Entras
en mí, a través de mis ojos, como buscando una respuesta, como
deseando encontrarla. Siento tu universo, tus galaxias se entrelazan
con las mías, tus estrellas se hacen una sola en mi alma. Late mi
ser a tu ritmo, sediento de no parar de latir, amando cada sonido de
tu esencia, que navega en mi océano, en mi mundo.
Miro
tus ojos intentando controlar por un momento lo que estoy sintiendo,
y de pronto he caído dentro de ellos, como anhelando una caricia,
como hallándola en todo lo que tú eres ahí adentro.
Te
conozco, lo sé, te siento, y en ese reconocimiento me disperso como
agua hecha vapor por todo lo que hay más allá de tu cuerpo.
¿Quién
eres tú? ¿Realmente esto es cierto?
Mi
mente se inquieta ante lo que siente mi alma, y se pregunta si está
imaginando lo que hay en mí, lo que ve en ti.
Mi
corazón se para, no lo escucho, escucho sólo el tuyo, y me entrego
a tu compás, a tu canción, a tu presencia, sintiéndome eterna,
como un ser infinito que se ha enamorado de repente de otro ser
infinito al que ya amaba desde hacía eones y eones.
Tu
aroma es frágil, está compuesto de versos, de palabras dulces, de
sensaciones que comprendo, penetro en tu historia, la de ese hombre
que eres ahora, y la de los hombres que fuiste, y la de las mujeres
que has sido, todo lo que tú eres ahora unido al ayer y al mañana
se hace palpable, como parte de mí, como si yo misma hubiera sido
tú.
Dime
hombre de este presente ¿a quién amas? ¿a quién decidiste escoger
para aprender del amor humano? ¿cómo te sientes ahora después de
todo el dolor padecido en estos años? ¿Eres feliz, mi amado eterno?
Y
esas preguntas que se responden desde tu inmensidad etérea, esa que
se aloja muy dentro de ti, tanto que ni siquiera tú mismo has dado
aún con ella, me parecen sólo amor, amor de ese que nace de la
pureza, de la comprensión de un ser que ama a otro ser por encima de
todo lo que como humanos podamos elegir o hacer.
Lejos
de los tabúes, lejos de los prejuicios, lejos de las creencias,
lejos de todo dogma, de cualquier idea mental, de cualquier deseo
insatisfecho, o de cualquier pasión, o de cualquier amor mundano, se
halla nuestro sentir, ese que lo acepta todo, ese que está siempre
ahí, el verdadero amor incondicional.
De
pronto un sonido me aparta de tu verdad, tu voz interrumpe la
conexión, me preguntas cómo estoy, no te respondo, sólo te miro, y
me sonrojo.
- No quiero salir de tu mundo, no deseo que te marches, no lo hagas, regresa a mí, no permitas que este lugar nos separe, recuérdame, acércate, vueve a navegar en mi mar, vuela en mi cielo, toca mis estrellas, volvamos a casa - te digo sin pronunciar palabra.
El
contacto entre nosotros ha ido más allá de la piel, más allá de
una mirada, más allá de la atracción entre un hombre y una mujer,
ha sido el encuentro de dos universos que en realidad forman un
multiverso, ese que somos nosotros dos cuando nos amamos, cuando
estamos en nuestro hogar, cuando regresamos a lo que somos.
Te
contesto por fin, te digo que todo va bien, que estoy bien, nos damos
dos besos, típico saludo entre nosotros, y luego, intercambiamos dos
frases más, o tal vez tres, y te vas, te alejas de nuevo, para que
en un próximo encuentro vuelva a sentir lo mismo, vuelva a verte de
verdad, porque Te Veo, Te Siento, Te Soy, Te Encuentro, Te Recuerdo,
Te Reconozco... En cada vida que viva, en cada persona que ame, en
cada pasado, presente y futuro, tú eres en mí, yo soy en ti, y
ambos nos reencontramos más allá de los sueños, porque es
inevitable que te ame, incluso cuando mi mente intenta olvidarte...
Arael
Elämä
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