CAPÍTULO 2 - EL VIAJE
No solía ser fácil vivir en la Tierra y conocer todo lo que me enseñaba Él, pues la discordancia entre los mundos sutiles y la vida en la sociedad humana a la cual pertencía lo hacía bastante complicado. A menudo había sentido mucho miedo de que mis seres queridos creyeran que me había transtornado, y poco a poco fui guardando más secretos, misterios que iba descubriendo y que nadie más podía comprender, por el momento. Él me había dicho que pronto conocería a otras personas como yo, gente que también podía Ver, y que nos iríamos reuniendo, pero se me hacía eterna la espera. Aquella noche salimos de viaje, quería saber más, comprender mejor. Cada viaje que realizábamos era diferente y al mismo tiempo muy similar. Esta vez fue algo parecido a lo que se suele llamar "viaje astral".
Abrí los ojos y por fin pude ver...
- ¿Qué es eso? - pregunté.
- Un Universo.
- ¿Y qué hago yo aquí?
- Eres parte de él, y todo de él. Estás en cada planeta, en cada estrella, en cada sistema solar, estás en todas partes, siéntelo, siéntelo en ti.
Y respiré para sentir, para dejar atrás mi diminuta conciencia y expandirme en todo lo que percibía.
- Pero también me siento yo, me siento única, ¿cómo puede ser eso?
- Porque estás siendo el todo y la parte a la vez.
- Me gusta sentirme en todo, pero también me gusta ser una partícula, un fractal de ese todo.
- La idea es que puedas experimentarte en todas las facetas posibles de la existencia.
- Me gusta, pero creo que no soy capaz de alcanzar todo lo que hay, es decir, no puedo saber hasta dónde llega mi conciencia.
- Eso es porque es infinita y tratas de tocarla desde tu fractalidad, y eso no es sencillo, pero puedes hacerlo, dejándote llevar, diluyéndote del todo, sin miedo, porque luego podrás regresar a la experiencia humana.
- ¿Y puedo regresar a otra experiencia que no sea humana? ¿Existen otros seres que se parezcan a los humanos pero con una conciencia de sí mismos más amplia?
- Claro, pero todavía no has acabado tu experiencia humana. Un día de estos te llevaré hasta otra presencia de ti misma, en otra realidad, en otro planeta, viviendo como un ser con más conciencia de su existencia.
- Así que soy muchas veces, como humana y como otra esencia distinta parecida a la humana, ¿verdad?
- Sí, así es, y mucho más.
- Dime, ¿para qué necesito ser humana si mi conciencia puede estar en otro lugar donde se reconoce más a sí misma?
- Mi pequeña, en este caso todo es distinto, el planeta Tierra es un poco diferente a otros planetas. Está transformándose, todo está en continuo movimiento y expansión, en términos humanos podríamos hablar de evolución, y la Tierra está transmutando, y con ella las especies que la habitan, la acompañan. Ha llegado el momento, dentro del proceso evolutivo de la Tierra y de todo su sistema solar, en el que algo está sucediendo, algo que implica ciertos cambios en los seres humanos.
- ¿Y crees que la humanidad está preparada para algo así?
- No importa lo que yo crea, pequeña, yo sólo estoy aquí contigo para ayudarte a comprender y para guiarte, no para creer. La humanidad hará lo que tiene que hacer, sea cual sea el resultado final.
- Si no importa el resultado final, ¿qué sentido tiene seguir allí?
- A veces, mi querida amada, es necesario estar dentro del desorden para poder aportar un poco de paz, porque desde afuera poco podemos hacer. La conciencia es un todo que aboga por la vida en cualquiera de su formas, y perder a la humanidad después de todo lo que ha aportado como experiencia significaría comenzar de nuevo.
- Ya, pero no creo que eso sea un problema para la conciencia, el tiempo no es para ella lo que es para la humanidad. Empezar de nuevo tampoco creo que le resulte un fracaso.
- Tienes razón, sin embargo, siempre es mejor continuar un proceso que tener que desestimarlo y reiniciarlo desde cero, y cuando digo que es mejor, me refiero a que el amor que mueve a la conciencia, la integración de todas las formas de vida creadas para la experiencia, sustenta la continuación de la expansión, y si la humanidad se destruyera, sería como si un rayo del sol se apagara y dejara de emanarse y expandirse, aunque fuera temporalmente. El amor de la conciencia implica lo que vosotros conocéis como tolerancia y respeto, pero también protección.
- Creo que te comprendo más o menos, pero también sé que me cuentas todo esto con palabras humanas, las cuales quedan muy pobres al aldo de todo lo que siento en mi corazón, todo lo que me transmites desde el tuyo.
- Pequeña mía, ya sabes que no hay lenguajes verbales que puedan abarcar en el mundo humano captado desde tu mente todo aquello que la conciencia es, así que sólo sabes un punto de la verdad, un punto en una línea infinita de posibilidades, de realidades, de dimensiones, de conciencias existenciales hijas de la gran conciencia total.
- Tengo sueño.
- Duerme, duerme y descansa, todavía queda un largo viaje, te llevaré de vuelta.
Arael E. Araham...
Historias de un Alma extrangera
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