En
un susurro que ciega y oculta cualquier otro sentido para que logre
alcanzarte, me hablas de un amor sublime que se presenta como el
regalo de un corazón que ama libremente cerca de las nubes, lejos de
lo mundano, a través de los espacios, universos, cruzando el tiempo,
las dimensiones, los diferentes planos que existen en este planeta..
Y
lo percibo como el sonido del mar, anidando en mi alma como una gran
esperanza, con la certeza de que esa verdad existe en mí, como la
respiración vive en mi cuerpo...
La
llama que arde y que reluce en mi pecho me indica el camino que mis
pies van trazando en la arena. Las olas del mar de esta nueva visita
a este rincón tan especial, danzan con mis ojos, que las cuentan
para saber cuánto tiempo he estado recorriendo esta playa.
El
horizonte anaranjado me enamora una vez más cuando su música
celestial me canta y me serena en mis cuentos de amor entrelazados a
mi alma sutil, amante de amores, sedienta del beso del sol del alba
que se clava en mi mejilla cada mañana.
Nostalgia
de rayos dorados que me tiñen de ángel, de nubes blancas que me
cosen las alas que siento, de cielos azules que nacen en mi mirada
para ser devueltos al océano cuando vuelo por encima de su hermoso
reflejo marino, que se diluye en mí, entero, y me convierte en la
diosa del punto donde se une la magia de lo físico y lo etéreo.
Mi
piel es de luna, de estrella, mis manos de lágrimas de versos de tus
poemas perfectos, fabricados con esos susurros que me dibujan tu
rostro bello, grabado en mis labios y disuelto en el aire que entra
hasta mi cuerpo, para nutrirlo, para cuidarlo, para sostenerlo.
El
poder del amor es invencible, es la deidad que nos conduce al
infinito, al éxtasis energético, a la pureza más sagrada e
intensa, es el sustento por el cual mi elevación me permite este
acercamiento...
Y
sueño tus pensamientos, siento el deseo de tu alma dentro de cada
voz que presiento, veo tus sonrisas en el calor de un mensaje que se
hace completo entre mis manos al escribir con la pluma de mi
sentimientos.
Soy
la llave que abre las puertas del miedo, atravieso la tormenta de
rayos fieros, más allá de lo que no entiendo, grácil como la luz
de un lucero...
El
poder del amor es lo que me impulsa, me mueve, me arrastra hacia tus
pasos inciertos, vistiendo la desnudez de la fantasía que promueves
en tu intento de atrapar tus anhelos, con mi amor imperecedero...
Como
una melodía confusa, me deslizo entre las ondas del viento, viajando
hasta tu ventana y colándome en tus momentos, para acariciar tu alma
con la respuesta a tus susurros, a tus señales, a tu llamamiento...
- Aquí estoy, como siempre te prometo, en esencia, como nota de un piano que se muestra melodioso ante tus sentidos, como gota de rocío que se posa en tus ojos y se convierte en la lágrima de amor más intensa que jamás hayas sentido, que se posa suave en tu boca para ser en ti la saliva que te muestre el sabor del amor más verdadero...
Me
distraigo en tu lengua para sentir la huella de tu nuevo traje en
este mundo tan austero, ruedo luego en tu garganta hasta llegar a tu
pecho y estallo en tu música, en tu aroma y en tus latidos, para
latir contigo...
Si
me llamas acudo sin dudar, tras el susurro de tu alma radiante, con
el poder que el amor me otorga sin más, con mis alas atadas para
poder volar, con el aspecto del ángel que deseas encontrar, con el
atuendo de lo que tu mente desea inventar, mas siendo yo, sin error,
pues mi nombre lo hallas en mi vibración, única, mía, de los
dos...
Arael
Líntley
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