En el
silencio de la noche, cuando las estrellas me hablan de historias ajenas, de
amores perdidos..., mi alma grita y me muestra lo que anhela con toda su
fuerza.
Cuando
ocurre esto, suelo salir al balcón para poder contemplar nostálgica la belleza
nocturna, la luna, las luces de esta pequeña ciudad donde ahora vivo, lejos del
bullicio de mi ciudad natal. Mis ojos contemplan ese cielo maravilloso, lleno
de magia, de magnificencia, y es entonces cuando mi alma percibe con más
claridad la existencia de esa otra mitad que me acompaña en forma etérica.
Mi
mente, colapsada por el profundo amor que nace de mí envolviéndome por
completo, inexplicable, inherente a mí propia existencia, comienza en ese momento
a suplicarle a mi corazón que le la lleve junto a su otra mitad, y afligida, contagia
de su dolor a mi cuerpo entero, que sufre por su ausencia, ya tan prolongada en
mi vida…
Una voz
dulce que nace de mí, intenta consolarme con una frase, que se repite cada
vez que conecto con la melancolía y la tristeza de su ausencia humana… "él
está ahí afuera, tal vez contemplando ahora mismo este cielo estrellado, piensa
en eso, piensa que este cielo os conecta, os une por unos minutos, porque tal
vez esté recordándote y anhelándote como tú a él…"
Pero la
tristeza está demasiado presente en mí…
Son
muchos años de espera, muchos años de sueños, mucho tiempo recordando y amando profundamente a alguien
que no conozco, alguien que nunca he visto, alguien que tal vez nunca me reencuentre, o que no me reconozca
al mirarme…
Siempre
había imaginado, con el afán de convertir mis visualizaciones en realidad, algo
ingenuo por mi parte, pero que nacía de mi más sincero deseo de darle todo mi amor
y de reunirme con él, que nos conoceríamos en alguna celebración o alguna
conferencia que a ambos nos interesara, y que el reconocimiento sería
instantáneo…
Sin
embargo, la mente, que busca y ansía ese hallazgo, puede ser el primer
obstáculo para ese reconocimiento mutuo…
Quizás
uno espera que su aspecto sea de una manera determinada, o que su profesión sea
una concreta, o que su vida haya sido más parecida a la tuya, y cuando pasa
frente a ti no eres capaz de fijarte en su alma, sino en su estatus, en su carrera
profesional, o en su apariencia física…
y eso confunde a la mente, pero no al corazón.
A estas
alturas ya sé que la mente puede manipular al corazón temporalmente, puede
conseguir que creamos que otra persona es nuestra alma gemela, pero eso sólo
ocurre cuando hay, además de una atracción mental, una conexión álmica especial
entre almas muy afines.
Siempre creí en el karma y en los recuerdos que nuestra
alma guarda bajo llave y que manifiesta en forma de intuición. Así fue como yo
amé a la que fue a mi pareja, por nuestra profunda conexión álmica y porque
decidí que no sería capaz de encontrar a mi alma gemela, que por aquellos
tiempos sólo existía en mis sueños en los que me visitaba y me amaba.
Tantos
años percibiendo que estaba en alguna parte…pero nunca aparecía…
Sentía
en ocasiones el poderoso deseo de salir a las calles de mi ciudad para
buscarle, porque sabía con total seguridad que podría reconocer su energía, su
alma, pero en aquel entonces mis miedos eran demasiado grandes para una chica
tan joven e inexperta de la vida. Con apenas quince años ya le buscaba, ya le
oía llamarme, ya le llamaba…
La tristeza
inundaba mi ser, la impotencia de no poder saber dónde estaba, y sentir su
energía cerca, muy cerca, pero no lograr dar con él me consumía, me devoraba, y
todavía en algún momento me desespera…
Sé que
hay muchas personas en esta búsqueda tan especial, personas que sufren porque
su alma gemela no les ha reconocido y no desean amarlas, personas que la han
perdido, o personas que aún la buscan. Todas ellas sufren de esta enfermedad
del corazón a la que llamo anhelo, y todas ellas han sentido lo mismo que yo.
A
ellas, a cada una de esas almas a las que adoro, os muestro mi sombra, mi
tristeza, no soy un ser especial, soy como vosotros, sufro, lloro, grito, me
emociono al ver el mar, mi amado mar que tanto echo de menos, y pensar en esa
alma mía, mi otro yo, que tanto he escuchado en sueños llamarme…
Creo
firmemente en la conexión de almas, creo que si te dejas llevar lo suficiente
por lo que tu corazón te dice, por lo que tu alma gemela te dice a través de
sueños o percepciones, puedes dar con ella en este plano físico…
Así que
dejo salir mi tristeza para que la emoción del reencuentro la sustituya, la
acaricie, la consuele y la transforme de nuevo en esperanza, como cada noche
que vuelve a visitarme bajo las estrellas, en mi soledad buscada…
Arael…
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