Ayer
por la noche, después de mi rutinaria clase de baile, tuve una charla muy
especial e interesante con dos buenas amigas mías.
Observando
los detalles de la conversación, pude volver a llegar a la conclusión a la que
llego siempre cuando indago en el interior de los seres humanos que he ido
conociendo. Todos buscamos el amor en nuestros amigos, familiares, parejas…
Eso
es algo evidente, pero lo que la mayoría no conoce es el verdadero significado
de lo que busca, ese amor real, invencible, inconmensurable.
En
todo este tiempo de despertar que he ido experimentando, mi alma me ha ido
mostrando los detalles de lo que somos todos en realidad, porque todas las
almas en esencia son amor, pero nuestra existencia como humanos nubla nuestra
capacidad de ver más allá de lo que nuestra mente dictamina.
Nos
hemos criado en sociedades cuyas normas, en su mayoría, nos enseñan que no
debemos dejarnos llevar por los sentimientos, por las emociones, por el
corazón, tildando de negativas ciertas emociones y de positivas otras de ellas,
lo cual también nos ha obligado a vivir en un mundo donde la dualidad se ha
hecho presente con más fuerza, la polaridad nos está ayudando a aprender de los
opuestos, pero todavía no hemos aprendido a no juzgar, a no cuestionar.
En
la sociedad donde yo he crecido, ser interesante consiste en tener un buen
puesto de trabajo, un estatus elevado, un físico hermoso y una fortaleza de
hierro para abarcar cualquier problema que aparezca en cualquier ámbito de tu
vida. Ser interesante quiere decir ser aceptado, ser un miembro más del clan,
no ser interesante significa pasar desapercibido y permanecer en el olvido de
los privilegiados.
Nunca
quise pertenecer a la selecta secta de los favorecidos, por un lado porque
detestaba su superficialidad y su soberbia, por otro, por mi insuperable
sentimiento de inferioridad, heredado en mi inconsciente por diversos motivos,
ancestrales y kármicos.
Siempre
creí en la existencia de la reencarnación debido a mis propias experiencias,
las cuales sólo podía explicar a través de esta teoría en la que las almas van
renaciendo en diferentes cuerpos para aprender a vivir.
En
mi infancia más temprana, sueños colmados de recuerdos bombardeaban mis noches.
Siempre ante una casa de lujo, situada en un paraje sin igual, rodeada de un
bosque espeso con caminos llenos de una belleza extraordinaria, que conducían a
un lago donde me escapaba para respirar su indescriptible magia. Una mansión
que era mi hogar, aunque por aquel entonces aún no conocía toda la historia que
entrañaban aquellos recuerdos.
Hoy
sé cuánto amé y cuánto sufrí en aquella vida recordada desde hace tanto tiempo…
Nací
buscando a alguien que perdí, o al menos ese era mi sentimiento, mi sensación,
alguien que me amó y a quien amé en aquel recuerdo borroso que en mis sueños se
aparecía como un fantasma.
No
es fácil vivir sabiendo que buscas a alguien desde tan temprana edad, ese hecho
me hizo sentirme perdida durante muchos años en un lugar que no reconocía como
mío. Mis padres para mí eran dos desconocidos a los que amaba porque ahora me
tocaba ser su hija, pero no hallaba a mis seres queridos, no estaba en mi país,
no estaba en mi casa, sin embargo siempre me repetía lo mismo una y otra vez,
con tal sólo cinco años en mi mente y en mi corazón tenía la certeza de que “la
vida es un sueño”. Sentía que cuando despertara regresaría a casa, con mi
verdadera familia. Sin embargo él no estaba, tenía que encontrarle, pero no sabía
ni siquiera cómo buscar.
Todos
deseamos hallar ese amor verdadero que nace del corazón, pero no nos damos
cuenta de que no sabemos sentir con el alma, y nos enamoramos de mente a mente,
por necesidades compartidas, por inquietudes comunes, por atracción de los
cuerpos y las mentes, por programas inconscientes que nos empujan a establecer
relaciones repetitivas con el objetivo de aprender y sanar a nuestro clan
familiar, o por lazos álmicos establecidos en otras vidas donde ya se creó una relación amorosa con esa persona, aunque no sea la que realmente estás buscando.
En
mi caso, buscaba el amor y recordaba a alguien a quien había amado y perdido,
pero este mundo nos confunde, nos arrastra hacia el abismo de las creencias
impuestas por una masa crítica, un gran número de individuos creyendo que todo
debe ser de una manera establecida, un grupo de seres humanos que deciden en
qué deben creer el resto, un colectivo de hombres y mujeres que crean y otros
que creen en lo creado, y que van hacia ese precipicio pensando que es el mayor
bien para ellos y que la vida es así y hay que aceptarla con resignación.
Siempre
me revelé contra todo eso, pero descubrí que luchar contra ello no era más que
una manera más de darle fuerza a lo que censuraba. Así que, me rendí, el miedo me ganó la batalla. Por un
tiempo me perdí de nuevo, intentando recuperarme a mí misma una y otra vez,
sumida en un cenagal de ideas ajenas a lo que yo era en realidad, abandonada a
la opinión colectiva de lo correcto y lo incorrecto.
Me
negué vivir, me entregué cabizbaja a lo que parecía mejor para mí.
No
me arrepiento de mis decisiones, todas ellas me han llevado a este camino que
he ido recorriendo, pero lamento haberme rendido en la búsqueda de mi verdadero
amor, ante la convicción de mi mente de que sólo eran sueños imposibles lo que
yo sentía desde lo más profundo de mi alma.
Los
seres humanos siempre acabamos renunciando a nuestros sueños porque otros nos
los roban con afirmaciones en las que nos acusan de soñadores insulsos, de
inocentes e ingenuos que van en busca de un imposible.
Hoy,
ante todo este conflicto crítico que nos rodea, muchos están despertando de lo
que ha sido una total sumisión, un letargo que nos ha mantenido en una mentira
vivida como cierta.
Parejas
que se separan al darse cuenta de que estaban juntas porque se necesitaban para
cubrir sus carencias afectivas, sus visiones de un futuro establecido por unas
normas sociales grabadas a fuego en sus memorias colectivas… ahora, buscan a su
otra mitad…su verdadera pareja.
Sin
embargo, sólo cuándo los programas anclados en sus inconscientes se borren, sólo
cuando sean capaces de sentir lo que su alma les dice, sólo cuando aprendan a
hablar con el lenguaje del amor de su espíritu puro, sólo cuando deseen amar
desde su corazón, desatados de la necesidad de ser amados, podrán experimentar
su transformación interna, podrán conocerse a sí mismos y podrán, por
consiguiente, descubrir a su otro yo en el cuerpo de otro ser humano. Amar a tu
otra mitad es algo sagrado, no esperas que te ame, sencillamente le amas, no
buscas su reconocimiento, sencillamente le reconoces, no necesitas que sea como
tú, que sea físicamente atractivo o atractiva, que tenga un buen puesto de
trabajo, que sea del sexo opuesto, que tenga tu misma edad… En realidad, tu
otra mitad aparecerá ante ti justo cuando seas capaz de verla más allá de su
aspecto, más allá de su vida aquí en este lugar, y eso sólo se logra cuando
aprendes a mirar con los ojos de tu alma…
No
es tarea fácil…la mente siempre quiere intervenir, pone excusas, impide que
puedas ver a esa persona que está frente a ti, juzga, impone sus normas… por
eso, es indispensable saber conectar con tu yo más elevado, con tu corazón, con
tu alma, con tu ser…
Aprender
a ser tú mismo, a amarte, a verte a ti mismo, a ser honesto contigo mismo,
liberándote de las cadenas del miedo, es el camino para el reencuentro de tu
alma gemela, pero también para el reencuentro con quien tú eres realmente, más
allá de tu profesión, de tu estatus, de tu nombre y apellidos, más allá del
papel que has venido a interpretar en este teatro, escenario de aprendizaje y
de crecimiento…
El ser humano ha olvidado lo que es amar de verdad, tal vez nunca lo supo, pero ha llegado el momento de aprender a amar y a ser libres...
Arael….
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