Nunca
había viajado sola, sus temores siempre habían dominado todas o casi todas sus
decisiones y había permanecido bajo la tranquilidad de la comodidad que le otorgaba
la seguridad de un lugar estable, donde no existía el peligro de sufrir.
Tras su
separación todo un mundo, que ella consideraba hostil e inseguro, se abrió a
sus pies, las calles parecían más grandes, el cielo más límpido, el aire más
extraño, la gente más ajena.
Al
principio estar sola se había convertido en la manifestación de todos sus
miedos, miedo a vivir en definitiva, aunque su mayor deseo era justamente ese,
vivir.
Su
maleta parecía más pesada cuanto más se acercaba el momento de embarcar. Allí,
el tumulto de gente se movía estresada de un lado a otro con las prisas de
quien siente llegar tarde, aunque en Barcelona todo funciona así, las calles
están siempre atestadas de personas preocupadas por el tiempo, los
horarios, el trabajo, esto pareciera formar parte de un comportamiento global,
compartido por casi todos, movidos por un mismo impulso que ni siquiera ellos
aprecian en sí mismos, tal vez es el contagio de la inconsciencia de sus mentes
aparentemente dormidas…
Tras el
nerviosismo de los que compartían aquel espacio con ella, se escondía su miedo
a perderse al equivocarse de tren, o a perder
ese tren destino a Valencia que salía a las dos en punto, o incluso el ridículo
temor de no encontrar su asiento o de perder el billete justo antes de
embarcar. Sin ella saberlo, ese miedo era bastante común, pero ella lo
experimentaba por primera vez.
Era la
una y media, la gente entraba lentamente hacia una sala donde esperaban a que
se abriera la puerta de embarque, todos cargados con bultos de todo tipo, todos
inquietos, algunos emocionados por ver a sus familiares, otros por la próxima
reunión de trabajo que les esperaba nada más llegar a la ciudad, ella,
ilusionada por encontrarse con buenos amigos que había conocido a través de la
red, amigos que compartían con ella sus sueños, su filosofía de la vida, sus
deseos…
Vencer
sus miedos era todo un reto para ella, miedos que para otros eran tan sólo
rutina, pero que para ella eran obstáculos que su mente, programada por la
sociedad, por la colectividad de ideas obsoletas que se transmiten de padres a
hijos sin ser conscientes de ello, había fabricado para hacerla sentir
protegida del aterrador mundo en que vivimos. Así lo vivía ella, como un lugar
hostil, donde ella se sentía indefensa, vulnerable, frágil, ante seres que
devoraban y destrozaban a las personas como ella, seres que eran fuertes,
despiadados, incapaces de amar de verdad, individuos que la habían agredido
emocionalmente desde niña, por ser diferente, demasiado sensible, demasiado
soñadora, demasiado diferente…
Se había
desprovisto de la capa protectora que ella misma decidió ponerse, a su edad,
ser tan inocente era insultante, o al menos eso se decía ella.
El tren
estaba a punto de salir, la fila de personas se movía, enseñaban sus billetes,
bajaban las escaleras metálicas, todos hablando unos con otros, ella sola.
Por un
momento pensó en cuánto le hubiera gustado realizar ese viaje junto a ese
hombre ideal que no parecía existir en este mundo…
- Hombre
ideal –se dijo- esa es la palabra, ideal, hecho de ideas que yo he creado,
inexistente fuera de mi mente, y aun así, algún poder que está por encima de mí,
me repite que no se trata de un hombre ideal, sino de alguien como yo, alguien
que es mi alma gemela, alguien que me comprende y a quien yo comprendo, alguien
que siento dentro de mí, que existe en algún lugar, tal vez perdido como yo,
perdido sin saber por qué está solo, por qué siente este vacío…
En el andén, la gente se iba
amontonando impaciente, algunos mirando constantemente el reloj, otros
discutiendo entre ellos por cualquier tontería, otros paseándose de un lado a
otro mientras conversaban con alguien a través del móvil… Todos absortos en sí
mismos, incluso en conversaciones por el chat de sus móviles, o jugando con
estos…
Ella, orgullosa de dar un paso
más en su nueva vida solitaria, libre, entregada a sus nuevos aprendizajes, ya
estaba preparada para subir al tren.
Su asiento era el 3D, cosa que por
un momento le hizo reír al recordar cómo entre sus amigos hablaban de las
personas 3D, personas que no han despertado del letargo, que viven bajo el
viejo paradigma, sin darse cuenta de que hay mucho más aquí, mucho más que no
podemos ver con los ojos humanos.
- Esto
debe ser un mensaje para mí –se dijo sonriendo- tal vez aún no he salido del
todo de esta concepción del mundo tridimensional.
Se dispuso a subir su pesada maleta en el lugar correspondiente y
luego se sentó emocionada y preparada para viajar.
Su música, como siempre, la
acompañaba para transportarla a otros mundos y para aderezar el paisaje que
ante sus ojos iría apareciendo a través de la ventana. Un buen libro, para leer
de nuevo las palabras sabias que Enrique Barrios había escrito en forma de
novela espiritual, su libro preferido, “el color de las aguas”, mágico, perfecto
para aquel trayecto hacia una nueva experiencia.
A su vez, una de sus nuevas y
buenas amigas, viajaba desde Madrid hacia el mismo destino que ella, y por fin
podrían reunirse todos, después de muchos meses de charlas profundas a través
de internet y del teléfono.
Ese sólo
iba a ser uno de los primeros pasos en su libertad, en la entrega de los
temores al universo, en su nuevo camino siendo una mujer nueva, diferente, más
valiente, más ella misma…
Tras
tres horas y media, su destino estaba a dos minutos…
Todo el
mundo recogía sus pertenencias e iba saliendo del tren poco a poco.
Ella seguía
a la multitud descolocada, sin saber hacia dónde debía dirigirse, temerosa de
no encontrar la salida, como una niña perdida en un parque.
Su corazón
latía con fuerza por la alegría de sentirse libre y por el encuentro tan
esperado con sus amigos.
Todo a
su alrededor era nuevo para ella, disfrutaba con cada cara nueva, con cada
pedazo de realidad que la rodeaba, con cada sonido diferente que escuchaba…
Descubrir
aquel lugar era para ella como ver por primera vez el mundo.
Por fin
llegó a la estación, donde la esperaban cinco personas, compañeros del camino de
la vida que enseguida la saludaron…
La emoción
recorrió su cuerpo por completo, desembocando en lágrimas hechas de amor, de
alegría y de orgullo por el logro que había conseguido…
Lo que
para unos es algo banal, para otros es todo un gran acontecimiento, el alma
aprende hasta de lo más insignificante…
Una
mujer que se libera de sus miedos, es una mujer valiente, fueran cuales fueran esos
temores que la encadenaran…
Arael
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