EN
MI YO
En
el viaje de retorno a casa, he visitado muchos personajes, todos
dentro de mí y fuera de mí. Algunos me han hablado con emociones
punzantes, desde mi interior, y otros desde el exterior.
Siempre
fui un ave de paso, pero quise quedarme en muchos lugares, sobre
todo, en muchos corazones. Así que eso fue lo que conseguí, en
cierto modo.
Mi
vestido estaba confeccionado al gusto de los que amaba, deseando ser
la modelo perfecta para llevarlo, siempre dispuesta a ser gentil, a
no ser enfado, a ser moldeable.
Creía
que eso era así porque era una buena persona, que no podía enojarse
nunca, pero en realidad sólo boicoteaba a mi propia esencia, la cual
no lograba expandirse por estar demasiado centrada en no decepcionar
a nadie, en agradar a todo el mundo.
Ceder
a un sí que tal vez no sentía en mí era lo más habitual, no saber
decir que no era lo que me hacía más daño, pero era mi
funcionamiento por aquel entonces.
Una
flor que se sentía rosa y que siempre se había mostrado como
clavel, porque tenía miedo de ser lo que era, porque creía que si
era lo que era no sería aceptada, y por eso, mi traje, hecho a
medida, ocultaba mi verdadera fragancia.
De
pronto, un día, una voz interior dijo ¡basta!...y se puso en marcha
un mecanismo interno, un engranaje que fue transformándome,
convirtiendo al clavel en lo que era realmente, lenta y
pausadamente...
Defraudar
a los que amaba no era fácil, pero sabía que ellos lo entenderían,
que comprenderían mis pasos en el momento adecuado, debía ser
libre, debía ser una rosa etérea, que pudiera volar a cualquier
lugar, aportando su aroma siempre consigo, sin temor.
Así
que, pensar en mí, en mi bienestar empezó a ser mi objetivo más
especial, amarme, comprenderme, explorar mi océano, descubrir la
belleza que había en él, despojarme de todo cuanto no era
necesario, ser la música que amo, ser la lluvia, ser el sol, la
tormenta, la calma, el aullido del lobo, el rugido del tigre, la
luna, las estrellas, ser todo lo que hay en mí, todo lo que ocultaba
la rosa sencilla que me vestía.
En
ese precioso instante en el que me enamoré de mi alma, de mi ser,
también me enamoré de todas las otras flores, de las otras almas, y
descubrí que pensar en mí era el camino, creer en mí, no dudar
nunca más de mi potencial, ni del potencial de otros.
Así
que recité, canté, pinté, dibujé, compuse música, lloré, reí,
fui todos los personajes que había escogido ser para amarlos y
alcanzar lo único que realmente me definía, mi Yo Soy.
Fui
consciente de que si manifestaba mi verdad, mi alma al desnudo, podía
haber respuestas en otras personas, heridas, o reacciones que podían
perjudicarme de alguna manera, pero había muerto tantas veces dentro
de mí, que ya no tenía miedo de volver a morir.
Cada
sentir es único, cada reacción del ego, del personaje, pero yo no
soy responsable de las tormentas de los otros, sólo de las que
estallan en mí, por lo tanto, siempre, siempre seré esta Yo Soy, y
cantaré, y soñaré, y reiré y amaré a quien desee, a lo que
desee, como lo desee, expresado como lo decida, sin que eso me
limite, sin que eso me haga sentir pequeña, pues el amor nos hace
grandes, y por eso, amo lo que soy por encima de opiniones, de
sanciones, de reproches, incluso, por encima del miedo.
Algunos
me llamaron valiente, otros ingenua, otros soñadora, otros se
quedaron en el camino por no saber comprenderme, pero yo seguiré
siendo quien soy.
Ser
quien tú eres de verdad es lo más importante, pues a partir de ahí
todo lo demás fluirá hacia tu ser, hacia lo que eres,
sosteniéndote, aportándote en cada momento aquello que desees.
No
dejes de ser tú, y si aún no lo estás siendo, ahora estás frente
a dos caminos, elige, ser lo que viniste a ser, enfrentándote a
todos tus miedos más terribles, o ser el personaje inventado que te
hace sentir en tu zona de confort bajo el engaño de la ilusión de
este mundo.
Cualquier
decisión será buena, cualquier decisión será válida, todo es
cuestión de saber qué es lo que deseas experimentar...
Eva
Bailón B.
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