Un
joven y un anciano iban por un camino arduo y tormentoso. El joven,
andaba descalzo, con sus pies destrozados, llevando consigo una
mochila llena de piedras, mientras que el anciano parecía ir
levitando mientras avanzaba, con sus pies desnudos sin un sólo
rasguño.
Ambos
dialogaban.
- Cuanto más puntiagudo es el suelo que piso, más llagas sangran en mis pies, sin embargo, hay una fuerza interior que me empuja a seguir caminando - Le dijo el discípulo a su maestro.
- Eso quiere decir, mi querido hermano, que cada vez estás más cerca de la verdad.- Contestó el maestro.
- ¡Pero qué verdad será esa que tanto dolor nos infunde cuando osamos perseguirla! -Profirió el joven.
- La verdad no te provoca el dolor, te lo provoca tu propia mente, porque se resiste a ceder y liberar sus limitaciones. Hallarás la verdad que buscas cuando tu mente calle y se haga el silencio.- Explicó el anciano maestro.
- !Pero yo quiero llegar a esa verdad!- exclamó- no quiero seguir cayendo y sufriendo mientras camino en este lugar tan inhóspito.
- ¿Crees que he sido yo o cualquier otra persona quien inventó este camino de piedras hirientes?, no mi querido discípulo, este camino es el que tu mente ha decidido que transites.
- ¿Y dónde queda mi verdad? ¿Dónde está? ¿Qué es en realidad?
- Tu verdad está en ti, tu verdad eres tú. Deberás descubrir quién eres para hallar esa verdad. Tu ser te guía, y las piedras escogidas por tu mente en su resistencia, son para tu ser sólo uno de los puentes para que alcances su sabiduría. Tu Ser no te obligará nunca a transitar por estos parajes, no desea que sufras, pero sabe que tal vez sólo así podrás comprender el significado de Ser...
- ¿Debo entonces sufrir irremediablemente porque así lo quiere mi mente, o mi ego?
- No, la decisión es tuya, entrégate a tu ser, y desconecta de la mente.
- ¿Y eso cómo se hace?
- Déjate llevar por lo que hay en ti, respira, no hace falta que hagas nada, sólo hace falta que seas.
- ¿Entonces debo descubrir quién soy, maestro? ¿Se trata de eso? ¿Y qué hay de Dios?
- Dios está en ti, está en cada uno de nosotros, somos una chispa divina de esa fuente creadora, fluye en nuestro corazón, sólo tienes que sentirla. Cuando te entregas al Ser que eres, te entregas a Dios, no a ese creado por tantas religiones, sino a la verdadera esencia de lo que todo es, porque todo es conciencia, y todos nosotros, todo lo que es, es parte de esa fuerza creadora a la que llamas Dios, de ahí que muchos digan que somos uno.
- Maestro -dijo el joven mientras se sentaba en el suelo después de dejar caer su pesada mochila – Si no tengo que hacer nada ¿puedo entonces sencillamente sentarme y dejar de llevar esta carga?
- Mi querido hermano, veo que vas comprendiendo. Todo lo que ves es una ilusión, una proyección de tu mente, incluído lo que llevas a cuestas. Tu carga no es más que un cúmulo de recuerdos y pesares de tu mente, del cual no sabe desprenderse y lo mantiene apegado a sí misma, produciéndote agotamiento y dolor.
- Ya, pero yo tengo una vida, tengo que hacer tantas cosas, tantas oblicaciones, y tantos anhelos...
- Acabas de mostrarte algunas de las barreras creadas por tu mente. La verdadera esencia que hay en ti, no necesita nada, porque lo tiene todo, no depende de nada, sólo de sí misma, no es carente de nada, porque es pura abundancia. Mientras vivas en el mundo creado en tu mente, ansiarás lo que ya tienes sin darte cuenta, y verás a tu alrededor el reflejo de tu inconsciencia.
- ¿Inconsciencia? ¿A qué te refieres?
- Me refiero a la ignorancia, a la inocencia de tu ego, a lo que tu mente desconoce y crea para no sentir incertidumbre. El ego vive hacia el exterior y no comprende lo que significa mirar hacia adentro, tiene miedo de perderse, de diluirse.
- ¿Y no se trata de eso? ¿No debemos dejar que el ego desaparezca?
- No exactamente, se trata más bien de una conciliación. La entrega al Ser no significa que deje de existir el ego, sino que quiere decir que caerá un sistema de creencias ficticios y limitantes, para dar paso a otro enfoque del mundo basado en la sabiduría del Ser. De esa forma, el ego se transformará, y ambos coexistirán de manera equilibrada. El Ser será tu guía, el ego tu puente hacia el exterior.
- No debo entonces odiar y rechazar mi ego...¿verdad maestro?
- Sería como rechazarte a ti mismo. Dentro de ti, tu luz y tu sombra deben abrazarse y amarse, sólo así diluirás tu polaridad interior.
- ¿Pero eso es posible?
- Todo es posible, mi querido y joven alumno, todo es posible...
Arael Elämä...