Descansa
en el regazo de la luna de mi alma para que pueda aguardar el momento
de explicarte cuánto universo hay en mi existencia y cuánto de él
hay en la tuya, manifestado como un susurro inalcanzable, infinito y
recóndito de tu esencia completa y resguardada de la lluvia amarga de este
mundo en tu interior. Contempla las estrellas de tu espacio y
descubre la belleza de su luz y su delicadeza sublime que se refleja
en tus pupilas cuando permites que el fulgor de tu deidad se eleve
por encima de los muros de tu indeleble humanidad.
Despliega
tus andanzas para que tus retos se revelen ante ti como humildes
siervos de dulzura y resplandor, para que tus pasos sean vuelos en
tus cielos de aventuras y despertares sacros que se posan en tus
manos, preparadas para dar, para coronar de amor todo cuanto te
rodee.
Desalienta
la penuria y asciende en la longeva divinidad de tu alma pura, para
ser el manto que cubre los huecos de la soledad incierta, la que se
muere en mis pestañas cuando llorar es padecer el abatimiento de una
vida que no ha nacido para ser una mentira.
Tu
universo en mí se desenreda en estrellas y planetas que se vuelcan
en la órbita de un amor eterno, un delirio humano que se deshace
como el hielo cuando el fuego de tu esplendor fulgurante se hace
añicos en mi pecho y en millones de partículas de cristal azul
zafiro se disparan hacia tu corazón sediento de beberme, como ese mar
que refleja tu consciencia y tu esperanza de nadar y bucear en el
remolino de mis olas, mis corrientes submarinas que dibujan la
grandeza entre nuestras almas nómadas.
Mi
universo en ti se extiende en cometas, asteroides y en increíbles
galaxias que danzan y cantan como ángeles de versos transparentes, entre
poemas de palabras que te buscan tiernamente cada noche, para darte un
mundo completo y pleno, traslúcido y sereno, adormecido entre tus
sueños de verdades coherentes, de belleza celestial y sorprendente.
Eres
mi universo en mí, soy la nave de los cuerpos que se hicieron, el
punto de unión de los recuerdos que se habían dormido, el ancla, el
timón y el capitán de la misión que por amor escogimos, soy tu ser
en tu alma y en tu mente, soy tu brillo, soy todo lo que tú eres,
somos un cosmos en dos cuerpos divivido, un perpetuo big bang que entre ambos explota sin apenas hacer ruido.
Arael...
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