Estoy
sentada en el suelo, viendo la luna llena, parece como si me hablara,
y de hecho siento su conciencia, me observa y desea conversar.
No
hacen falta palabras, la comunicación va más allá de lo que
conocemos, ni siquiera puedo decir que sea telepática, es algo así
como un intercambio energético, una danza entre su conciencia y la
mía.
Un
montón de pensamientos filosóficos, tal vez, me invaden.
La
luna me comprende, me siente, ambas nos unimos y le explico mi
historia.
Soy
un ser humano, un ser en evolución, en constante transformación, la
que fui ayer ya no es la que soy hoy, nadie lo es. El tiempo no
existe en mi mundo, es algo así como un espacio rellenado con
esquemas organizativos para poder anclarnos o encuadrarnos y poder
sostenernos.
Las
emociones están sujetas a nuestra percepción de la realidad y a la
interpretación que nuestra mente hace de la misma. Son parte de un
mecanismo que construye nuestra capacidad de sobrevivir en un mundo
material que todavía es muy primitivo, y así, dichas emociones, aún
siguen siendo muy rudimentarias.
El
ser humano necesita sentirse importante y valorado, y eso en
ocasiones le lleva a desear poder, o fama, para obtener halagos, o
bien para ser temido y así respetado y obedecido. De ahí que
siempre hemos vivido en un sistema jerárquico donde unos pocos
podían llegar dominar a una gran multitud. Unos deseando ser
admirados, otros necesitando un líder para entender su vida y
cediendo así su poder individual por comodidad.
La
luna se ilumina más para enviarme un mensaje de amor desde sí
misma.
Una
lágrima se me escapa al comprender la naturaleza de lo que soy, al
darme cuenta de cuánto camino hay para alcanzar la sabiduría que
nos conduzca hasta una humanidad consciente y responsable, una
humanidad donde el amor pueda mostrarnos todo nuestro potencial más
positivo.
No
sabemos nada, y cuanto más sabemos, más parece que falta para
saber...
El
conocimiento es primordial, pero éste proviene de algo llamado SER,
algo que usa de traje estos cuerpos humanos para experimentarse a sí
mismo en la materia, en una materia con conciencia individual, pero
rodeada de un gran inconsciente colectivo, y provista de un
inconsciente personal. Debemos, quizás, alcanzar ese inconsciente y
hacerlo consciente, debemos tal vez, avanzar dejando atrás lo más
primitivo que somos para ser seres más sabios y más amorosos,
potenciando todos nuestros aspectos positivos.
La
polaridad es inherente a este lugar, todo puede ser blanco o negro,
luz o sombra, incluso dentro de nosotros mismos somos eso...
No
es que asocie lo primitivo con lo negativo, sin embargo sí lo asocio
con la ignorancia, y a ésta con el miedo. No se trata de
desacreditar antiguas culturas, muchas de éstas llegaron a
iluminarse y convertir lo obsoleto de ellos mismos en algo más
elevado y evolucionado, el tiempo no tiene nada que ver con estar
dejandose llevar por las emociones y pensamientos basados en lo que
yo llamo “una conciencia primaria”, pues el tiempo no existe.
Una
conciencia primaria es una conciencia que aún cree que hacer daño a
otro no le perjudica a él, es una conciencia que es egoísta, y
viene a ser como una célula que comienza a destruir a las otras sin
darse cuenta de que si hace eso acabará por matar al organismo que
la mantiene con vida.
La
luna me sonríe, yo seco mis lágrimas, no comprendo qué hago en un
mundo así, pero sí sé que soy una más, una persona más. Soy una
célula que habita en un cuerpo llamado Tierra (Kumar), un cuerpo que
es un órgano dentro de un sistema de planetas, otros órganos,
dentro de una galaxia, que es una parte de un cuerpo que es el
universo cuya mente es La Fuente, creadora de ideas, ideas llamadas
almas que viajan y viajan, transmitiendo información, que viene y
va, en un tiempo que nosotros no podemos percibir, en un “no
tiempo”.
- ¿Dónde queda lo que el hombre ha creado? -me pregunto mirando fíjamente a la luna.
- Queda en el recuerdo, en la memoria de la Fuente, queda en los registros etéricos del planeta y en los registros etéricos de cada Yo. Todo lo que experimentas lo experimenta aquello a lo que llamas Dios, todo lo que eres, es él, todo lo que ves, es lo que ve él, todo lo que el hombre hace forma parte de la experimentación de él y todo ello le enriquece. La polaridad es parte de lo que existe, luz y sombra conviven para que todo esté en equilibrio, el Uno es el todo y dentro de sí mismo también mantiene de manera ecuánime y fusionadas las polaridades que aquí se perciben tan distantes...
Cierro
los ojos, siento la esencia de la luna, sus palabras que no eran en
sí mismas palabras, sino esa comunicación que va más allá de mi
mente y por tanto de mi comprensión, me tranquilizan, pero necesito
más, quiero más, deseo más, tengo sed de conocimientos.
- No es sed, no es deseo, es aceptación.- Afirma la luna en su lenguaje singular.
- ¿Aceptación?, no te entiendo, ¿a qué te refieres?
- A que has aceptado que no eres sólo lo que percibe tu mente, a que has aceptado que en ti hay más potencial, a que has decidido afrontarlo y descubrirte, a que has provocado en ti la reacción en cadena que te llevará a tu autoconocimiento y a la conexión con la sabiduría que desees alcanzar, al aceptarte como algo más de lo que tu sociedad te ha hecho creer que eres.
- Luna, ¿hacia dónde voy? ¿hacia dónde va el Ser Humano?
- Hacia un nuevo Renacimiento, el de una nueva Humanidad más consciente de sí misma, con la sabiduría que otorga el amor incondicional, con un futuro fructífero y positivo.
Quiero
creer que es verdad y pongo mi mano en mi corazón, está latiendo
con fuerza, siento una energía en él enorme, me invade el amor, y
de nuevo lloro, pero por la vibración de ese amor. Me siento feliz
por volver a sentir esta sensación.
Dentro
de mí veo la verdad, mi verdad que sé que comparto con otros, y
ella refleja todo lo que soy ahora, aún hay miedo de fallar, aún
hay miedo de ser abandonada y rechazada, aún hay el temor intrínseco
al ser humano, el de no ser aceptado por la manada y morir, un miedo
primitivo.
Pero
también hay amor, esperanza, conocimiento, sabiduría, fortaleza y
capacidad de superación.
Las
emociones más elementales, aquellas que nacieron con el propósito
de la supervivencia, están caducando, pero para que ello ocurra debo
conseguir que mi cuerpo emocional madure, crezca y deje de ser
obsoleto, sólo así se preparará para vivir en un mundo donde ya no
hará falta sobrevivir, pues el objetivo primordial será vivir, SER.
Un
escalofrío recorre mi cuerpo, esta noche es especialmente fresca,
tengo frío. Miro de nuevo a la luna, le hago una reverencia y le
regalo una sonrisa.
- Gracias...
Entro
en casa.
Me
voy a dormir.
Arael
Líntley.
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