No sé si a alguien le ocurre alguna vez que siente en su corazón un anhelo irresistible, algo que no logras concretar, como si supieras que hay algo a punto de estallar en ti pero no logras descubrir qué es, o como si estuvieras a punto de conseguir alcanzar el cielo pero no consiguieras ver el camino..
Se trata de un deseo fuerte, que hace que te emociones cuando estás en tu centro, hace que la inspiración te eleve y te haga volar, y enseguida puedes pintar en un lienzo algo maravilloso, algo que sientes que nace de ti, que es real, o te conviertes en un bailarín en el salón de tu casa, danzando estrechamente unido a la melodía que te envuelve y te transporta, o te embarca en un torbellino de ideas que plasmas en papel, ya sea virtual o no.
Mas cuando no estás en tu centro, ese mismo anhelo te recuerda lo que no tienes, sientes añoranza, tristeza, desasosiego, y un gran impulso de gritar al cielo entregándole tus preguntas de siempre y reprochándole al universo el hecho de que aún sigas manifestando ese dolor, ese deseo convertido en carencia, ese amor que te quema el corazón con su potente luz de otra dimensión...
Yo lo identifiqué con el anhelo de la llama gemela, un deseo de unirte a tu otra mitad energética, es como si en tu pecho explotara ese mismo amor que te eleva y te hace vibrar altísimo, y al explotar, puede hacerte sentir lleno de placer y de éxtasis, o puede hacerte arder de dolor por su gran intensidad...
No hace mucho, pude comprobar que las personas que entraron en la senda del reencuentro con su otro yo energético, experimentan extrañas sensaciones que parecen únicas, pero que compartimos muchos de nosotros.
Hace ya un año aproximadamente, mientras realizaba mis sesiones de reiki, empecé a darme cuenta de que al ver a mi llama gemela frente a mí, ayudándome en etérico con las sanaciones que hacia, su corazón ardía en una llama hermosisima, y así descubrí que mi corazón también ardía de la misma manera.
Normalmente, cuando estamos acabando la sesion de reiki, él se coloca en la parte superior del cliente y yo en sus pies y entonces algo maravilloso ocurre, ambas llamas crecen y nos envuelven por completo, creando un flujo energético que envuelve a esa persona... Es realmente bello...
Esa misma llama puede quemarte o elevarte...
Todo depende de cómo estés tú, de su estás en tu centro o no...
Son experiencias...
Arael...
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