Salía
a pasear como cada tarde, justo antes de ponerse el sol, bajo los árboles de
aspecto otoñal, con su libro en mano, sus gafas, y su propia compañía. En el
camino, por donde hombres y mujeres hacían footing, o caminaban en pareja
sosegadamente, siempre hallaba un banco
donde sentarse para contemplar lo que le rodeaba y más tarde proseguir con la
lectura de aquel libro que le tenía tan inspirado.
Se
preguntaba el porqué de muchas circunstancias de su vida, los analizaba, los
estudiaba y los etiquetaba para después escribirlos en su diario, un lugar muy
suyo, donde se hacía preguntas sobre el
amor, sobre la vida, sobre el alma.
Aquel
día, abrió su libro después de observar un rato lo que acontecía mientras él
divagaba entre pensamientos relacionados con lo que iba viendo. Se puso las gafas y el silencio se apoderó de
todo lo que le envolvía.
Inmerso
en ese mundo en el que se adentraba cuando leía, apenas pudo percibir la
presencia de una mujer que le miraba atenta, de pie, frente a él. Al levantar
su mirada se encontró con los ojos penetrantes de una persona que le resultaba
muy familiar, pero no sabía quién era.
- - Hola,¿
quién eres?, ¿nos conocemos? –le preguntó con sorpresa.
- - Sí,
así es –contestó la extraña mujer.
- - Perdona,
es que no logro asociarte con nadie que conozca, tengo muy mala memoria,
disculpa, no recuerdo quién eres.
- - No
importa, en realidad sólo he venido para verte, para comprobar si eres real.
- -No
entiendo –le dijo- ¡Claro que soy real!
- -Te
he visto muchas veces y nunca logro
saber si lo eres, o si te estoy
imaginando.
- - Pero
¿no me ves? ¿no me oyes?, ¿no es eso suficiente para creer que soy real?.
Seguro que estás bromeando, ¿no es así?
Ella se sentó a su lado con la
mirada clavada en sus ojos azules y casi a punto de llorar le dio un beso en la
mejilla. Dejó que una lágrima recorriera
su rostro hasta llegar a sus labios y después comenzó a hablar.
- -Te
he estado buscando mucho tiempo, te he visto en mis sueños, te he amado tanto
que mi corazón sufría por tu ausencia física, el pecho me dolía por el enorme apego que tenía por hallarte, te he llamado y he pedido mil veces al universo que te trajera a mi
lado para poderte amar, para dártelo todo de mí, te he esperado y te he
visitado en algunas ocasiones, como en esta, pero nunca lograba que me vieras,
no lograba que me tuvieras en cuenta. Hoy, ahora, acabo de descubrir de por
qué no me veías.
- - No
entiendo nada de lo que me dices –afirmó con intriga.
- - Lo
sé, pero debo decírtelo de todas maneras. Sólo te pido que me escuches, sólo
por hoy.
- - Está
bien, te escucho.
- - Sé
que tú no has podido verme hasta ahora porque yo no creía en ti, en tu
existencia. Había mucha fe en mí, pero jamás la certeza de que eras real,
siempre dudaba de mis sueños, de mis percepciones, porque estaban fuera de lo
común y el mundo me consideraba una loca que creía en el amor de los cuentos de
hadas. Yo, ingenua, me sometía a mis propios juicios y no respetaba mi propia
verdad, la gritaba hacia afuera, pero dentro de mí tenía mucho miedo, y el miedo
guiaba mi búsqueda, el miedo dominaba mi mundo. Así que inventé un hombre que serías tú, un
hombre imposible de encontrar, un hombre sobrenatural, basándome en lo que hay
en tu alma, una pureza hermosa, una gran sabiduría, pero negándome la
posibilidad de verte completo. Me empeñé en ver sólo tu luz obviando el hecho
de que también posees sombra, y así me fue imposible que te fijaras en mí. Así
me di cuenta de que también veía en mí sólo la luz que deseaba ver, no quise
ver mi sufrimiento, después, cuando lo vi, no quise ver qué lo producía
realmente. Ahora, ante ti, me doy cuenta de que no sabía amarme de verdad, no
me amaba porque sufría, no me amaba porque tenía dependencia de tu amor, de
encontrarte, no me amaba y por eso no te amaba a ti completo, sólo amaba tu
luz. Al comprender eso has logrado verme, he logrado verme.
Tú eres un hombre completo, hecho del blanco y el negro, energía
masculina con un pedazo de energía femenina, al igual que yo soy todo lo
contrario, pero siempre aceptando que somos seres completos y no dos mitades.
- - ¡Aún
no he conseguido comprender qué me quieres decir con todo esto!
- . ¿Nunca
te has preguntado por qué siempre estás buscando el amor verdadero de una mujer
que te ame incondicionalmente? ¿Nunca te has preguntado dónde estará esa
persona que sea tu alma gemela?
- - Sí,
claro, creo que todos andamos buscando algo así, algo imposible, es un ideal.
- - Tal
vez, si eso es lo que crees, tal vez sea sólo eso, un ideal. Sin embargo, yo he
venido a decirte que existo, que soy real y que soy tu alma gemela, y hoy me
has podido escuchar, me has podido ver, y podrás decidir si quieres creer que
soy un ideal o si quieres creer que puedo formar parte de tu realidad.
- - Yo
ya estuve enamorado de alguien, me hizo daño y decidí que el amor no es
perfecto, las relaciones duran muy poco, la pasión es sólo temporal y después
un terrible dolor la sustituye cuando ves que la persona que amas se aleja de
ti y te olvida con bastante rapidez.
- - El
alma siempre ama, la mente cambia. Aprendemos de aquellos que amamos y
crecemos, pero el corazón siempre retiene el amor, tal vez lo transforme en
otro tipo de amor, pero nunca muere. Sin embargo, te diré que el amor hacia tu
alma gemela persiste incluso en la mente, aunque el alma gemela es el mayor
reflejo de ti mismo
.
- - Yo
creo que mi alma gemela ya se alejó de mí, perdona, pero no sé quién eres tú,
no te había visto antes, aunque
reconozco que me resultas familiar.
- - Eso
que dices me apena. Si no sabes quién soy es que no sabes quién eres.
- - ¿Qué
quieres decir?
- - Tu
alma gemela es tu otro yo con energía opuesta a la tuya, sólo cuando sabes
quién eres, sólo cuando estás despierto en este mundo dormido, puedes realmente
hallarla y reconocerla. Para eso tienes que saber amarte, saber que todos
formamos parte de un todo, que estamos unidos por un gran lazo de amor y que
creemos estar separados pero no lo estamos. De hecho, las almas gemelas,
también llamadas llamas gemelas, son el
resultado de la división de una energía en dos partes polarizadas.
Masculino y femenino. La mitad del mundo es el alma gemela de la otra mitad, de
manera colectiva e individual, pero nos vamos reencontrando y reuniendo primero
a nivel individual, más adelante colectivamente, para volver a ser uno con
plena consciencia de lo que somos.
- - No
sé si estoy preparado para esto, ¿qué puedo hacer yo?
- - Amarte
para amarme. Si te empiezas a amar, tu amor me llegará, tocará mi alma e
inevitablemente se iniciará un proceso de reencuentro en este plano que nos
llevará a conocernos.
- - Pero
ya nos hemos conocido, ¿no?
- - No,
pero sí. Nos conocemos desde siempre, porque tu energía y la mía son la misma,
digamos que somos una misma partícula dividida en dos y que desea volver a ser
una, pero nunca nos hemos visto físicamente.
- - Pero
estás aquí ahora.
- - Sólo
una parte de mí, pues al igual que tú hiciste hace algún tiempo, partiendo de
la base en la que hemos creado dicho concepto, viniste a verme para decirme que
despertara, que atravesara la puerta, que me necesitabas. Soy sólo etérea, no
soy física, pero hoy has podido verme.
- - Entonces
¿estoy soñando?
Ella sonrío y le dijo:
- - Sí,
mi querido yo, estás soñando, despierta.
Abrió
los ojos y se descubrió envuelto en oscuridad, la gente se había ido del parque
donde siempre iba a leer, el sol se había puesto y se había quedado dormido en
aquel incómodo banco a la intemperie, bajo el manto de las estrellas y la compañía
de las hojas secas que los árboles le habían regalado a su cuerpo inmóvil y
frío.
De
nuevo la había visto en sus sueños. Esa mujer que no conocía, esa mujer que,
como un fantasma, le visitaba en ocasiones en las que él se preguntaba por qué
la vida era como era, por qué la soledad era para él la mejor amiga y por qué
no lograba centrarse y sentirse completo bajo los preceptos de esta sociedad
tan sombría.
Arael...
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