SECCIONES - TÍTULOS

Los relatos del blog están divididos en varios títulos genéricos que son "Reflexiones", donde hallaréis escritos espirituales y reflexivos, "Una mirada al Alma" donde podréis leer historias muy profundas de crecimiento personal, del alma, "El Romántico Obsoleto", que cuenta con relatos de humor, irónicos, historias de la vida cotidiana del ser humano, "Diálogos", que son como la palabra dice, conversaciones que suelen ser muy profundas y espirituales, y por último he publicado tres capítulos de una de las novelas en las que estoy trabajando "Alma Cristalina". Disfrutad con todos ellos y compartidlos si os animáis a hacerlo para ayudarme a difundirlos.

Gracias por leerme, bendiciones a todos.

miércoles, 26 de febrero de 2014

SALTO AL VACÍO

El viento acariciaba suave y sutilmente mi rostro, contrastando con la terrible rabia que me invadía, aquella ira que estaba escondida tras la tristeza que tanto tiempo había estado arrastrando. Las lágrimas por la impotencia de mi situación me golpeaban el alma, me rasgaban la piel al derramarse ácidas por mis mejillas vencidas. El deseo de morir, de rendirme, era tan poderoso que no sabía ni siquiera lo que estaba pensando, pues incluso mis pensamientos estaban ardiendo entre los sollozos de mi corazón exhausto de tanto sufrimiento, harto de tantas ideas absurdas y maloientes que se quebraban en mi pecho desequilibrando mi autoestima, mi deseo de vivir, mi ilusión por hallar otros como yo que se identificaran con el amor eterno, con el alma, con ese mundo que va más allá de lo tangible.

Di un paso, pero tenía miedo, mucho miedo, pánico.
La idea del suicidio era la más clara en aquellos instantes, pero en lo profundo de mí había algo que parecía intentar convencerme de que cambiara de parecer al recordarme y hacerme sentir mi vértigo.

  • Está demasiado alto, no me atrevo, no puedo saltar, no puedo.

Pero estaba decidida, ya no merecía la pena vivir, el dolor se había vuelto demasiado profundo, se había abierto camino entre mi alma y la había contaminado, la había desintegrado, la había despedazado por completo, ya no había escapatoria, ni salvación para mí, ¿quién iba a salvarme?, nadie se interesaría por mí, no importaba lo que me sucediera, porque yo era insignificante, no era nada, sólo dolor.

Me había puesto aquel vestido azul de raso, aquel que tanto me gustaba, entallado a la cintura, con la espalda descubierta, era un vestido precioso, sí, pero nunca había tenido ocasión de ponérmelo, de todas formas, si debía morir, al menos deseaba hacerlo bien vestida. Me había maquillado como nunca, sombra de ojos oscura, rimel, base de color, labios perfilados y pintados en un rosa malva brillante... Me había tomado la molestia de estirarme el cabello y luego ondularlo y marcarlo para estar bien atractiva. La verdad es que era algo totalmente incongruente, siempre me había ocultado del mundo, nada de maquillaje, nada de joyas, nada de cuidados de ningún tipo, sólo yo, una mujer sencilla, que pasaba inadvertida siempre, una mujer poco estremada, una mujer que estaba en contra de toda esa artificialidad que otorgaba al sexo femenino de una fuerte connotación de sumisión a las tendencias de la moda del momento, algo que detestaba.
Pero claro, cuando uno se va a morir prefiere morir guapo, lo cual era también bastante contradictorio teniendo en cuenta que me iba a estampar contra la acera.
El motivo de decidir morir así era muy claro, siempre había deseado volar, escapar de este mundo de horror, donde todo lo que se valora está basado en la apariencia, en la belleza exterior, en la hipocresía, en el falso amor, y yo, me sentía fuera de lugar en cualquier lugar, así que, ¿para qué continuar aquí?, era mejor abrir mis alas y saltar al vacío.
Volví a mirar hacia abajo, y de nuevo el vértigo hizo acto de presencia.

  • No puedo saltar, no puedo, está muy alto.

Entonces, aquella dulce voz comenzó a expresarse, a manifestarse, mientras yo la escuchaba temblando por el pavor de ese gran salto que estaba a punto de realizar.


  • No temas, sé que estás asustada, pero debe morir, esa parte de ti debe irse, ya no puedes seguir así, sé honesta contigo misma, deja de vivir fingiendo ser quien no eres, deja de engañarte a ti misma, sé valiente. -Dijo aquella extraña voz.
  • Pero muchos sufrirán por mi muerte, lo sé, tal vez he subestimado el amor de mi familia, de mis hijos, de mi esposo, de mis amigos...
  • No, querida Arael, has subestimado tu amor hacia ti misma.
  • ¿Y por eso debo morir?
  • No, sólo morirá la mujer que has estado siendo hasta ahora, sólo ella, pero ella debe morir para que tu verdadero yo pueda vivir, resurgir con fuerza y alzarse valiente ante este mundo que tanto miedo te da.
  • Pero, esta parte de mí, yo, también la amo, debería amarla, ¿no?- pregunté algo confusa.
  • Sí, ¿acaso crees que el significado de la muerte está ligado al hecho de la ausencia de amor?. La muerte es sólo un crecimiento, un cambio, una nueva vida.
  • Sí, es cierto, pero si dejo morir a esta parte de mí, siento que la estoy matando yo.
  • Y sin embargo no es así, sólo estás permitiendo que se vaya, ella ya cumplió su función junto a ti, ahora le toca a tu verdadero yo Ser y existir.
  • No puedo saltar, tengo mucho vértigo, me dan miedo las alturas.
  • Si quieres avanzar debes hacerlo, debes superar tus miedos, y debes confiar.
  • ¿Cómo se puede confiar en algo que no se ve? ¿Cómo puedo saber que no me ocurrirá nada malo?
  • No lo puedes saber, sólo debes confiar, nada más. Siente en tu corazón la certeza de que todo está bien, salta, salta al vacío, hazlo, permítete ser tú, di o que sientes, ama sin miedo, sin restricciones, ama libre, y deja que tus sueños lleguen a ti. ¡Salta!

    Miré hacia el suelo, era terrible el pánico que me invadía, pero tenía razón, había llegado el momento de dejar atrás una vida que no era lo que deseaba, sin embargo, un espacio de mí aún se negaba a aceptar que todo cambiaría, mientras otro lugar en mí se alegraba porque esperaba ansioso la libertad.

Tomé aire, cerré los ojos, recordé lo vivido, lo experimentado, la felicidad que había comprendido, la capacidad de amar en lo físico, en lo tangible, el deseo de ser madre, el apreciar poder serlo, la complicidad de tener un buen compañero de camino, un gran apoyo durante años, un amor que se había transformado, porque mi deseo de amar se había elevado y engrandecido, se alzaba en busca de horizontes más lejanos, recuperando lo que había estado amando desde siempre, desde lo más profundo de mi alma. Recordé quién era, cuánto me había rechazado a mí misma por ser diferente, cuánto me había ocultado de lo que era, cuánto miedo había sentido de amar tanto, tanto, tanto, y de amar a alguien que no sabía dónde estaba con todo lo que yo era, mi yo completo.

  • Pero no puedo perder lo que tengo por algo que no sé si llegará algún día -me dije abriendo de nuevo los ojos.
  • Arael -rompió de nuevo el silencio la voz- no vas a perder nada, vas a ganarte a ti misma, vas a ser honesta con tu alma, vas a ganar el amor de tu corazón, vas a trascender tu miedo a vivir, a amar con toda tu capacidad de amar, sin desprestigiarte por ser como siempre has sido.
  • No, yo sólo soy...soy como una niña, demasiado inocente, demasiado ignorante, demasiado crédula, y tal vez soy demasiado amor.
  • Sé demasiado amor, Arael, sé lo que eres, y si eres como una flor indefensa, así debes ser, pero recuerda que la flor es y existe sin importarle que el viento sople con fuerza, sólo se limita a ser lo que vino a ser, no intenta ocultar su naturaleza por miedo a que el viento la arranque del suelo. Si tu vida transcurre bajo el dominio de tus miedos, nunca te permitirás vivirla, sólo sobrevivirás, te perderás tu propia vida, dejarás de ser la protagonista de ella y pasarás a ser el personaje secundario de la vida de otros, donde sus necesidades fueron volcadas en ti, y tú, sometida a sus deseos, interpretarás el papel que ellos decidieron para ti...¿De verdad deseas eso?
  • ¡No! Yo quiero ser libre, libre, ¡quiero ser libre!
  • Deshazte de las cadenas que esta sociedad te impuso, desabrocha la soga que llevas por tus experiencias pasadas, por el dolor de lo que ya aconteció, ya no tienes que llevar esa carga, desata tus manos, eres libre, ya no tienes que ser el borrador de lo que viniste a ser, ahora ya no. ¡Salta!

Abrí mis brazos en cruz, cerré de nuevo los ojos, expandí mi corazón, y me dejé caer como una pluma, como una hoja que danza con el viento, como un ángel que emprende su vuelo, que cae y cae, pero que vuela y vuela... El viento susurraba que me amaba, y yo confiaba, sentía en mi alma el sabor del amor libre, de la libertad de mi ser.

Y entonces, vi como una parte de mi cuerpo descendía hasta llegar al suelo, y allí, desaparecía, mientras yo, milagrosamente, volaba con mi elegante vestido azul ondeando al son del viento, y unas enormes alas de plumas blancas me sostenían en mi vuelo, volaba...volaba...

Era feliz...

Y desde entonces, aún vuelo, libre, y cada vez que me elevo más y más, me voy desprendiendo de partes de mí que aún me pesan, para alzarme más alto, para tocar las nubes, el sol, el universo, para alcanzar mis sueños...

Y ahora, la brújula de mi corazón me guía, y ahí es cuando le presiento, noto que mi compañero de alma está cerca, mientras desde mi corazón, desde mi alma, le envío cada noche el mismo mensaje de amor eterno y le digo:

  • ¿Saltas conmigo?...

Arael...

martes, 11 de febrero de 2014

VIVIENDO EN ESTE MUNDO

 VIVIENDO EN ESTE MUNDO

  REFLEXIÓN

Echar de menos, añorar, extrañar... ¿Qué significa en realidad?... ¿Significa querer tener algo o alguien cerca?...¿Significa que nuestro ego desea poseer ese algo o alguien, o tener el control de la situación?...

¡Cómo se siente en el corazón la añoranza, a veces sin saber bien qué es lo que se añora...!

Y esa tristeza que parece apoderarse de ti por momentos, ni siquiera tiene explicación, tan sólo es, está ahí, como una pequeña molestia que no consigues arrancarte, algo que se manifiesta de vez en cuando en ti...y te hace plantearte tantas preguntas...

¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Dónde está mi compañero? Siento que vine con alguien, alguien que aún no está conmigo...

Después de buscar respuesta, después de meditar sobre ello y tras años y años sintiendo ese vacío que no puedes llenar con nada, te das cuenta de que tienes que hacer algo...

Y ves que buscando en el exterior no hallas nada, así que, comienzas a ir hacia dentro... Y ahí, ahí está esa pequeña porción de tu ser, tu alma, dentro de ti, diciéndote tantas cosas que habías olvidado...

Siendo ya algo más consciente de quién soy, aunque sin tener todos mis recuerdos activados, sigo caminando, y aún así, la añoranza continua... y a veces, una vocecita que proviene del cansancio y la fatiga de este caminar en este lugar tan inhóspito dice casi pasando inadvertida... "quiero irme a casa"....



Pero... ¿dónde está y qué es exactamente ese lugar al que llamo casa?...
Ahí queda esa pregunta sin respuesta, esa que hace eco constantemente en mi memoria, tal vez esperando a ser recordada en este camino donde lo olvidado está dejando de estar en el olvido para emerger como la verdad de mi ser, de mi alma...

Añoranza...¿la sientes? Es como un pálpito suave en tu corazón, que se expande fuertemente en ocasiones, y en otros momentos parece disiparse...
Ahora, dentro de este espacio mío, me transformo cada día más y más...
Y me hago cada día más preguntas...
Tal vez aún debo saber escuchar...

¿Escuchas tú el susurro de tu Ser?... Mi Ser, casi inaudible me responde en la medida en que mis cambios me permiten comprender...

Frente a mí misma me planteo qué deseo hacer en esta vida, sin importar mi edad, hace ya un tiempo que todo cambió en mi vida de manera bastante drástica, lo cual me impulsó con fuerza a depurarme, a realizar la gran metamorfosis que hoy me ha llevado a escribir todo esto.

Siempre creí que no había venido sola, que había alguien en algún lugar que era mi compañero, algo así como una persona cuya alma había encarnado para cumplir conmigo una misión de amor, pero no entendía bien qué quería decir todo aquello que sentía dentro de mí.
Era tan fuerte lo que había en mí, aquella certeza de ese ser que estaba en algún lugar, que podía sentir su llamada, podía percibir que también estaba sintiendo la mía, podía notar que ambos, cada uno a su manera, sabíamos que en algún momento nos encontraríamos.

Y así será, muy probablemente, pero dejé de esperar, dejé de buscar, ya no es necesario que lo haga, porque ya no necesito que aparezca frente a mí. Tengo la certeza de que llegará el momento en que, cuando ambos estemos completos, cuando ambos hayamos permitido a nuestras almas iluminarse, crecer, y hayamos tomado consciencia completa de quiénes somos y de lo que vinimos a hacer, todo el universo conspirará para que nos unamos.

Nunca entendí la manera en que se relacionan las personas, tantas amistades convenientes, tantas falsedades, hipocresías, traiciones, relaciones de pareja basadas en necesidades físicas o emocionales, alarde de privilegiados puestos de trabajo que permiten a unos sentirse superiores a otros y realizar actos que así lo demuestren...

Siempre creí que yo era la que no se adaptaba, la que no permitía que se relacionaran conmigo, la que se apartaba, pero, aun abriendo mi corazón a los demás, seguí sin entenderles.
Ser una persona segregada o rechazada nunca fue algo que me molestara, al contrario, me permitía acercarme a otros que eran como yo, para ofrecer mi amor, ¡qué ilusa!, ya desde muy joven creía que todos somos amor, pero realmente no en demasiadas ocasiones hallaba ese “amor” en los demás, pero sí encontraba desprecio, burla, o incomprensión... definitivamente no sabía dónde había nacido “¿qué lugar de locos es este?”

Jóvenes guerreando por ser los más populares, mientras otros detestaban el sistema y lo saboteaban como podían, tal vez con actos vandálicos, o intentaban huir de la realidad a través de las drogas, el alcohol, el sexo...

Otro tema que siempre me sorprendió, cómo no importaba nada con quién te relacionabas a través del sexo, algo que a mí me sugería un intercambio de mucho más que fluidos o de placer carnal, algo que yo percibía como el contacto de las almas, a través de la transmisión de la energía del uno y del otro, en un acto que trascendía el afán de la satisfacción individual, un acto que unificaba dos seres en una relación donde dos polaridades opuestas se fusionaban a través del motor del amor. Pero claro, yo era la rara, ellos los que sabían bien lo que hacían, experimentar, aprender, practicar, pero ¿desde el egoísmo puro y el instinto más animal del ser humano?... Tal vez yo era sólo una persona idealista que sólo veía la parte hermosa de ser un ser humano y me sorprendía comprobar una y otra vez ver cómo la bajeza se imponía, la bajeza vista sencillamente como actos que nacen de la inconsciencia total, actos que nacen de mentes dormidas, o de gente sin alma, tal vez...
Y en ese mundo de locos, yo era la loca, yo era la extraña, me pregunto realmente quién definió la cordura y en base a qué, porque si ser cuerdo es estar dentro de las normas establecidas de este sistema moribundo, dentro de este sistema corrupto y contaminado por la ignorancia y por los instintos más bajos del ego del ser humano, entonces yo no estoy cuerda, ¡para nada!.

¿Cómo se puede valorar a alguien por su aspecto físico, por su color de pelo, su color de ojos, su peso, su busto, su trasero, sus piernas, sus músculos, su manera de bailar o de hablar, ect...?
¿Qué hay dentro de cada ser humano? ¿Te has parado a preguntarte eso cada vez que conoces a alguien?

Realmente, pocos se tomaron la molestia en mirar dentro de mí, para ver quién había dentro de este receptáculo que es mi cuerpo físico, el cual envejecerá, como el de todos los seres humanos. Lo que está aquí dentro, eso es lo que soy, no mi pelo, ni mi aspecto, eso no es importante.

Al principo, este hecho me apenaba, era muy joven y no comprendía, porque yo tenía la mala costumbre de mirar a los ojos para ver quién había dentro de cada persona, y aunque yo era capaz de ver en profundidad, sabía lo más importante que tenía que saber, que su apariencia no definía a su alma.

Así que, echar de menos, añorar, extrañar...sí, porque sabiendo que el amor existe, el amor con mayúsculas, sabiendo que las relaciones entre nosotros podrían ser mejores y diferentes, sabiendo que incluso las parejas podrían ser inseparables si se unieran con responsabilidad y con el AMOR que les permitiera expandirse y ser dos seres conscientes y plenos amándose felices, sin miedo, sabiendo todo eso, no puedo dejar de añorar alcanzarlo...
Tal vez antes lo tuve, y por eso ahora lo extraño tanto...Seguro, porque lo estoy recordando...

Arael...


jueves, 6 de febrero de 2014

FUGAZ E INFINITO





Mientras miraba el cielo absorta en su magia y su belleza, una hermosa estrella pasó fugaz ante mis ojos. Los segundos que pude contemplarla se manifestaron como la eternidad más intensa y divina que jamás en mí hubiera experimentado. Sólo parecía existir ella, sólo brillaba su luz en mi cielo, sólo su armonía me calmaba el desasosiego...Y en ese instante en que se grabó en mis pupilas, su aroma fortuito enamoró a mi alma colmada de añoranza de su infinito resplandor casi etéreo...



Mientras caminaba por un jardín de flores diseñadas en colores y fragancias que se entrelazaban para formar un edén primaveral y suntuoso, un aroma fresco y conocido se posó como mariposa en mi pelo, en mi pecho, en mi alma, y evaporó el dolor de mi vestido, despojándome del miedo a sufrir por no ser amada, por no ser correspondida, mas voló sutil hacia el horizonte con sus alas dibujadas, con las perlas de su perfume brillante que se enlazaba a mi espíritu chispeante entre la brisa que su vuelo creaba...

Mientras nadaba en el océano de aguas de coral dorado, fantasía de mi alma enamorada, me difuminé entre los trazos de las olas de la orilla espumosa, gritando con clamor tu nombre inexistente, flor de esencia pasajera, estrella efímera que se posa en mis recuerdos, mientras me duermo en la añoranza de tus vidas, de tus hallazgos, de tus atuendos...

Mientras moría mi cuerpo en el viaje de la vida se me apareció un beso, y en el abrazo de la muerte sentí tu cálido gesto, tu amor, el nuestro, se vistió de mi espectro y ambos recorrimos el final de este cuento...

Y hoy aquí estoy, en este regreso, esperando la estrella, la flor, el beso... y en una lágrima pende ahora la esperanza del reencuentro, hecho improbable, tal vez, perpetuo, tal vez inconcluso quede nuestro pacto de amarnos en la materia de lo denso...

Pero...mientras transito el mundo de lo que no comprendo, miro a través del espejo, a través de tus versos, a través de tu silencio, a través de lo que siento, y hallo palabras, reflejos, miradas y sentimientos... Cuando la estrella tenga la consciencia de lo que está siendo, cuando la flor sepa que fue siempre mi aliento, cuando ese beso advierta lo que estoy sintiendo, tal vez el trato se de por concluido, y esté completo...

Amor infinito, de encuentro fugaz y marchito, de roce de besos, de hallazgo de mundos distantes, mundos intensos...amor infinito mientras me habito...

Arael...

miércoles, 5 de febrero de 2014

EL HOMBRE DE LA PLAYA

Lloraba sentada en la orilla de la playa, con los pies descalzos, hundidos en la cálida arena, con el pensamiento extraviado en su dolor.
La vida le parecía dura, difícil, nunca se había sentido en casa en ningún lugar, pero había tenido demasiado miedo para buscar más allá de su realidad, para dar un paso más allá de lo que ella consideraba seguro.
Así que, lloraba, lloraba porque no encontraba su sitio, lloraba porque deseaba irse de allí, de este mundo que no entendía, de este planeta, y miraba al cielo pidiendo respuestas.
A lo lejos, un hombre descalzo, con sus pantalones de lino blancos doblados para no mojárselos, caminaba hacia ella.
Su camisa semitransparente, de un tono beige claro, dejaba entrever levemente su torso, su rostro tenía una expresión dulce aunque algo angustiada, su mirada parecía estar a punto de pronunciar palabras de sufrimiento, su pelo rubio y lacio bailaba con el viento en una danza de nostalgia insaciable, y su alma, su alma entonaba la canción del anhelo eterno.

Al pasar junto a la mujer y percibir su llanto se detuvo por un impulso voraz de consolarla, como si haciéndolo pudiera también recibir así su propio consuelo.

  • Perdona mi intromisión, pero ¿puedo preguntarte qué te pasa?. ¿Qué ha ocurrido en tu vida que haya hecho que esté aquí ahora mismo?

Ella, le miró algo sorprendida y le sonrió sin saber por qué sentía aquella familiaridad especial y le contestó:

  • Si supiera cómo explicarlo...
  • Inténtalo, soy un desconocido, a veces cuesta menos hablar con alguien que no conoces.
  • Sí, es cierto, pero aun así, no sé bien cómo expresar lo que siento.
  • Tal vez pueda ayudarte.
  • No sé. Es que no sé qué estoy haciendo aquí, no sé qué estoy haciendo con mi vida, no sé quién soy, me siento perdida.
  • Comprendo.
  • Es complicado.
  • Pero te entiendo, a mí me pasa algo parecido, ¿sabes?
  • ¿Ah sí?
  • Vaya, ¿tanto te sorprende?, creo que no eres la única persona que se siente así.
  • Sí, es verdad, pero es la primera vez que alguien me lo confiesa.
  • También es la primera vez, me imagino, que tú lo estás confesando, ¿o me equivoco?
  • No, no te equivocas, pero...
  • ¿Pero?
  • Aún hay más, más amargura, más dolor, más desorientación en mí, siento que he venido a hacer algo que no estoy haciendo, algo que no logro realizar, siento que debo estar con alguien, alguien que es mi compañero, pero no hablo de romanticismo, ni de parejas, hablo de un compañero que tiene que estar conmigo.
  • Bueno, tal vez sí estás hablando de amor, ¿no?
  • Tal vez sí, pero no es el tipo de amor común que los seres humanos conocemos, es otra cosa, siento que es algo más grande.
  • Bueno, ese es el sueño de muchos hombres y mujeres.
  • No, no es un sueño, es una certeza que siento en mí desde niña, y es una certeza que crea añoranza, mucho dolor por su ausencia y mucho desconsuelo, porque sé que existe, que está en algún lugar y que no le puedo encontrar.
  • Bueno, tal vez esté más cerca de lo que tú piensas.
  • Creo que lo sabría.

El hombre se sentó frente a ella, y le pidió que le diera las dos manos. Sus manos eran bellas, de piel blanca, pálida, las de ella pequeñas, bonitas, de piel algo más morena. El roce de sus manos fue algo muy especial, una conexión entre dos cuerpos físicos, energéticos, álmicos...
Sus miradas se encontraron frente a frente, en un segundo eterno y lleno de magia, algo que jamás habían sentido ninguno de los dos.
Era tal la abrumación que les envolvía que un silencio grácil y hermoso se apoderó del momento. Pero la voz masculina y serena del hombre irrumpió en ese instante.


  • Vamos a hacer un trabajo energético, es algo que he aprendido a hacer no hace mucho tiempo. ¿Te parece bien?
  • Sí -asintió ella algo desconcertada.
  • Céntrate en ti, cierra los ojos y respira profundamente. Aleja de tu mente todo pensamiento, bueno o malo, da igual, aléjalo, y siente tu respiración, siente los latidos de tu corazón, siéntete a ti misma. Siente la energía que hay en ti, siente cómo se está creando entre tú y yo un circuito energético que nos une, nos hace ser uno, somos uno, siéntelo...Dime, ¿qué ves? ¿qué notas?
  • Te veo a ti, aunque tengo los ojos cerrados, eres una silueta de luz blanca que cae en cascada, y estamos unidos, nuestra energía se comparte, fluye como si fuera agua a través de nuestros brazos y se expande por nuestros cuerpos, nos estamos mezclando...
  • Es hermoso, ¿verdad?
  • Sí -dijo emocionada- es mágico.
  • Ahora céntrate en la luz que emerge de ti, ¿cómo es?
  • Blanca, y surge desde el centro de mi pecho, como una fuente inacabable, pero también la siento entrando por mi cabeza, como si una fuente de luz que procede desde el universo penetrara en mí a través de mi cabeza, y por mis pies siento como si saliera también energía que se ancla en el suelo...
  • Muy bien...¿Qué más ves?
  • Algo muy curioso.
  • ¿Qué es?
  • Hay un cordón diferente, está entre la fuente de luz de mi corazón y la fuente del tuyo, va desde mi pecho hasta el tuyo, es de varios colores, rosa, plata, no lo acabo de diferenciar, pero es como si estuvieran mezclados, son colores que no sé si existen en esta realidad, por eso no los sé describir. Ese cordón brilla muchísimo y es muy fuerte, si me muevo- dijo desplazándose hacia atrás- se extiende, no se corta, ni se rompe, es extraño.
  • Eso está bien, ¿ves algo más?
  • Sí, veo algo que me sorprende.
  • Cuéntame.
  • Estamos dentro de una esfera, nuestra energía ha formado una esfera, ya no está separada, es como si no hubiera diferencia entre tú y yo.
  • Y no la hay, mi preciosa llama gemela.
  • ¿Cómo me has llamado?
  • No importa, cuando te despiertes sabrás a qué me refería, y recordarás esto, lo recordarás...
  • ¿Quién eres tú? -preguntó algo inquieta mientras abría los ojos.
  • Cuando estés preparada lo sabrás, cuando puedas entender el lenguaje de tu corazón, el lenguaje de tu alma, cuando sea el momento.
  • Pero siento que te conozco de algo, ¿de otra vida?
  • Sí, también coincidimos, pero eso no es lo importante ahora.
  • ¿Adónde vas? -preguntó exaltada al ver que el misterioso hombre se levantaba.
Ahora él ya no parecía triste, estaba feliz, su expresión había cambiado, su corazón vibraba, su felicidad se hacía presente y evidente.

  • Debo irme ya -afirmó él satisfecho por los avances que había hecho con ella.
  • ¿Por qué? - preguntó ella deseando convencerle de que se quedase un poco más.
  • Porque ahora ya sabes lo que tienes que hacer cuando te sientas tan triste y con tanta añoranza, debes entrar en ti, y cuando entres en ti me encontrarás a mí.
  • ¿Qué quieres decir?
  • Ay mi pequeña llama, pronto lo entenderás mejor, ahora busca dentro de ti lo que hay ahí para que dejes de sentirte sola, para que dejes de sentir el anhelo, y cuando me halles en ti, empezarás a hallarme aquí fuera.
  • No comprendo mucho lo que estás diciendo.
  • Lo sé, pero era el momento de que te lo dijera.
  • ¿Cómo te llamas?
  • Mi nombre no es importante, pero puedes elegir el que tú quieras para mencionarme.
  • Bueno, de acuerdo, pero ¿volveré a verte?
  • Sí, y me encontrarás haciendo lo mismo que tú, compartiendo tu mundo.
  • ¿A qué te refieres?
  • Vive, haz tu camino, crece, sé tú misma, expándete, sé la luz y el amor que hay en ti, deja de llorar y brilla, brilla y resplandece para que yo pueda verte.

El hombre la besó suavemente en los labios y se despidió. Luego, ante el asombro de ella, ante su quietud y su falta de reacción, él se alejó por el mismo camino por el que había venido.
Ella se puso la mano en el pecho, aún sentía ese amor, ese cosquilleo, esa sensación tan extraña y desconocida que la había hecho emocionar. ¿Podía ser que se hubiera enamorado de un extraño y le amase tanto como sentía que le amaba?
  • ¡No te vayas! -gritó.
Y el grito la despertó, su propia voz suplicando a aquel hombre que volviera la trajo al mundo de la vida cotidiana. Estaba en su cama, había soñado algo maravilloso, algo inusual, algo insólito, pero algo hermoso, algo increíble.
Sin embargo, el anhelo inexplicable que había estado sintiendo toda su vida, ya tenía un nombre y un rostro, ahora sabía que, no sólo extrañaba su verdadero hogar, sino que además ya sabía quien era ese alguien que tenía que hallar...
Y aquí comenzó su aventura...
En busca de aquel hombre misterioso que la había venido a ver entre sueños...

¿Querrá la vida que se encuentren en algún momento mágico en el que ambos estén preparados para enfrentarse al reto de amarse por encima de todo?
Y si es así...¿Podrán superar todos los obstáculos que se les presenten?

Eva Bailón