Capítulo
1
El
hombre que se fue
En
esas hojas de papel escribí sobre el amor, sobre la tristeza, sobre
el dolor, sobre los sueños que tanto cuesta conseguir...
Cuadernos
y cuadernos con el nombre de lo que mi mente traducía desde mi alma,
inonherentes pensamientos de una niña, de una joven que no
comprendía el mundo tal y como era, tal y como sigue siendo...
Siempre
supe que mis preguntas no eran las mismas que se hacían mis
amistades, por eso al final me rodeé de amigos mucho mayores que yo.
Parecía que sólo ellos podían comprender la profundidad de mi
alma.
Fue
difícil para una chica de veinte años vivir desde ese océano y ver
a través de él todo un mundo, desde esa perspectiva tan intensa,
tan distinta de la de las personas que conocía de mi edad. Ahora todo es diferente, más comprensible, más grácil, tal vez los años y mi propio trabajo interior me han llevado a integrar todo ese mundo profundo sin miedo.
Recuerdo
que en aquella época estaba enamorada de alguien, alguien que tenía catorce años más
que yo. Era un amor de esos intocables, de esos en los que percibes
magia cuando le miras a los ojos, de esos en los que no hace falta
que le veas para que sepas que acaba de entrar por la puerta y que
está detrás de ti, de esos que sabes que podrían ser lo más
maravilloso del mundo, o lo más terrible.
Su
mirada era pura, profunda, hermosa, y me recordaba mucho a alguien a
quien llevaba en mi alma grabado, pero su corazón estaba demasiado
herido para amar, demasiado triste, demasiado enfadado con el mundo,
demasiado decepcionado de la vida. Supe enseguida que le amaría en
silencio, que me conformaría con su compañía cada vez que nos
reuniéramos, que me quedaría con las conversaciones profundas que
teníamos, que no me atrevería nunca a decirle lo que sentía.
Y
así sucedió.
Y
en mis cuadernos escribí la historia de un hombre desdichado,
deseando amar y ser amado, un hombre que acabó desapareciendo un
día, para entregarse al sufrimiento, a la duda, al miedo. Tal vez
por ese atormentado sentimiento de derrota y de conformismo, el
alcohol fue su única salida, y su refugio un amor de mi misma edad
que no era amor, una de esas relaciones de despecho hacia la vida que
al final sólo volvió a dejarle en el vacío profundo de su alma.
Sufrir
por alguien a quien amas en silencio, amarle sin que se dé cuenta,
verle destruirse, no fue nada fácil, pero fue algo que decidí, algo
que mi alma supo que debía hacer, un aprendizaje, un amor que fue
amor en la distancia, como un susurro imperceptible, como un dolor
punzante que me hizo llorar cuando él se fue, cuando prefirió dejar
de sonreír y desdibujarse de nuevo en su mundo decadente.
Amando
aprendemos, incluso cuando no somos correspondidos de la manera en
que deseamos, y amando crecemos, nos concemos, nos adentramos en
nuestra capacidad de dar.
Las
experiencias que vivimos nos ayudan a ser lo que somos como personas,
nos moldean, nos ayudan a dar los retoques a nuestra personalidad. Si
eres confiado, tal vez acabas siendo todo lo contrario, o si eres
impulsivo, acabas reteniéndote por miedo a recibir un no como
respuesta. Sin embargo, todo lo que he aprendido ha desenvocado en
una verdad que no puedo negarme, y es que siempre hay algo inmutable
en uno mismo, nuestra verdadera esencia jamás cambia, y el que se
muestra como un león, si su esencia era de un ciervo, seguirá
siendo un ciervo, y el que se muestra como ciervo, si su esencia es
de león, seguirá siendo un león...
Un
disfraz no define a la persona, y de veras he visto que realmente las
apariencias engañan, nada es lo que parece.
Afortunadamente,
sé a ciencia cierta, que todo el mundo merece una oportunidad,
aunque vea en su mirada que oculta secretos, que hay sombras que se
están escondiendo para no ser descubiertas...
Cuando
aquel hombre se alejó, recuerdo haber deseado que estuviera bien,
que hallara su paz interior, pues por aquella época comprendía
bastante bien las batallas que se libran en el interior de cada uno.
Sin embargo, él me enseñó algo que no sabía, y es que tenemos
siempre dos caminos, huir de nosotros mismos ahogándonos en nuestro
rechazo al mundo, a la vida que nos ha tocado vivir, negándonos así
el amor más puro y verdadero para echarnos a los brazos de una
ilusión que nos rescate de la soledad que hay en nuestro interior, o
bien aceptar desde al amor quiénes somos, por qué estamos aquí, y
agradecer lo que hemos vivido, lo que estamos viviendo, abriéndonos
así a maravillosas posibilidades que ni siquiera somos capaces de
imaginar...
En
ese momento no comprendí la importancia de lo que había aprendido,
sin embargo, nunca olvidé lo bueno que me aportó sentir aquel amor,
un amor que nació de mí, un amor que yo sí pude, y puedo sentir
sin que se contamine con nada.
En
realidad nada ocurre por casualidad, y hasta aquella persona que
menos te esperas, puede remover algo muy grande dentro de ti, y puede
haber llegado a tu vida por algo que es increíble, y no hace falta
que mantengas ninguna relación especial con esa persona, nada de
eso, simplemente, ha llegado para mostrarte algo, aunque no siempre
lo sepamos ver en el momento adecuado.
Así
que, no te distraigas, presta atención a la señales, porque a
veces, la mente interpreta la realidad de una manera equivocada, a su
propia conveniencia, y luego resulta que el corazón sólo deseaba
mostrarte a una persona, enseñarte su alma, como si te estuviera
presentando a un amancer, para que en su belleza puedas contemplar la
gran sabiduría que se esconde en cada universo humano, incluyendo el
tuyo, sobretodo en el tuyo.
Cuando
llegó el momento, solté aquel apego con aquel hombre que tanto me
hizo sentir, y a los pocos meses conocí a una persona que me
demostró lo que es el amor en pareja de una forma maravillosa.
Arael
Elämä
Eva
Bailón
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