuerza controladora y desde luego, el ser humano, en su perdición, no es consciente de sí mismo y precisa recordar lo que es y des-aprender lo que ha ido aprendiendo para romper ese paradigma y comenzar desde sí mismo otra manera de vivir.

Esto puede resultar ridículo para algunas mentes incrédulas y subyugadas, y mantendrán la creencia de que algo así es sólo como un sueño, una utopía, y es que estamos más acostumbrados a pensar que somos despiadados y que el amor nos debilita, nos hace vulnerables, o bien que es sólo una tontería, que en la vida hay cosas más importantes que el amor, tales como el dinero y el saber cómo ganarlo, el éxito, la fama, la idolatría del ego, o la subsistencia en un mundo donde algunos son meros esclavos de un sistema donde una gran mayoría proporciona riqueza con su trabajo a unos pocos que viven en la opulencia creyéndose dignos de ello. Todo mera hipocresía y conformismo.
Lo cierto es que es un simple juego donde algunos conocen las reglas y otros no, unos hacen trampa y otros no tienen ni idea de lo que está sucediendo.

Sin embargo, en este momento presente, muchos están reconociendo su alma, muchos están “despertando” a sí mismos, realizando una gran limpieza de toda la mentira que han estado creyendo durante toda su vida y reestructurando su mente, vaciando su inconsciente del peso de una herencia de dolor y de mendacidades.

Aun así, entre esos muchos que se desperezan y comienzan a ver más allá, entre esos muchos que contemplan cómo caen los velos y cómo la realidad se les presenta de un modo muy distinto al que creían, hay algunos que todavía siguen creyendo que el amor es una equivalencia al sufrimiento, y esto pertenece también a ese mundo de creencias falsas, creencias que nos hacen apartarnos del amor justamente por miedo a sufrir.


El amor no es sufrimiento, el dolor lo generamos nosotros con nuestras pautas, patrones, celos, mentiras, juegos absurdos en los que intentamos controlarlo todo, incluso algo tan incontrolable como es el amor, y hemos confundido tantas veces el amor con el apego, con el sexo, con el cariño, con la costumbre, con el conformismo, con el encaprichamiento, con la necesidad de amar y ser amados, que ya no sabemos reconocer el amor verdadero aunque lo tengamos ante nuestras narices.

Y ahí es donde entra el alma, ella sí sabe qué es el amor, y lo puede reconocer en una sola mirada, pues no necesita ni siquiera la cercanía del ser amado para sentirlo en ella. Y no sólo ocurre con la pareja, sino con cualquier amor, pues esa es su verdad.

Si he hablado de la pareja es porque ésta es un puntal importante en esta humanidad donde la polaridad es lo que rige en su mayor parte. Así, el hombre y la mujer siempre tratan de encontrarse, tanto como especie humana, como en cuestión álmica, pues como es arriba es abajo, y aunque el alma no tiene género, suele proceder de un sólo rayo de la fuente de luz a la que algunos llaman dios, y puede haberse dividido en dos para experimentar la dualidad en la materia, en el plano tridimensional en el que vivimos, y ella sabe reconocer su propia energía en cualquier otra persona, incluso si es de su mismo sexo, pues el alma no distingue de eso, sólo busca a su amado complemento energético.

Por otro lado, si ha ido reencarnando, o lo que es lo mismo, si existe en varios momentos del tiempo a la vez, puede reconocer a otras almas con las que ha experimentado o está experimentando alguna relación, o lazo de amor, en otro ahora, aunque fuera un amor basado en la inconsciencia, en la desconexión de su propio ser, pues sólo así se llega a descubrir lo que sí es amor, en las diferentes manifestaciones de pseudoamor que el ser humano ha ido viviendo.
Así, cuando alguien encuentra a un “antiguo” amor del pasado (otra vida), lo reconoce desde el alma, y cuanto más tormentoso e intenso es el vínculo que les une, más les empuja a reconectar con su verdadera esencia, y ahora, en este presente, se nos ha dado una gran oportunidad para hacerlo.
Pero tenemos que recordar lo que es amar lo antes posible, para que nuestro corazón se encienda y nuestra alma se impulse hacia lo más sublime, y reconecte con su propio Ser, con su potencial, con el amor incondicional que envuelve, no sólo a uno mismo, sino desde uno hacia todos, y no sólo a una pareja que se ama, sino que desde ella, en fusión, se propaga, se expande, hacia todos los demás, pues el verdadero amor no se encierra, sino que se abre, no daña, sino que nutre, no resta, sino que suma, no apaga, sino que ilumina, no limita, sino que engrandece y rompe con las estructuras más obsoletas de nuestra mente.
Y es que amar es entregarlo todo, es no poner barreras, sino destruirlas con la dulzura de un toque suave que las vuelve permeables al sentimiento de superación de lo más denso u oscuro y de conexión con el ser amado y con nuestra propia luz.


Amar a otra persona es cubrir de plumas el camino del otro, es descubrirte en él y no permitir que nada detenga la onda expansiva que te envuelve y te lleva a sentirte parte de su alma, y a sentirle parte de la tuya, sin importar si hay o no distancia, sin importar ni siquiera si está o no en el mismo plano de existencia. Amar es algo tan supremo que hay que mirar con los ojos del alma, con la mirada del ser para saberlo reconocer.

Nada puede hacer la mente ante el amor verdadero, la mente sólo quiere construir obstáculos que causan dolor al corazón, mientras el alma se da y se diluye en el amor que es para darlo y a su vez recibirlo de sí misma y del otro.
Amar no es una carrera de obstáculos, para nada, eso es pensar, eso es querer controlar, eso es conectar con lo que la mente cree que es amar, pero ya es hora de recordar lo que no somos y lo que sí somos y dejar de sufrir, no hemos venido a sufrir, hemos venido a recordar y a ser lo que somos verdaderamente, y eso nos llenará de amor y felicidad, o mejor dicho, eso dará paso a la felicidad y el amor interno que está fluyendo en nosotros. Puede que eso le duela un poco o un "mucho" a nuestra mente, a nuestro ego, pero hay que desvestir al alma de los harapos de crueldad y de la desolación provocada por actos despiadados heredados en forma de miedo en nuestro inconsciente.

Cuando digo que el amor no es dolor me refiero a que el amor no provoca dolor, ¡¡¡todo lo contrario!!! es hora de cambiar esa creencia limitante y de enfrentarnos a la verdad, sólo sufrimos porque nos provocamos nosotros el sufrimiento, aquí cada cual puede revisar en su inconsciente o en sus creencias qué es lo que hace que el amor le provoque sufrir, o bien preguntarse si está ante un amor verdadero o un fuerte apego mental.

No es lo mismo amar que necesitar amar, así como no es lo mismo ser amado, que necesitar ser amado... 
 
Vivir el presente, sin permitir que el pasado nos nuble la visión y nos distraiga, o que el futuro nos ciegue antes de llegar, nos ofrece la oportunidad de saborear cada paso de nuestro camino invisible, y disfrutar de cada experiencia, y así aprender a diferenciar en nosotros cuándo estamos amando verdadera e incondicionalmente o cuándo nos hemos encaprichado de alguien para que nos cubra de un amor basado en el miedo a estar solos, o a no ser amados, o a no ser valorados.

Cualquier amor basado en ese miedo está en una gran incoherencia, el amor es confianza, certeza, verdad.

Por eso es importante recordar amarnos, llenarnos de nosotros mismos, para no intentar llenarnos con la luz y el amor de otro.

Ha llegado el momento de romper con las cadenas que nos atan a lo antiguo y dar paso a lo nuevo, a un nuevo ser humano libre, un ser humano que sea más alma, más consciencia, un ser humano que esté guiado por la sabiduría del Ser y cuya mente sea su herramienta para crear aquello que sueña, aquello que está lleno de la energía del amor incondicional, la cual tiene el poder de crear para y por el amor y el respeto hacia la vida.

La máscara de los miedos debe desaparecer, los velos que nos ocultan la verdad deben caer, el miedo debe ser sustituido por el amor, y alcanzar una existencia armoniosa y sublime debe ser lo más importante.


Arael Elama

jueves, 20 de octubre de 2016

ALMA Y MENTE


Hace años ya sabía lo que significaba idealizar a alguien, enamorarse de una imagen falsa que nos formamos sobre una persona. Diría que la mayoría de los seres humanos se enamoran así, de una fantasía, de lo que creen que es la persona amada, porque la función de nuestra mente es precisamente la de interpretar la realidad y muchas veces lo hace de una forma bastante conveniente, en lo que se refiere a los sentimientos y emociones. Hoy veo que la mente siempre idealiza, en todo lo que ve, crea imágenes falsas sobre todo y proyecta hacia el exterior todo lo que cree que es real.

Así, cuando uno siente rechazo hacia alguien, siempre encontrará justificaciones basadas en sus prejuicios hacia esa persona que no acepta, y esto también ocurre por la interpretación mental que hacemos respecto a los demás, aunque la mente no sólo funciona así con las otras personas, sino que también lo hace con las cosas, y con animales, insectos, lugares, etc.

Lo que es cierto es que la mente cumple a la perfección con su misión, hace lo que tiene que hacer, así como lo haría nuestro ordenador, lo organiza todo de forma automática, los recuerdos, la información subliminal que nos alcanza aunque no la percibamos conscientemente, las programaciones que nos controlan a través de medios de comunicación, de normas, adoctrinamientos, modas, y también aquellas memorias ancestrales, familiares, que permanecen silenciosas pero que actúan más activamente de lo que nos imaginamos.
Nuestra mente cuenta además con un sistema operativo que, como bien dice la palabra, opera basándose en lo aprendido, en lo subyacente que se halla en el inconsciente y a las programaciones y memorias anteriormente mencionadas. Todo ello está bien sujeto y entrelazado en una especie de entramado de creencias muy poderosas a través de las cuales se mueve cualquier pensamiento e idea.

Todas las mentes a su vez están ligadas unas con otras a través de la consciencia colectiva y la inconsciencia colectiva, es decir, a través de lo que pensamos colectivamente de forma consciente y a través de lo que nuestra mente inconsciente guarda y reserva, actuando con mucha más influencia que el propio pensamiento consciente, es más, diría con total seguridad que nuestra mente despierta o consciente está casi totalmente controlada por lo que sucede en ese inconsciente, y que, lamentablemente, no somos nosotros mismos, libres y en esencia, hasta que no logramos deshacer los programas que actúan como piloto automático en nuestras decisiones, en nuestra forma de vida, en nuestra forma de actuar. Además, las creencias están «fabricadas» a partir de esos programas, ya sean por aprendizaje, por herencia ancestral, o por inducción social.

Pondré un ejemplo. Si un grupo social cree que ser pelirrojo es demoníaco, esto repercutirá en todas las personas del grupo, las que tengan el pelo de ese color sufrirán por sentirse repudiados por el resto, y las que no, sentirán miedo y rechazo por esa creencia implantada en su mente consciente. Pero esa mente consciente está controlada por las memorias del inconsciente, donde seguramente habrá algún suceso marcado en la historia de algún grupo de  ancestros, que fue el inicio de esa creencia. Seguramente alguien con el pelo de ese color impactó negativamente emocionalmente al realizar algún acto que quedó grabado en la memoria celular. Tal vez fue un asesino despiadado en la época de los tatarabuelos de las personas del grupo. Así, aunque no se recuerde lo que ocurrió en esa época, el miedo queda instaurado en el inconsciente y eso provoca reacciones que van más allá de la mente consciente, la cual entiende que no le gusta la gente pelirroja pero no puede dar una explicación razonable y lógica a ese rechazo.
Imaginad ahora todo lo que hay en nuestra memoria colectiva, guerras, muertes, violaciones, aberraciones, incestos, asesinatos, unido a ideas muy marcadas relativas al género y a la raza, o religión de la persona, hombres marcados por la creencia de que deben ser fuertes y duros, sin emociones que no sean la ira y el odio, hombres que creen que amar les debilita, y que el deber y el honor está por encima de todo, hombres que deben matar para conseguir el triunfo, mujeres que creen que tienen que ser sumisas y que no pueden hacer lo mismo que los hombres, porque son inferiores, porque están a su servicio, para ser sus  esposas, o sus prostitutas, sólo engendrar hijos es su función o dar placer al hombre, y poco más era su cometido. Ellas consideradas débiles y frágiles, ellos fuertes e insensibles, ellas manipuladoras para hallarse a sí mismas y salvarse de una realidad demasiado dura, ellos intrigadores y creadores de invasiones, de injusticias... Religiones que han movido masas, manipulando las ideas de las personas a través del miedo, muertes en honor a dichas religiones, a su dios o dioses, esclavitud, maltrato a personas de otras razas...

Todo esto está en nuestro inconsciente colectivo, todo ese dolor, toda esa amargura, pérdida de seres queridos, dolor inhumano. Una gran mutilación de nuestra verdadera esencia, de nuestra parte más HUMANA durante tantos siglos...

Todo aquello que ha ido sucediendo, ha ido quedando almacenado en nuestras memorias, y funciona y actúa como una serie de filtros que nos impulsan a escoger el tipo de persona que nos cae bien o mal, nos lleva a prejuzgar, a odiar, a rechazar o a amar a otros sin saber el motivo. Aún nos resistimos a darnos cuenta de que somos iguales, y que no hay nada más que una verdad, una que reconoceremos si nos reconocemos a nosotros mismos primero, pues en nuestro interior está la dicha que buscamos afuera, dentro no hay diferencias, sólo la mente las crea.
Nuestra parte consciente es muy pequeña, digamos que está al servicio del inconsciente y sólo funciona en un 5% de nuestras decisiones y actuaciones, mientras que nuestro inconsciente controla nuestras acciones en un 95%, desde los recuerdos dormidos que están allí inmersos, la mente consciente es sólo la punta del iceberg.

Si deseamos ser libres, si deseamos ser el «alma» que somos, tenemos que entender que debemos desinstalar todo lo que no es necesario que esté ahí, en el inconsciente, y hay muchísimo por limpiar.

Si entro en lo espiritual tendré que explicar entonces cómo funcionaría el resurgir del ser, cómo el alma cobra fuerza, mientras la mente empieza a estar a su servicio, y no al contrario.

Las personas que despiertan a sí mismas, sienten que tienen que limpiar la «basura» emocional y mental que se esconde en el inconsciente, acto al que llaman «sanación», pues lo viven de una forma muy intensa, ya que limpian muchos patrones, programas, memorias de dolor muy arraigadas, y el proceso se hace muy duro, en algunos casos excesivamente duro, todo depende de la carga ancestral que llevan y de su personalidad.



También se habla mucho del ego, el cual se mueve en la parte consciente, però enlazado a las creencias, como un puente entre lo oculto en la parte inconsciente y la relación con el exterior. El ego es un conjunto de personajes, máscaras o caretas, que usamos para relacionarnos con el entorno y con los demás. Pero el ego está contaminado por los miedos y por eso muchas veces no ayuda demasiado en nuestras relaciones.

Cuando empiezas a descubrir todo esto, el ego empieza a comportarse de una manera diferente. Lo primero que ocurre es que te das cuenta de que no eres tu inconsciente, no eres tu consciente, no eres el ego, ¿entonces qué eres, quién eres?

Cuando te preguntas esto es cuando puedes convertirte en el observador de ti mismo, y comienzas a ver cómo reacciona tu ego, qué hay detrás de cada reacción, cuánto miedo hay en ti, y también empiezas a sentir que puedes cambiar esas reacciones, puedes transformar aquello que sientes que pesa en ti, puedes borrar el dolor y quedarte sólo con lo aprendido, puedes ser una mejor versión de ti mismo.

Entonces te pones manos a la obra.

Aquí está el salto al vacío, te enfrentas a ti, a lo que creías ser, para empezar a ser lo que realmente eres.

Cada uno, entonces, va descubriendo su verdad, lo que hay en su interior, algunos lo llaman alma, otros ser, otros existencia, yo no sigo ninguna corriente de pensamiento en concreto, sino que más bien sigo la mía propia.

Pensar... Cuando estamos sujetos a ese paradigma del que he hablado antes, el pensamiento está sometido a ello, pero si se libera da paso a algo más, a eso que eres tú, a tu verdad sublime.

El pensamiento actúa de traductor de lo que vas sintiendo dentro de ti, de la verdad que eres, la mente se pone a su servicio, como herramienta para ser, para manifestar lo que eres, a través de tus dones, de tus talentos, de lo que llamamos sueños, anhelos, pasiones.

La intuición es la pequeña voz de tu alma, de tu verdad, que intenta guiarte hacia lo que más te conviene, aunque no lo puedas entender desde tu mente, y cuando desarrollas esa intuición, es decir, cuando empieza a pesar más tu verdad que lo que hay en tu inconsciente o lo que demande el ego, tu mundo, todo tu mundo se transforma, incluso el exterior que te rodea. De pronto empiezas a conocer a otras personas que vibran como tú, es decir, que están en la misma sintonía, y otras personas desaparecen de tu vida, tal vez incluso tu relación de pareja deja de ser lo que esperabas o deseabas, comienzas a tener la necesidad de dejarlo todo y hacer sólo lo que siempre quisiste hacer, tu sueño, y tu alma te pide un salto al vacío, un salto que tienes pánico de llevar a cabo porque te pide dejar atrás muchas cosas a las que te has acostumbrado, tu zona de confort.

El alma, esa verdad interna y poderosa, cada vez grita con más fuerza y si finalmente te atreves a ser quien eres, toda tu vida da un vuelco, de forma progresiva, o tal vez repentina, pero tú dejas de ser quien creías ser y una versión de ti, la verdadera, emerge.

Ahora ya eres tú, un tú que se une a la idea de que todos estamos unidos, un tú que se une a la sensación de que el amor brota desde dentro de ti, y ese amor lo sientes tan adentro que pareciera que tu corazón se ensancha, pareciera que realmente brota de tu pecho, como una fuente de luz, y te enamoras de la vida, des-aprendes lo que creías que era amor, descubres lo que sí lo es, y dejas de des-amarte, para comenzar a amarte como ser, como el dios que hay en ti, como el amor que eres, más allá de lo que tus pensamientos obsoletos opinan sobre ti, su opinión es una mentira, lo único que es válido es tu verdad, la verdad suprema de tu existencia, que es pura y coherente...

Sólo falta que la mente deje de interferir, que se una al cambio, que eleve su nivel de comprensión, que se ensanche, que deje de luchar contra el ser que eres y tu nivel de consciencia despierta sea más elevado. Tu inconsciente tiene que estar lo más limpio posible, nuevas creencias no limitadoras podrán nacer para llevarte al éxito de tu don, a quien eres, a ese nuevo ser humano que es realmente Humano.

Embarcarse en esta aventura, en este viaje que realmente sólo es un recordar quién eres, requiere de mucha valentía, coraje, amor, intención mantenida, fortaleza, y confianza o fe.

Alma o mente, tal vez seremos “Almamente”...el nuevo ser Humano en un cuerpo de luz movido sólo por el verdadero amor hacia todo en unidad...

Arael Elama

martes, 18 de octubre de 2016

AMOR DIVINO, CUENTOS Y PENSAMIENTOS A LA VENTA EN AMAZON

Después de años escribiendo, transmitiendo mi sentir a través de historias y reflexiones, poemas y pensamientos, decidí embarcarme en la aventura de compartir lo que escribo publicándolo en amazon. En esta plataforma se encuentra ya disponible mi primer libro a la venta "Amor divino, cuentos y pensamientos", un libro lleno de amor, de búsqueda interior, de historias que invitan a la reflexión más profunda...


Desde aquí quiero agradecer a todos los que me habéis leído alguna vez, a todos los que me seguís leyendo, a todos los que me habéis inspirado directa o indirectamente, a los que comentáis y a los que no, porque todos vosotros habéis contribuido de alguna manera a que haya continuado escribiendo, compartiendo, y a que haya decidido publicar mi primer libro para e-book. 

El siguiente paso será editarlo en papel y continuar con la novela que tengo en proceso.

Os dejo aquí la foto de la portada del libro y un enlace a amazon. 

Gracias, gracias, gracias....

Arael Elama








ENTRA AQUÍ SI QUIERES EL LIBRO


viernes, 9 de septiembre de 2016

EN EL PLANETA TIERRA



Cuando decidí nacer en este planeta me hicieron firmar un contrato en el que se me aseguraba que tendría a mi disposición algo a lo que llamaban “libre albedrío”. La verdad es que no sabía muy bien a qué se referían con eso y como no me fiaba mucho, antes de dar el sí, quería asegurarme de que eso no iba a ser contraproducente para mí. Todos sabemos que en la Tierra los seres humanos experimentan un sinfín de circunstancias para las cuáles no estamos del todo preparados y que es muy difícil la vida en un cuerpo denso y sujeto a un complejo sistema de creencias y unas emociones que son como una montaña rusa de esas en las que a veces te arrepientes de haber subido.

No es que yo no fuera inteligente o no tuviera capacidad para entender qué es la libertad, es sólo que la había experimentado en un concepto mucho más amplio de lo que intuía que iba a ser en lo venidero, estando ya inmersa en la existencia humana.

  • ¿Qué implica tener libre albedrío como ser humano? - le pregunté al guardián de la barba blanca.
  • Vaya, todo el mundo me pregunta lo mismo.- Me dijo con la mirada puesta en el documento que aún no había firmado.
  • Ya, ya, pero ¿me vas a responder?
  • No, da igual la respuesta, no importa.
  • ¿Cómo que no? - le pregunté sorprendida. - Yo quiero saber cuáles serán mis libertades.
  • Pues de eso se trata, de que lo averigües por ti misma, así que firma ya, que hay una larga cola de compañeros tuyos esperando y ya no nos queda tiempo.

¿Tiempo? En fin, en aquel lugar perdido entre nubes yo no había escuchado nunca a nadie hablar del tiempo, de hecho, no existe, no hay nada a lo que aferrarse, ni hay pasado, ni futuro, sólo se vive el presente, pero claro, allí abajo sí que se tiene en cuenta eso del tiempo, tanto que incluso llevan un aparato al que llaman reloj, y lo llevan puesto en su muñeca, y los hay de todo tipo, y los tienen por todas partes.
Firmé conformándome con lo que había y cerré los ojos para aceptar con paz interior mi próximo destino, no sabía bien cómo iría, porque era la primera vez que viajaba hasta ese lugar, pero me habían hablado mucho sobre él, y es que la Tierra tiene mucha fama por estos lugares, por eso sabía lo de los relojes y algunas otras cosillas, y realmente me parecía absurdo, muy absurdo.

Acababa de firmar el dichoso papelito cuando de repente sentí que algo estiraba de mí con muchísima fuerza, como si algo me empujara desde el otro lado, desde... ¿la Tierra?.
Y en lo que en este planeta serían dos segundos de pronto sentí un frío terrible y muchas ganas de llorar.



Ya había nacido.

Ahora que he terminado mi experiencia de vida como mujer y que estoy entre hermanos, os puedo explicar en qué consiste el libre albedrío, al menos cómo lo viví yo.
La verdad es que cuando naces ya lo haces con ciertos límites establecidos, eliges la familia, claro, yo lo firmé antes de nacer y pude observar durante un tiempo a mis procreadores en estado etérico, pero cuando ya estás allí, como humano, las restricciones comienzan por dicha elección previa, la cual te sostiene y te mantiene en un estatus del cual es muy difícil salir. Mi cuerpo físico, al que a partir de ahora llamaré “plantilla humana”,contenía una determinada genética que me predisponía a tener el pelo oscuro, los ojos verdes y la piel clara, además de algunos factores de la pesonalidad y de la salud que también estaban grabados en dichos genes, y que me llevarían después a reaccionar, actuar y decidir en función de lo acordado como plantilla humana y en función del entorno en el cual estaba desarrollándome como persona. La verdad es que el peso del linaje ancestral también tenía mucha importancia, más de la que me hubiera imaginado, pues en el cuerpo mental había residuos de sus experiencias a nivel emocional que incidían en mis decisiones y en mis comportamientos, hasta el punto de influenciarme a la hora de escoger pareja.

Por aquí ya empecé a ver que el libre albedrío en realidad era una elección tras otra en base a ciertos parámetros, es decir, sólo podía escoger dentro del círculo al que se me permitía acceder. Pondré un ejemplo. Uno de mis novios había nacido en una familia bien posicionada, lo cual le había proporcionado una cierta comodidad, con la facilidad moverse en lugares a los que yo sólo había logrado llegar a través de mi imaginación. Solía ir a navegar en el yate de su padre y por supuesto viajaba cada año a un lugar diferente en las vacaciones. Estaba estudiando derecho en una de las mejores universidades y en su tiempo libre escribía novelas de suspense. Recuerdo que yo tenía serias dificultades para conseguir apoyo de mi familia en cuanto a mi elección para estudiar enfermería, me apasionaba ayudar a los demás y mi vocación era ir en misión de ayuda a algún país donde se necesitaran enfermeros y médicos. Nos conocimos en un evento espiritual, uno de esos en los que una persona habla sobre la importancia de conocerse a uno mismo y amarse, sobre la verdad interior y sobre nuestra capacidad de ver con los ojos del corazón. Él había asistido porque tenía ciertas inquietudes, su alma era profunda, así como la mía, y aquel lugar fue el punto de encuentro pactado en nuestros contratos álmicos.

Hablando de contratos de alma, pues sí, muchos encuentros, muchas personas que hallé en esa vida como mujer, estaban ya preestablecidos y firmados, así que, como humana, poco había elegido.
Hacer uso del libre albedrío era poco más que escoger entre cuatro opciones, porque la totalidad de ellas no estaban a disposición de nadie desde el punto de vista humano.
Así que empecé a indagar más allá. Yo no sabía quién era, no recordaba de dónde procedía como Ser, así que no tenía ni la más remota idea de qué estaba haciendo allí, y al intentar indagar sobre el libre albedrío y su verdadera naturaleza, comencé a preguntarme quién era yo.

No fue fácil, ahí fue cuando me di cuenta de que no tenía libertad total, pues estaba sujeta a las opiniones de la familia, a la economía, a la sociedad, a las reglas y la política de los gobiernos...
Mi sensación de ser diferente había nacido debido a que la misma sociedad, a la cual yo pertenecía, apartaba y catalogaba de “problemáticos” a aquellos que se atrevían a dar un paso fuera de las normas que todos seguían como borregos amaestrados. Sí, sí, amastraestrados, porque iban todos al mismo ritmo, haciendo lo mismo, como hipnotizados, y ante eso, a mí me quedaban sólo dos opciones, pensar que tenía un problema, o pensar que yo era diferente porque pensaba diferente.
En ciertos momentos realmente me planteaba si la gente razonaba libremente o si sus pensamientos eran la creación colectiva de algo que los movía a todos más o menos hacia los mismos lugares. Era como vivir en un lugar donde la gente se reunía por grupos, los médicos, los abogados, los religiosos (aquí con sus subgrupos), los maestros, los políticos, los artistas (los infravalorados)... y en cada grupo había ciertos comportamientos, en fin, no quiero dar más detalles de esto, pues es que el entramado mental complejo y absurdo de los seres humanos se hacía palpable en su comportamiento social y claro, los ricos tenían ciertas tendencias, los pobres otras, los de clase media otras, y las profesiones también definían los comportamientos, todo un mundo de diferencias que se empeñaban en marcar con fuerza para poder competir más y mejor entre ellos.

Y yo, ¡pobre de mí!, yo que provenía de un mundo angelical, donde sólo respiraba y me alimentaba de amor, como mujer humana sólo sentía añoranza y dolor.
Quería amor, sólo eso, amor, derramarlo para otros y recibirlo de igual forma, pero sólo sentía sufrimiento en los demás, incoherencia, tristeza, y eso era lo que yo misma emanaba sin darme cuenta.
No comprendía qué libre albedrío tenía un niño africano que no tenía nada para comer mientras otros se bañaban en opulencia y se preocupaban porque no sabían qué coche se iban a comprar para su colección, no aceptaba que unos sufrieran tanta carencia cuando en el mundo había tanta abundancia, no me resignaba a ver tanta hipocresía, y me rebelaba contra todo y contra todos.

Ay, sí, fue muy duro, mis queridos hermanos, ver tanta inmundicia, tanto dolor, tanta avaricia, tanto desamor, pero la realidad es que no estaba viendo mi propia incongruencia conmigo misma.

¿Aprender? Sí, aprendí que ser humano no es fácil si permitimos que la mente nos doblegue, aprendí que lo que el hombre llama corazón no es más que la extensión de la mente en su faceta emocional y que por tanto se rige por las pautas mentales y no por la esencia interior, aprendí que el amor no es apegarse a alguien y quererlo poseer, aprendí que no tengo más libertad que la que mi actitud me permita adquirir, aprendí que no se trata de buscar afuera lo que necesito, sino de no necesitar nada y de hallar todo lo que tengo y lo que soy dentro de mí, aprendí que somos divinidad pura y que nos perdemos en la experiencia humana hasta el punto de olvidar que el verdadero amor es la incondicionalidad, la supremacía de lo más elevado y que eso lo llevamos en nosotros seamos o no seamos hombres y mujeres.
Aprendí que si realmente supiéramos quiénes somos, no permitiríamos tanto dolor.

¿Y sabéis una cosa? El hombre que me asesinó finalmente, sí, la muerte fue algo trágica, pero ahora que recuerdo que así lo pacté no me importa tanto, ese hombre era uno de vosotros, alguien que también firmó experimentar en el planeta Tierra, un hombre que aquí era todo amor, y que allí acabó desquiciado, y es que cuando escogemos nuestro papel en ese mundo tan loco, lo hacemos en función de lo que ya existe, de lo que el ser humano ha creado. Su teatro, su mundo holográfico, es sólo una proyección de lo que sus mentes llevan a cuestas, y hasta que no cambien y comiencen a actuar desde el amor que son, el amor que somos, el panorama no se transformará.

Algunos creían que yo era una demente, otros que era infantil e inmadura, sí, lo creían realmente, sólo porque tenía fe en que algún día nos amaríamos todos y nos respetaríamos. Los seres humanos han perdido la fe en sí mismos, pero yo no la perdí en ningún momento, por eso me encerraron. Allí, entre esas frías paredes, hallé mi muerte, a manos de otro perturbado, alguien que creía que yo era un demonio, un ser malvado. Ahora me río, todo sucedió porque le dije que le amaba y le pareció tan sumamente extraño que... bueno, ya sabéis el final.

Y aquí estoy, me han propuesto volver a la Tierra, y no sé, tal vez regrese, por amor, por amor a todos los que están perdidos, confundidos, y por él, por ese pobre desquiciado que me quitó la vida, sí, porque él tendrá que regresar, y al fin y al cabo, era mi esposo aquí, en este paraíso de amor, en este plano etérico y divino, y allí se olvidó completamente de quién era él y de quién era yo, se trastornó y se convirtió en mi asesino.

Hasta ese punto llegamos a olvidar quiénes somos, ya va siendo hora de recordarlo...

  • ¿Vas a firmar ya?
  • Sí, sí, pero primero una pregunta.
  • Muy bien, pero rápido, todos estos hermanos también tienen que firmar y con tu historia me va a costar convencerles.
  • Bien, no se preocupe, seguro que firmarán, pero ¿qué significa esta frase?
  • Significa que vas a nacer en plena transformación de la humanidad.
  • ¿Eso quiere decir que podré experimentarlo?
  • Eso quiere decir que te espera una gran aventura de amor, un viaje hacia una vida que no te volverá a llevar a plantearte si merece la pena ser humano.
  • Entonces ¿la merecerá?
  • Pues de eso se trata, de que lo averigües por ti misma, así que firma ya, que hay una larga cola de compañeros tuyos esperando y ya no nos queda tiempo.


Tiempo...

Arael Elämä