Querido
Arán,
en
estos años he estado pensando mucho en ti, construyendo lo
impensable, aquello que nunca recordaremos juntos, aquello que se
creó y que se quedó guardado en la caja de cartón que inventamos
con nuestros pensamientos, con nuestros sentimientos.
Me
has acompañado tantas veces hasta lo más profundo de mis temores,
hasta la oscuridad de mis personajes de ficción, aquellos que me
ayudaron en su momento y que debían partir, y me enseñaste que
debía decirles adiós para poder reencontrarme con mi esencia
verdadera.
Tu
poder residía siempre en tu gran amor hacia mí, en tu dulzura y en
tu sabiduría, y siempre supe que estarías en mí para siempre,
porque formabas parte de mi alma, de mi Ser, de todo lo que soy, así
como yo formo parte de ti también.
Cuando me dices "Te amo" sé que quieres decir "Te siento en todo mi Ser, en todo lo que soy, aquí y en cualquier lugar donde esté, en cualquier plano que yo exista, estás en mí" , y eso mismo quiere decir esa frase cuando te la digo yo a ti.
Me
acuerdo de lo que te dije hace sólo unos días, sí, aquello que te
emocionó tanto y que te hizo sonreír lleno de ese amor que te hace
brillar cada vez que sonríes, ya sabes que me enamora tu risa, que
entra en mi pecho disparada para explotar en mi alma y acariciarla,
amándola por completo.
¿Has
visto alguna vez lo hermoso que es el cielo cuando brillan las
estrellas con esa magia que te envuelve? Mirarlo es como estar en un
sueño que te atrapa, te enamora hasta lo más hondo de ti, y de
pronto, sientes tanto amor y tanta paz que pareciera que te has
transportado a otro mundo. Así que te expandes por entero hacia ese
universo que está ante ti, y sientes que lo amas, que formas parte
de él, y lloras de la felicidad que sientes, sí, ¿recuerdas que te
lo dije?.
Así
es como te amo a ti, con esa fuerza, con esa paz, con esa serenidad,
porque es un amor eterno, infinito, incondicional, y no ostenta la
posesión del cielo estrellado, lo amo, al igual que a ti, sin
tocarte, sólo admirando tu esencia divina, sólo emocionándome
cuando puedo mirarte, así como tu eres, sin más, porque tal como
eres, cambiante, hermoso, con tus estrellas en tus ojos, con la
belleza de tu naturalidad, con las imperfecciones de aquello que
inventaste para defenderte de este mundo, con tus emociones, humanas
o divinas, con tus enfados, y con tu alma pura, eres perfecto
siempre.
Y
así, ese gran amor que siento, me envuelve, me otorga una felicidad
que no se puede describir, y me hace ver la grandeza que hay en mi
Ser, cómo es capaz de amar, gracias a esas estrellas que observo,
gracias a ti, que también te contemplo embelesada, de la misma forma
en que las miro a ellas.
¿Ves,
Arán, ves cómo es el amor de verdad? Tú me lo enseñaste. No es
querer poseerte, no es querer que seas como me gustaría, no es
desear mover una estrella y colocarla en otro lugar, no es querer
alcanzarte, es simplemente amarte y permitir que mi amor por ti me
engrandezca. ¿Y sabes otra cosa? El hecho de que tú me ames es un
milagro, porque es como si el cielo, el cosmos, me devolviera el amor
que le estoy enviando, ¡imagina!, ¡el cosmos me ama! ¡qué
maravilloso regalo! Así que cuando me regalas esa sonrisa no puedo
sentir otra cosa que no sea agradecimiento, y más amor, porque el
amor no divide, mi querido compañero, el amor siempre une y
multiplica, siempre suma, y cuando no suma, entonces resta, y
entonces ya no es amor real, es otra cosa, algo basado en la
necesidad de ser amado, o en la dependencia emocional del ser humano,
o tal vez en el miedo a la soledad.
Y
aún te puedo decir más, mi querido Arán, sólo una cosa más.
Imagina que pudiera hacer el amor con el cielo, besar esas estrellas,
tocarlas, sentir su luz en mí, entregar la mía para ellas,
entrelazarme con ese universo increíble que me hace llorar de amor,
pues eso, eso es amarte a ti, así de grande es, eso es sentirte a
ti, eso es acariciarte, eso es besarte, eso es viajar en tu alma y
nadar en tu ser...
Algún
día, las personas podrán amar así, sin limitar al ser amado, sin
quererlo controlar, sin imponer sus deseos, sin entorpecer su camino,
sin tener miedo, sin restar...
Por
lo pronto, nuestro pequeño gran mundo, sigue construyéndose, desde
la verdad, desde la humildad, desde la grandeza de nuestros Seres,
dejando a un lado el afán de nuestros egos por poseernos, por
encontrarnos sin estar preparados para amar nuestros universos como
merecemos, con el verdadero amor que somos...
¿Recuerdas
que siempre me decías que debía hacer lo que yo sentía, sin
importar lo que tú hubieras hecho en mi lugar? Cada pregunta que te
hacía la respondías para darme apoyo, para que entendiera que no
podías decidir por mí, que debía guiarme por mi Ser, que debía
aprender a conocerme mejor, y tú, siempre ahí, para darme consuelo,
para comprenderme, para darme todo de ti, sin invadir lo que yo era,
compartiendo tu esencia sin que eso significara que yo tuviera que
ser como tú, o tú como yo.
Me
has enseñado tantas cosas del amor. Todo cuanto he aprendido ha sido
por tu enorme paciencia, esa que nace de tu generosidad, de tu
bondad, de tu sabiduría, de tu amor por mí.
Lo
primero, el respeto, sí, ese que siempre has sentido hacia mí,
hacia mis decisiones, lo aprendí y lo sentí hacia ti.
Lo
segundo, la aceptación, para poder crecer con cada situación de la
vida, no resignándome o conformándome, sino aceptando que a veces
las cosas no son como uno desea, pero sí son como deben ser para que
podamos crecer más.
Lo
tercero, agracecer, porque todo lo que hemos vivido ha servido para
algo que nos ha hecho conocer el mundo y avanzar, descubrirnos.
También
me enseñaste a confiar en mí misma, a seguir mis sueños, mi
intuición, y a amar incondicionalmente, incluso a aquellos que me
han hecho daño en algún momento.
La
comprensión también ha sido una asignatura que me has enseñado muy
bien, la empatía con otros, con las almas de los demás.
Además
conseguí observar mis emociones, mis pensamientos, y reconocer las
reacciones de mi ego, y las acciones de mi Ser...
Y
por eso, Arán, sólo puedo decirte que amarte ha sido el
reconocimiento del amor verdadero hacia mí misma, y hacia ti, el
reencuentro con mi Ser, con todos los seres, y por supuesto, contigo,
compañero en simbiosis, como tú siempre me dices, pues nuestra
relación es así, simbiótica, como la tierra y la lluvia, como las
flores y el sol, como la misma naturaleza, si no existieras tú, no
existiría yo, ¿cómo no amarte entonces? Eso sería no amarme...
Y
así, sí, así me di cuenta de que eso mismo pasa con todos los
demás, y con las plantas, con los animales, con las montañas, ríos,
mares... todo forma parte de un ser vivo gigantesco, y no amar lo que
nos rodea y a nuestros semejantes, sería como no amar partes de
nuestro propio cuerpo, aunque me consta que algunas personas
desprecian su físico.
Sólo
puedo darte las gracias por todo, y prometerte que ahora yo haré lo
mismo por ti, si es necesario hacerlo, cuando llegue ese anhelado
momento. Lo que sí haré desde mi presente y mi siempre, será
amarte como se ama a un amanecer, como se ama al mar, como se ama al
universo, total y completamente enamorada de lo que eres de principio
a fin, sin excepción ninguna...
Debo
dejarte ahora, mil historias comienzan, y una en particular me
mantendrá ocupada durante un tiempo, porque mi Ser ya tiene alas,
aunque ya lo sabes, y voy a tratar de agitarlas para que mis sueños
se cumplan por fin, porque una puerta se ha abierto, y una invitación
está ahí ante mí, justo tal como debía ser, y pronto seré lo que
soñé...lo que soy realmente... ARTE...
Hasta
pronto...
"Te amo..."
Arona.
Arael Elämä Araham
Arael Elämä Araham
Compañera de camino, como siento tus palabras.....y lo mejor , nos veremos en radio Marina.
ResponderEliminarSii, allí nos veremos, linda. Abrazos!
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