A
veces me convenzo de que mirarte es mi alimento, y de hecho, lo es...
Lo
es porque mirarte me devuelve mi reflejo, porque tu luz me envuelve y
me consiente, mas me recuerda que el anhelo de tenerte es justamente
lo que me aparta de la oportunidad de complacerme, pues me araña el
deseo de saberte y abrazarte más allá de lo que lo hace mi mirada,
aunque imposible sería darte más de lo que mi alma te ama y
amalgama, darte más de lo que mi ser te siente dentro de él, como
sello o tatuaje que nació conmigo antes de ser esta persona
humana...
Y
es que mirarte es descubrirme mientras confirmo de nuevo cuánto soy
de ti y cuánto aún no sé que somos por la falta del recuerdo...
Abrí
los ojos a tu mundo y quedé inconclusa en mis emociones
desenterradas ante tu presencia, ante lo que ya pensé que no vería,
ante lo que me mostré a mí misma como parte de un camino en el que
ya me daba por vencida...
Y
te miré mil veces más, y otro millar de miradas se posaron como
alas en tus párpados y en tus pestañas, colocando cada partícula
de amor en cada molécula de tu piel, de tu cuerpo, de tu alma, de tu
ser, de todo lo que tú eres en esta vida humana y en cualquier
existencia tuya, pues te alcanza hasta allí mi mirada...
No
te veo, te esculpo en mis pupilas, y el destello que desprendes
cuando acaricio tu Yo entero con las plumas de las alas de mi
angelical amor que te venera, se me clava en el corazón para que
estalle en las chispas del fulgor de mis reverencias de humildad ante
quien eres, ante quien soy, ante la llama de amor que se despierta al
encontrarnos en los mundos en que sí nos acordamos, en que las
memorias de la pureza y la belleza del espíritu que nos une y de
donde procedemos, nos condecen el regalo de aprender a amarnos en
esta tierra, donde es tan difícil darse tanto, donde es tan burdo y
triste no reconocer lo que tanto amamos...
Y
en la brisa del viento vuela libre esa mirada que te alcanza mientras
despiertas en la madrugada en un segundo, en el momento justo en que
mi beso se desliza por tu frente y te da la bienvenida a un nuevo día
en el que tus ojos, como soles que iluminan mi mañana, se dan cuenta
de que vivo todavía en las lágrimas que por mí en algún momento
derramaras, mas sin saber que yo te acariciaba invisible y olvidada
en el anhelo de tu alma enamorada...
¿Acaso
crees que fuiste sólo tú quien añoraba?
En
la ventana, el gorrión que canta, la paloma que vuela entre los
árboles que susurran con sus hojas en la calle desierta y aún
dormida mientras observas tu añoranza, traducida en el gesto
rutinario de cada mañana, los primeros rayos del sol que se filtran
por entre las ramas, los primeros ruidos matutinos que se cuelan como
extraños por tu casa, tu primera sensación contradictoria, de
serenidad y seguridad en tu soledad cuidada, de nostalgia y
desasosiego en tu caminar en esta vida extraña, en las prisas de tus
comprometidos tiempos de obligaciones banales y tus capacidades de
supervivencia en esta sociedad alocada, en la camisa escogida para el
evento, en el armario, en el agua que limpia suave tu pelo bajo la
ducha caliente que despereza tu sueño, en el momento en que el
perfume recorre tu cuerpo, en tu desconcierto repentino cuando
presientes algo incierto, ahí, en todo eso y en mucho más, duermen
mis miradas descansadas, latiendo como corazones en tu vida esperando
a que las veas y las mires sonrientes para endulzar la amargura de tu
trayecto, de tu paso firme y perfecto, y en todo eso, se haya mi
esencia disfrazada de momentos, de instantes que parecen desiertos,
mas nunca lo fueron, porque yo siempre estuve en cada pensamiento, en
cada sentimiento, porque vivo dentro de tu alma y también respiro
grácil de tu aliento...
A
veces me convenzo de que mirarme es tu alimento, y de hecho, lo es...
Lo
es porque mirarme te devuelve tu reflejo, porque mi luz te envuelve y
te consiente, mas te recuerda que el anhelo de tenerme es justamente
lo que te aparta de la oportunidad de complacerte, pues te araña el
deseo de saberme y abrazarme más allá de lo que lo hace tu mirada,
aunque imposible sería darme más de lo que tu alma me ama y
amalgama, darme más de lo que tu ser me siente dentro de él, como
sello o tatuaje que nació contigo antes de ser esa persona humana...
Somos
el reflejo de dos miradas que sin estar juntas y desde siempre, se
aman...
Arael
Líntley...
Bellas palabras.
ResponderEliminarReflejos de un alma que solo supo,sabe y sabra darse.
bellas palabras ,
creadas para ser reflejos de espejos en toda alma...
Gracias ARAEL.
Arael que hermoso no dejes de escribir ya te extrañaba...me encantó pues hace dos dias sin pensar me topé con esa mirada
ResponderEliminarAndrea