En nuestro mundo interior hay un sinfín de caminos laberínticos que pueden confundirnos al ser guiados por nuestros recuerdos, o por la nostalgia, o por alguna de esas emociones que tanto nos ayudan a aprender de nosotros mismos...
A veces me pierdo en una calle sin salida donde sólo siento el clamor de un deseo ardiente de salir de mi cuerpo y escapar de esta realidad colectiva de la cual me apetece descansar un tiempo...
Y entonces noto como mi cuerpo deja de ser, como si se disolviera en mi mundo interior, y empiezo a salir hacia afuera, o tal vez es que salgo hacia dentro de mí misma...
El universo me atrae con fuerza y yo lo sigo como si pudiera abrazarme a él...
Me desapego de todo lo que conozco y emprendo un viaje hacia el todo, hacia la nada, hacia lo que me dio vida más allá de la vida humana que estoy experimentando en este planeta.
Alzo mi esencia con las alas de un ángel, deslizándome entre la oscuridad del cosmos, envuelta en mi amor y mi felicidad, desprendiendo mi luz, la luz de ese amor que, en forma de destellos brillantes, emerge de mí, al igual que lo hace la luz del sol...
Allí, me siento SER, soy emoción, soy amor, soy lo que siempre quise ser, libertad pura, transparencia y sencillez, inocencia invulnerable, corazón eterno y sabiduría...
Sigo siendo femenina a pesar de sentirme incorpórea, mi energía muestra las características de la delicadeza y la sutileza de mi feminidad, calidez, serenidad, armonía... pero la fuerza de mi parte masculina me impulsa a ser directa y decisiva en mis anhelos vivientes, en mis sueños inherentes a la naturaleza de lo que soy...
Y despliego mi alma entera en ese espacio infinito que me llena, me alimenta, me descontamina del mundo humano y me devuelve la pureza de lo que somos antes de intoxicarnos...
Esta noche no quiero dejar de viajar...hoy soy el universo en mí....
Arael...
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