Estaba descalza,
sintiendo la hierba húmeda bajo mis pies. Respiraba ese aire fresco
de una primavera recién llegada, envuelta en un cielo azul,
despejado, que parecía hablarme de alguna manera que sólo mi
corazón comprendía. El sol brillaba, como emanando una gran sonrisa
que por alguna extraña razón parecía estar dedicada a mí. Una
ligera brisa danzaba con mi blusa blanca, que ondeaba delicadamente
dejando al descubierto parte de mi piel. El aroma a flores me
embriagaba, el canto de los pájaros era como una dulce melodía que
me acompañaba. El paisaje que contemplaba, si bien era muy sencillo,
me había enamorado completamente, tal vez porque en su
simplicidad había hallado la belleza más increíble, la pureza de
la magia de lo más natural, lo que me ofrecía mi amado planeta, el
cual me abrazaba con todo su amor a través de aquella experiencia.
Todos mis sentidos
estaban activos, tal vez por eso ocurrió aquello. Cerré mis ojos
impulsada por una fuerza invisible que parecía girar a mi alrededor.
Mis pies sintieron que la tierra los sujetaba y los empujaba hacia su
alma, hacia su corazón cristalino. Sentí cómo me fusionaba con
ella, experimentando cada latido de cada ser que la habitaba, era
algo así como unificar mi esencia a la suya y todo lo que lo ella me
mostraba.
Un sinfín de
imágenes recorrieron mi mente, como si de una pantalla de cine se
tratara, revelándome mil maravillas, seres que respiraban al compás
de algo que jamás había sentido. Una pulsación que lo envolvía
todo me enseñó que no existía nada en la naturaleza que no
estuviera interconectado, pues todo ser vivo, toda conciencia,
pulsaba al mismo compás que la Tierra.
Y entonces empecé
a llorar de amor, de puro amor...
De pronto, mi
corazón explotó en luz y viajé a lo más profundo de él, dentro
de mí. Y ahí pude contemplar un hermosísimo edén, en mi interior.
- ¿Qué estoy viendo? ¿Qué es esto? - pregunté mentalmente mientras me deleitaba entre sensaciones de paz y felicidad.
- Estás viéndote a ti misma, es tu Edén, tu mundo interior -me contestó aquella voz.
- ¿Quién eres? -pregunté intrigada.
- Soy la conciencia del planeta donde vives.
- ¿Y por qué me muestras esto?
- Porque ese paraíso que buscabas lo tenías más cerca de lo que pensabas, y a través de nuestra conexión he querido regalarte este descubrimento, porque el amor siempre nos conduce al amor.
- Oh, gracias, mil gracias – sollocé por tanta gratitud y amor que sentía en mí alma.
- Ahora ya sabes lo que hay dentro de ti.
Aquella experiencia
me marcó para siempre. Hallarme así, a través de la esencia del
planeta, me demostró que realmente la unidad era cierta, y que lo que
había dentro de mí existía en todo lo que me había revelado ella,
la gran madre.
En ocasiones,
cuando me sentía triste, cuando no lograba desconectar de mi
sensación de abandono al estar centrada en mis problemas, cuando me
sentía desesperada, intentaba establecer conexión con aquel lugar
especial en mi interior y me perdía en él para alcanzar las
respuestas que necesitaba y así continuar hacia delante.
Una tarde de esas
en las que regresé a aquel lugar tan especial donde hablaba conmigo
misma, descubrí cuál era mi misión, cuál era el verdadero
carácter de mi presencia en la Tierra.
- Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que el verdadero edén estaba dentro de mí... Ahora que lo he hallado, me encuentro demasiado a menudo nadando en sus mares, viendo volar a sus aves, dibujando mil sonrisas al mirar sus estrellas, y me pregunto cómo vivir en mi edén y al mismo tiempo estar en este tiempo...
- Sólo déjate llevar y trae tu edén a la tierra, sólo así podrás converger en ambos mundos... -Me decía aquella voz que procedía de mi ser.
- ¿Y cómo se hace eso? - Le dije a mi Ser que era yo misma pero en ese mismo edén. Mi Ser era todo lo que veía, me hablaba a través del cielo, de las aguas, del viento, del sol, de los planetas...de la arena de la playa de aquel lugar que estaba dentro de mí...
- Suelta, dame la mano y permite que este mundo se expanda hacia afuera y se abra paso entre toda la niebla, deja que te acompañe para que pueda ser contigo, deja que sea yo quien te guíe.... Permite que la energía de este lugar se entrelace con la del otro mundo que transitas y así serás uno con ambos mundos...
Y todo aquello se
trasladó desde dentro de mí, mostrándose ante mi presencia como
algo tangible.
- ¿Dónde estoy? -pregunté llena de curiosidad y entusiasmo.
- En la Nueva Tierra -me contestó el Todo.
- Pero se suponía que tenía que traer mi Edén a la Tierra, ¿qué ha pasado? ¿por qué dices que estoy en la Nueva Tierra?
- Porque has cumplido tu parte.
- ¿Mi parte?
De repente todo quedó
claro en mí, los recuerdos de quién soy, de mi misión, de mi
parte, sí.
Somos pequeños
engranages que se unen para formar una gran humanidad, y cada uno de
nosotros, somos una pieza importante que en unidad genera un conjunto
de conciencias que se unen en una sola, pura, límpida.
Tuvimos que nacer
cientos de veces, así como nubes que se forman una y otra vez en el
cielo para descargar su lluvia, y tras la descarga, fuimos aire,
viento, esencia, y regresamos mil veces más, para convertirnos por
fin, tras un largo ciclo, en la nueva humanidad. Hemos traspasado
cada nivel, superando las dificultades, una a una, depurándonos poco
a poco, como esa nube que se desprende del agua que pesa para ser
sólo vapor...
Y la recompensa es
SER...en un lugar donde todo ES...
- Pero esto ya lo conocía, no era exactamente así, pero yo ya estuve aquí.
- Sí, así es, y como ya lo recuerdas perfectamente, entenderás por qué fuiste humana en esa línea temporal.
- Sí, comprendo, todo fue un viaje realizado desde el amor.
- Ahora ha llegado el momento en que tú, como Ser consciente, como semilla de este nuevo mundo, te aventures a amar como tú sabes, como tú eres.
- Amar para mí es existir, respirar, es mi naturaleza.
- Pues vive, querido Ser, vive y ama, y disfruta, y ríe, y crea.
- Deseo crear música y poesía...
- Recuerda que aquí todo se manifiesta al instante y ahora a tu alrededor la música y la poesía se hacen vivas, pues todo es vida y consciencia.
Y cada pensamiento de
amor se levantaba ante mí, y cada sensación se transformaba en
colores brillantes que se desprendían de mi alma, formando esferas
que se elevaban hacia el cielo... Todo allí era y es magia, todo es
un milagro constante, todo es amor y felicidad, el verdadero estado
del Ser.
- Una ultima pregunta.
- Dime, querida alma – me contestó el Todo.
- ¿Ha muerto mi cuerpo físico?
- No, sólo has saltado en el momento adecuado.
Comprendí todo lo que
me explicó, entendí que el Todo de aquel lugar era la esencia de la
nueva Tierra, dándome la bienvenida. Y desde entonces, vengo de
visita a la antigua Tierra, transito ambos mundos, y acompaño, cuando así se requiere, a otros humanos a dar su salto.
¿Te atreves?