A veces me quedo quieta y me observo. He descubierto así el
manantial de la vida eterna, la existencia de mi propia consciencia, más
allá de lo que hay en mi mente, y me he dado cuenta de que la música es
uno de los caminos que me ayudan a llegar más rápido a mi espacio
sagrado. Si bien el silencio es como un océano exquisito que me permite
contactar con mi propio cielo, también la música puede ser el tren que
me transporte hacia mi mundo interior... Aunque a veces también me lleva
a los recuerdos, que nada tienen que ver con ese lugar que hallo dentro
de mí, sin embargo, esos mismos recuerdos, unidos a las emociones que
los acompañan, me sirven de materia prima para poder escribir, así que
no los desecho, para nada, sólo soy consciente de que sólo son parte de
alqo que ya no existe, aunque son un buen material para trabajar. Así
pues, la música es un especial y mágico componente en mi poesía, mis
cuentos, mis reflexiones, en definitiva...en mi propia vida...
Descubro melodías nuevas constantemente, me llegan como límpidas gotas
de lluvia clara, que alimentan a mi espíritu, lo nutren de la magia que
destila cada nota, cada voz, cada instrumento, y cada sensación que
despiertan en mí es como el nacer de una estrella que comienza a brillar
en mi propio universo.
Sólo la música despierta en mí algo que
no sabría cómo definir, es como una transformación, una reconexión con
algo indescriptible, inefable, algo que me envuelve y me eleva, que me
hace sonreír, que me desnuda de todo lo que no soy, de todo lo que no
sirve.
Y cuando estoy en mi presente, en mi presencia, en mí
misma, fuera de todo lo que no sea mi propio Ser, la música se convierte
en aire, y siento que puedo moverme grácil, como si volara, entre cada
sonido que respiro. Es como si la atmósfera fuera una creación divina de
sonidos celestiales del cual yo misma empiezo a formar parte, como si
fuera un pequeño pedacito de esa misma música.
En ocasiones esa
misma fuerza de la que dispone la música que estoy escuchando, me empuja
a danzar a su ritmo, para poder estar en su partitura, entre sus notas,
entre sus ritmos, susurros, voces, cánticos, y entonces yo ya no soy
sólo este cuerpo de mujer que se entrelaza con los sonidos que siente,
sino que soy un alma etérea, un pequeño fragmento de brisa, aroma de
cristal que se experimenta siendo melodía...
Por eso siempre he
afirmado que mi historia tiene banda sonora, y que la partitura de mi
vida está compuesta por un sinfín de notas de colores, gotas de música y
universos de amor que se configuran entre sí como un gran paraíso donde
me encanta reposar, descansar de todo lo que en el exterior puede y
consigue perturbar mi calma.
Así, inmersa en ese lugar sólo mío,
me encuentro con una parte de mí misma que eclosiona para salpicarlo
todo de letras, palabras, expresando así todo lo que el lenguaje le
permite, creando poesía, cuentos y reflexiones con la música que ha
quedado impresa en la partitura de mi Ser, y la que forma parte de lo
que soy, y la que voy descubriendo en mi presente, nuevas formas
musicales que me cautivan, me enamoran, me emocionan, y me hacen incluso
derramar lágrimas por la belleza de cada sensación que danza dentro de
mi corazón cuando me entrego a la música...
Y siempre seré parte
de ella, una pequeña nota más que suena y suena, sólo porque sonar es
existir, sólo porque todos somos música...
Arael Elämä Araham
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario...